lunes, 31 de enero de 2011
Anahí Mallol
Como un iceberg
“no se logra hacerse amar
sino dependiendo de las palabras”Vatsyayana, Kamasutra
- 1 –
me mira
como si yo fuera
mejor de lo que soy.
sonrío: así me quiero.
lo miro igual:
sos
mejor que vos
sos un gigante.
me dejo
estar ahí
detengo el tiempo mientras juego
un arte en el que todo es
a la vez
antiguo y nuevo.
- 2 –
se acuesta con un hombre
cualquiera
al azar
después lo rechaza y dice
no
no es éste
es casi él
y se dispersa en un juego de manos
que no alcanzan a tocarme.
- 3 –
junto a la ventana
antes de medianoche
me dormí
y un libro cayó
sin leer
de mis manos
cansadas.
cuando desperté mi cara
estaba llena de alegría.
sonreía en silencio.
desde la ciudad
desierta llega
la melodía fragmentada
que alguna vez
juntas
escuchamos.
- 4 -
en la calle
esta mañana
compré un ramito
con tres varas de nardo.
Por la tarde
al escribir
noté su perfume
que intenso y sutil
se esparcía por el cuarto
así quiero estar
rodeando
las tardes de tus manos
intensa y sutil
presente
como tres varas de nardo.
- 5 –
salí de mi cámara sin eco
para tocar otro cuerpo
una vez
esa piel que dije que era suave
ahora él me pregunta hacia dónde voy
le digo que no sé
que hoy no hay viento
y vuelvo
insatisfecha
a mi burbuja de silencio.
sólo me voy
no preguntes otra vez:
las nubes blancas no tienen
límite de tiempo.
- 6 -
las tardes enteras
las mañanas y las noches
con vos
en una cama
como si se pudiera
sustraerse
en el espacio
inmenso móvil
-un barco casi
tan duro tan frágil
como cualquier Titanic de película-
a la amenaza de los días.
Nota:
Nació en La Plata en 1968. Publicó cuatro libros de poemas, Postdata, 1998, Polaroid, 2001 (Primer Premio del Concurso “Año 2000: Memoria histórica de la violencia en América Latina y el Caribe”), Oleo sobre lienzo, 2004 (Colección Chicas de Bolsillo, UNLP) y Zoo, Paradiso, 2009, el cual obtuvo un premio del Fondo Nacional de las Artes.
Sn libro de ensayos sobre poetas argentinos, El poema y su doble, Simurg, 2003, recibió el Subsidio a la creación de la Fundación Antorchas. También ha publicado poemas en diversas antologías y páginas web. Poemas suyos han sido traducidos al inglés y al alemán. Colabora con revistas de poesía y de crítica literaria nacionales e internacionales. Coordina talleres de poesía y da clases de literatura. Fue cofundadora del Sello editorial Siesta.
miércoles, 26 de enero de 2011
Osvaldo Picardo
Picaflores
Antes de correr la cortina frente a las calas
la velocidad se congeló en el aire.
Primero fue uno borroneando las alas
en el hilo desatado ante un gladiolo.
El otro cayó al lado en rebote pausado
y giraron trenzando el tallo de la tarde.
No los habías visto hasta entonces. Luego
leíste que tienen corazones enormes
para el tamaño diminuto de sus cuerpos.
Y también
que mueren de quietud durante el sueño.
En un viejo laboratorio de fotografía
Hay una suma de cosas en la sombra que las ventanas clausuradas
dejan crecer desde hace años. Además del piletón, la ampliadora,
el abrillantador, los frascos de ácido y la luz inactiva. Hay además
ese presentimiento, el mismo de la primera revelación
cuando la inexistencia tuvo un colapso y mil partículas
se concentraron en la historia de una sonrisa.
No es algo nuevo sino todo lo contrario, apenas si es algo.
Se parece a los bares oscuros del puerto entre putas
y algún extranjero. No se trata de palabras ni de costumbres,
hay una suma de cosas flotando como cadáveres
que nadie podrá identificar.
Siesta
vi de nuevo el rostro de mi madre
José Lezama Lima
Recuerdo de golpe, la oración sibilante de mamá
mezclada al zumbido de un moscardón.
La penumbra de la cocina ya limpia
y su sombra
a través de la fiambrera de la ventana.
La que daba al lavadero y un patio
con macetones de flores sustentadas a pura agua.
De mañana fuimos con mi primo a nadar.
Todavía el mar estaba brumoso
como si sacudieran una alfombra en el viento.
Aturdidos entrábamos de lleno a la combustión
del silencio
con pisadas de gaviotas sin borrar
y ovas vacías entre las uñas de las olas.
Estoy con una maya mojada y el pelo rubio.
Sumido en el cansancio pleno del mar,
poco antes de ser obligado
a la inocencia segunda del sueño.
Mamá –nunca te lo dije– yo te espiaba de lejos,
fabricabas algo seguramente bueno.
El zumbido sin palabras
en el abismo del nacimiento
y la calma ilegible de antes de todo sueño
te han comprendido.
El ignorante
Nunca sabremos realmente por qué
hemos vivido. No alcanzan las palabras.
Sobre el mismo mar se levanta el sol.
Ante el mismo mar
un mediodía, alguien se para en la costa
y mira. Sólo eso y nada dice. ¿Qué espera ver?
Mirar no es ver sólo esto que se muestra,
ni siquiera lo que existe. Las olas hablan
de regresos largamente olvidados,
a veces sin que nadie haya partido.
Una gaviota y un poste de luz parecen
ser el centro del universo. A su alrededor
la circunferencia de tu ignorancia
es como ese pescador y su caña,
una eternidad demasiado larga.
Hubo muchas veces en que creíste
haber nacido para algo. Fue esa fe
la que te empujó a decisiones definitivas.
Pero el resto lo decidió
un puro instinto de felicidad
acontecido para ser superado.
Nota: nació en la ciudad de Mar del Plata, Buenos Aires, el 22 de noviembre de 1955. Actualmente reside en esa ciudad, donde enseña literatura y dirige la revista y colección La Pecera de Editorial Martin.
Libros publicados:
Apenas en el mundo, 1988
Poemas con tu altura, Mar del Plata
Letras en una esfera armilar, 1991
Dejar sin ventanas la verdad, 1993
Quis quid ubi : Poemas de Quintiliano, 1997, reeditado en 1998
Una complicidad que sobrevive, 2001 , Pasiones de la línea, 2008
lunes, 24 de enero de 2011
Martín Gambarotta
Punctum (extracto)
1
Una pieza
donde el espacio del techo es igual
al del piso que a su vez es igual
al de cada una de las cuatro paredes
que delimitan un lugar sobre la calle.
La bruma se traslada a su mente
vacía, no sabe quién es y el primer
pensamiento "un perro que se da cuenta que es perro
deja de serlo'' vuelve a formar parte
del sueño pero aparece, difusa,
la maceta: una pava abollada con plantas
en el centro de la mesa: dos caballetes
sosteniendo una tabla de madera
–entonces está despierto.
Las manchas de óxido en el cielo--
el color de la luz sobre las cosas, el cielo
que se retrae y es óxido borroneado
entre sus ojos y cae dormido de nuevo, pero aparece
un orden en la materia despierta.
La ubicación lúcida
del lugar en el día, el ruido,
el cuerpo latiendo,
la ruina de una idea que corre
por una red de nervios,
palabras de acero
contenidas en un soplo:
un orificio cabeza de alfiler
en una cavidad del corazón.
2
En el 2do. estante,
un tenedor torcido entre el alcohol puro
y las gillettes usadas.
Sobre la heladera tiembla
una estatuita: es un tenista bañado en oro falso
en el acto de sacar el primer servicio.
Cada minuto un trofeo de plástico.
Y en qué momento un hombre pierde
noción y su mente queda en blanco:
cuando no puede dormir y no aguanta
el hecho de estar despierto.
Cómo se llama eso que cuelga de la pared,
cómo se llama eso que cubre la lámpara.
Rodeado de cosas sin nombre a mí también
me hubiera gustado empezar esto
con: de noche junto al fuego
pero acá
no hay, salvo en potencia, fuego
y eso que se divisa, una oscuridad
baldía sobre nosotros, a duras penas
puede ser llamada noche, nada
hace suponer el final de la transmisión nocturna
que ahora termina y deja
la pantalla nevada
trasladando a la penumbra del pasillo
la oscilación de un aire gris que no provoca
ninguna emoción salvo en las cosas.
Antes del corte de la programación estuvo
el vuelo de una polilla en la pantalla
a contrapunto de la banda de sonido del Gran Chaparral,
una japonesa que se tiraba a la pileta,
los subtítulos en verde decían:
"acaso no eres tú la de los ojos azules",
en otro canal, el documental sobre cáncer de piel
y en otro un delfín saltando aros de fuego
y de nuevo la japonesa secándose la nuca
con la toalla, mirando la cámara
cambia y otro dice "solo se escribe
acerca de la muerte por dinero."
Cadáver, esto ya no es rock,
algunos roban estéreos, otros roban esposas
pero todos robamos.
Discriminando entre el dolor y la apertura siciliana
va hasta la pieza y en una hoja escribe
la jugada de una partida por correspondencia
que va a reproducir un tablero en Concordia
en otra noche. Alguien lee
la nota: Jaque,
torre negra toma peón alfil uno
mate
y sabe que todas sus piezas están perdidas.
