lunes, 29 de marzo de 2010

Hugo Padeletti




Luz negra

El corazón sangriento
del Abismo,
el Ojo que decide los destinos
esclavos,
se ha labrado su templo hacia lo hondo
del fondo de la luz.
Está sentado
para siempre en el trono
de sí mismo,
cuyo recinto regio, emancipado
de todo servilismo,
es siempre, siempre, siempre el mismo Abismo


de luz negra.



El héroe

‘Dijo Alcibíades de Sócrates
que era semejante a
las silenas: cajitas
con arpías y sátiros,
ánsares embridados,
liebres con cuernos, ocas
enalbardadas,
machos cabríos voladores
y ciervos adornados con flores.
En ellas se guardaban
el ámbar gris, el bálsamo,
el amomo, el almizcle, la algalía
y las piedras preciosas:
entendimiento sobrehumano,
virtud maravillosa,
sabiduría sin par,
alegría verdadera,
confianza absoluta,
desapego increíble hacia aquello
por lo que todos se desvelan,
corren, trabajan, luchan y navegan.’


¿Así es el héroe?


Al héroe
no le interesa el ordenado
supermercado,
las colas en los bancos, las empresas
parroquiales.
No le interesan seminarios de postgrado,
ni partidos políticos
ni banquetes de empresarios.


No le preguntemos qué come
porque no come,
ni le preguntemos qué dice
porque no habla.
¿Es solamente un emblema,
como el gallo es emblema
de vigilancia?
El héroe no blasona;
no preguntemos a la heráldica.


¿No se lo encuentra en campos
de batalla o en claustros
de conventos?
Sí, viaja
de Florida a Lacroze,
de Primera Junta a Lima,
entre malos alientos
y bolsas de excrementos.
Allí donde hay gangrena,
polución, inmundicia,
allí está alerta.
Lava ropa sucia,
endereza alambre torcido,
limpia de desechos el agua.
De pronto es el que piensa, en la inminencia
del desastre, la palabra necesaria. A veces,
sólo ‘gracias’.


Donde el agua es fétida,
donde el aire está enrarecido,
donde los desperdicios se amontonan
hasta el Everest,
de pronto está —¡presente!—
en la conciencia desvelada.
Sólo le interesa ejercer
esa independencia de juicio,
esa audacia
y ese arrojo que salva o que rescata
de toda ganga.


‘Creció Alejandro hasta que menguaron sus costumbres;
venció Alcibíades monstruos de fortaleza
hasta que se rindió
a la misma flaqueza.
El rey de los metales,
pasando de un mundo a otro,
pasó de un extremo de desprecio
a otro de estimación.
Ser héroe del mundo
poco o nada es;
serlo del Cielo es mucho’.


Al héroe
sólo le importa la pureza
de su espejo:
ese corazón sin doblez,
que raja el sol en dos con su reflejo.



Pocas cosas

y sentido común
y la jarra de loza, grácil,
con el ramo
resplandeciente.

La difícil extracción del sentido
es simple:

el acto claro
en el momento claro
y pocas cosas -
verde
sobre blanco.

Nota: Hugo Padeletti nació en Alcorta, Provincia de Santa Fe, en 1928. Es poeta y artista plástico. Ha realizado numerosas exposiciones de sus obras en diversos ámbitos del país. Es autor de los libros "Poemas", "12 poemas", "Parlamentos del viento", "Apuntamientos en el Ashram" y "Canción de viejo". Publicó también los ensayos "Arte y poesía en Heidegger" y "Textos ocasionales sobre plástica y poesía". Recibió el Premio Boris Vian (1989), el Premio Mayor del Fondo Nacional de las Artes (2003), el Konex de Platino (2004) otorgado por la Fundación Kónex y la Beca Guggenheim (2005).

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