sábado, 9 de abril de 2011
Juan Ramón Ortiz Galeano
ESTOS VERSOS EN EL AGUA
* los versos con asterisco y entre comillas marcados en la quinta estrofa son de
Gertrúdis Gómez de Avellaneda
Yacía este poeta fumando el veneno de las uvas,
mi llanto inconcluso llevaba lustros de silencio,
lo cual me iba disolviendo junto al humo tinto.
Me cruzó un joven mil veces desgraciado pero entero,
y me dijo:
"Deberías ir en busca de la Maga en el Agua,
no deberás mirarla a los ojos, ni a los senos, ni a la boca;
ella te enseñará el sortilegio que concluirá tu llanto.
Tu cariño te irá marcando el derrotero".
Atravesé los ríos de Burdeos
y los valles de La Coruña
(linderos con los granizos de Madrid
y los llantos de Camagüey)
hasta vestir a gritos las tormentas de Sevilla.
El quejido de un águila moribunda
o el siniestro canto de un ave nocturna me otorgó
la morada final de la educadora...
Al verla no la vi pero supe que aguardaba mi llegada,
pues tras un ademán de sus manos intuí estos versos:
"Del huracán espíritu potente..."*
"Ni libre soy, ni la prisión me encierra... "*
"Es la hora grata del feliz reposo..."*
En silencio caí de rodillas y concluí mi llanto.
Hoy desperté escribiendo estos versos en el agua.
A la memoria de
Gertrúdis Gómez de Avellaneda
TAN LEJOS, A UN PASO LUZ...
“Siguen clavándole esos clavos en los ojos
ardientes,
aunque sigue mirando
morena, mutilada, revoltosa y sangrante
velando por los hijos (esas sombras anónimas
que la siguen llevando)”
Elvio Romero
Parados uno frente al otro,
nos reflejamos,
pero en el reflejo estamos de espaldas
(o en el reflejo hay algo que nos confunde);
tan lejos, hermano americano,
tan lejos, a un giro, a un paso luz...
Busco tus ojos y no los encuentro,
y pienso: “Tal vez estén ocupados
en busca los míos...”
y tal vez estén tan lejos,
hermano americano, tan lejos,
a una mirada, a un paso luz.
Entonces busco tu atención,
pero no la consigo;
te hablo, te llamo,
te grito y no me oyes;
y pienso: “Quizá sus gritos
le impiden oír los míos”
... y si los gritos con que intentas responderme
te impiden escucharme,
y si los gritos mutuos nos impiden entendernos,
es que estamos tan lejos, hermano americano,
tan lejos, a una pausa de distancia,
a un paso luz.
A veces te encuentro callado,
ensimismado y cabizbajo,
y no me atrevo a importunarte,
y los dos, permanecemos en silencio...
y me pregunto: “¿No será él
quien no se atreve a importunarme,
pues también me ve callado,
ensimismado y cabizbajo?”
estamos tan lejos, hermano americano,
tan lejos, a un llamado de distancia,
a un paso luz.
Otras veces te encuentro lastimado,
y no me contengo,
y me atrevo, y me acerco
a limpiar tus heridas;
y mientras lo hago veo sin sorpresa
que tu sangre
también brota de mis manos,
y lo veo sin sorpresa,
hermano americano,
porque tus heridas, hermano mío,
tus heridas… también son mías.
LLEVADO POR LOS FAROS DEL BOSQUE
¿Qué sonido trae el horizonte,
qué sonido?
arde un tam tam lejano y mío,
se enciende en mi centro un anhelo, un estampido
nocturno que reverbera desde el suelo
y huele a damasco y quebrachales.
¿Qué llamado se deshoja desde el cerro,
qué llamado?
asemeja un alarido inquieto, ingrávido, codiciado,
y en mis oídos un puño de ríos invulnerables
inicia su trote firme y milenario...
palpando, acariciando el curso fértil,
intuyo palmas de ombúes, de ciruelos, de nogales.
¿Qué luces destellan desde la espesura,
qué luces?
en mi retina jadeante fulgura
una constelación de bestias y luciérnagas,
y mientras descifro su código mudo y musical
-esplendoroso, inmemorial- resplandece
la belleza de los búhos (faros del bosque),
así sus ojos: senderos
de barro y luz atravesando el aguacero del olvido,
ya me indican el destino, y ya lo entiendo,
ya lo acepto, ya me muevo,
ya sigo el derrotero...
Tercera Observación: SOMOS
(La interpelación inútil: El Verdugo Jadeante)
Somos carne sin reposo;
un péndulo en la penumbra
nos columpia en el vacío;
amarrados a él,
su balanceo nos erosiona.
Elevados en cansancio sin reposo
(el movimiento es interno,
el andar o no, cambia poco)
envejecemos como somos:
naipes ajándose en paño eterno.
En las garras del Tiempo
somos carne jugada,
¡jadeante verdugo
que decapitas tu reflejo!
sueño somos, somos nada...
Dedicado a Doña Celsa Galeano Rolón de Ortiz ("Ma")
Nota:escritor argentino nacido en Buenos Aires (1975). Tiene estudios de Derecho. Premio “Igriega” de Relato Breve 2002 (Sevilla-España); Premio “El Arte de Escribir” de Poesía 2009, Finalista (Barcelona-España); Premio “Literarte” de Poesía 2010, Finalista (Buenos Aires-Argentina); Premio “Latin Heritage Foundation” de Poesía 2011 (Washington-Estados Unidos); Premio del Público “Poemas sin Rostro” 2011, Finalista (Murcia-España); Premio “Flor de Poesía” 2011, Finalista/en curso (Buenos Aires-Argentina).
Sitio: www.juanramonortizgaleano.blogspot.com
"Tan lejos a un paso luz" se acerca a una temática olvidada en los años globales. Estos versos, que podrian pertenecer a décadas pasadas, denuncian la urgencia de un problema aún sin resolver. Si en los años 70 un autor hubiese elejido el enojo y la rebeldía, aquí Ortiz Galeano opta por la tristeza. La misma tristeza que nos condiciona en los suburbios de Buenos Aires, Lima, Tegucigalpa, y hasta incluso aquí en los arrabales neoyorkinos.
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