No hay color, únicamente
queda la variación en los tonos
de gris que, en el pasillo,
se funden con el destello aguado de un aviso de yogur
que viene de la calle:
PORQUE LO MAS IMPORTANTE dice ES UNO MISMO.
3
En la cocina
la llama de la hornalla
oscila detrás del Guasuncho, que
se cree el héroe del Barrio Pepsi
pero que nunca salió de estas cuadras
a no ser para cobrar una renta.
Guasuncho, de visita en la cocina
él, que hace unos años fundó
una pseudo célula clandestina y después se puso
a vender biblias para el Ministerio de Ondas de Amor y Paz.
Ahora rehabilitado, con restos de chicle en el labio inferior
de su sonrisita parapolicíaca dice
hesitante
loco
loco, yo era amigo de Luca.
Guasuncho cuenta de una minita
que, siguiendo los pasos de su hermana mayor,
usa una remera donde un águila sostiene
el bate de béisbol en una garra y laureles en la otra.
En dos semanas cambió menos que en la media hora donde
hablamos del futuro en tiempo pasado.
El parlante roto, dice Guasuncho
hacía que la canción,
Blondie, se escuchara de a ráfagas,
arrastrada hasta la pieza desde otro lugar
menos pensado; después de la escena
de celos en el comedor coreano algo
quebró la sucesión de los hechos
y entonces, todo indicaba que era él,
no era yo, dice Guasuncho, con un envase
en la mano, ni ella, una mujer
sacando un jean del bolso
los personajes que a la otra mañana se movían detrás
de la vidriera mal enjabonada
en el San Cristobal Laverap.
Nadie comenta salvo Confuncio
que comparando de reojo al Guasuncho
con una diapositiva de cuando tenía 17
le dice, nunca debiste confiar tanto
en alguien que le pone Heráclito a su gato.
4
Hace un año la noche era igual
y nada le asegura que, acostado,
ésta no sea en realidad
otra noche y que el pasado
no pasó
o está gateando
por debajo de esa cama.
La noción del tiempo
perdida hasta que el alcohol le dilata
suave, las arterias y un latido irregular del corazón
alcanza
para que las horas se reacomoden
en alguna de las dos noches
donde toma algo de un vaso rajado.
Mirando el reflejo de su cara
en el revés de una cuchara,
puede tirar el vaso a la mierda o dejarlo
en la mesa de luz: entre esos dos
puntos del deseo vacila el futuro
y lo importante podrá ser
el ruido,
azul, de los cubitos
de hielo derritiéndose en el vaso
pero lo esencial es el fulgor de una soldadora
llegando desde una construcción lejana: el esqueleto
de un edificio sin terminar
congelado en la iluminación que, desde más atrás,
irradia la terminal empapelada
con afiches de la gobernación:
NO, dicen el rojo, a la droga.
A mitad de cuadra los empleados de una farmacia de turno
fumando bajo una cruz, verde, de neón. Alcanza con bajar
la persiana para eliminar la escena. Cadáver, cada hora
que pasa vale más que un año en la vida de un perro.
Acostado
en la cama impresionista,
sentiría
el roce de un grano de arroz en su paladar seco,
mira la foto de una amiga
que estuvo internada
en un hospicio de París. Eso
suena pretencioso y, releyendo,
sería mejor cambiar París por Federación, hospicio
por hospital, internada por encerrada, pero
se atiene a los datos reales de la nota
detrás de la foto. En el papel
brilloso está prendiendo un cigarrillo,
protege la llama del encendedor en el hueco de la mano
de aquel viento que arrasó una playa. Atrás: el mar
cuando las olas crecen para romper.
Bajo un cielo anti-óxido su amiga, algo pálida;
el pelo del largo al que llega
dos meses después de rapado. La escena soluciona
un problema: sabría a quién llamar si en el bolsillo
de su pantalón, en vez de un cassette y una goma de borrar,
tuviera dos fichas larga distancia.
Nota:Martín Gambarotta nació en Buenos Aires en 1968. En el año 1995 obtuvo el Primer Premio en el I Concurso Hispanoamericano Diario de Poesía con su libro Punctum. Formó parte de la creación del sitio web "poesía punto com". Escribió además "Seudo"(2000)y "Relapso+Angola".
domingo, 23 de enero de 2011
Roberto Santoro
Canto a la esperanza
Andaba yo desnudo de mí
perdido en la lluvia del olvido,
de barco navegando por las plazas,
dormido el pecho,
su gorrión descalzo
y tuve que llevarte a la palabra,
ponerte en posición de vuelo,
a veces de bufanda
rueda azul
andaba
te seguía
mi muerte con su forma de guitarra
y tuve que ponerla en la memoria
como se pone un hijo
con esa rabia dulce
mitad de mí
agua del aire
andaba así
de loco en el olvido
de furia que quiere reventar por el costado
y un día de tanto nombrarla
la encontré,
se la llevé a mi madre,
la puse en el saludo,
la compartí como un pan con mis amigos,
la arrastré hasta. el remolino del amor
allí donde los ríos tienen un mismo nombre,
para que entendiera de una vez por todas
que era nuestra,
para que nunca se olvidara de este país enorme,
de esta ciudad,
su ternura abandonada en los portales,
le dije algunos versos,
le puse el corazón como una hoguera,
me la bebí de cabo a rabo,
le enrosqué la cola en mi solapa,
me di el gusto de agarrarla de la mano
y hoy la traigo aquí,
pero si un día se llega a volar porque fallamos
si se escapa esta rabia que llamamos esperanza,
si un día se va,
yo crucifico al amor
y después. de enterrar a mis hermanos,
me voy con el tranvía de la muerte
a clausurar mi corazón en una plaza.
ALGUNAS COSAS
un viento que se llevó la alegría
y la luna de los dedos
ahora se golpean las cosas con mis ojos
y ventanales de azufre registran la catástrofe
se derrama el misterio como un papel ajado
atropellando nuestro circo de asombro
todo el esperar castillos y brujas para salirnos del cuerpo
como buscando los ángeles
los barriletes huidos
esos interminables bosques de lobos y caperuzas
esas casas de chocolate
de enanos y gigantes
esos silencios de la siesta en que uno cree volver al beso
y cuando echaste no sin esfuerzo los ojos tras la magia
te despiertan
para erigir estatuas que ruedan la mentira
la sinrazón entre bostezos de sangre
el odio pero con nuevas palabras
y todo lo que callo
y todo lo que olvido
y entonces te componen su esfuerzo avinagrado
y creen en los ojos leyendo el abandono
y guardan la estulticia dormida tras la boca
enumerando estrellas
pájaros
canciones
es el momento en que te adentran sus lenguas de huracán
restallando los enigmas que anhelaste
es el momento en que quisieras vestirte de venganza
y hundir sus necios alfabetos
su estar de lacerías
su acopiado cenegal de estiércol
esa ínfima saciedad con el destrozo
el incontrolable idioma con que destierran la vida
robándote el silencio
hiriendo las entrañas de tu sueño
y dejándote como un payaso solo
y entonces te dan ganas de gritar
de no querer el mismo cuerpo
y el escalofrío del insulto se queda como un tonto por los ojos
y se te desgarra adentro como una cosa inquieta
y entonces te dan unas ganas raras de llorar
de caerte muerto
y convertirte en globo
o en lluvia de organitos
qué sé yo
cada día se nos muere un hermano
Lluvia en la Villa
afuera
el agua cae
de arriba para abajo
adentro
el agua sube
de abajo para arriba
Recurso de amparo
con eso de la bomba atómica
y el payaso de la paz que hace morir de risa
se tapó el carburador del aire
asómense a mi barrio
mientras los deshollinadores trabajan en la chimenea de la democracia
la ternura se emborracha en las cantinas
y no le pagan la jubilación a la esperanza
yo no pido volver
pero con tanto encarpetar los pantalones cortos
murió de un infarto el barrilete
y al amor le han disparado un tiro en la cabeza.
Nota:Nació enBuenos Aires, Argentina ell 17 de abril de 1939. Fue detenido y desaparecido en 1977. Publicó en poesía:
Oficio desesperado (Ediciones Cuadernos del Alfarero, 1962)
De tango y lo demás (Editorial Barrilete, fragmento 1962, versión completa 1964)
El último tranvía (Editorial Barrilete, 1963)
Nacimiento en la tierra (Ediciones Cuadernos Australes, 1963)
Pedradas con mi patria (Editorial Barrilete, 1964)
En pocas palabras (Ediciones Hechas a mano, 1967)
Literatura de la pelota (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1971; ediciones Lea, 2007)
A ras del suelo (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1971)
Desafío (Editorial Gente de Buenos Aires, 1972)
Uno más uno humanidad (Ediciones Dead Weight, 1972)
En esta tierra lo que mata es la humedad (tragedia musical representada en Buenos Aires, 1972)
En esta tierra (canciones; música de Raúl Parentella; canto Kiko Fernández; Music Hall, 1972, disco L.P.)
Poesía en general (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1973)
Cuatro canciones y un vuelo (Editorial Gente de Buenos Aires, 1973)
Las cosas claras (anti-libros "La trenza loca", 1973)
Lo que no veo no lo creo (canciones; música y canto Jorge Cutello, 1974)
No negociable, carpeta (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1975)
jueves, 20 de enero de 2011
Eduardo D`anna
Palacio
Reviso mi vida:
no conozco otra.
