Charla del viejo
Habla de aquello que no hizo,
lo que estuvo al alcance de la mano
y no pudo tocar.
Es confuso ese parloteo que sólo él entiende,
es áspero cuando dice ¨eso sí valía la pena¨.
Habla de aquello que no hizo,
como esas tortugas al revés,
expuestas al sol, la panza blanca,
las uñas arañando el aire.
Un eje en leve rotación
Y lo que llegaba, hondo, en gotas pequeñas
que eran sí, pensamientos y sentimientos,
ensanchaba la tarde, la penumbra.
Y los pensamientos corrían sin ruido
uno junto al otro por un rato, y después,
sueltos, empezaban a subir, deslizarse,
trepar.
Se agazapaban en completa calma como si
hubieran encontrado un punto y no pudieran,
desde ahora, seguir adelante. Y todo estaba
latente y apenas real y parecía un sentimiento
repentino, perceptible, un eje en leve rotación
dando cuenta del tiempo: el tiempo
como un hilo de chispas sin fin que fuera
por en medio de ese cuarto disperso, detenido,
aproximara entre sí las cosas, ahora, como
bostezo de palabras.
Y entonces, lo llegado, ya distante, casi
en ausencia, se escribía.
I
Los hombres y las mujeres de este pueblo
andan descalzos, pisan desnudo.
Ni el sol ni la lluvia ni la sombra
los hace felices o tristes; ellos
pisan desnudo, sin codicia.
Los hombres y mujeres de este pueblo
afilan piedras, engendran, festejan
con vino, tienen sueños nocturnos, mueren.
En silencio miran y pisan la tierra desnuda,
la aprietan, amontonan huesos, los tapan.
La gente de este pueblo es pobre y no
piensa más allá, no habla al futuro:
sólo apisona, ni feliz ni triste y
con huesos, piedras, sueños, cubre
y descubre lo que un día ha de nombrar:
memorias, involuntarios recuerdos, épicos
asuntos.
Sitio
Hice bien.
Esta noche tapé la jaula de los pájaros,
dejé sin luz a los peces que dormían
cautivos de un solo ojo, eché
por la escalera, justo en su última vida,
al gato.
Hice todo bien.
Ahora estoy solo y Billie Holliday me dice,
hamacándome, la voz llena de pasto y agria,
un cuento para dormir, un sueño. Ella
dice y cuenta cosas que conozco, hamacándome
suave, solos.
Ahora amanece, es el día para siempre.
Me hamaco. Estoy solo. Hice bien, todo bien.
Nota: Jorge García Sabal (Balcarce, 1948-Buenos Aires, 1996), Publicó: “El fuego de las aguas” (1979), Primer Premio Fondo Nacional de las Artes, 1978; “Figura de baile”, (1981); “Mitad de la vida”, (1983), Primer Premio Certamen de Poesía “Miguel Hernández”, 1982; “Lugares propios” (1987); “Tabla rasa” (1991), Premio “La Nación”, 1990; “Sutura” (1994) y “Antología poética” (1996).
Disfruté de tu poesía, Jorge!
ResponderEliminarTe felicito!!!
Cris Chaca
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJorge García Sabal, llegué a el porque me lo recomendó Liliana Díaz Mindurry, y me fascinó. En su momento escribí algo sobre él para La Costurerita, lo dejo, hay más poemas de él ahí: http://www.la-costurerita.com.ar/trespoetas.php#nota2
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