lunes, 31 de mayo de 2010
Gerónimo Unibaso
6/
y entonces vengo yo con mis labios manchados diciendo que
no vale la pena luchar más/ resignado hace tiempo de
rituales eficaces/ el mundo está lleno
de mujeres/ y en mi universo tiene que haber sólo
una luna/ mucho he luchado y ya no hay arreglo/ acá
me vés cubierto con una bandera destrozada/ defendiendo
estandartes hace tiempo derrotados/ con la sólida desesperanza de poder
tenerte entre mis brazos/ un ratito no más/ como el agua es
sostenida por el río/ pa' luego cambiar en mar o canilla/ entendés
como son los tantos/ el dolor y la angustia te hacen pensar cualquiera
cosa/ cuántas noches tenés que luchar contra el miedo/ tal vez perder
la razón de vivir/ y ver caer el agua de tus ojos/ o sentir vacíos de
tu cuerpo/ así cosas raras recorriéndote/ son todos
sueños que se escapan/ nada podés hacer/ tus manos no
pueden agarrar eso/ como cuando
querés himnos de la arena y la
tomás entre tus dedos/ pa' después darte cuenta al
abrirlos/ que sólo el polvillo queda/ sólo el polvillo/ nada menos que
nada/ entendés hermana/ mujercita triste o luna/ mejor no
escuchés más mis lamentos//
Shhh
Shhh suena el viento
bajamos las cortinas
rápido
más no tanto
el pan dulce tiene una capa de polvo ya
Así es acá
El calor hace odiar la fecha
Sentados a la mesa miramos Crónica
Esperamos que el reloj marque las doce
Mientras
entre sonrisas
deseamos estar en otro lado
con otra gente
ver que pasaría en el mundo
si no hubiéramos nacido
si tres fantasmas nos visitan
si una estrella nos alumbra
Los sobrinos corren alegres
tiran petardos
Ladran los perros
Shhh suena el viento
afuera
Adentro
como una luciérnaga china
el arbolito canta
Fragmento sobre gatos
En el regazo tardío, en el atardecer del recuerdo, cuando el sol entra justo, cuando el rayo besa al vidrio casi perpendicularmente para caer en el suelo...
Ropa arrugada, descuidada, arrojada al piso luego de su uso. Trofeo de caza. De pronto, ante un ruido mínimo, el movimiento ágil y rápido. Lo que era muerto revive y registra su entorno.
Entre las piernas, el golpe suave, constante, de ramas, de arbustos cuando se avanza. Pero se está sentado.
Un agudo grito que reclama.
Un trompo bicolor, un color que persigue a otro hasta confundirse. Colores que se separan deteniéndose, observándose, midiéndose. Y de nuevo colores confundidos.
Como la flecha al salir del arco, que se mueve a pesar suyo, sin haber hecho nada. Y al caer rebota.
Nota:(San Carlos de Bariloche 1977) Reside en Bahía Blanca desde niño. De profesión Maestro Mayor de Obras. Su afición a las letras lo llevó a participar en varios talleres literarios, entre los que se destaca "La Pluma Cucharita". Algunos textos suyos fueron publicados en fanzines y revistas. Participó en las antologías "Bahía Blanca, la ciudad letrada" del IMFC, “Gruñendo” de Hemisferio Derecho Ediciones y “Más vale cinco volando” de Ediciones De la calle. Junto con Lorena Curruhinca edita “Esto no es una revista literaria”. Con Lorena y con Diego Rosake organizan la Feria de Editoriales Autogestionadas de Bahía Blanca. También con Lorena colaboran en el programa “La Pluma redonda”, por LU3 AM 1080, conducido por Matías Monge. Lleva adelante el blog espacioreal.blogspot.com.
domingo, 30 de mayo de 2010
Walter Cassara
Hotel Calibán
En el cuarto no hay nada,
salvo una cama ligeramente en declive,
un interruptor de luz que rara vez funciona,
mesa, papeles, libros desparramados por el piso.
Aquí estamos, desde siempre, el niño que fui y el que soy,
y el rezo, algo roedor, de un grillo encerrado en el ropero.
Crítica
Hablamos de un poema mudo, unos trazos
ígneos que nos separan de las cosas;
de ese malevolente "nada que decir" visto
a través de un corte clínico, oblicuo.
En el punto más bajo, en el punto sin perspectiva,
la voz cayendo como un gesto fuera del cuerpo.
El paseo del ciclista
"Alone in flesh, himself no friend." Auden
I.
¿Cómo agotar esa ilusión que es el cuerpo, sino encarnándola?
Estar a un mismo nivel que la energía que se desprende del cuerpo,
totalmente conectado con sus fluidos
sus latidos... ¿ Hay algo más hermoso y cruel que esto?.
Bajo por la ribera, como un topo horadando, hasta donde termina el arroyo;
delicia del sillín y de la posición oblicua
que corta al bies un viento helado. Nada podría detenerme.
¿Fingir que no lo sé?. Ya es tarde, estoy en mi emboscada,
el deseo como una piedra atada al cuello me arrastró a este lugar
y harían falta varias vidas para saber qué significa ese jeroglífico
espejado en la carne.
Todo lo que percibimos son incrustaciones, como ripios en el camino
que sacuden nuestro sopor, pero no alcanzan a despertarnos.
Cuatro calles, las mismas que hace veinte años conspiran
bajo el óxido y la mansedumbre, manteniendo en vilo nuestra imaginación
para un viaje que nunca emprenderemos
por falta de entusiasmo y de valor o porque ya estamos
parados en el nervio de la tragedia, a unos pocos metros
de donde soñábamos llegar. Un modo de rodar
que es no moverse del sitio, como en la fábula de los eleáticos, y sin embargo
estar exhaustos, sedientos, vencidos por el destello perezoso de los cuerpos,
exhalando una curiosidad por la vida que en nada se parece a eso: rótula
plexo
ligamentos y toda una averiada liturgia familiar
donde la rabia mordisquea las dádivas de algo más hermoso.
Doblar siempre a la derecha con las manos escarchadas sobre el manubrio
y un miedo a no sé qué atravesado en el esternón, algo como una voz hablándote al oído en una clave que conocés demasiado.
Una palabra más
y esta ligera aleación de grafito se volatiliza.
No hay ni un piel roja, pero al movernos sentimos que podrían estar allí,
asediándonos tras los arbustos, con la promesa de un enfrentamiento
un zumbido en la ataraxia. Aquello que en vos todavía respira, avanza
y retrocede, agitación sorda y mecánica de la mente
como afrontar un paseo de media tarde
y pedalear, pedalear hasta el colapso
impulsado en la incongruencia de las olas
el vaivén de los pies distrayéndote
del cielo enrojecido sobre tus párpados, rodeado de lo que alguna vez
fue mar y ahora es un terreno cruzado de toscas y alambres
en cuya luz a punto de extinguirse nos zambullimos
rodando, tropezando como una piedra en un desfiladero.
Traté de imaginarme el desenlace perfecto, sin redención ni llamas
cobaya alucinada trepidando en la rueda de los ciclos;
me dolían las rodillas, chillaba en un tono alegre y neutral.
II.
La calma de un atardecer en que me siento al borde de la ruta
una calma donde otros hubieran encontrado la locura
de cara al sol ondas borrosas saqueo que no alcanza
por arrabales, barrios donde ya no te encuentro
quiero decir demasiado la voz es un adulto pero dejemos hablar al niño que no sabe decir más que mentiras cosas poco
elaboradas donde otros
la verdad pasa temblando apenas recorro el camino de un muerto que viene a mí enseñándome la felicidad de la que
apenas soy una vieja escuela un viejo preguntar una alma en pena que no se absorbe no se detiene no adelgaza no deja
de preguntar el chico no deja de preguntar absorto en lo que me duele en lo que no puedo expresar ahíto de vanos formalismos
y ahora ya no estoy sino en el vano escape de un dolor a otro de una pregunta a otra no deja de mentir no tengo
ni siquiera una verdad de la que apropiarme de la que al fin decir lo que se renueva lo que se abstrae demasiado
disociado demasiado viejo
Nostalghia
A menudo en el zoom de la música
días o noches sepias del más adherente
y centrífugo invierno, vuelvo algo borracho
resbalo como un zueco en la trinchera
cansado y cansado, pero más todavía de trucos
cetrerías, pájaros adiestrados por algún brujo
medio zahorí, stalker o impostor a secas.
Y cómo cuesta reconciliarse con la claridad
de la mañana, cuesta pensar en la estepa
sin pensar en algo sucio y a la vez imposible
por ejemplo en la paz, la arena, el sol, las rocas
todo eso para lo cual también fuimos hechos.
Cuesta sí eludir el pozo subterráneo
el tambor ya agrietado seguramente
con que el niño se calienta las yemas,
y el ermitaño se duerme en su caverna.
Toda la noche sopló un viento helado
y cuántas almas monitoreadas en la lluvia,
cuántos capotes hablando apenas por un resuello.
En todas partes, como un espejismo
escucho ladrar a los perros hambrientos
y un trineo lleno de fantasmas se desliza
en el aire periclitado de noviembre.
A treinta y dos grados bajo cero
la mente empieza a alterase.
Prueba una gota de esta fiebre,
equivale a varios siglos de historia.
Debo apurar el paso, trenes rigurosamente vigilados
parten cada noche hacia la frontera.
Vi desplomarse una estrella
y cinco minutos después el cielo
abierto en que Natacha se lavaba el pelo
con el agua milenaria que juntó en un bol.