¿Qué viento agita el mar, afuera?
Sé que hay perfumes en él,
y también en el pasto.
Y en las casas. Cada casa
tiene, lo sé.
Pero no puedo interesarme en ellos.
Y reviso mi vida. Y me doy cuenta
que no me interesa tampoco.
Cargando con el muerto
a Roberto De Gregorio
Estar solo no se debe
a razones metafísicas: es un modo
social de ser, una consecuencia
de actos libres en sí, pero que no conservan
tal condición cuando el tiempo
los acumula; esos ómnibus
recalentados de cuerpos
que se estrechan no todo lo posible
sino lo que su astucia
y las órdenes del chofer les permiten
hacer; rincones, manoseos
estrategias para bajarse, o aún
diminutas defraudaciones.
Cada cosa que vas
descubriendo, te aleja
de los que todavía
la ignoran, porque no es posible
transmitirla, ¡ay! haría falta
un mito, una leyenda; pero
no hay una forma rápida, sencilla
de producirlos, de atribuirle
a tus palabras ese valor que cualquier médico
brujo de una remota tribu
conoce y puede dar; en esta selva.
Nuestra magia es solamente
individual: es lo que hicimos
lo que sin darnos cuenta
acumulamos, en días
faltos de gloria, que el viento
juntó azarosamente y sin escrúpulos.
Distinto de los otros ¿cómo
leerán ellos el libro?
¿Cómo lo harán incluir
en el olvido? Bah, leyendas,
sólo un pueblo las hace
y no lo sabe.
Y porque pasa esto
por más fe que se tenga
cuando estás solo, estás
solo: el mito
al hablar no lo hará
como querías; ahí está
el muerto, aquéllos
de los que te distancia
lo sabido por vos, la caridad
imposible que en ellos
querrías realizar.
Lector: yo aumento
la distancia entre tus sueños
y los míos cada vez ¿habías
visto? ya no soy más
quién parecía hablarte
en tus recordados episodios
al despertar en medio de la noche
angustiado por los fantasmas dulces;
es más difícil ya
saber si te he servido.
¿Qué hacer, entonces, pues,
sino ficción con mis sentimientos,
transformar las verdades descubiertas
tan dolorosamente
en un cuento de irreales bosques?
Si. Darse a pertenecer
a tradiciones que ayuden
a engañarte. Construidas
con materiales en desuso
o aún poco estacionados (Todo
urge). Las verdaderas quejas
serán ardorosamente
personales sólo para morir
disueltas en ese quemante
ácido: es mejor que si algo
duele, nos dispongamos
a incrementar ese dolor
con esta nueva insoportable
sensación, vomitando
el líquido funesto. Volviéndonos
a quemar otra vez la garganta
ulcerada; si el propósito
es hacer con ello un arte.
Pues de este modo,
sólo lo corroído llegará.
Legibles, las pequeñas
payasadas moderarán,
por último, el innoble
espectáculo: el estilo
de crónica
policial, abundante
en frases hipercultas,
agua colonia
entre la mugre,
deslumbrecillos;
conservantes,
en resumen. Persuasiones.
Si hoy habláramos claro,
no se trataría más que de eso:
lo que no vuelve, porque está cargado
sobre mí, mirando
demolida la casa donde algún día
alguien pensó vivir, en la obsoleta
programación inicua de los años
que se creyó, banal, autorizado
a proyectar. No hablemos
claro.
No. Por más sabio que seas
al halago de los aciertos,
por mucho que te agrade
creer saber, en su tranquilidad
y calma, lo que pasa; acordate:
no hay palabras mejores
que éstas.
Dejemos, pues, al muerto
sobre mi espalda. Pero,
escuchame, hablemos: de otro
modo, de otra manera, esta
barata fotocopia clandestina
irá empalideciendo con los años
hasta no poderse leer; y habrá silencio,
y en él, amigo mío,
habrá señales que no imaginamos,
habrá mensajes terribles, testamentos
injustos, instrucciones
que llevarán a nuestros hijos al delirio.
Es preciso seguir, es necesario
hablar para callar, y en ese acto
elegir las palabras: que sean
bellas o no, que nos traicionen
o no, que transparenten
vísceras falsas
o verdaderas.
‘’¡Ah, bosques!’’
(y lo que te destroza
tiene de bosque tanto
como un camello oscuro)
‘’¡Corazones!’’
(y es un hígado)
y todo así ¿se entiende?
Claro que no, para eso
he gastado mi tiempo. Corazones
y bosques. Solo. Cerrás
el libro. Antes,
humildemente, yo dejé
que lo cierres.
Piedra encontrada
En esta ciudad
cuando alguien abre las puertas
del Infierno, se nota.
Los árboles mutilados
se estremecen
en las plazas falsas,
los vidrios
de los escaparates
se humedecen
sórdidamente, porque
había inocencia aún
y algo
ha caído sobre ella.
Es que hemos olido
otro cuerpo,
y es distinto
de como lo soñamos,
en las recalentadas
calles, mucho tiempo
atrás.
Son vidas, sí. Primaveras.
Pero nunca con el exacto
tono del viento: frío
si hace calor y viceversa,
como el suavísimo olor
que ahora sabemos
que no será descanso.
Y hay que vivir,
mirar a los ancianos
sentados en el balcón
al atardecer, las ventanas
abiertas, la impudorosa
visión del techo
de su habitación,
de su araña, del extremo
de su ropero donde hay
textiles flores de sueños
de películas en blanco
y negro,
con olores también,
que uno no sabe
si recuerda.
Pararse. Mirar eso
antes de entrar, de subir
a la entrega de ella,
al deseo que se culmina
y vuelve a abrir
la puerta de las muertes.
Cuando creías en los poemas
era cuando todo
parecía posible: los viajes,
el amor como un viaje,
pero has hecho ahora
esos viajes, trayendo
y llevándote átomos,
cosas que existen,
de todos lados.
Confundirte. Podrías
confundirte. Yo podría
ayudarte a hacerlo,
borrando todo
con mitos, que los versos
fabrican.
¿Te sería
agradable?
Pero es que yo también
crecí. Yo también
ya he escrito demasiado.
El poder fulminante
de las palabras,
de su no ser usadas todavía,
ya no existe Las hojas
se estremecen, sin embargo, sin sentido
ninguno, hermosamente,
en el viento que se está levantando!
Borrala de tus sueños, no
la compulses con lo real, que quede
desolada, de pie, en ese cuarto
de un recodo
del Infierno, una sombra,
una pesadilla de la vida.
Mañana pasará. Por las calles.
Y antes
que esto llegue a tus manos,
serán otras las modas, todo
lo que se puede y no se puede
hacer, y nadie
que la mire sabrá que en el cuarto
plantada en medio del calor
y del Infierno, sin lástimas
sin versos ni proyectos, la deseaste
tan sólo
porque el techo que la amparaba
era trágico como los olvidados sueños
de los viejos de enfrente
abandonados en el verano.
Sí. Mañana
la mirarán, le enviarán
como cartas con miradas, cartas
que jamás se leerán a sí mismas, que
quedarán en una poste restante
del alma, donde ella
jamás acudirá. Polleras.
Medias, andares. Muerte
fascinándose con el irle
detrás.
¿Y si acaso lloviera
entrarías, entonces,
más tranquilo?
Si la lluvia
hablara en tu lugar,
desplazara al silencio?
Deseada como lluvia.
Como al fresco en medio
del calor. Y no lo sabe.
No sabe lo que rodea
su atraer, las piezas
que franquean su pieza,
las líneas que a ella
llevan, esa tarde
desfalleciente
en una luz
manoseada e insípida.
La puerta oscura se abre,
la escalera como una caverna
se extiende ante tus pies,
la solitaria luz
de la bombilla huérfana, fulgura
al fondo y a lo alto. Subí.
Hoy la ciudad
lo hace posible.
Nota: Eduardo D'Anna nació en Rosario, Santa Fe, Argentina, en 1948. Es poeta,
ensayista, narrador y dramaturgo. "Muy muy que digamos" (1967), "Aventuras con Usted" (1975), "Carne de la Flaca" (1978), "A la intemperie" (1982), "Calendas argentinas" (1985) ,"Los rollos del mar vivo"(1986), "La máquina del tiempo" (1992), "La montañita" (1993), "Obra siguiente" (1999).
miércoles, 19 de enero de 2011
Leónidas Lamborghini
El solicitante descolocado
Desempleado
buscando ese mango hasta más no poder
me faltó la energía la pata ancha
aburrido hace meses, la miseria
busco ahora trabajo en la era atómica
dentro o fuera del ramo
si es posible.
Todos los días abro el mundo
un jardín de esperanzas
en la sección empleados
voy clasificándome
atento
este aviso me pide.
Entonces
a escribir con pasión y buena letra
adherido con lealtad
—ser claro—
escucho el ruego del ruiseñor
uniendo lo primitivo a lo culto
la inspiración a la escuela
trato de seducir
con mis antecedentes.
Solicitud detállame
el que suscribe
práctico en desorganizar
está deseando
ganarse un pan en tu establecimiento
hombre de empresa
casilla de correos.
Ayer
¿Cuándo murió Cámpora?
Ayer, 19 de diciembre de 1980, pero,
la verdad, ¿a quién va a importarle la verdad?
