martes, 19 de abril de 2011
Clara Vasco
Copa
Se busca alguien para besar, amor.
No pago con dinero
sí con la dulce oscura lava que me nace.
Profunda ahí donde la lengua
el amplio lago, la garganta.
Ya no quiero la letra por la carne.
No quiero volver, amor
las letras no saben a pecado.
Agua boca sangre.
Te quiero desde la infancia,
antes de todo.
Casa cal, me doy a beber a vos
entera desde adentro, donde mana.
Volcarme blanca mar sobre tus alas.
Bendito áspero húmedo manto
me condenas al desierto.
Y porqué rechazas esta copa.
El amor es un pájaro escondido en la infancia
Para Asención Recalde
La infancia fue una caja oscura atada al sueño
hervida en leche agria
y leones a punto de morir
Ella vuelve ahora tras la niebla
pañuelos en llamas vestidos de colores
para mí
cuando quizás alguna vez fui niña entre sus hilos
asombrada por sus tijeras de sol
y mandarinas de sol
Adónde fueron Asención
tus telas silenciosas
tu palabra de arpa
En la cocina de granito rojo de mi casa
pisaste la hierba descalza
de tu país de hambre y hombres aniquilados
tus hermanos
cuántos
te esperaron con flores en los labios
y tu madre
curtida de selva y naranjas
azulada en el recuerdo y los siglos
pequeña inmensa
Tu amor
vuelve ahora irrumpe en mi mesa porque sí
abuela
duende
hada madrina
yo te dí mi candor amortajado
y la piel justa de los 11 años
Hoy dormís sola en un cuarto sin banderas
sola en tu desnudez de tierra
las almohadas blancas
y el cabello anaranjado
adornado con dedales de plata
hablando en español
en indio
en guaraní
Los Barquitos de Dios
y mientras pienso en estas cosas
arrojo unas monedas sobre la mesa
y calculo qué parte de esos treinta centavos
se juntará con otros tantos
y para qué la usará a fin de mes el mozo
con quien he establecido una breve pero importante relación
esa tarde en que huyendo corrí a beber algo de poesía
en la calle aún están los árboles
los puestos de flores
y los rastros de mis lágrimas y de las lágrimas de todos
que forman verdaderos ríos invisibles
donde navegan los pálidos barquitos de dios.
Petite Poeme
Cuando los pájaros nos miraron en las escalinatas
la ciudad fue ajena y luminosa
la foto de tu sombra se echó al mar
se abrió las manos
El cuerpo se untó de silencio.
Pero una vez, la tarde fue dorada.
Las aves
El ya no vive cerca
Se mudó a otra mujer
Sus brazos se alargan con la lluvia
para tocar el desamparo de las aves
en los puertos por donde viaja su alma
Yo
pasajera del día
más frágil que las aves
saludo a la distancia
El habita sin embargo en mí
polizonte
hace maniobras en el agua de mi cuerpo
la tarde se ha puesto transparente
es un sombrero de copa
la hojas anidan en el pavimento
el frío es un cuerpo que canta
Umbrales
cuando salgo del amor ando por la calle
con un puñal en la garganta y otro en el corazón
me entrego a los umbrales como a un regazo
las calles de los hombres que amo son misteriosas
guardan el perfume de sus cabellos
y el gesto de la mañana cuando salen a vivir
las calles donde están las casas de los hombres que amo
guardan retazos de mar en las ventanas
una violencia me obliga a transitarlas
como una sonámbula
buscando rastros de piel
siento el mundo apretándose en mi cuerpo cuando amo
laten conmigo los pájaros de la cuadra
y otros hombres que pasan y me ven así
me dicen obscenidades
o piropos inocentes
y yo los perdono
Tábanos
Tábanos
pájaros de la noche
avanzan en vuelo vertical
hormigas
millares de hormigas formando una montaña
en el cielo
coleópteros
zumban en vuelo nupcial
me hablan
cuando en medio del día
el verdugo hunde sus uñas en la carne
Sale un hilo transparente
como una agua natal
Ruido de alas y más alas
Pido un viento para peinar esta cabellera
antes de que caiga la noche
Antes de que vengan hablando
los vestidos de negro
a encerrarme
en una caja de vidrio
que tiene la forma de mi cuerpo
y un pequeño hueco para respirar
Los cuerpos
morado
morado de sangre agolpada
morado de herida fresca
hay cuerpos con esqueletos que son poemas
hay cuerpos que transitan el espacio sin modificarlo
hay cuerpos que sangran sin darse cuenta
son los cuerpos negros
que agitan su piel como una bandera
I
El perro es una figurita china
que se recorta sobre el deslumbrante brillo
del sol sobre las aguas
II
En la tarde
cuando duermen los lobos
a la sombra del volcán
recorto este poema con tijera escolar
callo este poema que no es
sino cartas de piel
sangre que sangra el habla
III
No estoy acá
no tengo cuerpo
no sé vivir.
Hoy estoy arena
gracias por la arena
este refugio
en mi absoluta desnudez.
IV
Un gallo negro guarda mi ventana
allí sólo fosforece la luz de las estrellas.
De cada una
baja un hilo a temblar
en los senos del desierto.
V
Acá soy un ser distinto
anclado en el aire.
Yo no quiero la madera húmeda.
Sí el ardor de una catarata blanca
entre la garganta y el sol.