Igual de triste, el peso molecular
de cada palabra rumiada entre dientes.
No se calma esta fiebre apretando
una aguja de pino contra el viento del malestrom.
Ateridas y rasposas márgenes del Neva
donde yo fui un invierno Alexandr
Blok petrificado en la nervadura de una hoja.
Dachas boyando entre otras cosas más o menos
nobles e inútiles, tenias que cantan al terror
de no sé qué cíngaras venidas de Marte.
Todo sustraído de golpe, puesto más allá, caído
en el cepo acmeista ; todo tan intangible, dudoso
problemático, tan ego o eco-futurista.
Todo tan que se apaga y no, tras la cortina blanca
de aquella música que ahora hace glú-glú en el barro.
Vi bosques calcinados, lagos color turquesa
Montañas colosales me quitaron el aliento
Vi formas y gestos que nunca llegaré a descifrar
Aquí donde la única palabra adecuada es “Nostalghia”
Como la figura embalsamada de un puma
En una tienda de reliquias o baratijas
La sombra que fui, a veces, me hizo sonreír
Nota: Walter Cassara nació en Bs. As. en 1971. Publicó Juegos Apolíneos-Ed.Siesta (1998), Rígida Nieve – Tsé Tsé (2000) y El paseo del ciclista – Ed.del Diego (2001) y Máquina de trinar (Huesos de Jibia).
sábado, 29 de mayo de 2010
Iris Alejandra Giménez
pobres de certidumbre
I
cuando una tiene una duda ¿la duerme? ¿la arropa? ¿le da de comer en la boca?
la mira mirarse desnuda en el espejo
le acaricia los hombros
le cuenta los lunares
le mide el empacho con cinta métrica de costurera la buena la única la original
¿o usa el cinto del vestido guardado en el ropero hace más de veinte años?
el poder debió estar en las manos
y en el rezo en inaudible portugués que se llevó a la tumba
cuando una tiene una duda la suelta para que se vuele y no
para que se quede junto a las otras agazapada bajo la ventana del jardín
II
las dudas han empezado a echar raíces y yo no mato ni una pobre mosca
menos voy a animarme a arrancar de cuajo florecitas nuevas
III
me echo a dormir a la sombra de las dudas recién florecidas
que esta primavera vinieron tupidas y frescas
consigo
un lugar tan cómodo que al fin no puedo
ni quiero volver a salir y echo raíces también y me voy con ellas a poblar
la Eterna Duda
donde dicen que van los pobres de certidumbre
porque de ellos es el reino de los cielos
y de la tierra
que fecundan
XIV
Me levanto por la noche
al amparo del insomnio
refiriéndome a mí
como quien espera encontrarse en una brújula
XV
En forma de lluvia
andan mis pasos por esta casa
vuelta a construir
tantas veces
en los ojos
XVI
Por la mañana
es hora de resucitar
Un poblado de fantasmas
es dueño de la noche
donde todas las decisiones son oscuras
el que no grita
sentarse en la nada blanca y masticar saliva hacer bolos a la manera de palabras
balbucear letras que formen frases que digan lo que todo el cuerpo grita y los poros
no alcanzan forma de boca de dedos de ojos no alcanzan a gritar no tienen grito no tienen
voz no tienen palabras que decir y aturden por dentro los poros se aturden
sangran salivan escupen demonios incoloros tienen vergüenza
se queman se flagelan rompen en llanto seco adormecen la lengua pero ya no sirven
para desmentirse mentirse y desvestirse ya no sirven para hacer cuerpos palabras frases
/
la cornisa queda a la mano todo junto
más y menos es igual y no lo es el que no grita es un muerto
el que no grita se queda muerto
el grito muerto del que grita muerto
del muerto que grita el muerto ha muerto
a de muerto de gritar
gritar
que no se grita que no se muerte
que no se muere de muerte
se grita de vivo
de redivivo
Nota:Iris Alejandra Giménez
Nació en mayo de 1969. Actualmente reside en la ciudad de Viedma, Río Negro. Publicó el libro Lugar necesario, poemas, Colección Biblioteca Patagonia, Ediciones El Camarote-2006. Forma parte de la antología “Leer la Argentina”, literatura para adolescentes con el cuento “La especialidad de la casa”, texto que integra la obra teatral “Pueblo, mi pueblito”, dirigida por Silvina Ferragine, con el asesoramiento literario de Ana Padovani. Tiene inéditos varios poemarios y algunos trabajos en narrativa; y cuenta con algunos premios y menciones. Ha publicado en antologías, revistas literarias y sitios Web.
irisgimenez@yahoo.com.ar
www.lugarnecesario.blogspot.com
viernes, 28 de mayo de 2010
Dante Sepúlveda
ingreso 25
es difícil evitar el ruido
cascaritas levantamos, al pasar
palabras propias de
en una habitación de paredes altas
la mirada se extiende y comprime con mayor intensidad
-es la noche más fría del año dijo al abrir la puerta y en el agosto más duro,
cristal en los ojos
que el tiempo deja.
dormí bien ese día.
Los otros como si la parca sirviera el café
se espantaron al verlo
pero nosotros sabemos que la muerte
no es así, circunstancial sino absoluta.
Sin juegos te quiere la muerte, no distraído al ras del suelo
no cabizbajo pidiendo disculpas.
A cielo abierto te quiere
y a ver quién desenvaina primero.
Vino XIII
Qué pensara esta señora, que me mira con desprecio cuando dejo la cerveza y le paso la pelota al pibe que juega a el fútbol en el bosque
Debí haber sido mas valiente anoche acompañarte hasta la puerta decir: te llamo mas tarde
(El mañana nos vemos suele ser infinito)
sabes que no voy a recorrer las cuatro cuadras que nos separan, que no te voy a abrazar caminando por plaza moreno
que solo puedo ofrecerte hilachas de mi hígado mi cuerpo atravesado por diagonales
(que larga va a ser la ochenta, solo a ver el tren que no llega)
que larga va a ser la escalera de mármol cuando baje a la calle ya borracho a buscarte
que poco creíble va a sonar el discúlpame cuando atiendas el portero y mi lengua este incrustada en el paladar.
(el pibe la para con el pecho y me entiende)
cuando yo nací, Tomás era heavy metal y quería boxear Álvaro padecía insomnio y rezaba el padre nuestro cansado de la vigilia.
y dicen que en marzo de aquellos días donde había años pero no vinos de diferencia
una mujer perdía su educación cristiana
mi hermana me puteaba por quedarme tirado en algún baldío que bebía mis botellas hasta que el sol me golpeaba la cara raspada por los cardos.
/los mañana nos vemos suelen ser finitos/
esto fue en marzo de aquellos días un intelectual famoso dijo haber estado,
ahora da charlas auspiciado por una multinacional y no contesta un mail.
Es todo tan simple como que ahora este en otra calle en otra ciudad sin tu foto
(el pibe me mira de reojo y me devuelve el pase)
*
¿y el poema?
ese hecho relativamente inferior
estas nimias palabras mías
qué te dicen
¿hablan de tu estructura ósea tu voz cuerpo
de ese aceite en tus ojos?
Y yo
qué pienso cuando a través de la ventana
veo que en el patio ya no hay fruta para juntar
a la gravedad haciendo lo suyo,
muy perramente
y qué tengo que ver con esta caída
el descenso
de dónde me agarro cuando todas las manos se estrecharon
a quién miro mientras el hundimiento
a quién culpo por esta base poco sólida
que no sólo el óxido pudo derruir
decime qué, háblame del momento
contame,
adónde voy cuando no escribo.
Nota: Nació en Villalonga en el año 1986.
Publicó Poema en veinte vinos (El suri porfiado, 2007). Integra distintas antologías entre las que se destacan: Última poesía argentina (Ediciones en Danza, 2008) 2017, antología de poesía Americana (Milena Caserola, 2009) y Desorbitados: poetas novísimos del sur de Argentina
(Fondo Nacional de las Artes, 2009)
Es uno de los editores del Suplemento Tinta China, una publicación de Asociación de culturas del sur del mundo, que semanalmente aparece con el diario El Chubut.
Actualmente reside en Trelew.
jueves, 27 de mayo de 2010
Silvia Castro
Textos del río
I
en el filo del hacha asoman
las patas cortas de la profundidad
una red de madera flota
y se sumerge
para tomar del agua
su respiración
de un cabello del río
penden los palafitos
peces de madera
con su ropa tendida
techos del río
donde se apoyan
los humos del hombre
II
no nacemos con el mismo agua que morimos
las hachas comen con sal
la confianza del árbol
ahora que perdimos la inocencia
sus valvas abiertas nos cubren
es preciso remontar
río arriba
el brillo del metal
el filo es nuestra carta de navegación
sólo la lluvia devuelve al agua
lo que es del agua
III
el río no crece con agua limpia
la noche
borra toda diferencia
estoy pensando en los cardos
de noche
todos los gatos son cardos
el cardo no hace sombra
rueda como un río
delante del hogar
pero el hogar es transitorio
somos del agua
nuestros afluentes van a dar
a la cuenca del ojo
un felino que se estira
entre el pasado y el sueño
ahora mismo
miro tu mano tirando cardos al fuego
todavía falta una eternidad
o varias
para llegar al delta
la tierra se ovilla en las manos del agua
los náufragos evitan los botes de la despedida
un río se devuelve como se encontró
lleno de gatos mojados
Nota:Silvia Castro nació en Gral. Roca, Río Negro, en 1968. Es poeta y fotógrafa. Fue maestra rural en Río Negro hasta 1993, trabajó luego en escuelas de Ciudad Oculta, Soldati, Villa 2124, y Villa Zavaleta. Desde 2000 es bibliotecaria en La Boca y Constitución. Coordinó un proyecto de periodismo virtual para niños en colaboración con la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. También organizó el ciclo Mate Cocido Literario, donde se difunden producciones literarias infantiles. Como docente editó Léale sus derechos, la fotonovela Amor en Lezama, y el CD Poemas y Canciones de Federico García Lorca. Como fotógrafa, los libros Anagramas, Sphera, Pehuén, Abra, Sin párpados, La soga de la ropa, y Dulce Aldea/Copahue. Su serie Instrumentos de viento ilustra el libro Trenes de Alberto Muñoz, su maestro. Integró en los '90 el grupo Tura de Tex en el C.C.R.Rojas con el que publicó Tura y Nos. En 2006 publicó el libro de poesía La Selva Fría. Integra el consejo de redacción de la revista El Camarote. Coordina el Ciclo de Ciclos en el Centro Cultural de la Cooperación.
