martes, 18 de octubre de 2011
Marcelo Ahumada
LOS ESQUIMALES
I
¿has tenido a alguien
muriendo en tu cama?
¿una pajarera inconclusa?
¿un whisky con vidrios
porque no pudiste abrirlo
con pulso firme?
me estoy haciendo viejo
en la oficina de sal
no camines
si no vuelves
si estas allí
en cama
habrá tristeza
para hacer otro día
la gente se aposta en el camino
les venderé pan
una especie de iglesia ligera
y conversaré
eras de hierro y frío
una piedra translúcida
tiraré la piedra al río
no sigas
me haré transparente
luz pesada
en el fondo del agua
recortado
me armaran sin nombre
como si hubiera estallado
en una persona normal
II
rezo un humo viejo
amontono cosas y domicilios
como si no viviera
en el túmulo
no sé quién
a uno de los dos
no le alcanzó
(te construiré
no vuelvas
creo en vos)
no me detengo
soy una mosca
contra un motel sobre la ruta
contra el cementerio verde
donde corríamos a los pájaros con el revólver.
III
las personas
la lluvia herida
el auto transpirando un oxido tranquilo
venerable como un árbol caído
limpiaré mi casa
me podrás oir detrás del filo de la lluvia
como si le amputaran un jaguar
me querré mucho quizá para fumar
este gajo de despecho
llorar como el prado con fiebre
extenso, manso y extenso
no vine hasta aquí
donde no te encontré
¿ no vivías en Egipto ?
me sentaba en tu cama día tras día
hilando papeles rotos
en 5000 pedazos rotos
para lavarme la cara en el relámpago
Madrenaturaleza
¿tenés lexotanil?
no tengo madre
no tengo lexotanil pero sí tengo madre
no tengo padre
le digo: no tengo madre
aunque tenga lexotanil y tenga madre y tenga esta noche abierta
como un tajo en mi cadáver
no le daré una de mis pastillas
que su noche
le traiga desesperación
y lobos
papeles de la noche
Cayendo
halcones contra las cañitas voladoras
un 31 diciembre eterno
no tengo lexotanil madre
que advenga toda la locura
esta noche
escondo un ejército de alucinación
tártaros ciegos cabalgando
tengo el antepasado de todos los hombres
olvidados de la plegaria abandonada
en un ocio infinito
lascivia miedo furia
antes que amanezca madre
antes que amanezca
he soñado esta plaza
será el final de la guerra
y del árbol y del caballo
iremos pegados de fuego
en nuestra doméstica carcel
y algo indecible morirá
dispararán desde carruseles de invierno
contra las últimas páginas
de cien años, de la montaña, de rayuela
donde secas tu rouge
de maestra de loca de madre de hijo puto
he soñado cinco ancianos japoneses
observando
y un ángel acróbata y desafinado
sentado
sobre tu cabeza
no es necesario misas ni oficios
no hay cielos para nosotros
otros cuentan nuestra fábula
donde solíamos sentarnos
madre
antes que amanezca esta noche
mucho antes de esta noche
y de otras noches
no no tengo madre no tendré nunca madre
II
el día es largo el día no es el mismo día pero el día es largo
no hay pastillas
pero hay humo
algo arde
y no se ve
arde en la oscuridad
un humo
se quema
en todas partes
invisible
como si estuviera en mí
pero afuera
y
está vivo
busco un lugar
para dormir
en mi cabeza
abarrotada de personas
que no conozco
y odio
no hay silencio aquí
pretenden gritan duermen
ebrios
no es el mismo día
ni la misma noche
pero el día y la noche
son interminables
hace frío en la palabra nadie
¿descubrirán que me fui?
no hay llamadas
cartas de despedidas
hay avisos de cortes
y panfletos de televisores de pantalla plana
microondas con guirnaldas
en veinte cuotas resueltas en 0.99 ctvos.
