viernes, 11 de diciembre de 2009
Carlos Battilana
El cielo
Mi hijo está allí.
El cuarto le pertenece
y yo
no hago
más que atrasar
el temor. En este lugar
donde los hechos avanzan
donde la casa
parece
una tundra llena de voces
¿dónde reposa el ruiseñor?
¿en qué modelo
basa su canto
el triste? Con los dedos fijos
escribo esta letra
aquella otra, esta
de más acá. A través de un agua sin sabor
el hilo de la costumbre abrasa
y me recibe
en su cielo.
Los días antiguos
Sentado
como una cosa,
estático, sin énfasis,
lo que resulta cierto
son los días. Miro
hacia atrás,
hacia los días antiguos. Ayer
he visto
una muerta. Pero no
una muerta más.
Una muerta
posible.
De chico
seguramente
me ha acariciado
con vaga ternura
y en esa lógica
precaria
ha consistido su vida. Es eso
lo que sé.
Recojo mis papeles, junto
mi ropa; con el tiempo
todo lo inútil
se vuelve
objetivo. Está bien el equilibrio.
Otros creen
mucho. Yo poco.
Antítesis. Metáforas…
Viajantes
El aire de invierno
Vuelve el invierno.
El sol
deshace su fuerza.
Sé que no puedo esperar. Vuelve
la mayoría del invierno. Nos protegeremos
en la TV, en la pequeña
escena
de lo cotidiano. Sin poder
administraremos la energía.
En lenta procesión
la voz del teléfono
se demora
y sangra
por su herida. Adiós,
estrecha hierba
de la invención. El verano
fue
esa aguja sutil
que la lentitud
destroza. Parte
de tu espera
se acumula
en el pecho. Aire
que el mar
no ha concebido
suficientemente. Espacios. Refugio.
Movimiento.
El Estado
Leo a Pasolini, ordeno.
Autos, colectivos en derredor. Todo
permanece quieto. También
mi cuerpo. Años atrás
por esta calle del frente
mi hermano y yo
viajábamos,
entendíamos el mecanismo
del país. Hoy
todos sonríen. Asumió
el nuevo gobierno,
las cosas están
en paz.
La poesía
no es
epifanía
ni un recuento
de revelaciones. Eso
es falso. Calibrar
con precisión
aquello
que como un gusano
roe
lo más preciado
del dolor, ésa
parece una forma
de decirme
puntillosamente
que no todo
está en paz.
Nota:Carlos Battilana nació en Paso de los Libres (Corrientes) el 19 de septiembre de 1964. Reside en Buenos Aires. Publicó Unos días (1992), El fin del verano (Siesta, 1999), La demora (Siesta, 2003) y El lado ciego (Siesta, 2005). También una selección de sus poemas se publicaron en Una historia oscura (Ediciones Deldiego, 1999). Poemas suyos aparecieron publicados en diversas antologías (Poesía en la fisura; La voz del erizo; Poesía argentina año 2000; Poesía en el subte; Antología Zapatos Rojos; Hotel Quequén Poesía), revistas (Diario de Poesía, Vox, Hablar de poesía, Tsé Tsé, La Mineta, Crisis, Paredón, Blanco Móvil, El perseguidor, Carpetas de poesía argentina, La Carta de Oliver, entre otras) y suplementos culturales (Clarín, La Nación, entre otros). Es docente de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires
siempre es un placer leer la sabiduría tensa de una gran voz poética.
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