miércoles, 26 de mayo de 2010
Ignacio Uranga
Anulado
21 hs Buenos Aires: canal 58: la chica del momento
sobre las costas de Méjico en una lujosa habitación
que exige el caso, con vistas al mar bebe un zumo de
frutas especialmente traídas del corazón del Amazonas
para que la dieta no opere en contra del paradigma de
belleza: es la manera completa de hacer entender, fijar
y calar hondamente la doctrina: el medio para distribuir
y alimentar con el actual parámetro de la estética
mentes estacionarias: barroco: la etimología es muy
oscura: en cualquier caso no hay duda de que su origen
oscila entre la palabra portuguesa barro?co, con que se
alude a determinadas perlas de forma irregular, y
barocco, nombre con que los escolásticos designaban
una de las figuras del silogismo: al mismo tiempo nos
sentimos animados de otro impulso que nos mueve en
sentido horizontal hacia lo terreno, la realidad, hacia lo
humano: no podemos quedar indiferentes al descubrir
bajo la vestidura del estilo el íntimo drama que vive el
hombre de la época: supone sentir en carne viva la
angustia de lo humano, porque el tema por excelencia
del barroco es el desengaño, el sueño opuesto a la vida
la máscara a la verdad: luego reconocemos no ya una
nueva manera o técnica sino una nueva estética, de un
distinto concepto del objeto artístico radicalmente
contrario al ideal clasicista de belleza: esto: 47 emisoras
abajo: canal local: el mundo en directo: en los basurales
del chaco argentino despreocupados del marketing y de
las cámaras de televisión hombres y mujeres disputan el
menú por la salvación de la vida individual: el grito del
barroco: el grito de la naturaleza desordenada: los del
canal 58 leen estas imágenes desde la pedagogía de un
jesuita del siglo XVI, padre Bonifacio, que refería sobre
la recepción del planctus mariae: lo de los desmayos
hay que interpretarlo piadosamente diciendo que son
meras hipérboles que no tienen otro fin que el de
exagerar la grandeza del dolor(…)para que los niños
y la gente ruda puedan de alguna manera sentir lo que
padeció al pie de la cruz: barroco: conciliación de
opuestos: partes que la única proporción que guardan
es la oposición: cadena televisiva: barroco siglo XXI
Interacción comunicacional
Sí, dijo esa noche con el vaso de ron vacío, después de
la conversación que derivó en temáticas no adecuadas
para el fin sexual que la reunión tenía como propósito:
porque después del diálogo, después de comprar el diario
de madrugada al chico de 6 años, después de años de
no comer monedas de chocolate, después de ella y de mí
es decir después de nosotros que parecíamos para siempre
la idea de llegar hasta su cuarto a desordenar las sábanas
empezaba a convertirnos en objetos: quizá por eso la deci-
sión de tomarla de la mano en calle Mitre y caminar hasta
Alem, para subirme al colectivo y dejarla ahí en la esquina
parada, diciendo ahora con la mirada un auténtico sí, un sí
legítimo: el sí que había sido no empezaba, con sus íconos
gestuales o metalingüísticos, en el momento menos indicado
a ser sí: la palabra del otro, el habla ajena introducida en otro
contexto, sea cual fuere la exactitud de su transmisión, se ve
sometida, siempre, a determinadas modificaciones semánticas:
cuando yo recupero el sí que dijo, inevitablemente dejo fuera
una constelación de lo que también dijo con sus ojos: quiero
decir que el lenguaje nunca tuvo la facultad de ser la forma
absoluta del pensamiento: lo supe después, cuando ella quedó
sola en la esquina diciendo sí, mientras yo me preguntaba
sobre la ventanilla de la 500 cómo se lee una mujer
El ella real
Decididamente sintomáticas y divididas mi mente y psique
por el límite producto de la involuntaria violencia
ordenadora que estructura y jerarquiza sin tenerme en
cuenta, y sin piedad ensueña y golpea, golpea y ensueña
al punto tal de dolorosamente situarme a luz plena subalterno
indefenso frente al ella real y la pre-mujer, temporalmente frágiles
ambas; desesperadamente amando no la totalidad sino mínimas partes:
me refiero claro a ésta que no es no es: y no es: que canta no cantando
cuando extiende y no extiende sus manos que no son manos y
las abre cerrándolas para despedirse sin irse ni haber llegado
para luego finalmente lejana hacer las típicas señales del adiós
hasta que yo mucho más allá de lo inevitablemente preciso
incierto como la letra, como lo oscuro a los ojos, vuelvo arrodillado
a la construcción escritural, a dar sentido a esta vida, fundando un
territorio en el que comprensión y pregunta se desleen: como aquélla
que ni canta ni extiende ni cierra ni abre porque no hay ni canto ni
llegada ni manos para las típicas señales del que puede partir:
han fundado una y otra dialógicamente dis-cordia en mi pobre corazón
Nota: Poeta argentino. Nació en 1982 en Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires. Estudió licenciatura en letras. Publicó “El Ella Real” en Ediciones Hemisferio Derecho.
martes, 25 de mayo de 2010
Alejandra Méndez
El poema debe dejarse morder/por un hombre casi
como en el silencio.
El afilado cuchillo de la escarcha/ llama a la puerta elegida/
entonces: el sentido (sin) de las cosas/ llanas hablan
por su cuenta sin decir/ nada de la plegaria que atardece
con la sangre.
Penetrarán la noche/ el frío/ en (ti) nieblas.
De allí el vacío y la letra con la daga.
Es como la madera misma del ataúd, que los otros soñaron.
Para uno.
Las cuatro esquinas de la cruz/ que cargaremos en gozo/
por la calle incorporal.
Se termina/ la última palabra/ del último verso/ de la última estrofa.
Todos los días, es el fin del mundo.
............................................................
No aprenderé nunca a vivir
en el atisbo de estos cielos
de impávidos fuegos donde
el viento mece el poema
escrito de la nada cuando
luz tierra y sonido son
desiertos mudos de la historia.
No aprenderé nunca, digo:
(como si habría algo que aprender)
A plancharme el disfraz social,
a mantener la calma ante,
la necedad de las formas,
repetidas cual síntoma
de enfermedad incurable.
A desprenderme del empuje
(como si quisiera!)
Ideoafectivo de la magna
Libertaria y Surrealista.
Ese nomadismo corporal
al que me amarro para morir.
............................................................................
Toda luz, todo fondo
me lleva en sabanas
de piel algarrobo
a la ribera.
Silencio que se hace carne
en línea inrecta
hasta la quilla de las aves.
Al Colastiné bebemos por paisaje
los poetas de viento húmedo.
La pampa gringa de los inundados,
que saben que el sauce llora
como lloran las viejas olvidadas,
como llora el río y la dejeza.
Que entroncadera zurrumba
peregrina cruje la madera.
Que como dice Fournier:
es un “inútil afán de huesos”.
Nota: Alejandra Méndez nació el 3 de enero de 1979, en San CristNotaóbal (Santa Fe).
Reside actualmente en la ciudad de Rosario.
lunes, 24 de mayo de 2010
Damián Ríos
Soplo
El josé y el taco cruzaban la calle
en bajada azotados por el sol.
Acribillados por monedones
de luz, a la sombra de la parra,
con la humedad que se desparramaba
desde abajo de la pileta y
la muerte que ya jadeaba
entre nosotros -yo en tu falda-,
los mirábamos pasar.
Ahora la gata se sube despacio con un solo
movimiento a la mesa de vidrio.
Se queda quieta y empieza a masticar.
Tengo la piel de las manos arrugada después
de haber cortado la lechuga y el tomate,
rallado la zanahoria, lavado
y secado mis manos con un repasador.
De a ratos se cruza flameando
el trapo de la otra historia,
la que estoy aprendiendo a escribir
y que me dejó con los bolsillos
llenos de plata vieja y papeles mojados.
Afuera, todas las lámparas están encendidas,
cada una con su sombra encima.
Los patrulleros azules planean
sobre las avenidas naranjas.
Vengan todos y vean
las gotas de rocío que resbalan suaves
por las pendientes de los aleros.
La gata mira su reflejo en el vidrio de la mesa
y después me mira a mí. No va a llover, habrá que aguantar
esta cerrazón que apenas humedece las baldosas
flamantes del pasillo y desacomoda los huesos de los viejos.
Me arrimo a la pantalla y te nombro:
estás en la palma de mi mano ahora,
te paso a la otra mano con mucho cuidado,
y te soplo o quiero despeinarte, respirás.