–en el país inmundo (amado)
donde el pajarraco inmundo ¡Martínez!
de Hoz puede ser ministro de Economía:
en el país argentino estéril
de los estériles militares argentinos.
Me acuerdo que Perón decía: “–No,
si las armas no las tienen de adorno,
lo que tienen de adorno es la cabeza”.¡El país argentinoide!
¿Cuándo murió Cámpora?
Ayer, querida mía.
Si vos supieras (sabés)
cuántas leguas de tierra cuesta cada palabra
y que encima, debajo, la pueblan y repueblan de cadáveres:
el ‘80, ¡qué hijos de puta!
trajeron a los inmigrantes
–para matarlos.
El loquito Videla y el degenerado de Harguindeguy.
Y el pelotudo máximo: Viola.
Agotaron la cuota del perdón, que era mucha.
¡Y yo hablo en serio, no estoy jodiendo!
Lamborghinis del mundo, uníos.
Algunos, para hacerse la paja, utilizan la mano de Zenón:
bella como un talón, nadie lo niega,
Digámoslo a coro, idiotas: “¡Telón!”
En la Epoca en que no hay un carajo para transferir...
Pero es la Gran Epoca (jamás minúsculos)
Precisamente: porque...
POETARIO DE LOS SUEÑOS
Parterre 1
Poetas soñando su poema antes de pronunciar la palabra Suiza.
Poetas soñando su poema después de pronunciar la palabra Suiza.
Poetas soñando su poema en el momento mismo de pronunciar la palabra Suiza.
Poetas soñando su poema poco antes de pronuncia la palabra Suiza.
Poetas soñando su poema poco después de pronunciar la palabra Suiza.
Poetas soñando su poema inmediatamente después de pronunciar la palabra Suiza.
Poetas soñando su poema inmediatamente antes de pronunciar la palabra Suiza.
Poetas soñando su poema mucho antes de pronunciar la palabra Suiza.
Parterre 2
Poetas soñando su poema mientras pronuncian la palabra Suiza.
Parterre 3
Poetas soñando su poema antes de ser cubiertos con una delgada capa de harina de trigo.
Poetas soñando su poema después de ser cubiertos con una capa de harina de trigo
Poetas soñando su poema en el momento mismo de ser cubiertos con una delgada capa de harina de maíz.
Parterre 4
Poetas soñando su poema inmediatamente después de recibir un golpe en la nuca.
Parterre 5
Poetas soñando su poema un poco antes de sentarse en una silla.
Poetas soñando su poema mucho después de sentarse en una silla.
Poetas soñando su poema después de haber caído en una zanja.
Poetas soñando su poema en el momento mismo de caer en una zanja.
Poetas soñando su poema poco después de sentarse en una silla.
Poetas soñando su poema inmediatamente después de sentarse en una silla.
Parterre 6
Poetas soñando su poema después de tragarse un carozo.
Parterre 7
Poetas soñando su poema inmediatamente antes de ser cubiertos
con una delgada capa de harina de maíz.
Poetas soñando su poema poco antes de recibir un golpe en la nuca.
Poetas soñando su poema en el momento mismo de sentarse en una silla.
Poetas soñando su poema mucho después de ser cubiertos con una
delgada capa de harina de maíz.
Parterre 8
Poetas soñando su poema mientras se tragan un carozo.
Poetas soñando su poema inmediatamente antes de tragarse un carozo.
Poetas soñando su poema en el momento mismo de recibir un golpe en la nuca.
Parterre 9
Poetas soñando su poema poco después de introducir su mano derecha
en una bolsa de polietileno.
Parterre 10
Poetas soñando su poema inmediatamente antes de hacer un tilde.
Poetas soñando su poema después de soplar en una cerbatana.
Poetas soñando su poema mucho después de soplar una cerbatana.
Nota:poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1927 y fallecido el 13 de noviembre de 2009 en la misma ciudad. En poesía publicó:
Saboteador arrepentido (1955)
Al público (1957)
Al público, diálogos 1° y 2° (1960)
Las patas en las fuentes (1965) (1966) (1968)
La estatua de la libertad (1967)
Coplas del Che (1967)
La canción de Buenos Aires, Responso para porteños, Tango-Blues (1968)
Llamado desde Vietnam (1968)
El solicitante descolocado (1971) (1989)
Partitas (1972); (selección) Colección Bicentenario, Biblioteca Nacional (2008)
El riseñor (1975)
Episodios (1980)
Circus (México 1977-1983) (1986)
Verme y 11 reescrituras de Discépolo (México) (1988)
Odiseo confinado (México-Buenos Aires 1989-1991), Grabados de Blas Castagna (1992); Adriana Hidalgo (2005)
Tragedias y parodias I (México 1977-1990) (1994)
Comedieta (de la globalización y el arte del bufón) (1995); algunos comiqueos de la primera edición, Eloisa cartonera (2003); La risa canalla (o la moral del bufón), Paradiso (2004)
Las Reescrituras, del Dock (1996)
Perón en Caracas, Folios (1999)
El jardín de los poetas, (México 1977-1990), Adriana Hidalgo (1999)
Personaje en penehouse y otros grotescos, del Dock (1999)
Carroña última forma, Adriana Hidalgo (2001)
Mirad hacia Domsaar, Paradiso (2003)
Encontrados en la basura, Paradiso (2006)
El jugador, el juego, Adriana Hidalgo (2007)
El solicitante descolocado, poema en cuatro tiempos, Paradiso (2008
martes, 18 de enero de 2011
Alejandra Pizarnik
Salvación
Se fuga la isla.
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta.
Ahora
es el fuego sometido.
Ahora
es la carne
la hoja
la piedra
perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilización
que purifica la caída de la noche.
Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.
La de los ojos abiertos
La vida juega en la plaza
con el ser que nunca fui
y aquí estoy
baila pensamiento
en la cuerda de mi sonrisa
y todos dicen esto pasó y es
va pasando
va pasando
mi corazón
abre la ventana
vida
aquí estoy
mi vida
mi sola y aterida sangre
percute en el mundo.
pero quiero saberme viva
pero no quiero hablar
de la muerte
ni de sus extrañas manos.
Cenizas
La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.
Pronto nos iremos
Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te...
La noche sufre
Privilegio
I
Ya perdido el nombre que me llamaba,
su rostro rueda por mí
como el sonido del agua en la noche,
del agua cayendo en el agua.
Y es su sonrisa la última sobreviviente,
no mi memoria
II
El más hermoso
en la noche de los que se van,
oh deseado,
es sin fin tu no volver,
sombra tú hasta el día de los días
Fragmentos para dominar al silencio
I
Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.
II
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores.
No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellas las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.
III
La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aun si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.
Las promesas de la música
Detrás de un muro blanco la variedad del arco iris. La muñeca en su jaula está haciendo el otoño. Es el despertar a las ofrendas. Un jardín recién creado, un llanto detrás de la música. Y que suene siempre, así nadie asistirá al movimiento del nacimiento, a la mímica de las ofrendas, al discurso de aquella que soy anudada a este silenciosa que también soy. Y que de mí no que demás que la alegría de quien pidió entrar y le fue concedido. Es la música, es la muerte, lo que yo quise decir en las noches variadas como los colores del bosque.
Linterna sorda
Los ausentes soplan y la noche es densa. La noche
tiene el color de los párpados del muerto.
Toda la noche hago la noche. Toda la noche escribo.
Palabra por palabra yo escribo la noche.
Nota: nació en Buenos Aires, el 29 de Abril de 1936. El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica siquiátrica donde estaba internada, Pizarnik murió de una sobredosis intencional de seconal.Sus principales libros son: La condesa sangrienta, La tierra más ajena, La última inocencia, Las aventuras perdidas, Otros poemas, Árbol de Diana, Los trabajos y las noches, Extracción de la piedra de locura, El infierno musical, Poemas no recogidos en libros.
viernes, 14 de enero de 2011
Julio Salgado
Elocuencia de la doca
Mientras los chambelanes
bordan
en las orejas de los virreinatos
se mella
el vuelo de la mosca.
Mientras los concusionarios intrigan
en las bolsas de los que no tienen amparo
la sólida luz que ha partido del faro
se somete.
Los papelescos, los casuistas, los pedantes,
los retóricos, los mercenarios,
baten
en la sentina de las Capitales.
Como si fuera un domingo
la hija del guardián de los jaguares
se peina ante el espejo
desnuda por las sombras
abre su vulva
mostrando la luna
que es sol.
La doca crece.
La cordillera se atavía.
Paisaje
Un río me ha llevado. Se posa la bumbuna. Se ve el cielo. Sólo un viaje que anuda pedazos. Abajo remolinos, negros cantos y el vértigo tocado por un trino. Arriba. Se posa la bumbuna. Se ve el cielo.
Un río me ha llevado. Ella la blanca mancha de las sombras rojas sobre la arena. Bebiendo desde el sol. Quieta en los ojos. Llama. Cuando te cuento me adormezco. Escúchame.
Memoria. Lo que presagia danza en la piedra. Nace una hijastra. Hay una selva transparente en sus piernas. Se sumerge en la arena. Un lagarto desaparece como un rayo. Un golpe encima de su coraza. Continuamos la marcha.