III
estamos enfermos y avergonzados
como los tiempos
devorados por un fuego infinito mediocre y frío
como las tumbas contra la lluvia
recortados en una madeja de aire
gatos al filo del último eclipse del siglo
¿cuánto costarán las botas de aquella vidriera?
inútiles inútiles infértiles vivaces
(¿ por qué el ruido desgarrador
de un kiosco abandonado
contra el viento
piensa en el grito frío
que nuestros bronquios hacen
en el tragaluz de esta vela?)
sin embargo
si nos concedieran crédito
podríamos usar las botas
mientras danzamos desnudos
sobre el césped amarillo
y
milagroso
de esta fuga
sin pensar por qué
por qué nuestros muebles quieren morir
IV
eran tan largas las tardes
y tan chiquita nuestra tristeza
dios era un cristo quemado y derretido por las velas
la culpa por la erección en las misas
ante su temible cruz temblorosa
y cuando llovía sobre la soga
nuestro dios
era solo dios de mi abuela
(nunca habíamos enterrado algo más grande que nuestra perra)
qué será de los niños olvidados
y de los globos que le pertenecieron a los niños
viajaron hundidos
en sus pulloveres miles de años o de segundos
e inventaron las primeras veces de todas las cosas
se mudaron llevando
nuestros ojos y los puños
arreando perros desconocidos
a los que llamaron perros
y jamás tuvieron que cavar
nada para ellos
quizás dispararon al cielo una noche
llena de vientos
para ultimar al dios que moría perserverante
porque dios tambien fue la última palabra
de mi abuela
que la traía para hacer el inventario acordado y reputearlo
V
los pájaros congelados
desnudos
desmenuzados
en la fuente amarilla
que semeja una chata
en la heladera unívoca y vacía
de nuestra comida atroz
dibuja
helados hilos grises
del alimento muerto
del pollo destrozado
crepitando
entre tus manos
antes de caer en la cacerola
formándole un entrepiso
al vaho de la nicotina
y al agua de colonia
(me duele el pie)
debajo mío
miles de langostas o de pajaritos negros
alimentan
un rumor devastador
y estas langostas o pajaritos negros
no puedo descubrirlo
sostienen
el mar de langostas o pajaritos negros
que vas creando
madre
dentro mío
(me he roto el pie
golpeando la puerta
porque quise patearte
la cabeza
madre
como debí hacerlo)
se reproducen las langostas o los pajaritos
en otras langostas y en otros pajaritos
y sus sombras de langostas y pajaritos
en mas sombras de una cosa y de la otra
cubriendo el cielo el suelo y el aire
¿les cabrá lugar
en mi cabeza
su alimento?
¿será como el silencio lleno
los pajaritos o las langostas repletas
de la soja del maíz y del trigo?
(¿no debiera dolerte la cabeza
de madre
mi delirio mi muerte mi patada
en mi cabeza de hijo?)
VI
mi madre muere
en hospitales públicos
de un cáncer imaginario
en sus entrañas antropófagas
los perros ladran
en alguna casa
los mendrugos
en sus ladridos
cuidan un solar
del infierno
(una de las perras mata
al cachorro de otra
muere descerebrado
entre espasmos
en la caja de zapatos de gamuza
que preparamos)
hay tanto sangre en este hueco
palomas inmensas
de coágulos
atraviesan en picada
por el hueco
sus plumas llenas de vidrio
de las ventanas
de nuestra casa
(un sordo zumbido de volcán
Crece
un inextinguible volcán arde
y
tomo pastillas
decenas de pastillas
centenas de pastillas
miles de pastillas
que caen en el hueco
y crepitan en el vaho
quirúrgico
y de paz amortiguada
despegando mi hueco
de su cabeza
y su cabeza
de mi hueco
y llueve seco
plumas de palomas
que no recuerdo
ni tampoco olvido
porque alucino
jaurías de palomas
en fuego y vidrio
VII
que será esta distancia
este abismo sin cumbres
este dolor sin gritos
¿madre?