De nuevo la novela de visitarte bajo la parra,
abrigados del solazo, del ripio de aquella tarde.
La conversación se atrasa entre viajes a la pileta para meter
la cabeza abajo de la canilla. Dan ganas de que sea
una mañana de invierno, la helada blanqueando
los pastos, hombres haciendo sonar las cadenas de las
bicicletas mientras encaran despacio cuesta arriba, las manos
enguantadas apretando los manubrios. Pero es verano
y el calor de la siesta embrutece, apena. Tenés un pañuelo,
un trapo con el que secás tu frente a cada rato.
Hay platos sin lavar y la ropa colgada gotea.
Olor a que ya comimos hace un rato.
No vamos a decirnos nada. Ahora acerco
la mano y soplo para quedarme solo de nuevo.
Empecé otro
Empecé otro
sobre bichitos de luz, aviones
y ruidos de gente sola que se conecta
a cualquier hora o
llama por teléfono y todo se mezcla
con el pedo de mi viejo un verano
a las tres de la tarde,
cuando no es mi viejo todavía,
es mi papá,
y falta un rato para que empiece a entender,
tengo los pies metidos en el barro.
O las luces de los aviones
o las de los bichitos de luz,
o las que se reflejan en las caras de los
que hacen fuerza con los dedos,
los codos, los hombros y teclean:
serán las tres?
Son las tres o las diez,
hay sol, en algunas partes soy el uno
que se ceba un mate en un pe hache
en planta baja, arriba duermen ellas,
se dan vuelta, me tropiezo con un zapato,
pateo una caja de pastillas,
está oscuro.
Ay, cómo me duele la nuca
de tanto mirar de los aviones las luces
de los bichitos que andan al ras del piso
y se apagan, allá está, no, está allá, está:
el movimiento
para agarrar un bichito
de luz debe ser armónico
y calculado,
inclinando apenas los hombros y pensando vas a ver
bichito, vas a ver.
Después, cerrar las manos como un cuenco para estudiarlo.
Si se prende es porque está asustado,
si se apaga es porque está buscando novia
y piensa que para buscar novia
hay que ser medio canuto.
Ay, esa rama de sauce que una tarde mete
y saca del agua mi viejo, hace calor,
sigue sentado con el agua hasta
las rodillas al lado del titi,
su mejor amigo, me acerco y los miro.
¿Están en pedo?
Sí, están en pedo.
Todos merecemos estar en pedo.
Todos merecemos estar en pedo.
Todos merecemos estar en pedo.
Ayyy, cómo me duele la nuca
de tanto mirar aviones, luces, no es verano,
es primavera y el cielo está más negro
que nunca las estrellas esplenden porque la luna
se ve entera exactamente al otro
lado del mundo, o no, donde un joven maestro
chino la mira brillar y piensa con desdén
en los que están de este lado,
tengo los pies en el barro frío
y de abajo brota un olor húmedo y verde,
quiero fumar para secarme la boca.
El piloto, el copiloto y la azafata
cruzan el cielo manejando
y ven apenas un manchoncito de luz
que viene a ser el pueblito dónde mamá me dice que
qué ando haciendo en el bajo a esta hora,
cazando bichitos enamorados, mami,
los tripulantes me miran desde la cabina
y soy esta sombra buscándole la vuelta a esto,
se me va de la cabeza,
mi viejo no deja de sorprenderse
mientras mete y saca la rama del agua,
le pone el ojo, digamos, y después
lo mira al titi que asiente y mi primo me codea
(están en pedo, dice)
y a mí me gustaría poder contar
ahora una historia, sólo para ser bueno,
sólo para salvarme,
que tiene a una chica apenas iluminada
por el resplandor de su pantalla
a las tres de la mañana,
el pelo negro. Le gustaría estar durmiendo
para responder al otro día: estoy bien.
En una casa que no es su casa,
se mueve, va a su cuarto de dormir sola,
¿hay una escalera?,
corre algunos libros y abajo la pantalla se
apaga, pac, automática.
Y mi viejo que vuelve
a sacar la rama del agua, está en cuero,
el titi tiene la camisa desabrochada
medio flameando, al contrario de
sus rulos, firmes, ¿se quedará pelado
en alguna parte de esto
que va, viene y no sabe
para donde agarrar?
El uno baja al chino a comprar
cigarrillos y con la primera pitada
se empieza a llenar toda su casa de luz,
es decir que los dientes, los pulmones, el corazón
del uno brillan en la oscuridad
y le hace señas de luces al piloto diciendo
ey, entregá la azafata que acá abajo,
nunca, dice el piloto, acá estamos iluminados
por las luces del tablero.
La chica de nuevo baja las escaleras
haciendo el ruido
de la noche. El ruido de la noche es
igual y distinto en todas partes:
es el ruido del teclado,
de las ranas, de las puertas,
del ventilador de la cpu,
de la respiración pesada de los que duermen bien,
de la liviana de los que duermen mal,
de los ojos bien abiertos de
los que no pueden dormir y
agarran un cigarrillo con la mano izquierda
y con la derecha el encendedor,
e inclinan apenas las cabezas
que ahora también resplandecen, débiles.
Buenos Aires es un panal
de bichitos en el horizonte.
Que lo parió, dice mi papá,
y me mira. Se apaga
el sol, la siesta entera queda
a oscuras, y sólo mi papá y yo,
iluminados, empezamos a explicarnos
con los pantalones arremangados,
y una rama en la mano
que entra y sale de lo oscuro
por la que sube un caminito de hormigas
que después de estar un rato
abajo del agua sin respirar, no se ahogan.
No se ahogan. No se mueren.
¡Es raro!
¿Entendés?
sí
todos merecemos estar en pedo
todos el uno el miguel la guadalupe la chichita la cecilia la
cecilia la cecilia la cecilia lupe eleonora el chichí el puto
elías el todos taco julia gaby fernanda josé silvia ilona
todos ilu uli merecemos marina todos merecemos germán mariano
nico estar julia marianino juancito ariel en pedo todos
merecemos papá estar todos merecemos estar mamá en pedo
Todos merecemos estar en pedo
Todos merecemos estar en pedo
Todos merecemos estar en pedo
estar en pedo
estar en pedo
Nota: Nacido en Concepción del Uruguay, Argentina en el 1969. Sus primeros poemas aparecieron en poesia.com . Publicó: La pasión del novelista (1998), De costado (1999), Poemas perros (2001), El perro del poema (2004) y la novela Habrá que poner la luz (2003). También fue publicado en Polvo (2004), una antología en cd- rom que reúne algunos de sus poemas.
sábado, 22 de mayo de 2010
Julia Magistratti
33
Lenta de venir
del patio con las sábanas secas,
la toalla enredada en el cuello
y esa manera de llamarme
sin manos, con la cara,
me obliga
a deberle las llaves de mi casa,
el botón de la camisa, la fruta sin límites.
Porque siempre es de día en los recuerdos
tendré que llamar a mi abuela
para que se haga la noche;
ahora que ella está jugando
con sus plantas blancas
en un universo amarillo.
35 (El huérfano)
Donde hay aroma a eucaliptus están las madres muertas,
pensando.
Perfuman tus cosas calladas y sacuden de sus manteles
migas y alimentos invisibles
sobre tu caliente cabeza.
No puedes decir aquí.
Los lugares son los pensamientos de la madre.
Antes de tu nacimiento, los marcó con sus deseos
buenos y sus deseos malos
por eso, en algunas tardes, es feroz la llovizna.
Sobre un caballo pintado miraste por primera vez
la soledad de las madres.
Tan lejanas.
Te habían dejado girando.
Y ahora, que ya no las ves al pie del eje del mundo,
a veces bajas
te miras la sortija en la mano
y te quedas para siempre sin vejez.
39
Cuando dije “no paso más por esa puerta”,
tendría que haber dicho: allí ha quedado una caída,
no el objeto,
una caída.
Pero siempre es mejor así
no atravesar ciertas puertas
que dan hacia una noche que fue dormida
por los difuntos.
Es mejor así, entregar a un desconocido las llaves
y desaparecer bajo una luz de campos,
bajar escaleras, pasar adentro de ventanillas de trenes;
cuando llega la hora de la hoguera en la mente de los muertos.
Escapar, antes que te busquen ellos
con su ojo despierto,
antes que te vean, te alcancen, te quieran,
con su calor de ausentes sobre los asientos, en los leños de tu chimenea,
en las maderas de tu cama.
Cuando dijiste “ por esa puerta no pasaré jamás”
debías haber dicho: este final de familia, un juego de sillas.
Los tres poemas pertenecen al libro "EA" (El mono armando, 2007)
:María Julia Magistratti nació en 1976 en Azul, provincia de Buenos AirNotaes, República Argentina.
Egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires.
Libros publicados: Alasitas (ediciones Honorarte, Buenos Aires, 2004) y EA (ediciones El Mono Armado, Buenos Aires, 2007)
Con el libro Alasitas ganó el Primer Premio Concurso Internacional de Poesía Letras de Oro 2003 de la Fundación Honorarte.
Blog: http://veniaca.blogspot.com/
viernes, 21 de mayo de 2010
Jorge Santkovsky
Invisible
Todo parece en su adecuado lugar.
Los colores no se borronean.
Es el cielo de la cabeza
el más agraciado.
Una enorme actividad
invisible
un cosquilleo tenue.
En la máscara,
una completa sonrisa
casi una locura.
Una intensa presión,
incontenible
denuncia el fin y el principio.
Es el fin del espanto
es por fin, un principio.