Memoria. Habla el camino. Aparece en el campo una galera tirada por caballos desbocados. La vía láctea se estrella con útiles domésticos. Una emulsión hace tibios los labios. Calma y veneno de una reina que viaja. En la tormenta saca la cabeza y desde la ventanilla muestra su lengua poblada de tatuajes. ¡Oh tinta de los cuerpos incrustados a un ala!
Memoria. El cielo está nublado. Cayó un árbol. Espesa hierba y agua. Una banda de tordos persigue mariposas. Vuelos rotos del monte. Cayó un árbol. La cabeza del gavilán apareció en la rama. Quédarás. Qué opondrás. Un golpe encima de su coraza. Arrancamos sus plumas para adornar un sombrero. Esperamos la noche. Continuamos la marcha.
Un río me ha llevado. Adula. Cantas y hablas de tu comarca. Hay señales en los vasos de vino, discursos, jerigonzas, textos descabezados al borde de la mesa.
Memoria. La enferma que come de la luna en la pared de barro busca el viento. Dos hilos en las manos trepan como vigías y aparecen sus piernas cubiertas por un lienzo. Cayó un árbol.
Blancas playas del monte. Pequeños tendedores de lagartos y espinas corroídas. Burdel donde ascienden los jóvenes con las bocas pintadas con frutos de morera y sangre en la mitad del cuerpo y en el pelo.
Un río me ha llevado. Pudieron nuestros huesos hacerse polvo. Sumarse al viento. Sin embargo cavamos en la arena. Nuestros enseres eran una colina atándose rápida lentamente a los tontos amores, a las cintas trenzadas, a las puntillas, a las coronas de una niña que ya ha trabajado en un teatro, y que en trozos, en pequeños escritos, cae desde una ventana.
Oh fulgor. Cartas de una sirvienta envuelta en un reflejo. Otra mancha en los ojos. Una serpiente era su vestido. ¡Oh mañana! Santos días de las grandes penas del amor y de los sencillos carnavales de los que andan y atienden un cuerpo desnudo en la posada. Bebiendo entre los sueños. Murmurando la larga historia de ese silencio que los une y los separa irremediablemente.
Cayó un árbol. Un golpe encima de su coraza. Continuamos la marcha.
Memoria. El agua se desborda. Tormenta. Hermosas ramas verdes.
Una muchacha lava sus rodillas.
Elocuencia de la doca
Mientras los chambelanes bordan
en las orejas de los virreinatos se mella
el vuelo de la mosca.
Mientras los concusionarios intrigan en las bolsas de los que no tienen amparo la sólida luz que ha partido del faro se somete.
Los papelescos, los casuistas, los pedantes,
los retóricos, los mercenarios, baten
en la sentina de las Capitales.
Como si fuera un domingo la hija del guardián de los jaguares se peina ante el espejo desnuda por las sombras
abre su vulva mostrando la luna
que es sol. La doca crece.
La cordillera se atavía.
El bordo
Esta es la trampa del fulgor sagrado. Ha crecido la noche.
Sube el calor. La arena por el cielo.
La noche continúa.
Muerde un bosque en tus labios. Un pie bajo el vestido.
Has elegido un árbol. En la laguna de tus pechos vuelan los patos.
Una lluvia aceitosa cae sobre los nidos. Asoma un ala inmóvil. Delicadas
saetas subterráneas se mueven
lentamente el pie
bajo la tierra del vestido. Un cielo se abre solo pasa un río.
Nota:nació en Frías, Santiago del Estero, Argentina, en 1944. Entre sus obras publicadas se encuentran: Poemas murales (Buenos Aires, Alto Sol, 1969); Escrito sobre los animales solitarios (Buenos Aires: Numen y Forma, 1971); Agua de la piedra (Buenos Aires: Edición del Poeta, 1976); Caja de fuego (Buenos Aires: Cisandina, 1983); Paisaje y otros poemas (Buenos Aires: Último Reino, 1991); El ave acuática (Santiago del Estero: El Barco Edita, 1999. Libro de Artista ilustrado por el autor en edición limitada) y Trampa Natura (Ediciones Último Reino, 2000)
jueves, 13 de enero de 2011
Aníbal Aguirre
Estoy vivo
Un poema más, soy un poema más.
Quién me enseñó la muerte?
Mentiras.
Tóquenme, estoy vivo, puedo cantar,
puedo soñar.
Siento el mundo a mi alrededor.
Venid y bebed conmigo el elixir de la vida.
No derrames a calle vacía la existencia
contenida.
Mi calavera se confunde con el desierto.
Mis ojos son las estrellas, a mis cenizas
se las llevó el viento, sigo vivo.
¡ El que amor dentro de sí lleva, no muere
nunca!.
Hoy de un puñado de huesos que son los míos,
nace una sangre caliente.
Estoy vivo, tóquenme, huelan el aire,
estoy vivo, no puedo morir.
El triunfante
Caminas sobre alfombras.
Posees una larga pared, en donde luces
tus cuadros.
En donde estás, me dicen, existen
abedules plateados.
Jardines parquizados.
Que eres un encanto, y que perfumas
la cuidad. Las navidades de tu vida son bellas
y que en los veranos vas al mar.
¡Yo no conozco el mar!
A las Navidades me las paso en la casa de la
Juana,
crujen sus maderas. va se caen. ya se
queman
En donde vivo,
los pastos crecen libres.
Yo no le corto la cabeza a nadie.
De pie quedó el duraznero, seco, para
recordarnos que estamos muertos,
antes de que la parca llegue.
De mis paredes cuelgan marcos sin fondo
Una hichuna y un machete paraguayo
Una pintura de Oscar Flores.
Tú eres una princesa, y yo, el guerrero
Triunfante, que día a día, vence a la civilización.
Hielo
Ha dejado de ser màgica la lluvia para
mi.
Cada vez que llueva recordarè que el
dolor existe.
Solia salir a la calle solo para que me
caiga el agua.
De niño chapoteaba en el barro,
desnudo.
Ayer mismo caminè gosozo bajo la
Tormenta.
Cuando llueve ahora, la sangre se me
Hiela.
El hipócrita
El agua cae sin piedad adentro de los
hogares.
De que me rio , contento de qué, soy un
hipócrita.
La miseria a entrado al caserio, se
endurece el pan.
Adonde la fiesta, las guirnaldas, que hago
saltando solo.
De donde saco esta risa, soy un perfecto
falso.
Alegría perversa, una especie de
locura.
Nota: Poeta y prologuista salteño publicó Raquel Camba (Poemario, presentado en la hermana República de Bolivia). Segundo premio de autores inéditos convocado por la secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, integra el grupo Los Ilustradores, el Movimiento Joaquina y prologó Libros de diversos autores salteños.
martes, 11 de enero de 2011
Roberto Frangi
Antenas
Bajo las antenas,
unos,
caminan intentando tapar su frío
con la poca lana que queda de su saco
otros,
tosen grave
cayendo
como moscas
Fuck off, cáncer inmundo!!
Se amontonan
en el rincón de la esquina
a tocar el xilofón de sus costillas
frente al paso de la gente
que aún deja monedas
Viva!! Chico Méndez,
Quiroga, Orwell, Kerouac,
Lorca y Goyeneche,
Viva!!!
los desertores,
los locos,
los magos,
los cuentistas,
los que mean sobre la pestilencia,
los que ayudan a los recuerdos a escapar de las radiaciones
incendiando laboratorios,
ahogando móviles,
talando antenas
Baldío
En los baldíos de los días,
el ciego oye escucha,
como se apagan las cuerdas de los fantasmas
como crujen las ramas en las tormentas,
como chilla el estómago del perro callejero,
maracas de somníferos,
el susurro de los secretos.
El ciego intuye,
la vuelta olímpica de la araña,
la llegada de un día más,
el muñeco de estopa que arde en la fogata de San Pedro.
El cielo mira,
las palmas que asoman en los pantanos,
las cabezas ardientes de los obreros de la metalúrgica,
los niños que se cocinan al espiedo.
Una cuerda cae de su balcón apoliyado,
mientras aún jugamos al gallito ciego.
Un 38 aguarda envuelto,
mientras el disparo de ginebra termina con tarjeta amarilla.
En los baldíos de los días,
donde se cuelan las monedas,
donde se cocina falsa cocaína,
somos ciegos, somos cielo silencio,
una especie de vida …
Sos vos
No soy yo, es tu ancla
No soy yo, es tu abismo
No soy yo, son tus hielos
No soy yo, son tus infiernos
No soy yo, son tus piedras
No soy yo, son tus derrumbes
No soy yo, es tu ceguera
Es tu ancla
arrojada al abismo
Son tus hielos
derretidos en tus infiernos
Son tus piedras
acumuladas en tus derrumbes
Ya ves …
No
Soy
YO…
Es tu baba,
la que te oxida
Nota:nació en Cañada de Gómez (SF), en el año 1964, ha escrito tres libros, QUEMA, BODEGÓN Y LENGUA, los dos últimos aparecerán el próximo año, participó de los talleres a cargo de Cora Renard y de Marcelo Scalona en Rosario, actualmente es alumno del poeta entrerriano radicado en Baires, Daniel Durán, espacio que comparte junto a poetas rosarinos como Verónica Laurino , Tomás Boasso, Ramiro García y Roberto Vince.- Fue el creador junto al artista gráfico Ariel Isonio , de la Feria del libro TRAGODELETRAS, que se llevó a cabo los días 29, 30 de set y 1º de oct – www.tragodeletras.com.ar
lunes, 10 de enero de 2011
Armando Tejada Gómez
Hay un niño en la calle
A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.
