martes, 14 de diciembre de 2010

Fabián Alberdi




del centro a la villa, última parada.
I

cortaderas oscilantes laceran mis piernas.

(también los insectos,
que vuelven a sus hábitos regulares
y reposan luego en una chapa acanalada)

el pasto reclama suyos
objetos que son y no son;
lo mismo que el gato de Schrodinger,
hasta que alguien los pisa no se sabe.

-recojo una estrellita que reza
sheriff
o quizá,
comando radioeléctrico-

(que la cámara siga mi derrotero;
obsérvese cómo la sangre adherida a mi camisa
parece una medalla)


II

ya sorteé el bañado
ya cruzo
el puente negro


el Napostá entubado es una madre loca


villa mitre 2001












río abajo

padre, me pusiste en la cesta
y sigo río abajo.
(nada más que limo en las orillas,
pequeñas hogueras a veces,
en los ojos de quienes esperan
ver pasar un cadáver).
el mimbre está hinchado, padre,
mordido
por criaturas más rápidas que la vista,
indistinguibles de los altos pajonales
en los que me interno
siempre que el río muere.
(mientras espero
soy igual a esos seres
sin ojos, con oído apenas
para el constante latido del agua
y su promesa).
nada más que limo en las orillas,
papá, a veces ropa
tirada por el suelo en familiar desorden,
como si de pronto
hubieses decidido acompañarme.


villa mitre 1993





un día, un cuarto

mientras cambia las toallas y las sábanas
de un hotel antiguo alejado del centro,
la chica me pregunta si acaso tengo idea
de las porquerías que la gente abandona
en los cajones de estas mesas de luz.

antes de que pueda responderle
la oigo afirmar que esta pieza es la más ventilada,
y que depende del día,
uno puede morirse de frío o de calor.

quiero prometerle enseguida
que no trataré de averiguarlo y me iré pronto,
pero comprendo que nunca se ha dirigido a mi
y elogio entonces el biselado del espejo
y con un tono casual le digo en voz muy baja
que ella también es hermosa.

bahia blanca 1987





aunque te quiebre la vida

el tango no pone triste a la copera.

ni el clarinete algo desafinado
ni el calvo al piano
ni ese cantor que tose feo

ni siquiera las muy gruesas cortinas de pana roja
y sus lazos dorados

nada la distrae de lo bello que ella sabe






fósiles en ámbar

I

hace un momento te abotonabas el vestido,
una prenda cómoda que te habías puesto,
porque yo te lo pedí.


II

Me contaron que ocupaste esta silla
hasta hace un rato,
y que olvidaste un suéter ahí mismo,
en el respaldo metálico.

Un suéter tuyo, por fin,
aquél que con sus firmes líneas amarillas
se defendía como un tigre.


BB 1985








La Toma


Confirmamos que el terreno no es firme;
se trata de una zona anegada por lluvias persistentes,
con pinta de resumidero
de quizá antiguas civilizaciones

Dos tercios de su composición se ignoran.
El resto es una baba lánguida que sujeta los pasos.

Parece espuma de mar.

Nuestra expedición
habrá sido, en casa, olvidada,
y las muchas bendiciones
disueltas en balbuceos .

Fundaremos empero esta noche una colonia.

Aquí, aquí mismo,
siguiendo el dictamen de nuestros mayores



La Toma II

Llevaba media hora a pie,
entre casas cuyas ventanas,
si las tenían,
no daban a la calle.

Las puertas,
sencillas cortinas
ante las que había que aplaudir,
no sin alguna molestia
se apartaban un poco,
pensando que yo era
el viento frío de la noche










Ya no cantas chingolo


Tus herramientas reposan.

Hago en el galponcito todavía un examen.
Cuando entro,
te busco.
Constato que no estás.
Recuerdo entonces que te moriste y junto cada vez
alambrecitos y maderas.
-A veces los pongo en un estante
otras veces los tiro-

Para amplificar un sentido cualquiera
acallo los restantes.
Permanezco así un tiempo.

Así es nomás, papá, simplecito.
Tenemos todo el tiempo para nosotros.

Decíme lo que quieras.

Nota:Nací en Bahía Blanca en 1967. Villamitrense. Formé parte de los Poetas Mateístas desde 1985 a 1994. Actualmente resido en Viedma, Rio Negro.No tengo libros publicados, pero participé en un par de antologías prontamente olvidadas.Lo demás es verso.

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