Sorpresa
Hoy no ha sido un buen día.
Para mi sorpresa
ha muerto el dolor
pero ha nacido la tristeza.
Extraño ya,
el impulso de lo cotidiano.
Oprime más
la brisa que vuelve siesta el día,
ya que no encuentra resistencia.
¿Qué puede oponerse a la tristeza?
Rostro
Durante años
el espejo ha robado mi rostro.
No lo culpo,
sin duda
yo soy responsable.
Quizás la economía del universo
necesite esos rostros cansados,
sin destino.
Quizás eche de menos al mío.
A menudo
esquivaba el espejo.
No esperaba la dicha del reencuentro.
Cerraba mis ojos robados,
me ausentaba.
Desnudo
Despojado de mí,
desnudo
recorro aquella opción
de la que siempre desistí.
Lugares comunes
voces familiares
y la obviedad de los gestos
me confunden.
Rápidamente desespero.
Despojado de mí,
empobrecido
recorro aquella opción
de la que por algo desistí.
Otro pasado es posible.
El pasado es hoy
sólo perspectiva.
Nota:Jorge Santkovsky (Bahía Blanca, 1957). Actualmente reside en Buenos Aires. Cursó estudios de Matemática (UBA). Es presidente de la Asociación Argentina del Juego de Go. Además de Revelaciones, su primer libro editado, tiene inéditos los siguientes libros:
Otras criaturas, Breves y muy breves, Acerca de los dioses, el amor y los sueños.
Revelaciones sobre el infierno
* Los poemas que se transcriben están incluidos en su libro Revelaciones (Editorial Huesos de Jivia, 2010).
jueves, 20 de mayo de 2010
Laura Pratto
***
ahora cuenta tanto
más el entredicho
esas nubes de los diálogos
un buraco así de grande
cada cuestión mayúscula
me siento sin que me advierta
por fin minúscula escribo
de cuando pensaba en voz alta y listo
mal y pronto veces en que no lo pensaba dos veces
la inmensa mayoría
sus penas capitales también
***
la lista comienza donde terminó:
sereno, justo él
del palacio municipal, donde hubo navidades
a los pies de San Martín en un cuadro
gigante. pintor
en el cementerio sanfrancisqueño
cuenta que vio cada cosa
era impresionante
y te sacaba el hambre al principio
lo que después se hizo habitual
mezcla de juego y desahogo
entre compañeros algo así
como el regreso del muerto, blandía
una extremidad
a salvo de la descomposición.
instalador de la planta depuradora de líquidos.
de líneas telefónicas.
inspector de la perrera.
encargado del corralón de materiales.
mozo del hotel donde una vez se hospedó
Rafaella Carrá, fue así nomás
a llevarle un café y no me olvido cuando dijo avanti.
y de otra Rafaela, la ciudad, empleado en el Bowling,
la confitería El Ciervo y el Jockey, tanta timba
que trajo a casa más de una vez
mazos de naipes ya tenidos y descartados
por los jugadores exquisitos para sus hijos
que nos sentíamos ricos y no
nos hacía falta siquiera jugar con ellos
encimados como una carrada de guita.
operario de la fábrica de caramelos.
de la de bolitas de vidrio.
la de zapatos.
una de escobas y cepillos
otra de cosechadoras, un sinfín
para cada tolva que armaba.
cobrador.
réferi en el tiempo en que el fútbol
se lustraba con sebo se iba a la cancha
con instrucciones que entonces no podían fallar
doblar después de ese alambrado
donde hay siempre parada una lechuza
el monte ahí nomás
y los indios te corrían a piedrazos
los arqueros no usaban guantes
y era mejor aquel día recuerda
que en vez de sacar amarilla o roja fue azul
la tarjeta en realidad
un papel que tenía olvidado
en el bolsillo, nada que ver, pero así fue
la apostilla de la fecha en el diario local,
es lo que cuenta, de nuevo.
venía un temporal y te arruinaba la cancha:
ladrillero, de ahí salió
lo de hacer la liga en la teoría
del buen barro, también
me gustaba ir de noche
cuando se prendían los hornos
y era una de comer y chupar.
vendedor de rifas
la de River y la de Boca al mismo tipo
le vendo las dos, si es de River
porque es de River y si es la de Boca
para que gane algo y les haga el daño.
empedernido
jugador también:
se envenenó la pelota, una vez
patié un tiro libre
y vi que la negrada se empezaba a alborotar,
pensé que había quilombo pero
le había dado a un panal de avispas.
cosechero de la papa, la aceituna y el maíz
que deschalaba, pasaba el arado
salían las papas pero también las víboras.
capaz alépátanpíchu
de acordarse de un lugar
por la fiesta en torno al cultivo
que se hacía allí una vez
por año: sabía ir a bailar además
a Tranfuerza. Pabellón Industrial. Piquete Las Flores.
República del Oeste. y en su San Carlos natal
empleado en la cristalería ya de chico
masnà
se daba una idea: soplar no es hacer botellas
***
arrancar la costra antes de tiempo
entre otras especialidades turbantes
para los piojos. reventarnos las ampollas.
quitarnos las astillas con aguja. querías limpiarnos
los oídos con un alambre con gancho
el hisopo es peor manda la cera
para adentro. nos sacabas
las muelas con tu pinza de carpintero e hilo de
coser.
te corregías muy de vez en cuando
el juanete con un anillo de caña tacuara. tu idea
para ayudarme a pasar una pastilla intragable
fue darme un vaso con leche de prepo ni sabías
que desde la mamadera ya no la toleraba.
dejaste de fumar tabaco mientras mis hermanos
aprendían a hacerlo por esos cigarros
de zarzaparrilla que te salvaban.
extrañaré horrores
Nota:Laura Pratto nació en San Francisco, Córdoba, en 1976. Publicó “Alcance” (Bajo la Luna, 2006), “El Hilván” (Bajo la Luna, 2009) y “Cría” (Ediciones Recovecos, 2009), al que pertenecen los presentes poemas.
miércoles, 19 de mayo de 2010
Mario Trejo
Ultimátum A Un Joven Poeta
Que el pan sea pan y mar el mar
Basta de conjeturas
Murciélagos lunares o roedores de orquídeas
Toda palabra tiene precio
Las palabras que atacan como rayos o víboras
Y también madre
Amigo
Y alcohol y cama y mesa
Y el hijo concebido a dulces empujones
Y los hongos que provocan destellos de amor
O resplandores de muerte
Y el poeta que cae bajo las balas
Como un sol que la noche acribilla
Que el pan sea pan y mar el mar
Y el agua eterna
Pero la sed eterna
Para poder decir al fin:
He hallado un pan junto al mar
Los buitres sobrevolaban mi amor
He mordido una orquídea
Los buitres disputaban un cuerpo querido
He guiado camiones y dormido en aserraderos
Los buitres devoraban a mi amada
Viajé de noche sobre la arena caliente
Invoqué los nombres secretos
Conjuré un maleficio
Contuve una catástrofe
Conduje a un águila a su nido
He muerto con mis muertos y estoy vivo
Cuando llegué a la ciudad
Un loco vagaba por las calles
En su mirada había un cuchillo
Le di mi mano
Lo miré
Le hablé y mi voz duró entre los astros
Éramos sólo dos sobre la tierra
Pero éramos dos sobre la tierra
La soledad se hizo añicos
La poesía palabras
Apuntes para una crítica de la razón poética
Digamos, por ejemplo:
por un punto dado fuera de la luna
sólo podrá trazarse a dicha luna
una perpendicular y sólo una.
O también:
llámase barroco a todo aquel
para quien la distancia menor
entre dos puntos
es la curva.
Proposición:
pasar de la poética de la moral
a la moral poética.
Ejemplo:
de dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo:
de la derecha cuando es diestra
de la izquierda cuando es siniestra.
En resumen:
más vale ser cabeza de león que cola de ratón.
El mejor modo de esperar es ir al encuentro.
11
Kesí
Kenó tiene razón
Ké kosa extrema
es un poema
Komo un policía
detrás de las palabras
va la poesía
Ni a las palabras respeta
hoy
el poeta
Feas o hermosas
lo ke kuenta
son las kosas
Para partir, para llegar
También aquí se quiso huir
dejarlo todo atrás
reanudar el silencio
desbaratar una copiosa primavera
pasar por alto algo más todavía
Pero muchos años han pasado por este poema
con muertes y orgasmos
amores y guerras
soledad y dictadores
El tiempo es una paciencia
largamente presentida
y elástica
Ya no hay tiempo para perder
en mitos y melancolías
Ya no es tiempo de perder.
Nota: Nació en Buenos Aires el 13 de enero de 1926. Se vinculó al grupo de poetas de la revista Contemporánea (1949). Ha participado en la dirección de Luz y sombra (1948), dirigió Cinedrama, revista de cine y teatro contemporáneos (1953), colaboró además en Ciclo y Conjugación de Buenos Aires. Ha editado en poesía: El uso de la palabra (1979) reúne tres libros: Crítica de la razón poética, El amor cuerpo a cuerpo y Lingua Franca, e incluye los poemas que le valieron el Premio Casa de las Américas (La Habana, 1964); La pena capital (Madrid, 1980); Orgasmo y otros poemas (1989). Cassette: De puño y letra (1989).
martes, 18 de mayo de 2010
Patricia Damiano
El reino
A Isaías Garde, mucho después
En verdad ella no ha gritado, cree que nunca. Cree que nunca llora y que los pájaros se adueñaron de su garganta pero él busca un olor a sal anticipada, huye las yemas, los dientes, huye por el cuello, trata de soltarse de ese cinturón de noche cárcel piernas que no huyen. Cómo saber si golpearla es el único placer cuando se piensa repulsivo. Tal vez dibujar la espalda de esa mujer cruel con alas de niebla, a cuchillo, con el mismo cuchillo. Su mano tensa detiene una rodilla en el abrazo justo. No tiembla, debe sofocar el grito que lo ensordece de tan esperado pero el sol se le va de la boca. Ya huele a mar su pelo silencioso. Ya los dedos. Teme que no esté gritando, que diga quererle; eso sería inadmisible. Por la ventana pequeña entra la última tarde en pedazos pero el hombre espera su reino, el reino de mármol donde una túnica blanca cuando las ojivas se diluían en la noche. Sus manos le parecen ajenas, acarician a la mujer adagio, la buscan lluvia, no responden.
