jueves, 20 de diciembre de 2012
Lorena Curruhinca
Jingle Bell Rock
1
La anticipación con la que los negocios arman
sus vidrieras alusivas a navidad
establecen tiempo e inmanencia:
podemos tener una caracterización del rito
-la tele enseñó que hay nieve, felicidad, canciones en coro por nenes,
jingle bells rock por Lindsay Lohan
y los mejores regalos que puedas imaginar-
aún así, cada año la exaltación hará
que la exigencia sea más grande:
los papás se visten de papá noel,
-si tomás la 503 en diciembre, el barrio palihue
se transforma en postal de película americana:
cada casa tiene paredes y árboles de su patio delantero
llenos de luces intermitentes-
hay cds de Christmas chillout
y una saturación de personas cargadas de bolsas con moñito.
2
Mi abuela venía todas las navidades
con dulce de sauco y medias coloridas,
tejidas por ella, para todos los nietos:
nosotros las estrenábamos patinando
en el piso recién encerado por mamá.
A mis hermanos y a mí, nos hacía
pan dulce sólo con nueces y chocolates
porque no nos gustaban las frutas secas;
yo miraba la cadencia con la que amasaba
-en la pieza de atrás, que usábamos de lavadero
donde había una mesa grande de madera-
con uñas rojas y el pelo siempre bello.
3
No recuerdo haber deseado con frenesí
ningún regalo específico.
Vivíamos al lado de un jardín de infantes;
venían todos nuestros tíos y primos
y jugábamos en el arenero y el tobogán
mientras mi papá hacía el asado.
Robábamos los restos de sidra mientras los grandes bailaban.
Atraída por el destello de las brasas
me acerqué tanto que me quemé las rodillas,
mi tío enfermero me curó con pasta dental.
Más que a papá noel, anhelábamos la mística de los Reyes:
dejábamos zapatillas, una palangana naranja llena de agua
para los camellos y pasto que luego desaparecían.
4
¿Habrá que mirarnos, entonces, con la extrañeza del Jack de Tim Burton?:
preguntarse sobre este festejo, decir: ¿qué es, qué es?
Por qué la insistencia en la desproporción y artificio
o el mandato de ser perfectos por un día
cuando la revelación puede ser el instante de autenticidad:
que exista la posibilidad de ser cursi y cantar:
all I want for Christmas is you
y el recuerdo de la felicidad ingenua de cuando éramos chicos
pueda actuar como la latencia de esas semillas
que soportan condiciones límites
y todas esas cosas que podían destruirlas
son las mismas que las hacen germinar.
//
X-men
Nong Youhiu tiene los ojos azules, azules.
Le dicen niño-gato, porque ve en la oscuridad
y sus ojos brillan.
Nong puede cazar grillos
sin necesidad de usar linterna.
Unos médicos lo encerraron en una habitación sin luz
le dieron cartas y una a una él indicó cuáles eran.
¿El fulgor que emite será como la bioluminiscencia
de las luciérnagas
o como el de los peces abisales? ¿Servirá de señal
de apareo o podrá utilizarlo de carnada?
¿Cómo vas a leer historietas de mutantes con un aparato con pilas,
tapado con sábanas de esos mismos seres evolucionados
si ya sos uno de ellos?
¿Tus pupilas se estrechan verticalmente, Nong?
¿Verás insectos, mascotas, parientes con visión infrarroja?
¿Podrás guiarnos según el calor que emitan nuestros cuerpos
hacia otros similares?
Un profesor nos dijo que en miles de años
se nos caerá el pelo y que no tendremos más dedos meñiques
en un salto evolutivo. Seguramente no calculó que alguien
vería donde nadie puede, acaso sin temer.
Mis hijos, entonces, ¿podrían desarrollar membranas interdigitales
como las ranas o los patos? Querrán ser como aquaman, o como Nong,
tener adaptaciones inusuales, nadar a una velocidad mayor,
soportar mayor presión acuática o tendrán miedo de ser llamados
por nombres que reverencien sus características y no poder alejarse
jamás de tener ojos azules, azules
y de que el mundo todavía no esté listo para dejar de temer a la oscuridad.
//
Magnitud
Cambio de canal
tapada hasta la nariz.
Escucho a mis hermanos
bajar rápido las escaleras.
Atraviesan la cortina de cuentas
que golpea con el adorno
de piezas de vidrio
-balanceo escalonado
del choque, resuena-.
Nada de fascinación por el tintineo;
tampoco el gesto primitivo de alertar.
Los objetos que colocamos
en las aberturas
son dispositivos
de medición en tiempo
del espacio que se deja.
//
(sin título)
Quiero escribir un poema alegre.
Hablar de cosas pequeñas, delicadas,
diminutas como prendedores,
dedales, hebras de té.
Pero no puedo: lo minúsculo son organelas celulares y su función,
los mecanismos de transporte de energía.
El hilo, finísimo, es el mismo que enhebré para mi abuela
y también, para mi mamá; es el filamento por donde transcurre
mi memoria y me configuro;
se tensa con cada evocación.
¿Cómo quedará tejido, entonces, cuando
termine el relato?