¿dejaste allí el lexotanil?
nos hará falta
a la tarde
tus perros
tus perros gimen hambrientos
lebreles de miseria
tu trono de nervios
canil de tu demencia
¿no deberíamos morir madre?
a la hora del almuerzo o de la cena
cuando lavas como golpeas
o arrastras y matas
¿debo morir?
ya no hay fotos mías
he dejado de asistir
a reuniones y fiestas
atender teléfonos o contestar cartas
no habrá idea alguna
que fui
(“alzaré mis ojos a los montes
¿de dónde vendrá mi socorro?”)
¿podrás superar los gusanos
y el frío
todo este frío
entre mis uñas en el barro?
¿cuantas horas tarda el sol en llegar a la tierra?
¿y a esta profundidad?
Todo
es olvidable pasajero impune
y
Correr
¿estábamos buscando monstruos madre?
(estoy cansado)
rezas de noche de dia de siesta a la tarde de noche
y en todas las religiones
arrollaste naciones
destruiste enemigos
quemaste sus aldeas
y alzaste contra nosotros
tus malditos pequeños mezquinos
dioses
hijos de puta
(“y los enemigos del hombre
serán los enemigos de tu casa”)
y
perseguiste a perversos
herejes inocentes presos perdidos
a todos los felices y huérfanos
hijos de la tierra cogiendo
(“cometiendo hechos vergonzosos
Hombres con Hombres”)
espero en términos vacíos
sin pasaje avión o viaje
porque la muerte es infinita
e incomprensible
porque la muerte es mía
y aunque pueda percibir el espesor de su languidez
no advierto aún la envergadura de su tristeza
“soy reo de muerte” sal de las tinieblas madre
LA DIÁSPORA DE LAS MARIPOSAS
en la oscuridad
sugiere a los ciclistas en la lluvia
las balas en la nieve
los ciegos en los pasillos oficiales
el aliento demora el paso de las nubes
sobre el rizo
que la tierra hace
en cada animal
en cada suburbio
en cada sol
que prepara su túmulo
porque las cosas se fueron
por el mismo sendero
la casa de nosotros
que los hijos ya hicieron
las ventanas desatadas
la casa arrebatada
prometida
CORTAFUEGOS
(-1)
Por entre los bueyes
las estructuras de las pilastras
el molino
y ese dios sabe qué en su horno
penetra un peso dócil
privado
íntimo
como un pergamino
la voz
esa mujer arrastra con su balde de voz
un agrícola encontrar al sol una decena de pasos marcados
es todo lo comunista que el barro pueda ser
despertar
en patio ajeno
tapando la soledad despeinada con el propio cuerpo cielo abajo
este cuerpo ha inventado las nubes debajo de las camas
para que arrodillarse sea de poeta
y no rajarse
como la urna
esa parcela desollada
por la que aquella mujer supo que otra vez había llegado la muerte
donde insistieron en poner a tus padres
uno al lado del otro
aunque mi madre
aún
esté viva.
I
La madera
los largos troncos en el agua por el río
como niños flotando un pueblo de barquitos
mira ese paraguas transparente de cielo cayéndose
río abajo
como besos en la nuca
esos viejos árboles se disuelven en la espuma
que se quema
tan pronto aparece en más espuma
dibujando
cientos de cartas de amor que arden
en el agua viajando nobles cadáveres
embrujados
los árboles de agua por la quebrada
olvidando los amores que los hicieron árboles
por el que serán venerables muebles tu cama
donde por centésima vez saltas
y me buscas has soñado que te llevan
que te van alumbrando en el aire
que el caballo
que a tu caballo
lo hicieron atolón barco abajo
un mar de arriba te espera
naufragio.
Nota:(1971, Catamarca), editado por el Fondo Nacional de las Artes, El Primogénito por el Suri Porfiado, y Cortafuegos por la Fundación Manuel J Castilla. Premio Federal de Poesía y Premio Federal de Cuentos, Premio Bicentenario, reside en Santiago del Estero.
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