Sabe que nada le complace. Todo no es y es en el vacío. Sabe que no hay retorno, que no puede destrenzar las horas y quedarse en el pentagrama de los sueños con aquella otra mujer furiosa y furtiva que tantas veces había amado.
Otro pájaro anuncia su canto vehemente y entonces ella gira y le tiende los ojos, más oscuros que cuando los inventaba, más abismo, más caldero, más nombre estallando silencio, los primeros acordes de un arco listo. Los cuerpos están allí. Ella no gritará que lo quiere. El hombre lo sabe y tiene miedo. Toma la daga, piensa en la pared de su cuarto. Piensa en la palabra que ella está susurrando por vez primera, la que siempre escribían.
Ha cerrado los ojos para concederle el deseo.
Un búho se acerca a la ventana. La luna ha entrado altiva y pisa roja los cuerpos quietos.
Cesáreo
el monstruo vuela y ríe
liquen solo en el árbol
alegría láctea
la madre desde un banco de
madera
ausculta-recuerda
el salto
su vahído horizontal
-merecía un cráneo euforme-
para siempre
juega sordo y es el parque
estrépito
Ajedrez
Todo ocurre de cesión
en cesión
diminuendo
en tierras
su guirnalda nupcial
lame el azar un aceite de noche primera
idioma de lo otro -en secreto los pies tallados
en la alta siesta
de Cachemira
Así es
cuando el adversario ruge mudo
devora
el
juego
de tu magma
elige el alfil
redondo
nocturno
y casi en tablas
delinco
como se debe
Nota:Nació y vive en Buenos Aires
Reside en su torre y en la red
Libros:
Chacal de noche
Crepúsculo cierto (Primer premio publicación de la Fundación Argentina para la poesía 1992)
Los textos de los dos últimos años en Calamo currente (aún no organizados en libro)
Principales sitios:
Calamo currente http://calamocurrent.blogspot.com/
Zoopat http://patriciadamiano.blogspot.com
En co-dirección con Isaías Garde:
Ignoria, biblioteca hogar http://bibliotecaignoria.blogspot.com
5.1 Megapixels, Factor serpiente fotos http://factorfotos.blogspot.com
Factor Serpiente, red http://www.factorserpiente.spruz.com/
lunes, 17 de mayo de 2010
Miguel Martínez
PAVURA
Alargo la mano para servirme un trago.
Pasa que me dan pavura los cielos del otoño,
me da por pensar que soy un tipo tramposo, malacostumbrado.
Abajo los astros arriba los baldìos
Salud!
Larga vida y muerte súbita!
Cuando era chico me preguntaba cuantos muertos cabían en una nube.
Todo un hombrecito, decìan las tías de mí,y arrastraban la grupa por el gallinero,
Olían a gatuzo en las mejillas.
Miraban el noticioso, me lo advertían todo.
Los tíos conversaban maneras y maneras de hacer el amor,
tomaban amargo obrero
sentados sobre ese mundo recóndito,muy cerca del chiquero,
y se hacían la paja también,
debajo de los nísperos.
Cúantas mujeres caben en el olvido.
Vuelvo a reir y se pronuncian los rasgos de mi viejo en la vidriera.
Salud, le digo,
despeñadero, jaula cosechera, lucidez, espanto.
Ya parece que muerdo cien años sobre mis botas,
doy tarascones sin amabilidad, hablo huesoso.
Cuántos años caben en una sonrisa tuya.
Cuántos
quisiera saber,
a media tierra,
a medio trago,
a caballo
sin regreso a la noche.
PIENSA
Piensa de nuevo,había luces en el cementerio
y un reloj de lluvia que me demoraba.
Piénsame ovejero,el que corría y olfateaba por flaqueza
tus rodillas,piensa
cuando la tierra me convide un poco de la sonrisa del abuelo
y otro poco de tu innumerable boca o tu pollera
y ya no me levante.
Piensa cuando la luz se corte y haya que salir al patio
y tu lindeza me pregunte todo
sin que vuelvas, sin que te hayas ido
piensa
piensa
piensa como la muerte piensa
y se estira con tus ojos
cuando hay amor, cuando la borrachera impía
nos sorprenda en una curva piensa.
Piensa imposible, tren del subterraneo,
cuando debajo del mar nos decepcione.
Piensa en el arrebato con el que vivo, la urgencia,
la torpeza, la sangre en mi cabeza que duda, que ya no acepta
otro recuerdo.
Piensa y olvida todo,
Que no valió la pena. Viaja.
Un día demasiado largo
ha sido.
SIN CARA
Un colectivo me expulsa
de la vanidad urbana.
Ya ví subir a los trabajadores sin cara.
Soy un niño gigante
desvelado otra vez.
Nota:Actualmente reside en Bahía Blanca,
poeta, y actor de teatro, nació en Stanford University, Ciudad de Palo Alto, California,EE.UU, en el año 76.Sus padres tuvieron que irse de Argentina en tiempos de dictadura.
Vivió en México,y tras el retorno de la “democracia” llegó a Carmen de Patagones donde comenzó a escribir poesía y subió a los escenarios interpretando textos de R.G.Tuñón, J.Gelman,Tejada Gomez, Miguel Hernández, entre otros.
Vivió en Neuquén,Buenos Aires y Misiones.
Durante muchos años subió a los colectivos urbanos a recitar poemas para los pasajeros. Salió de gira por diversos países de Latinoamérica hasta llegar a San Francisco, California, donde residió largo tiempo.
A su regreso se radicó en Bahía Blanca donde dictó un taller literario en el “Periférico Cultural de Villa Nocito” y formó parte del grupo literario y social “Alfonsina y el bar”.
Con un pie en Bs.As. lleva bajo el brazo tres libros inéditos.
Sus poemas han sido publicados en diversas revistas nacionales e internacionales y blogs universales.Algunos han sido adaptados para obras de teatro(creaciones colectivas),colabora para la revista “Lamasmédula”de Buenos Aires.
Sus maestros:
Irma Cuña,Raúl Artola,Jorge Spíndola,Osvaldo Costiglia,entre otros.
domingo, 16 de mayo de 2010
Liliana Celiz
***
devorado por los ojos de mi madre que no come ya ni canta
en la canción del viaje venidero él sirve en su revés la mesa
ella se irá mañanma hacia otro puerto con los hijos de sus hijos
a la cumbre de algún álamo a tornarse mariposa con la frente
coloreada del disturbio de ellos (él no canta, ya ni ríe, ya ni canta
la canción que estorba entre los ojos nuestros) es la luz la que
sostiene la mañana en el pretérito del viaje él ya no vuelve
***
tocando el piano entre muñecos que no cantan ya ni temen
en la noche el resplandor (el agua tiñe de lavanda a los muñecos)
la luz que viene de los muertos (él se ha ido y temblaba tras los
ojos de mi madre) en la estación tomábamos el mate y cantábamos
de a cuatro los pañuelos (él lloró) en plena intensidad de la mañana
ha muerto (él lloraba de la sombra de mi madre, de los hijos de mi
madre) tal vez la sombra ascendía por los bordes (la humedad)
bailaba mi caballo por el patio justo al pliegue de los pastos y la tierra/
la tortuga caminaba en el recuerdo
***
al fin quedábamos nosotros, su sombra iría en ese viaje transversal
a las siluetas del otoño y todo lo que acaba en tornación de pormenores:
el viaje próximo al viraje de los ojos en la fronda (ya nadie iba detrás de
nuestros cuerpos: él volvía) la pura noche en el silencio/ los ojos por
detrás de las veredas arrimados a los cuerpos en la zona del discurso
(la humedad) la boca llena de humedad a la canción que él canta en
otro viaje)
Del libro inédito "Nadie ha vuelto"
Nota: Liliana Celiz Nació en la ciudad de Rosario, Argentina, en 1956.
Escribre poesía desde sus once años de edad.
