lunes, 12 de julio de 2010
Roberto Malatesta
El viento atraviesa mi casa
El viento atraviesa mi casa, trae
los cantos de la tierra. trae los cantos
del mar. el viento es un pez, es un pájaro,
es un hato de sueños desatados.
Pasa el viento y mi casa es una tienda;
no te engañen sus sólidas paredes
su mesa centrada, sus sillas quietas,
el sosegado cauce del jardín.
Tu casa es una tienda dice el viento
y pasa. siempre pasa como un pez,
como un pájaro. es el cielo y el mar.
El viento y las canciones de los hombres,
el viento sin raíz pero con celo
por todo cuanto fluye en libertad.
El viento tiene algo que decirnos
El viento tiene algo que decirnos esta noche.
Si no le oímos será porque creemos demasiado en nuestros asuntos.
Será porque confiamos en que nuestras tristezas o nuestras preocupaciones
llegarán a algún sitio. Pero el viento pasa y nunca llega.
Nos hemos acostumbrado a un mundo demasiado seguro,
y si no vemos el fondo de cada cuestión no nos damos por satisfechos,
pero no hay fondo, y las cuestiones no importan.
La seguridad es lo que nos desvela, pero el viento,
el viento tiene algo que decirnos hoy.
No nos ponemos de acuerdo en nuestros desconciertos
y el viento pasa y nos dice algo que lleva nuestros nombres,
el viento que pasa y nunca llega.
Inconcluso
Conozco (entro y salgo de)
un viejo poema
inconcluso,
dice algo así:
"pequeñas
flores naranjas
visitadas
por
abejorro negro."
No soy su autor
puesto que,
como lo he advertido,
aún no está terminado,
por lo tanto
tampoco se ha concluido
su autor,
(aunque en este caso
exista la ventaja
de saber
quien ha de ser).
Entonces
sobresale la idea
de que el autor
también
se edifica en el poema.
Cuando lo termine
se los mostraré
diré:
-he aquí mi poema concluso-
No sé si para entonces
seré más feliz.
No está del todo mal
saberse custodio
de un poema inconcluso.
Pero prosiguiendo
con el cómo
de su resolución
puedo precisar
que
básicamente
ésta se reduce
a un problema
(a todo esto,
acepto ayudas,
la poesía de un autor
también es
la poesía de sus amigos,
entonces:
el poeta es
uno que es plural)
El problema,
en eso estábamos:
¿cómo decir lo que se oye
en aquello que se ve?
La solución propuesta sería:
«Zumbido negro sobre naranja»
Pero no me tiene del todo
satisfecho,
me quita,
me induce
al sueño:
sueño naranja y negro
que se va y regresa
como el abejorro.
Otra sección,
agregada a posteriori,
no menos fundamental,
se preguntaría:
¿La poesía –toda-
se compone
de obras inconclusas?
y luego
¿A fuerza de fracasar
qué es el fracaso?
¿Pero porqué esta sección,
qué importancia
tendría
en un poema ya
concluso?
¿O es que acaso
he desistido
de arribar
a su punto final?
¿Acaso el proyecto
sea
la construcción
de un poema
que permanezca inconcluso?
Quién sabe.
Quién habría de saberlo...
Nota: nació en la ciudad de Santa Fe en 1961.Publicó, entre otros, los libros de poemas “Del cuidado de la altura del níspero”, 1992; “Las vacas y otros poemas”, 1994; “Flores bajo la lluvia”, 1998; “No importa el frío”, 1994; “Por encima de los techos”, 2004; “Cuadernos del no hacer nada”, 2009.
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