El naufragio de una mujer anfibio
Estoy juntando
los restos de un naufragio
Llevo
la estola de dolor del hombre príncipe
el mar
y las cigarras
La piel atada con cebo
se ahoga en mis pulmones
Queman los restos del palacio de oro
y las anclas oxidadas
abren tajos en las manos
anzuelos azules que no cesan
cajones de remedios
cajones de palabras
cajones de muertos flotando en la laguna
yo, sirena de penumbras,
me perfumo con las gotas de los cuerpos
que hacen un gesto desde la orilla
Allí están todos mis queridos:
yo me sumerjo
entre las piedras umbrías
y el ardor
A mi me dieron de mamar
palabras de sangre
una leche inconclusa de flor en el desierto
Allí vienen todos los cajones
y nos sentamos a tomar el té
Yo tuve humildes
que pisaron la tierra con zapatos de hierro
Los frascos de dulce casero
se apilan en los estantes con los libros
y las flores que pintó mi abuela
la tapada
que calmaba el bullir de su savia
bailando alrededor de la mesa
(cuando se quedaba sola
y prendía la radio
y podía latir
sus manos delicadas
con anillos y zafiros ya extraviados)
¿Qué lluvia
qué esperma
qué vientre lleno de semillas
quedó atrapado entre las algas?
Echo un puñado de lágrimas al mar
hago un surco en la tierra
¡adiós! - digo -
sigo mi camino
Entre el agua y el fuego
nada queda del naufragio
El ave de la vigilia me cubre el cabello
que se vuelve polvo
¿Crees que es tan sencillo cerrar la boca de una herida?
Jean Cocteau
Los Ahogados
Esto que traigo
como una cabellera de ahogado
me deja con sed cada noche
es collar de alambre a la madrugada
Antes de nacer
mi madre me salvó de todas mis muertes
(mi madre tiene un cántaro en el pecho)
Yo bebí la leche dulcísima de su cuerpo lunar
de su cabeza en flor
(es que antes del nacimiento hubo una fiesta)
Después
ni fiesta ni piernas ni viento en la cara
ni mano sobre mano
Una tarde inconclusa
la leche se cortó
vinieron los ahogados
y esto que traigo
persiste en acompañarme
como un perro sin dueño
La terquedad o la vida
A mi madre
Te dejaron los abrazos
el sexo ofrecido como flores
cuando hundías tu piel en la vida
mujer pequeña
Te dejaron lo que podían
trajes de hombre
perfumados en noches de Buenos Aires
vestiditos de colores
una madre moribunda
un inválido
dos niñas
para armar con eso la felicidad
Vos te fuiste a las aulas
con las ventanas rotas
a hablar de sonetos
mientras helaba el viejo sol
Mujercita
hija de las palabras
te criaron Machado, Cervantes, Valle Inclán
damita de oligarquía extraviada
acosada por embriagados
en tu cálido canto de sirena
y el verdor perfumado de tus piernas
Te dejaron lo que pudieron
Vos
vestida con traje de terquedad
amaste con eso una canción
A mí se me mete aún en las noches
cuando abro los ojos y afuera es el mundo
Yo me quedé izando la bandera
con las trenzas bien apretaditas
moñitos de sopa
en casa sin novedades
papá trabaja mamá trabaja
a portarse como niñas buenas
yo me quedé en la bronca a borbotones
me fue llenando la sangre
y ahora ya no sé dónde ponerla
El amor dejaste escrito
A mi padre
Las hojas de la memoria las tazas de café
cuando tu amor impregnaba la calle French
el jardín, el cantero, y el lomo de los gatos
acariciados por tu pensamiento hecho brazos
pierna, tambor
No hay ausencia (estás en el mundo)
palabras de aire, palabras de fuego
dejaste escritas en la piedra del mundo
dejaste escritas tus mañanas
tu perfume de campo
de escuela primaria
de alumno
Dejaste escrita
la pasión de tu cabeza feroz, de tu corazón feroz
de tu alma
en las hojas en el níspero
(en tus hijas, en tu mujer)
escrita tu elegancia de caballero, de maestro, de hombre
Tus abrazos imposibles los mandaste por carta
por transatlántico
a tus amigos
A todos nos llegaron
desde la silla inmóvil
con la piel de tus cartas sembraste una red
que hoy sostiene las caídas de todos los abismos
Cómo hiciste
mi querido
para darme la mano a los 12 años
cuando me escribiste un poema
cómo hiciste para hacerme mujer
desde esa silla
Ya no tengo miedo
todo tiene un sentido
todo vale la pena
me explicaste:
la vida es para internarse a fondo en su corriente
no importa qué cosas se interpongan
que el río arrastre cadáveres, maderos
ramas de tormenta
que se despeñen rocas
cuchillos
o gárgolas negras
Estamos aquí para vivir
Estamos para ser lo mejor de nosotros
A tu salud
Brindo
Hoy ha sido un buen día, hoy he descubierto estos poemas. Me gusta cómo se abren las metáforas, una fruta bajo el cuchillo, cuando hay hambre. Son, sencillamante, bellos. Y cuando digo bello no me refiero a lindo, me refiero al fenómeno ese que te comprime el pecho, terrible, intolerable, precioso. Un saludo, y mi admiración a la poeta.
ResponderEliminarvaya Susan, agradecida por tus palabras! y claro que si, describis muy bien esa sensacion tan potente. un abrazo
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