Editó:“Del Traje de Eva y su manzana”(Ultimo Reino), ¿De dónde vienes de mirar tus ojos padre? (Ediciones del Dock, “Desembocadura”(Tierra Firme), “O elevación de vos o pensamiento”(Ediciones del Dock) y “A los que fueron pájaros”(Ediciones del Dock).
sábado, 15 de mayo de 2010
Francisco Bitar
Todo clima pertenece a las estaciones
también este en que enciendo un cigarrillo
y el humo hace de la habitación
una atmósfera aparte
Pasó ayer la temporada de lluvias
y empujó en dirección a los puentes
las luces de un tráfico falso;
el resto de las líneas de punto
que traban las estaciones al suelo
debió correr por su lado
para unirse más lejos
al movimiento del perímetro
Acá el agua es una música clara
que recorre las paredes
aparecen todavía objetos
de los inquilinos anteriores
encender los quemadores del horno
es cuestión de vida o muerte
Abríamos la casa con las tormentas
y corríamos los muebles
hasta el centro de la habitación
donde más tardaban
las masas de aire fresco
en desplazar los últimos calores
Atrás de la cama apareció la última vez
la estampita de un santo paraguayo
y no supimos si se soltó del colchón
o si bendecía el papagayo del viejo
que murió con esta casa
Respirar y que sea de noche
Después, entre la estampita
y la furiosa necesidad
de devolver los muebles
a su lugar original
es lógico recordar el momento
anterior incluso
a terminar el curso
de la primera comunión
en que se pierde todo diálogo con dios
y se le empieza a rezar a todo
para que no desaparezca
Esta noche está el frío endureciendo
todas las puertas que dan a la calle
Las luces rojas de advertencia aérea
que se encienden en la punta
de los grandes edificios
duran igual que las estrellas
Ahora se apagan
o están enfriándose
hasta desaparecer al mismo tiempo
todo ocurre a una altura parecida:
la cabecera de mi cama
hecha de reja de hospital
Voy a rezarle a todo
que si no, desaparece.
(de el olimpo [primera parte], Ed. Chapita, Buenos Aires, 2009)
La sangre que está en la mano
la circulación manda hacerla correr
y pone otra sangre en su lugar
El pantalón al lado de la cama,
la imagen de un perdido del mundo
que duerme junto a un inmenso campo alambrado
El aire que estaba afuera y después entra, relacionando
Los ruidos del tráfico son los de hoy
aunque parecen recién llegados de un largo viaje
——Hay calles que pueden llevarte lejos
a otras ciudades incluso
pero si se caen del camión unas botellas
habrá olor a cerveza todo a lo largo
Después se callan
y al toque el silencio
vuelve a tener mil años
La idea de generar
un vínculo entre las habitaciones
y la idea de impedirlo
son las dos muy viejas
y ya tienen cada una su propio invento
Una idea es la sangre
en la cabeza que hace un rato
estaba adentro de la mano;
un invento es la misma sangre
que ya dio todo la vuelta.
(de el olimpo [segunda parte], en prensa)
HORMIGAS EN LA GUANTERA de una camioneta,
la luna proyecta un azul
de pantalla a la oscuridad
En el pasillo la luz se estira
y se tensa la correa
del perro del vecino
La bocina de una locomotora
suena en la noche:
debe ser el penúltimo llamado
de un tren que lleva enfermos
Nadie sube
pero unos cuantos se bajan a escupir.
El Olimpo segunda parte, (Colección Chapita, 2009).
Sierra al ciervo
Al salir, el ciervo está tirado
al pie de la puerta, lagrimeando.
“No puede más con su cabeza”
piensa el hombre, se mete en su taller
y sale con su sierra de mano
“La trajo arrastrando desde el bosque”.
El hombre aplica sierra al ciervo
que muere bajo su cornamenta;
“Por alguna razón les crece este ramaje,
hasta matarlos a veces, en la cabeza”.
Al primer contactote la sierra
salta el sarro en virutas
luego polvo y hacia el centro
del cuerno un blanco real
[ ]
el hombre está de golpe del otro lado
y detiene la sierra justo delante
del ojo de mujer del ciervo.
El ciervo, conmovido, se levanta. Tiembla.
El hombre entra y sopla el serrín
del trabajo en las mangas de su camisa
arriba de las marcas pegajosas
del desayuno sobre la mesa.
De parado con su taza de café
mira desde la cocina cómo el ciervo
regula su nuevo peso
con movimientos cortos:
es un ciervo joven, los ciervos son viejos
sólo a último momento.
El hombre gira y espanta
las moscas de la mesa –
son más cada mañana,
un día tendrá que hacer algo.
Por el momento
deja la taza en la bacha
vuelve con el trapo
y borra cada marca.
De Negativos, (El niño Staton).
Nota:Santa Fe, 1981. Reside en Santa Fe. Publicó la revista “Humillados y ofendidos” (2000-2001). 2004: Primer premio VI bienal de arte joven, poesía, Universidad Nacional del Litoral. Poemas y ensayos de su autoría aparecieron en distintas publicaciones de la especialidad.. Colabora con el diario “El litoral”. En el año 2009 publicó El olimpo (primera parte) (Ed. Chapita, Buenos Aires, 2009), la segunda parte aparecerá a mediados de 2009.
viernes, 14 de mayo de 2010
Tomás Watkins
YO BEBO
inciertos caminos persigo
alfombra de espinos mis días
vacías estepas mis horas
sin vino
(Roberto Mariani)
yo bebo
así me encuentra la noche
bebiendo
bebo
ya se fue la luz del día
me contenta saber
tu nombre y este miedo
bebo
mi hígado tiene el tamaño del mundo
es el vino
lo que te mata y te hace más fuerte
bebo esta noche sin hielo
esperando
bebo sobre todo
sillas lanas
en cuartos de hotel
para olvidar o recordarte
bebo
el sabor me hace pensar
en el vino de Li Po
que jamás probaré
bebo
placer efímero
con tantas cosas que hacer
bebo porque sí
no golpeo el mentón del creyente
yo bebo
déjenme en la realidad del vaso
bebo
hay una mina de oro
ahora
no mañana
bebo
el vaso tiene miedo a la muerte
que acecha en el piso
bebo
un Gato Negro baila en mi estómago
dejando rastros
bebo
regreso a la plaza Ministro González
el tiempo vela
mis reliquias
bebo mientras orino
el baño asiste al acontecimiento
soy la antena
de un mundo líquido
bebo y pienso
una mujer alojada en la memoria
es un arma celosa
bebo
llegan visitas
dormir es para quienes lo merecen
bebo
revuelven la biblioteca
están despiertos
no saben del infierno
de la vigilia
bebo
bebo y ellos no dejan de venir
están en su derecho
les debo este abismo
bebo tu nombre
tiemblo
me embriago de angustia
contra el pronóstico
no llueve
bebo
el espejo se burla
llamándome
no vengas a verme
siento vergüenza
bebo con Li Po con Bukowski
con los otros que no beben tanto
y se indignan
todos en su sitio
cada uno
con sus fantasmas
bebo con mi colección de poetas altos
–es frívolo
dijiste
no sé qué esperabas de mí
y de lo que fue dejando la noche
bebo
siento el caer de los imperios
no es tan importante
como estas nuevas ganas
de ir al baño
bebo
ahora llueve
pienso en camas que se enfrían
más allá de esta ventana
bebo
hay tormenta
y otra mayor
dentro
bebo
huelo restos de otro vaso nocturno
es un incienso escuálido
propiciando alguna muerte
bebo
escucho el tañido de campanas
no me siento solo
todavía tengo el vaso en la mano
bebo
pero deseo beber la lluvia
gotas de redención
para un domingo olvidado
bebo
nada es permanente en la vida
ahora
esta sensación
del líquido en la boca
bebo
las bestias buscan refugio
otro día empieza
y estoy
vivo
silencio
tengo ganas de gritar
el vino se acabó
voy a dormir
para soñar una bodega
que lleve mi apellido
bebo
luego existo
ésa es
mi única certeza
VENDAS & GASAS
2004,
creo que ahí comienza
todo:
los viajes, el frío,
el vino. Los golpes
a uno mismo
dado
vuelta. Las manos rotas,
temblando, el pie sangra
y la jefa de guardia me grita,
–borracho,
con los casos serios
que hay.
Comienza de pibe
con perros que te muerden,
con laderas rojas de bardas
donde nos tirábamos
sentados en cartones,
la risa desbocada
y la mente haciéndose agua.
Más tarde empecé a robar
nostalgia a las tardes, al cine,
a libros que leía por única vez
y perdía.
Pocos años de vida y se veía venir,
tanta sed de cosas rápidas,
el alcohol esperando
ahí afuera.
Y la plata para las vendas,
y la plata para el cartel
que rompí a trompadas
una noche de whisky.
Entonces el juzgado,
de testigo, de acusado,
víctima siempre
y la doctora que no logra
mi redención.
Ella y sus piernas,
sus pechos enormes,
masticando chicle
jurídicamente.
Me aconsejaron
que no la deje
hasta que todo se calme;
no pude hacerlo.
Debe haber empezado
aquella tarde
cuando no llamé a mi viejo
para el cumpleaños.
Dos días más tarde
lloré.
Por la inclemencia,
el tiempo perdido.
Mi viejo trajo ese libro
con un cuento para cada día del año,
nos leía al Pablito y a mí
[Belcebú lo tenga en la gloria,
se fue a una ciudad colorada
a vender algo
y lo vendió todo];
jugábamos al fútbol y leíamos,
qué magia de pibes.
Salvo el Luigi:
años después
apareció de milico
al que le pesa la camiseta,
nos dijo –qué bueno verlos,
dejen de fumar,
hay chicos.
Ahora que lo pienso
estaba Sofía,
aquella chica implicada
en mis primeros cigarrillos.
Cuando mis viejos me preguntaron
dije
que ya era tarde.
Teníamos viento,
a veces silencio.
15 verdes años:
ella
eligió.
O empezó cuando Aylén dijo
que los poetas somos
un poco más lentos,
aquella tarde lluviosa
que perdí mis palabras
tratando de armarle el corpiño.
Ahora cambió el discurso
y cría a su hija
lejos del pibe que la golpeaba,
que también mordió a Delfina
en la frente y una vez
me gritó –¡no te metas
en mi vida!
