martes, 17 de noviembre de 2009
Julio Migno
¿Qué tendrás pago?
Chiflando una tonada en las totoras
y peinando el sauzal, retoza el viento
rempujando las crespas marejadas
que entre esquilas de espumas van muriendo.
Como pa' hacer brillantes ñanduceras
están las tres Marías en el cielo.
Se ha fundido una estrella y cae su chorro
como lágrima en arco entre el estero.
No pica; con plomada o sin plomada,
de espinel o pateja, da los mismo.
Van hablando en temblor las correntadas
y se duerme la liña entre los dedos.
Hay plata en el zanjón, en las escamas,
en la ristra brillosa 'e los anzuelos,
en el cuchillo de cortar carnadas,
y en esa "bola de uno" del lucero
que se ha ceñido al corazón arisco
pa' que levante luces en el pecho.
¡Qué tendrás pago, que te quiero tanto
con tus chajás, tus brujas y tus esteros,
con los vellones de tus garzas blancas,
con el pico plateao de tus boyeros,
con tus garcitas moras que se visten
en tus jacarandases y tus cielos,
con tus torcazas llenas de ceniza,
con Juan Soldao, el de la brasa al pecho;
¡qué tendrán tus calandrias que me llaman,
tus chororoses y tu tordo islero,
y tus viuditas tristes y esa chispa
que dió el fogón pa' la brasita 'e fuego,
y qué tendrás, que entre mis noches pasa
siempre un arisco cardenal ardiendo!
¡Esos son tus gualichos en mi amargo,
ésa es la brujería que me has hecho,
ése es el espinel que le has tendido
pa' prender en sus ganchos al Mielero!
Soy de tus islas un timbó cualquiera,
y en tus zanjones, curupí a los vientos;
sauce embrujado de cualquier barranca,
y un llanto colorado entre tus ceibos,
y soy, por una herencia de la suerte,
con mi lanza en la voz, sanjavielero.
¡Muchas gracias, patrona doña vida,
que me has hecho zorzal. Estoy contento!
Mi tierra
Timbó, laurel, curupí,
lindos ceibales en flor,
pago de indio mocobí;
San Javier donde nací;
no hay otra tierra mejor.
Timbó, laurel, curupí...
Sanjavielito y Verón
en mi sangre van marchando,
desato mi corazón,
lo pongo de embarcación
y lo cruzo navegando.
Sanjavielito y Verón...
Ronquidos de marejadas,
corridas de surubises,
y abriendo las madrugadas
nubarrón de crestonadas
y un silbar de siririses.
A pala corta la proa
dolorida correntada
y descansa la canoa
mientras se hace la ranchada.
Relatos de aparecidos,
política lugareña,
la crónica de un silbido
y el llegar como perdido
del que salió a buscar leña.
Cielo abierto, mosquitada,
chanzas, postas de pescao,
y al revolear la liñada
la preferencia anotada:
"pa' la boca de una dorao!".
Corre plomo derretido
en la vena del zanjón,
y un camalote perdido
va cabeceando dormido
a dar contra un albardón.
Juega su plata la luna
sobre carpeta de estero
y se la copan los teros
a orillas de la laguna...
Por la lomada cebruna
relincha en arco un bagual,
pasa lerdo un pato real
al sesgo y a lo matrero,
y lo encandila el lucero
que asoma entre el totoral.
Silencio de narradores,
quejumbres de gallinetas,
relevo de cebadores
y un rodear los asadores
de cuchillo y de galleta.
Como anticipo de soles
en las mañanas triunfales,
cuajarones arreboles
van flamenado tomasoles
los isleros cardenales.
"Color de guitarra vieja"
salta un zorzal andariego.
La ocurrencia en la madeja
la tejió don Goyo... Cejas
mientras atizaba el fuego.
Calandria en cristalería,
boyero meciendo acentos,
pasan en la tierra mía
con sus gauchas juglarías
de emplumados instrumentos.
Amigo de mis ausencias,
de lo mejor que me queda,
aquí vengo a la querencia
y haciendo acto de presencia
pido mi trago en la rueda.
Paisanas: "sanjavielero
pa' lo que gusten mandar",
de aquellos que al saludar
como queriendo sembrar
van empujando el sombrero.
Paisanas, sanjavielero.
Todo del indio Mariano
y del flautista Paikí
donde es chuza de baqueano
el alarido temprano
de Miguel Lavanderí.
Timbó, laurel, curupí,
lindos ceibales en flor,
pago de todo mi amor
San Javier donde nací
tierra de indio mocobí
borracho al atardecer,
timbó, laurel, curupí
no he de morir sin volver
y he de volver a morir
en tus costas, San Javier.
Cúmplase así mi destino
después de cruzar errante
loco caballero andante
los más inciertos caminos,
sintiendo todos los trinos
con mi tumba en la barranca,
cajón de madera blanca
de timbó sanjavierino
y en tardes ensangrentadas
Sanjavielito y Verón
rezándome una oración
en sus blandas marejadas.
Nota:Julio Bruno Migno Parera nació en San Javier, el 6 de octubre de 1.915.
Murió en Santa Fé el 5 de diciembre de 1.993.
Julio Migno
Hizo sus primeras letras en la escuela de su pueblo natal, para trasladarse, ya adolescente, a la capital de la provincia, donde iniciaría sus estudios secundarios en el Colegio de la Inmaculada Concepción de los Padres Jesuitas.
Poco antes de lograr su graduación como bachiller, en 1.932, publica en colaboración con su compañero Félix Villasur Gutiérrez, su primer libro de poemas titulado "A los nuestros".
En 1.943 cristaliza su primera obra de aliento, "Amargas", donde se releva un poeta profundamente conmovido por el paisaje y la gente de su tierra.
En 1.947 publica "Yerbagüena, el Mielero", libro que marca un momento clave en su carrera literaria. Su personaje, un imaginario cantor hijo del pago, mereció un elogioso comentario de la BBC de Londres.
"Chira Molina", en 1.952, presenta el testimonio desgarrado de un paisano valiente e incomprendido, víctima de la injusticia.
La obra "Miquichises" aparece en 1.972. Señala la madurez del canto en el ciclo criollo a la vez que la culminación del mismo. Se encuentran allí muchas de sus más popularizadas poesías.
- Cumplido el ciclo de lenguaje, geografía y hombre de la cantera nativa, les doy ahora esencias que llevan el aguijón nacionalista del dolor en el ocaso. Estas palabras prologan su último libro, "Summa Poética", de estilo más clásico y enfoque universalista.
A las obras mencionadas se agregan dos antologías : "Cardos y Estrellas" de 1.955, y "De palo a pique", de 1.965.
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NUESTRO GRAN POETA DE LA COSTA COMO LE LLAMAMOS AQUÍ EN EL PAGO NOS DEJO TODO UN RIÓ DE CANTOS Y POESÍA
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