lunes, 8 de febrero de 2010
Jorge Aulicino
Berserkers
(Del libro "Hostias")
No contabas los muertos entre aquellos
cuyos perfiles de tormenta daban siempre el par.
Pero de esas batallas y de aquellos inmortales no quedan,
en esta luz de cobre de tardes argentinas,
más que polvorientos reflejos.
Ya ves: cuánta furia entonces, cuántas las torres
desmoronadas en procura de un jardín incomprensible.
No era de viento tu lengua, ni de nube:
era del pedernal que ellos entendían.
¿Qué ley, qué disposición secreta,
qué alquimia o signo hubiesen contemplado?
Es cierto que te desafiaban con un grito
en los valles nublados del Orco.
Cierto que tomaban el pan y la mujer, el rocío o la sangre,
con aquel gesto aprendido en tu mesa y al pie de tus murallas.
¡Oh, que no comprendieran lo que aún decías;
la palabra que tañía,
la piedra blanca que dejaste ver entre tus manos!
Y sin embargo -¿recuerdas?-
los habías lanzado por el filo del abismo y a las comisuras del
diablo,
al raleado monte o a las ciénagas
donde las aves zancudas y el relámpago
hablan de tu reino.
Iban ellos, conquistadores de tu Elam, ceñudos.
Pensaban que no era la muerte sino una posibilidad entre las cosas
que todavía giraban en el azar de tu nombre.
Ventanas apagadas (del libro "Ituzaingó")
Un señuelo con varios anzuelos en el negocio de desechos
alimenta la tarde con el aliento de algún día entre juncos.
Vale cuatro pesos esta torpe ilusión.
Y lo importante sin embargo es que la tarde la asimila rápido.
Destruye cada una de sus moléculas
que el mercado en un gesto oscilante
quiere recuperar y tasar
Habrá clientes para los anzuelos
y para el tritón de porcelana
o esa canilla con óxido
El misterio del supercambalache
es quién se recortará entre la escarcha
en los vidrios de una religión extraña.
Práctico o arqueólogo,
sin una noción de sentido,
de cualquier modo atrapado en el juego,
pescará en lagunas de vidrio,
junto a monstruos de piedra,
vestido con una capa de tela brillante,
adornada con las lentejuelas de los sueños muertos,
así piense aún en la utilidad de los anzuelos
o los lleve de este desván a otro en el que vive,
entre cuadros sin estética, ídolos sin poder,
imágenes de un dios que se viste para ser.
9-Fragmento de un evangelio (del libro "La Nada"
Y dijo: la voz de Odín es la voz de los Campos,
de la disciplina y del peligro, y la voz
de los campamentos, del coraje y del agravio,
la voz del perdón en la masacre.
La voz de los designios, de las toberas y de los osarios.
De las ablaciones y de los residuos atómicos.
De los hijos y de las menstruaciones.
De las estadísticas y de los reactivos.
De los pájaros y de los basurales.
La voz de Odín es la voz de los iguales.
Y dijo: no lo oirás mientras no llegues
donde tu pensamiento llegue.
Y dijo: porque eres de Caín, tanto
o más que de Abel.
De los entuertos y del orgullo.
Y dijo: eres el lisiado,
el que todo lo hizo.
Y dijo: nada, más allá de tus gestos
torpes y salvajes.
Dijo: el último, el enemigo del tacto.
Hombre sin hombre, sin medida.
Nota:Jorge Aulicino, escritor y periodista, nació en 1949 en Buenos Aires. Entre otros libros, publicó “Paisaje con autor”, “Hombres en un restaurante”, “Almas en movimiento”, “La línea del coyote”, “Las Vegas”, “La nada”, “La luz checoslovaca” y “Hostias”.
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