Debí romperle la cara,
estábamos justo
enfrente de la farmacia
donde me conocen.
Son cosas que pesan
por no ser santos, por guardar
la intención y el deseo
para un momento ideal.
[En el libro de ese pibe
decía
“matar: quitar la posibilidad
de las miserias y conquistas,
de lidiar con la resaca,
la oportunidad.”
Una mierda, la crónica.]
Cuando pasa tiempo y no veo
a este sujeto fascinante y violento
me siento intranquilo;
pienso en la nueva víctima,
en su casa,
los seres queridos.
No empezó ahí, es cierto,
pero la Biblioteca fue mi faro,
un pararrayos, el manantial.
Las socias se acercaban salvajes
en la escasez de la tarde
y reían.
¿Qué fue de la gordita con trenzas
que batió el récord
de permanencia en sala?
¿y de las otras dos,
en eterna maniobra?
¿De qué se reían?
Ahora las cosas cambiaron
pero ellas siguen frescas,
en estación,
como en un poema
de otro.
Los viajes trajeron
de nuevo el aire fresco
que reinaba en la plaza,
cuando creía que el mundo
era hacer goles.
Viajar es bueno, una vez
miré a una mujer a los ojos
y me vi mirando a otra mujer a los ojos,
en otro lugar, no hace tanto.
Alguna de ellas me dijo
–tenés talento
para los finales. El viaje hace bien,
y olvidar.
Después la vuelta, tener que volver
con frío, calor,
película o baño.
Chatarra,
chatarra en los pueblos del regreso,
chatarra somos
aguantando el peso
de la cara oxidada.
Escribo mientras la gente
se va quedando dormida;
los colectivos tienen luces
dentro y fuera.
Escribo porque ahora no tengo
las manos vendadas,
estoy en paz.
No puedo recordar
tantos viajes, tal vez lleve
fragmentos, esquirlas,
dos líneas, el vino inconstante,
las señoras inmortales
leyendo poemitas
para sus nietos, egoístas.
Y el calor, la humedad,
lluvias torrenciales y uno siempre
distinto en los recuerdos,
en las cosas que dejamos
o no tenemos
y el clima de a poco
se mete en las letras.
“Siempre la misma cantinera,
siempre la misma canción”
en el anfiteatro donde aterricé
de cabeza y le dije a una mujer
que no estaba en oferta;
di un paso en falso
desafiando la noche:
el pasto y los vidrios
en mis dedos.
Vendas & gasas,
barata la caída,
un clavado sin agua
para complacer al mareo.
–Cuidate, la garganta es débil
me dijo mi viejo.
Pelado, me hubieras visto,
tan prolijo venía
con los codos morados
de sangre, de vino,
de noche en el piso
y la agüita, el rocío
en la espalda del Seba
con raíz en el pasto.
Vuelvo en forma de prosa, –¡Ja!
dijo ella, –¡vos no podés
volver en forma de prosa!
Pero vine,
vine en forma de prosa
y escribo la sangre de mis amigos
que no puedo traerme;
escribo la muerte de las mujeres
de mis amigos que no puedo traerme;
escribo el recuerdo
de las mujeres muertas
cuyas manos siguen cubriendo
a mis amigos que no puedo traerme;
en Chile o en Bahía Blanca,
de poesía o de cáncer,
la muerte nos muerde los labios
cada vez que amamos
el vino, el vodka, la birra de Ale
y el idiota que dijo –¡porro! bien fuerte
para que no fumemos más,
y callemos.
Debió comenzar
de un momento a otro,
tortura o suerte;
pero debe terminar.
Se cansan las ventanas,
los cordones, las salas de espera
de consultorios blancos.
Hoy no soy más grande, no he cambiado,
me voy a cortar el pelo
y aprendí cuánto tarda
en curar cada herida:
la de los pies
molesta tanto
que no podés escapar;
la de las manos
siente vergüenza.
Hay otra,
más profunda y secreta;
tanto
que ya no duele.
Nota: Tomás Watkins nació en la ciudad de Neuquén en 1978. Integra el grupo de poetas Celebriedades, con el cual ha desarrollado una vasta difusión poética en las Patagonias argentina y chilena mediante el espectáculo poético—musical que los caracteriza.
En 2004 Celebriedades emprende un proyecto editorial denominado El barco ebrio con el cual Watkins edita su primer libro, intitulado 26. En 2007 se publica la versión definitiva en la editorial El Suri Porfiado, de Buenos Aires.
jueves, 13 de mayo de 2010
Dolores Etchecopar
El pozo
mi hijo no hace pie en el alba
tampoco hace pie esa ciudad donde estuvimos
ni el tren que iba a Berlín
ni los muertos que suben y bajan
la ropa de los vivos
nada hace pie ni la pobreza ni la risa
ni los ruidos feroces ni las luciérnagas
bajo el gran país que suelta la noche
digo unas palabras aparto a la extraña mujer
que se prepara en mi sollozo digo unas palabras
antes de que ella me enmudezca con sus fábulas
y su desmemoria
mi hijo no hace pie en el alba
el tren que iba a Berlín
los vivos que suben y bajan
la ropa de los muertos
nada hace pie
en el llamado
nada hace pie
en el silencio ese niño
nunca sabrá
por qué afuera de la luna
golpean a un viejo caballo
del libro “Notas Salvajes”
*
hay palabras preciosas
gemas que se abren misteriosamente
cuyas facetas destellan algo que se quiebra
antes de completarse
así es la palabra aquiescencia
difícil de pronunciar
esquiva como un hilo de agua
que fluye entre las aristas filosas
de la palabra no
del libro inédito “El Comienzo”
*
niña helada en una canción
de cuna y de tumba
con cuánto esmero te envuelven
los cordeles los pasos de tu madre
la tardanza de un amor
que teje tu rostro sin descanso
¿qué alimento es ese que tomaste
en el frío
cuando ya no había nada?
cortaron tu bretel de nubes y de nieve
te sacaron del alma del mundo
ultrajaron el obsequio
de tu rostro huyó un jaguar
a la vista de todos
niña larva
apunada de soledad
te doy asilo en mi aliento
en mi protesta
ábrete
hazte unas manos
para levantar de tu pecho y del mío
una casa
hazte un comienzo
en la música
y el rugido
del animal más lento
del libro inédito “El Comienzo”
Nota:Dolores Etchecopar, nació y vive en Buenos Aires, es poeta y artista plástica. Publicó los siguientes libros de poesía: “Su voz en la mía” ( Corregidor, 1982), “La Tañedora” ( El Imaginero, 1984), “El Atavío” ( El Imaginero, 1985), “Notas salvajes” ( Argonauta, 1989) y “Canción del precipicio” ( Grupo Editor Latinoamericano, 1994). Este año se publicará su libro inédito “El Comienzo”. Entre los años 1999 y 2000 creó junto a otras poetas y artistas el grupo de poesía oral “el pez que habla”.
martes, 11 de mayo de 2010
Mauro Morgan
RESURRECCIÓN
Ahora que tu cara está vacía
de la sopa no sale espuma
Como en el juego de abrir
espejos
Como en el juego
antes del llanto, la sombra de
tu
Columna
Sobreviene al amado,
no deja huellas ni acaricia
el perfume.
Ahora que se antepone sorda
la habitación del sueño
¿qué Falta?, dime, en los
tendidos crucifijos
llamándote y rezando
Tu calle, la cruz. Una distancia
llena de fósforos
Acaso la desgracia ajena
rezando.
¿qué faltaría para que el
“tengo” de mi nombre,
no huya impasible
Por una corta cornisa del
destino? Una ciudad
No conozco, casas y calles
exactas.
Perros custodiando el olor a
miedo
Caballos.
Ahora que la palabra se hartó
del deslumbramiento
Y este cuerpo no quiere
continuar
el hambre
Que mi voracidad se raja y
muerde, que cada clavo
Responde la voz de tu cara más
humana que vacía,
¿me dejaré ir?
¿llegará ese polvo que desprecio
y que no es mío?
El trabajo de la
pesadilla
1
Se deshizo la cama y recuerdo
La última fuerza.
Siempre estuvo vacía.
¿A quién engaño entonces?
Al miedo.
Y si tengo miedo de no engañar
Lo suficiente
a lo que aúlla
puedo caer en una cama.
Dormir
Y
mi última fuerza
fue descubrir
Que la cama
se deshizo.
2
Al despertar
no encontré la ayuda
No es fácil
estar sentado.
Si se
asomara una araña cargaría de peligro
el vacío.
¿Qué es,
exactamente, el cordaje
Si se estira
entre las redes?
Trabajo
desde la luz un rincón alejado.
Para que
venga suave. Pero suave
es caer en
una cama. Dormir.
Que mi
sombra no sea la nuca.
Igual en
secreto había estado reventando
Lo que el
mismo silencio no podía decir:
El borde de
la ventana es oculto. Mis
Ojos no se
abren desde hace años.
¿Puedo pedir
ser más hombre?
Bio: Es un poeta argentino nacido en Rosario en 1988. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas: Groenlandia (España, 2009); Viva la Palabra (México, 2009); Poesía Viva Rosario (Argentina, 2009); Cinosargo (Chile, 2009) Vieja Lilith (Argentina, 2010). Participó en Breve muestra de Poesía Argentina actual (Foja de Poesía No. 037) de la revista Mexicana “Círculo de Poesía”. Fue galardonado en el concurso de Varadero, Cuba, Poesía de amor Varadero.
Colabora en la revista Analecta Literaria (Argentina)