Le digo amor, me digo, recuerdo que yo andaba
con las primeras luces de mi sangre, vendiendo
un oscura vergüenza, la historia, el tiempo,
diarios,
porque es cuando recuerdo también las presidencias,
urgentes abogados, conservadores, asco,
cuando subo a la vida juntando la inocencia,
mi niñez triturada por escasos centavos,
por la cantidad mínima de pagar la estadía
como un vagón de carga
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre del niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
qué han hecho de la vida,
dónde pondré la sangre,
qué haré con mi semilla si hay un niño en la calle.
Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo
porque de nada vale si hay un niño en la calle.
Dónde andarán los niños que venian conmigo
ganándose la vida por los cuatro costados,
porque en este camino de lo hostíl ferozmente
cayó el Toto de frente con su poquita sangre,
con sus ropas de fé, su dolor a pedazos
y ahora necesito saber cuáles sonríen
mi canción necesita saber si se han salvado,
porque sino es inutil mi juventud de música
y ha de dolerme mucho la primavera este año.
Importan dos maneras de concebir el mundo,
Una, salvarse solo,
arrojar ciegamente los demás de la balsa
y la otra,
un destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.
Exactamente ahora, si llueve en las ciudades,
si desciende la niebla como un sapo del aire
y el viento no es ninguna canción en las ventanas,
no debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como un ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándonos el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas una mala palabra.
Cuando uno anda en los pueblos del país
o va en trenes por su geografía de silencio,
la patria
sale a mirar al hombre con los niños desnudos
y a preguntar qué fecha corresponde a su hambre
que historia les concierne, qué lugar en el mapa,
porque uno Norte adentro y Sur adentro encuentra
la espalda escandalosa de las grandes ciudades
nutriéndose de trigo, vides, cañaverales
donde el azúcar sube como un junco en el aire,
uno encuentra la gente, los jornales escasos,
una sorda tarea de madres con horarios
y padres silenciosos molidos en la fábricas,
hay días que uno andando de madrugada encuentra
la intemperie dormida con un niño en los brazos.
Y uno recuerda nombres, anécdotas, señores
que en París han bebido
por la antigua belleza de Dios, sobre la balsa
en donde han sorprendido la soledad de frente
y la índole triste del hombre solitario,
en tanto, sus señoras, tienen angustia y cambian
de amantes esta noche, de médico esta tarde,
porque el tedio que llevan ya no cabe en el mundo
y ellos son los accionistas de los niños descalzos.
Ellos han olvidado
que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños
que viven en la calle
y multitud de niños
que crecen en la calle.
A esta hora, exactamente,
hay un niño creciendo.
Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie proteje esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle...
Poeta de la legua
Cantando por ahí, se ha sentado a mi mesa
el cantor, el rufián, el ángel, el guerrero,
el empresario, el lúcido, el loco, la ramera:
gente de bravas índoles y de modales feos.
Juntos hemos bebido del vino del escándalo
y le hemos bajado los calzones al tiempo.
Alguna vez la copla arde en sus corazones
y recorre sus aguas y sale por sus ojos
con el sigilo junco de un niño abandonado
que ha visto a un dios de sal, pero lejos y solo.
Y yo, que tengo sitio de laurel en mi pueblo,
mientras esto no cambie, bebo y canto con todos.
Segundo informe para ausentes
Es increíble: he muerto
y ando por mi casa.
Vienen amigos. Beben
y, minuciosamente,
se acuerdan del pasado.
Me recuerdan: ¿te acuerdas
de aquello que cantabas?
-¿Cómo era esa del niño?
-¿La del laurel es tuya?
-Yo le oí esa canción
a la Mercedes Sosa.
Hablaba de la tierra...
(puta, si me acordara!)
Era una que decía
que el que no cambia todo
no cambia nada.
Hacé memoria. Dale!
(Puta, mi me acordara!)
Insepulto, le agrego
más brasas al asado.
Pienso en ustedes.
Echo más leña al fuego.
Digo: el humo bombero
me ha mojado esta lágrima.
Pienso a lo lejos. Sé
que no debo llorarlos.
Aunque esté muerto
y ande como Juan por su casa.
Menú del día
1
El lunes se despierta labrador, metalúrgico,
ferroviario, bracero, pintor, oficinista;
avanza tumultuoso con todos los oficios
y simple, como un silbo, va a buscarse la vida.
Dicen que el lunes es padre. Pero también es madre.
Yo canto que también es muchacho y muchacha.
Madruga en las azules brújulas del planeta
y anda de campanero por los gallos del alba.
El lunes se conduele del que no tiene lunes,
del lunes sin semana de los desocupados,
pasa frente a sus casas como una estrella errante
donde hace cola el odio con los puños cerrados.
Yo suelo ver al lunes a eso del mediodía
en la fonda, en los bares, en las grises cantinas,
celebrando un puchero de rabo sustancioso
donde un coro de choclos sinfoniza la risa.
Pienso que si los lunes se pusieran de acuerdo,
como ya sucedió y sigue sucediendo,
todo amanecería violentamente hermoso
y en todas las cantinas cantaría el puchero.
2
Si uno ríe los martes, debe llorar los viernes
y mirarse las manos a la luz de una vela,
porque el martes, desnudo, como un niño, padece
de las admoniciones de la luna perversa.
Los martes tiene ruidos en todos los rincones
y suelen nominarse con un trece tridente,
por lo que el martes es ese muchacho de catástrofe
que rompe las ventanas de los adolescentes.
Haga el martes arroz, fideos con manteca,
una sopa liviana, churrasco vuelta y vuelta:
hay que evitar el íncubo que oficia a media noche
y las convocatorias rojas de la pimienta.
Los martes se discute. Hay plenario en la casa.
El viejo se levanta. Deja el puño en la mesa.
Sus hijos dicen: armas, dicen Che, dicen basta
y sobre nuestra bronca pasa ardiendo la huelga.
-Madre, no llore. Madre, no estamos contra el viejo.
-Estamos contra el mate del paro dominguero.
-El cree que la huelga es cosa de parar
y nosotros creemos que es pueblo en movimiento.
Nota: Nació el 21 de abril de 1929, en Mendoza; y el 3 de noviembre de 1992 muere en Buenos Aires. Fue poeta, letrista, escritor. Algunos de sus libros son: Pachamama. Poemas de la tierra y el origen, Mendoza, 1954, Tonadas de la piel, con prólogo de Jaime Dávalos, Mendoza, 1955,Antología de Juan, con dibujos de Carlos Alonso, 1958,Ahí vá Lucas Romero, con dibujos de Enrique Sobisch, 1963.
sábado, 8 de enero de 2011
Gastón Franchini
De La Cola del León
la higuera.
mi abuelo, el abuelo de mi madre,
la madre de mi abuela, el padre y el padre
de mi padre, todos un día habían volado por el aire,
o se habían secado, de golpe,
como un árbol de higos,
y de eso no había dudas.
algunos de manera fácil
casi sin resistencia,
como si de repente pisaran una mina.
otros de forma rimbombante
como un pez que pelea
aunque ya el anzuelo está bien adentro.
incluso algunos de maneras ilusorias
por ejemplo ese tío que murió de un baldazo de agua;
el tipo estaba borracho
y a alguien se le ocurrió un buen remedio.
pero todos, uno y cada uno,
los blancos y los negros,
los doblados y derechos,
habían reventado
abajo de una higuera, al sol.
un árbol enorme y gris
que alguien allá, muy allá,
había plantado
porque en la verdulería, eso sí,
se puede conseguir cualquier cosa,
menos higos.
porque los higos, no hay duda de eso,
son cosa que uno hace crecer,
o no conoce nunca.
por esa época
yo creía en todas las alquimias
acerca de ese árbol,
creía que mi pueblo, y mi vida
estaban metidos en ese hoyo,
y que nuestro deber
era hundirnos del todo,
o salir a flote.
entonces hacía un agujero en la tierra
y sepultaba sal, o orinaba,
o con una jeringa
inyectaba agua sucia,
porque alguien me había dicho que así
se mataba, de a poco, a un árbol.
no sabía todavía que la única manera
de salir de un pozo, es meterse en otro.
y que todos los pozos son iguales, o más o menos;
algunos más hondos,
algunos más húmedos
o secos,
algunos asfixiantes.
porque los higos, eso sí,
son cosa que uno hace crecer,
o no conoce nunca.
los renacuajos
nunca sabré si era invierno o verano
porque no sé en que momento exacto
los renacuajos se hacen sapos.
solo podría ayudarme para recordarlo
una estufa a querosén:
porque por esas épocas
nos calentábamos trayendo del almacén
un bidón de veinte litros
que arrastrábamos entre mi primo y yo.
habíamos nacido en una familia de locos
y eso éramos:
varios tipos flacos y de anteojos.
juntábamos cosas de la calle
y después las vendíamos por monedas,
o con un destornillador, haciendo palanca,
le sacábamos las chapas a los autos
y las cambiábamos por helados de agua.
todavía no éramos el chico serio,
o el chico muerto que seríamos después;
dos pobres diablos
en un mundo demasiado grande.
pero aquella vez, con una lata de batata,
en un zanjón de dos o tres metros,
habíamos atrapado a un centenar de larvas,
tan estiradas como nosotros.
