lunes, 14 de febrero de 2011

Cecilia Eraso


MONOAMBIENTE (2004)


ORIENTACIÓN OESTE


Resquicio

El borde de la ventana está tan sucio
de apoyarme mientras miro hacia el
oeste

al este no hay más que torres
lo contrario es un atajo: una brecha
que se abre y devela la impudicia
de tapar con edificios algo hermoso





Génesis

Comenzó con un naranja tímido
que ahora deviene rosa y violeta
sobre fondo celeste.

El color viene hacia acá, se expande, se excita antes
de morir.

Las existencias fugaces entristecen.






Postales

Defino mejor el campo
y agudizo la mirada,
queda así: dos edificios
que recortan una franja
roja de horizonte
y abajo, una amarilla.

(parece postal, lástima
en el medio el edificio)

Una línea de atardecer
en mí traza su círculo
interrumpido por manchones
y eso que no veo.

Miro siempre, misma hora,
por el rojo atardecer,
el amarillo atardecer,
el negro desteñido atardecer.






Feriado

Se anochece con viento

(–¿De dónde vino?–
–No sé, y no es nativo–)

y la tintura anaranjada destiñéndose.





Juncos

¿Quién iba a decirte que podrías ver
la dulce franja del atardecer
desde el plácido reposo de tu cama?

Hacia allá está orientada la ventana
más atrás el viento hostiga
las abandonadas antenas de tele
que crecen como juncos, como pastos,
florecidas, algunas, otras peladas,
se balancean.

También se menea como loco
el malvón, rojo y rosa,
perdiendo pétalos que se meten
para adentro y manchan la alfombra.





Mapa


Yo digo el oeste pero no
acá nomás: lo más Oeste
que se pueda.

Una vez fui desde la muerte,
hasta el estreno de esta vida.

Si la vibración se dirige
desde el Este hacia aquel punto
lejano,
entonces yo y el mundo
vamos en sentido contrario.






Viento
No tengo nada de lo que pueda decir: esto es mío
F. Hölderlin, Hiperión



Desde aquel hacia este punto lejano,
vine
y no hace diferencia alguna
si traigo jirones de luz pegados
a los pies.

Lo que después nace, como un mapa
trazado sobre mí, es este viento
sin arrancar.

Pero entonces me atrapa la certeza:
todo ya es de otros, no hay espacio
para mí en este lugar.






perspectiva

Un departamento con vista abierta
y nada de pulmones de manzana,
ni de laterales o frente a la calle:
una vista de precipicio
algo de salto, de abismo, de cosmos.

Ni ojos del alma ni vista en la mente,
mirar sin artificios ni hamacas,
sin pensamientos, ni infancia ni viento

la imposible mirada pura.





Desahuciarse

Estar a punto de llorar
pero nunca se hace.
En vez de eso,
alquilar una película
que ayude,
o dormir la siesta hasta que
se hace de noche,
o llamar amigos que ya se sabe
que están ocupados,
o pensar

o sentarse en silencio
a mirar el cielo ponerse rojo.







Vacío

A veces, la ciudad me hace perder
mi sentido de lo inmenso
entonces voy
y veo
hasta dónde aguantan mis prejuicios

y entiendo por qué se apiñan
en las ciudades.






Planicie

El sol no se pone y desafía
mi espera.

Mientras tanto, veo el alambrado
interminable de unas tierras,
nadie sabe bien de quién.

Qué locura la alegría de este
auténtico atardecer
en el que miro el sol vivir.






Anamnesis

Afuera todo era amarillo,
afuera todo
y desde ahí me vi morir
muertes intachables, antológicas:
debajo de las ruedas de los trenes,
a la hora de la siesta atragantada con saliva
me vi caer tan cascarudo, seca y dura,
imitándome a mí misma en el morir.








ORIENTACIÓN ESTE


Estreno

Los habrá traído la sequía,
llenándolo todo de parientes.





Vaporcito


Hubo en el parque una locomotora vieja,
oxidada, para que jugáramos, sucia
con desperdicios humanos y tan felices
nosotros descompuestos.

La preferíamos por sobre el pasamanos,
más que a la pista, los patines, bicicletas;
la preferíamos tan sucia y descuidada


En aquel parque, hubo una locomotora
oxidada
por el pis y la arena del desierto.






Canto


Jugábamos a los ecos
si uno se escuchaba
repetía el gesto
nuestras voces vivas
iluminando
las relaciones insospechadas
de nuestros movimientos.

Debieran identificarse
con cantos

los armamos
y olvidamos los valores.


Hay restos de voz,
una cuenca de río
alguien pisa en falso y cae
la duda
como lluvia sobre un cubo.




Novela familiar

Igualita a vos, igualita
esa vieja mala con bigotes.
Igualita a vos, la mala
de la familia.





mocedad

Era de noche esas mañanas
de conventos, y las veredas
abatidas por el hielo,
podían matar ahí.

El miedo de aburrirme siempre,
que la muerte sea eso.






Salmo

Felices los niños modelistas, y los no tan niños;
apasionados detallistas compulsivos obsesivos
de los miniatura trenes maquetita;
arquitectura de lo inútil, farolitos,
lo real en copia a escala.

Felices entre ellos, en el mundo inabarcable
de los hobbies: emulación, puesta en escena,
todo hecho fosforitos, todo igual
a las ciudades.

Feliz el modelista en su tarea
tan inservible a los profetas




Deudos

Nos comimos las uñas, más tarde,
cuando supimos:
se tiró debajo del tren.
Cuántos parientes muertos
se alinean, durmientes de las vías.

Cuando supimos que llevábamos
la marca de ese nombre,
nos comimos las uñas.
Todo fue casualidad, respondieron
a la pregunta por la causa,
todo, todo sin querer.

Cuántas las versiones
para un mismo hecho:
si estamos lejos no podemos
preguntar, pero estando cerca
es mala educación.

¿Por qué?
¿Por qué se tiran los parientes
debajo de los trenes?

Silencio,
la familia intenta dormir la siesta.



todos saben

¿Qué vendría a importarme justamente a mí
si del subte los sándwiches comías,
si tomabas de banana esos licuados,
si los codos fatigabas con tu estudio,
si sufrías en el fondo de la casa,
si encajabas al dedillo o no sentías?

¿Qué vendría a importarme a mí si
yo no estaba?





Recuento

el tiempo purga recovecos
almenas torres
y polvaredas

rojo de malvones el balcón:
anida un gato gordo mientras tanto
el viento arrastra hacia el oeste
los escudos de hidalguía
imaginaria

hubo un lugar en él fuimos felices antes
de nacer
y las vides amargas atesorando la memoria
como higos que no quieren ver
el mar

aunque las fotos pierdan el color cuando aprendamos
a podar como frutales los relatos, repitamos
polvaredas menos verdes
cuando las muelas mueran rechinando
por la tierra de la boca y
tengamos hambre

y el polvo, la cigüeña, la torre
lo que fuimos antes, lo que somos
muelas, fotos rechinando.



EPÍLOGO


He ahí, en kilómetros,
el tamaño de mi soledad.


Nota:Nació en Neuquén en 1978. En 1997 se mudó a Buenos Aires, donde reside desde entonces. Es Licenciada en Letras y docente universitaria. Publicó las plaquetas “Monoambiente” (Editorial Pan de Mendoza) y “Orientación Este” (en P.L.U.P: http://plupblog.blogspot.com) ambas en 2009. En 2010 publicó los libros “Isolario”, con la editorial neuquina Cartonerita Solar, y “plutón canta” por editorial Funesiana.

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