Bio: Lorena Curruhinca, (Viedma 1981). Reside desde pequeña en Carmen de Patagones, por lo que se considera maragata. Vive y estudia Farmacia en Bahía Blanca. Trabaja como correctora literaria.
Junto a Gerónimo Unibaso editan la revista “Esto no es una revista literaria”, la editorial “Colectivo Semilla” y organizan la feria de editoriales autogestionadas de Bahía Blanca.
Blog: principiodeincertidumbre.blogspot.com.
domingo, 16 de diciembre de 2012
Andrés Montenegro
NUEVA BUENOS AYRES
I
Parece apaciguado ese rumor
que traen las olas mansas
a tu orilla de barro y salitre
parece que hasta el cielo
repite esa cosmogonía de celeste suave
y pulcro blanco.
Quizás los restos de tus nombre
puedan volverse mística palabra
quizás los derroteros te guarden para siempre
a pesar de los distintos símbolos del hombre
y así Francisco Albo pueda nombrarte
Bajos de las Corrientes
y Uriarte en su litografía
Baya de los Bajos Anegados
esfuerzos por pertenecer a un mapamundi
bitácoras que el tiempo va borrando
lentamente
como la luna borra lo escrito en la arena
con el devenir de la marea
Después por la estrategia o la necesidad
un Juan Manuel, entonces Comandante
le supo ordenar al Coronel Estomba
la construcción de un fuerte en tu regazo
y ha de dudar cualquiera que ha leído
que el destino ha concebido el nombre
que al presente llega,
Fortaleza Protectora Argentina
promiscua Bahía Blanca.
Yo he visto el documento
que los doctos ignoran
y que conserva un amigo
con implacable recelo
o bien con una duda
que mora en la incertidumbre
de si es veraz que aquel puño
redactó la sentencia
que te ofreció la ambrosía
disfrazada de nombre
sentencia de eternidad
que todo amor necesita
así es que te nombraré
Puerto de la Nueva Buenos Ayres.
II
Aquellos dos hombres se encontraron
una mañana en el fuerte Independencia
quizás porque el destino sea un conjunto
indefinido de azares
o porque así lo ordenó Juan Manuel
y así se haría
Lo cierto es que el pasado
es una alquimia hecha de nombres
y era preciso que el sol alumbrara ese encuentro
como un testigo del pacto de hacer por la patria
lo que la patria demande por duro que sea
-Usted Cabalgará-dijo el Coronel-
con rumbo al sur
por el prudente llano
y ha de observar con cuidado
y astucia
el sitio donde erguir la fortaleza
mañana en las primeras luces
no quiero ver su sombra.
Se lleva a los nativos de Venancio
y veinte coraceros.
Lo alcanzo luego con el regimiento.
IV
Como habrán sido tus ojos Coronel?
Nada me dice la historia de tus facciones
tus gestos
te inventaron tantas veces que solo queda tu nombre
Yo te imagino severo de cejas unidas
y la mirada profunda de ojos acostumbrados
a la noche
a ver el horizonte con viento de frente.
¿Habrá brillado al sol tu sable en una tarde pampa?
¿se habrá saciado de sangre originaria inocente?
VI
Una tranquera separa
dos rostros sombreados por la noche,
pocas y elementales palabras
median sobre sus monturas
el resero ha esperado veinte años
este preciso momento
que inadvertidamente define
su futuro
y mi presente
Y pregunta a Manuel Montenegro
si tiene un lugar para pasar la noche
que mañana hay que entregar el ganado
en la estancia de Herize
El hacendado
pregunta al resero quien es
y como sabe su nombre
del lado del camino, llega el rumor
con el viento:
me lo enseñaron de chico,
soy Fabio, tu hermano menor.
VII
El meñique recostado en el papel
donde la historia espera
la pluma cargada de tinta
apretada por índice y pulgar
lista para disparar futuro agonizante
Balcarce piensa en grande
sueña un destino próspero
y escribe
Nueva Buenos Ayres
VIII
Lo que no se puede medir no se puede controlar/
ell conquistador camufla el pensamiento
le pone una sotana
lo manda a tierra bárbara/
venimos a evangelizar
en son de paz
te cristianizo
dibujo la forma de tu tierra
estudio tu lenguaje
y te mato
si
te mato
y siempre en son de paz
descansa en paz, nativo.
Bio: Bahiense, del 85, aeronáutico, asesor previsional, administrador de ajenas propiedades y sueños propios. Emprendedor con más iniciativa que talento, participó de la antología poética “Los siete magníficos” (Colectivo Semilla 2010, editó “Umbrales”-Narrativa (Rigor Mortis Ediciones 2011), actualmente trabaja en “Otoño en si bemol”, una publicación Neobarriosa, junto al poeta Daniel Martinez y el pintor Sergio Santini.
viernes, 14 de diciembre de 2012
Marcelo Daniel Díaz
Satélites
Para el ojo del astrónomo
somos pequeñas gotas que caen en la tierra
desde un cielo ladeado en sus extremos.
Y para el ojo de los seres queridos
brillan los paneles de los satélites.
No sé explicarlo: es un candado de luz
ahogando la materia oscura.