entonces, en una palangana las veíamos nadar.
para divertirnos
inventábamos carreras de renacuajos,
hacíamos pistas de agua en la tierra
y los largábamos.
con el correr de los meses
les crecieron unas colas alargadas
y de a poco, las patas y hasta los ojos.
pero nosotros esperábamos que les saliera la lengua.
poníamos moscas y bichitos para incentivarlas.
una noche a mi primo se le puso
que los renacuajos nos iban a comer,
que iban a crecer como tiburones enormes.
recuerdo que le dije que eso era imposible
que el crecimiento,
igual que sucede con los árboles y las plantas,
depende del espacio: se necesita un mar
para hacer crecer tiburones, le dije.
todavía no éramos dos tipos flacos y altos
en un mundo de tipos flacos y altos.
pero el final fue mucho menos dramático.
un día mi primo se cansó
de estar viéndolos todo el día
y me dijo que el cuento de los renacuajos
había terminado.
creo que eso era cierto,
no podíamos pasarnos el resto de los días
con los ojos puestos en la pecera.
entonces volcamos la palangana
y vimos como los sapos
morían.
la batalla.
rodi había traído la receta del cemento,
entonces lo metimos en latas de tomate,
en latas de aceite: en tarros de 5 o 20.
y fijando un palo de escoba
en el cemento fresco
habíamos hecho las pesas
con las que pasaríamos el resto del invierno.
yo pensaba que los músculos
eran producto de los golpes, y los golpes
algo que uno tenía o no tenía.
no me imaginaba
que uno podía hacer músculos
con series de 10.
pero angelito había traído una rutina
y ahí estábamos los tres:
angelito, rodi y yo todas las tardes
levantando pesas
y hablando de mujeres o pajas
que en esa época eran lo mismo.
a veces las conversaciones
eran tan imposibles de sostener
que terminábamos haciéndolo.
dejábamos las pesas a un costado
y eligiendo una mujer para cada uno,
lo hacíamos los tres al mismo tiempo.
casi siempre
angelito llegaba primero, y eso
nos parecía una cosa de macho.
luego nos quedábamos callados,
cada uno en lo suyo
haciendo la rutina.
una vez
angelito dijo que lo estaba haciendo
con la chica que le gustaba a rodi
y terminamos a las piñas.
rodi le dijo que no podía hacerlo
con la chica que a él le gustaba,
nunca más, que lo jurara.
y angelito le contestó
que las mujeres no eran de nadie
y que él lo hacía con quien quería.
al final de ese invierno
ya teníamos apodos:
angelito, el tigre de cemento
destructor de piedras.
rodi, el topo de acero.
a mí me habían puesto el rata
Nota:nació en 1977 en Villa Adelina, creció en Maipú (Bs. As.) y en la actualidad reside en Mar del Plata. Sus libros son Numerosos Etc. (1999); Bonus Tracks (2000); Game Over (2003) y Siete Ciervos (2005). Permanecen inéditos Plástica; Portland; Bueyes Perdidos y La Cola del León.
viernes, 7 de enero de 2011
Omar Chauvié
algunas tomas en blanco y negro
silabea una historia
lleva todo lo posible
a un pedacito de papel
está en su cama
y, como es tarde,
aproxima el sueño con la lectura
si
la
be
a
osos, cosas de osos
esos problemas
me vas a tener que perdonar
pero hoy
justamente hoy
no puedo escribirte nada ni
el más chiquito y flaco de los poemas
dame algún tiempo
15
20 años
¿puede ser?
para acordarme de vos
así, rodeada de gente
grande
el día de tu cumpleaños
con las rodillas y los brazos
aplastando una pelota enorme
los ojos velados en el último sol
diciéndome que tenés
4
que ya sos más grande
mientras tomi, dispuesto
a no dejar pasar esta oportunidad,
observa atento
el descuido de una torcaza en el pasto,
una de ellas
se sube a la superficie fláccida y gomosa que
cubre la mesa toda en el medio del patio
y deja rebotar blandamente las piernas desnudas
que la muestran exuberante en la altura
como perdida en el aire de la tarde
entre las blancas pompas que
se deslizan ligeras sobre ese manto hinchado
y azul
si no las supiera
buscando con espuma una burbuja huidiza
en la reparación de ese viejo colchón inflable
diría que se trata de guilietta masina
o anita eckberg
y que la escena
aún sin los lujos del technicolor
tiene ya mucho tiempo
y una en color
por acá otra vez el sol opaca los vidrios
al ritmo del ómnibus que
me alejará un poco
ahora y mucho más
en los días que siguen
mientras en un colectivo de línea se van ella
con la infancia que una vez
tuvo de amiga
apoyada sobre un umbral gastado, un rato antes,
con aquellas mismas sílabas en combinaciones nuevas,
me explicó cómo cuidarme de la ciudad grande
me enseñó cómo había que pagar
contó las monedas y de a una
las fue depositando en mi mano
le pido al conductor
que baje el volumen de los parlantes cuando
suene aquello de
te sienta bien ese vestido
gris
porque el resultado va a ser el mismo
Nota: Nació en Jacinto Aráuz, provincia de La Pampa en 1964 . Reside en Bahía Blanca . Es profesor en Letras por la Universidad Nacional del Sur. Publicó Hinchada de metegol Ediciones VOX, 1998 y el ABC de Pastrana Ediciones VOX, 2002 y Ernesto Guevara quiere ser Papá Noel en 17 Grises.
miércoles, 5 de enero de 2011
Laura Giordani
“Tenían como una lepra la infancia devorándoles el pecho”Clarice Lispector
Tormentas de tierra
sulquis
escuerzos
las tazas que habían venido de Europa
descascaradas
las fotos de niños ya muertos
las paspaduras
el primer vello en el pubis
fruto que se volvía extraño
la infancia un carozo de durazno
trepanado por hormigas negras
papá silbando en el patio
mientras quema sus libros
todas las memorias amarilleando
bajo el cráneo
nostalgia: esta dulce podredumbre en la espalda esta pútrida
dulcedumbre de las palabras que no mueren del todo como esas
hojas que antes de desaparecer agonizan juntas en parvas
exudando el fervor del verano y la savia
El sobretodo azul
el sobretodo azul que pusiste
sobre los hombros de la muchacha aquella
volvía empapada del interrogatorio
temblando
la mojaban la picaneaban
cada noche
la dejaban junto a tu colchón
con un llanto parecido al de un cachorro
ese gesto a pesar del miedo
a pesar del miedo te sacaste el sobretodo azul
para abrigarla
no poder dejar de darle ese casi todo
en medio del sobretodo espanto
la dignidad puede resistir azul
en apenas dos metros de tela
y en esos centímetros que tu mano
sorteó en la oscuridad hasta sus hombros
sobre todo
***
Hilera de hormigas transportando restos
de alguna cigarra
la curda nocturna del jazmín
lastimaduras en las rodillas
las nubes tajeadas por el viento sur
haciendo parpadear los charcos
lana recién ovillada
el mate cocido
correr hasta quedar sin aire o dar vueltas
hasta caer borracha de la propia sangre
esa estirpe de viejas que temían a las tormentas
y a los milicos
el hocico frío de los perros
el peligro que cercaba todo
la primera sangre bajando
por las piernas la vergüenza
el delantal sin almidonar la dicha
la bici sin freno
los chichones
la creciente del río
los bichitos de luz las luces
malas el miedo la miga de pan
la partida
la vuelta a un mundo que nos reconoce
y las manos todavía
golpeando las puertas de esa
inexistente
insuturable patria
***
Venías
de algún continente
sumergido en los mapas
con la mueca oscura
de la estrella sin nombre aún,
flores prematuras en las sienes
y el llanto de todos los huérfanos
empapándote los pies.
Venías desde lejos,
venías muerte, desde mí.
Demasiado pronto
tu botín de fiebres y resinas,
demasiado pronto tu lengua clausurando
todas las vocales de mi nombre.
Nota: (Córdoba, Argentina)A finales de la década de los setenta se exilia con su familia en España, país en el que reside. Es profesora de lengua inglesa y cursó estudios de psicología y bellas artes.
Obra Poética:-Apurando la copa (2001), Celebración del brote (2003), Cartografía de lo blando (2005), Noche sin clausura (2006), Materia Oscura (2007, Baile del Sol), Antes de desaparecer (2009) y Celebración del brote (2009), plaquette publicada por Zahorí, poesía en minúsculas.
Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías: Antología de Poesía (ECA -Escritores Cordobeses Asociados, 2002), Aldaba (2004) Antología de poetas hispanoamericanos, Cuadernos Caudales de Poesía (Edición Caudal, España, 2007), antología de poetas para el Ateneo Jovellanos de Gijón, Los centros de la calle (Editorial Germanías, 2008), Antología de poetas latinoamericanos residentes en España, Cambio climático (Editorial Eclipsados, en prensa)
Asimismo, ha colaborado con algunas publicaciones en revistas de Argentina, Brasil, Alemania y España («La hamaca de lona», «Youkali», “Viento Sur”, «Lunas rojas», «Eclipse» y «Grumo», entre otras)
http://lauragiordani.blogspot.com/
martes, 4 de enero de 2011
Vero Padín
Wiñoy xipantu
Hace un rato que empezó el invierno
temprano salimos de casa
dejando la noche en taxi
los vemos hacer pis en el rincón de un local para cumpleaños de niños
una pareja se besa y se apoya en las paredes de una escuela secundaria
la policía quiere atraparlos a todos pero nunca puede
hay demasiados rincones en donde esconderse
el frío no se siente
la lluvia no se escucha
pero hace frío y llueve
la edad cansada se aparta
aún no sé si es su muerte o un contrato provisorio de tres meses
caen flores en la película serbia
caen flores en la película japonesa
las hojas ya cayeron en la historia que cuentan mis ojos.
