VI
Lo más terrible
sucedió. Todo se rompió. Después de tantos meses, volví a ver mis manos en
aquella tarde azul. Los flamencos danzaban.
VIII
Cuando nos
despedimos, palabras con pájaros llovieron contra el cielo. No había terminado
de cantar aún el último gorrión y, en nuestras manos, alguien lloraba. Lo sé
porque aquel verano duró una eternidad.
IX
Mi padre era un trabajador. Una mañana, en la primavera de
1987, se fue como todos los días. Pocos días después desapareció. Nadie supo
bien qué pasó. Tal vez el mar. El cuerpo de mi padre muerto estuvo allí, en el
mar, tirado por varios días, varias semanas. Nadie supo bien qué pasó. Como
suele suceder. Desde entonces odio las muertes, las esperas y sobre todo, los
ojos que no quieren mirar.
XI
Todas las noches me despierto para ver si mis manos siguen
siendo manos. Y aún no necesito preguntarme qué es una mano.
XIII
Se aprende, en el pueblito, a caminar despacio. Se aprende a
hablar con las estrellas, con los muertos. Escucha, cierra los ojos. Es la
piedra que puse entre tus manos.
XVI
Cada tarde, abríamos las ventanas para darle paso al tiempo.
La casa tenía el rumor de los grillos perdidos. A veces, el color era el mismo.
Descubrir uno distinto, era toda nuestra aventura.
XVII
No hubo tiempo de distracciones. Ni con el afuera, ni con el
adentro. Se vivió hasta el último hartazgo. Supimos, enseguida, que el porvenir
no estaba en los rostros ajenos. No tuvimos, lo que se dice, un buen pasar. No
hubo lamentos por eso. No hubo necesidad de arañar el asfalto. Era tanta la
vida, que salíamos del cuadro antes del final de cada comedia.
XXI
El tiempo llegará, en pedacitos. No faltará quien nos bese
los párpados, huesos exiliados del alma. Sí, el tiempo llegará y borrará estos
años de luz pegados a tu ventana.
XXII
Salimos del silencio y de nuestros miedos. Nos abrazamos.
Fuimos certeros con el destino. Ahora, todos los que no fuimos, nos visitan.
Quieren saber si era cierto.
XXIII
Debajo de la hoja está el árbol que crece, el pájaro que
cae. Quiero decir, sin temor, la sombra de tu sombra, adentro del sueño.
XXIV
Cada mañana miro tus ojos para encontrar en ellos, mis
manos. Así aparece la muerte. Primero, en el botón de la camisa. Luego, en las
miradas que nadie quiere cruzar.
XXVIII
En cada rezo, mis manos no tienen dueño. No hay, fuera de
ellas, una conspiración. Nos llevará varios siglos de distracciones pero, al
final, pondremos la atención en las sombras. Dios es una palabra y el argumento
termina aquí, donde el viento tajea.
Del libro Otros animales (20014)
Bio: nació en Río Gallegos, Santa Cruz, en 1979. En el año 2006, su libro Sábanas de viento fue elegido para ser
publicado en la selección Mi Primer Libro, organizada por la Municipalidad de Río
Gallegos.
Posteriormente
publicó Plegarias del humo (2009), Cactus (2010), Nadando (2012) y Otros animales (2014).
En 2014, algunos
de sus poemas fueron incluidos en la Antología Federal de Poesía de Patagonia,
publicada por el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
En 2007 y 2015
representó a la provincia de Santa Cruz en la Feria Internacional
del Libro de Buenos Aires.