El astronauta
En la madrugada las estrellas y las ecuaciones
tejen la red de una araña negra
que mastica los huesos de la noche.
Sobre la escuela volaba un avión comercial
que dejaba una cicatriz de humo en el cielo
y dije: “yo quiero ser Neil Amstrong”.
En el guardapolvo llevaba un mapa de ruta
para salir de la atmósfera
y dibujar otro barrio en el cosmos.
Pero los recuerdos felices funcionan
tan sólo como recuerdos felices:
ahora ensayo pasos de astronauta
para cruzar la calle.
Nosotros
Era verano,
en la superficie de la familia
llovían meteoritos.
Íbamos en auto de vacaciones
y el ruido de una pinchadura
desató el temporal.
No conocía la criptonita
pero aún así era un millón de veces
más débil que Clark Kent.
Papá lloraba por teléfono,
el corazón astillado, polvo lunar
en una playa de estacionamiento.
Newton y yo
La manzana que cayó durante la siesta de Newton
descansa en mis manos
como un agujero negro hambriento de sentidos.
La muerte de los cometas cabe en su núcleo.
Escribo el poema
con lo que tarda un rayo de luz
en aparecer en el mundo.
trabajan a la inversa de la gravedad,
lo leyó debajo de sus píes:
en cada hombre, comprimida,
hay una descarga universal
del tamaño de un planeta.
Los textos pertenecen al libro de poemas Newton y yo. (Editorial Nudista. 2011)
Bio: Marcelo Daniel Díaz nació en 1981. Vive en Río Cuarto, Provincia de Córdoba, Argentina. Es profesor y Licenciado en Letras egresado de la Universidad Nacional de esa ciudad, colabora con la cátedra "Análisis del discurso". Participó en la antología “Es lo que hay”. Ese mismo año publicó el libro de poemas “La sombrilla de Wittgenstein” y un conjunto de relatos que se llamó “Los límites de Tlön” (Ambos premiados en el concurso provincial de Editorial Cartografías). En 2010 participó de las residencias literarias del Centro de Arte Contemporáneo de Córdoba a cargo de Silvio Mattoni, María Teresa Andruetto y Alejo Carbonell. En 2011 publicó el libro de poemas “Newton y yo” con Editorial Nudista. Y hace unos meses publicó el texto de lingüística “La palabra y la acción: la máquina de enunciación K” con el sello de EDUVIM. Premio Bienal de Arte Joven UNL y Premio Universidad Nacional de Río Cuarto en poesía. Mención de honor en el certamen de poesía de Ruinas Circulares. Integra el consejo editorial de la revista de estudios literarios Borradores de la Universidad Nacional de Río IV y ha colaborado con reseñas y textos críticos en No retornable, Axxón, La guacha, Bitácora de Vuelo y El lince miope. Contacto: marceloddiaz@hotmail.com
miércoles, 12 de diciembre de 2012
Elba Serafini
LOS DÍAS APARENTES
Ruido del mar, qué golpe derramado
qué entreverada voz y qué sonido
tan confuso y oscuro
cuando todo en derredor está tan claro.
Circe Maia
En algunas playas de la Riviera
unos pájaros negros como cuervos
caminan la arena fría,
lanzan gritos afilados,
se aferran a los parasoles y planean
atacar a los turistas.
Una fotógrafa avezada se acerca sigilosa,
les da de comer pequeñas migas
que antes moldea con sus dedos,
ellos se aquietan
y caminamos con tranquilidad
hacia la envoltura turquesa
del océano.
II
Los que viven en la playa dicen
que está haciendo demasiado calor
en este otoño.
El huracán dejó secuelas
y hoy el cielo amaneció tan colmado de nubes
que la humedad me vence
bajo la sombra de una palapa.
Tres mariachis cantan una y otra vez
“…y llorar y llorar…”
acompañados por parrandeados hombres
con guardaespaldas y mujeres
divertidas entre sí.
Súbitamente los meseros nos invitan
a entrar al comedor.
Parece que la lluvia va a arreciar
en este día de muertos.
III
Lejos de la tristeza del mundo
y cerca de la blanca arena
la vida semeja un paréntesis
hecho de papel de diario.
Escribo sobre él, bastardeo,
no recuerdo las tardes penitentes.
Algunos mares cristalinos emergieron
para ser disciplinados por muelles
que se pudren mansamente
ante la indiferencia de varias generaciones.
La condena es tener que salir de la perfección
para volver a casa.
Bio: Elba Serafini vive en Buenos Aires, es Psicoanalista y profesora universitaria. Publicó “Dinamarca” 2007, edit. Sigamos enamoradas, antología “Hotel Quequén-Submarino” 2011, edit. Sigamos enamoradas; sus poemas fueron traducidos al portugués, inglés e italiano y publicados en blogs de poesía de Brasil y Portugal entre otros. Realiza reseñas de libros de poesía argentina para el Periódico de Poesía de la UNAM, México, desde 2011. Colabora en revistas de actualidad de argentina, asesorando en temas de psicología como VIVA y Ohlalá, ha incursionado además en la pintura y el teatro.