POPesía
No creo en la función social de mi existencia
mi voz es una labor que se desdice
dice
no me importan los alumnos del oeste
reaggeton al palo
movimiento popular neuquino
reaggeton al palo
la lucha de marzo
no me gusta el neobarroco
la geografía púbica
no leo lo coloquial
hace unos días que leo a Morrison
quiero hacer poesía rock
pero no canto
mi voz es una labor que se desdice.
***
No cambio mucho
dado vuelta
vuelta para abajo
me imagino tranquilo por las piedras
será en la vejez
en esa parte en donde no habrá luminarias
sólo la fosforescencia
que se mueve como alguien
que quiere estar en varios sitios a la vez
vos sabés que mi ciudad
es un palíndromo aburrido
de repente me alegra
que Jhonny Deep
no nos haya invitado a su isla
estaríamos dispersos
definiendo la nueva cartografía
dado vuelta
contra la pared
por la mañana no corremos
por el parque central
al atardecer volvemos
y nos hacemos la comida
de todos modos
el amor va a caer.
La luna y el cráter
Son los espacios
vos marcás el calendario cada vez que llueve en este desierto, parece simpático
pero no
en el círculo lo esperado
hay hombres
que se parecen al príncipe
fue hace tanto tiempo
hay un hombre poeta
y otro
un guerrero
ninguno como aquel que está sentado a mi derecha
mientras escribo
sola soy
mientras escribo
no tengo por qué salvarme de eso
todas las recámaras
sola soy
el nombre de un sueño
mientras escribo
la noche en la que los peligrosos gorriones volaron lejos
no tengo por qué salvarme de eso
déjenme
que así me pinto las uñas
sombra
pelo
ropa
que la ola de frío polar me sacó de casa
déjenme.
Los cerezos japoneses
se adelantaron a la helada
el humo oculta el día de hoy
las predicciones del tiempo
de la radio
no pude ignorarlas
pero salgo
hay cables en el cielo
lo dividen
y la idea se torna parcial
a lo lejos una antena
arriba los caranchos de la warner
cuando sea un bicho bolita
en la tierra
y no pueda irme más por las ramas de mi misma
a quién mirarán
en esta ciudad hay gente que no conozco
pero salgo
a los jardines del centro
siempre lo mismo en agosto
primero el aromo después el cerezo
no hay inicio ni final
y la idea se torna total
debería acostumbrarme al círculo
pero salgo.
Nota:Soy nacida y criada en la ciudad de Neuquén. Doy clases de Lengua y Literatura. Participo desde hace algunos años en recitales, lecturas y encuentros de poesía. En el año 2008 edité junto al músico Guillermo Gorordo Cielos de la Isla Viento, un cd de poesía y música. En el 2009 aparecen algunas de mis poesías en la selección de Cristian Aliaga Desorbitados. Poetas Novísimos del Sur de la Argentina. En 2010 la editorial Cartonerita Solar publica Síntoma urbano, libro de poesía y dibujo/pintura, resultado de la muestra en conjunto con la artista plástica Elisa Algranati.
domingo, 2 de enero de 2011
Claudia Caisso
Café Müller
La tardanza humedecida del hocico
por encima de la madera, su rocío
de sombra cavernosa, sus arenas…
Me supendía el morder
en aquella vieja toalla roja,
los lamparones de hilos raídos
desde lejos, todavía,
tan de los cajones, de la línea negra
que, a cada uno, preanuncia la muerte.
Ese rasgo, era tu trasto de verdad:
puro reflejo muscular,
en los latiguillos del hueso tensados por la luz
cuando flotabas rítmicamente por el sendero
que iba hacia el galpón con tejas.
Sobre los techos dulcemente fraternos,
husmeando nardos, oliendo a despojo,
a espejo nuestro por el lado de afuera.
Tan de la transparencia del vidrio,
por entrar a la morada
entre los cuerpos oscuros de Goya,
las asas y guedejas de las jarras.
¿Porque para qué mundo
labraban tus gestos
al variar algún “grand-plie” entre gladiolos?
Nunca de alcatraces:: sino del tutú con madreperlas
pequeñitas que te poníamos
para que giraras, para que te dieras vuelta
entre los espasmos de Domique Mercy,
cautivado por la “luna llena”.
Teros que mataste a dentelladas,
desafueros que embestías, otra vez,
líquidamente sereno. Hacinándote,
quebrándote hacia arriba, parecido al animal
que se golpea contra las paredes o cae lento,
antes de ahogarse…
…Cavo mi paciencia menuda de estar al sol
cuando eras quieto, y solo;
lijo claveles de plástico: polillas del estercolero…
(de El tímpano de la epifanía, 2009)
El Cautín
Envuelto al azar por el viento helado,
con el “lewén”, el espejo hacia arriba
de la hoja acerada al aire, en el vaivén
largamente añorado entre pinares
donde la voz de Jorge Teillier
hilará todavía sus “muertes y maravillas”:
el resplandor ya te arrulla,
te abriga hasta ser “arqueólogo”
de la oscura mitad
olvidada, donde habiten para mí
las mismas luces ásperas, las bien frías…
Las que ligan la palabra “Tupambaé”
a la era de una jarra lejana
o a tu talle intacto en el Rincón
que sin embargo te derramaba
elástico, y desde siempre más allá,
en algún corazón de la provincia
de los cien ríos,
o en la tarde del Cautín
yacente entre los cerezos,
con la ternura leal
del telar sostenido por fantasmas,
las ranuras dobles del alma
que tiemblan a veces de pie,
inconsistentes e inocentes,
según quiera cada uno...
Según fuera quieta la lisura de la vida,
llano el llanto y el camino
frágil como la lengua circunvalar
agitándose sin pesar y sin pasar
entre aquellas frases que por entrañables
habrían de nacer también
en los molinos de tu pueblo,
en los silbidos de algún lar de extramuros
con el silencio ensimismándose en las veletas…
(de El tímpano de la epifanía, 2009)
Fiel de lides
Una parábola traza la línea en azul
donde Cadmo ha renunciado a sembrar
los dientes de la ira: el viento estéril
de la piedra arrojada
hacia regiones de cruel rivalidad.
Ese ulular de aves invisibles,
las alas sonoras de las hojas ceñidas
en la humedad de la lluvia, son la miel
del crepúsculo, o de la dicha.
Todavía recibo en el día de mi fiesta
una caja musical. Y veo el confín
de la vida en los seres de ancha orilla :
un puente cortado sobre el río,
la silueta lenta del sonido
alentada por otro movimiento inspirado.
He alcanzado el giro
donde te ovillas perturbada por el brillo
de unos ojos amarrados a la distancia
abierta por la grandeza del animal.
Oigo el renglón enardecido de una voz
- su temblor fragilísimo -,
cuando afirma que es posible “ terminar
con el juicio de dios ”. Entonces, me dejo llevar
por la extrañeza del torrente
alzándonos en el escándalo
de los instantes unitivos.
(de Fiel de lides, 2004)
Kew Gardens
“... the ghosts beneath the trees...”
Virginia Woolf
La nervadura de la muerte,
cuerpo tieso de la polilla
antes zigzagueante
en el alféizar, ajeno a la humedad
de la tierra arada; las redes alzadas
de los cuervos sobre el cielo
¿ serán de este “ estampido de vacuidad” ?...
Así de distante llega
desde otra lengua
la pulsión orgiástica del “memento mori”
que liga el ámbito de “death”,
con el de “ghosts”, y el de “moth” ...
Un jardín engañosamente edénico:
fluyente diálogo recurrente
en tardes de otoño, cuando dejábamos volar
mi estancia larga “ bajo las lilas ”,
en sillitas primorosamente blancas para el té.
A la hora de ser visitada
por el viento de la fantasía,
que era de la más bella letanía
ante la presencia variada de las hojas.
La errancia debajo de napas
de palabras
vibrantes como álamos,
orquídeas resecas, anémonas,
soportadas por el diccionario
hasta la llegada íntima del aria.
Entonces, las voces recordarían
antes de la puerta decisiva,
un único instante de altura:
los sonidos en rápida fuga
hacia el golpe memorable,
hecho de olvido y eternidad...
(de Fiel de lides, 2004)
Nota: nació y vive en Rosario. Se doctoró en Letras en la Universidad Nacional de Rosario bajo la dirección del prof. Dr. Nicolás Rosa. Es investigadora independiente del Concejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario (C.I.U.N.R.) y docente de literatura latinoamericana en la F.deH.yA.
Ha publicado numerosos ensayos en revistas académicas de crítica literaria del país y el extranjero, así como también varias colaboraciones en volúmenes colectivos.
Libros de su autoría: De vértigo, asombro y ensueño: ensayos sobre literatura latinoamericana (2000); Fiel de lides (poemas, 2004); El tímpano de la epifanía (poemas, 2009); Estudios de cultura y literatura latinoamericana (en prensa).