martes, 6 de abril de 2010
Leopoldo Castilla
Con Los Pies En La Tierra
a Mario Trejo
Hay un instante
en que la mesa vuelve en sí
en que el árbol se reúne
y es de nuevo
ramas, hojas y un pájaro lógico
todo recompone la escena
los límites
que hagan verosímil a ese hombre mirando la siesta
él
considera que realmente ha aparecido
que tiene tiempo
y para sobre la sombra del árbol
cree que toca tierra
dentro de un orden
el conocimiento
es eternidad que se pudre
pero el azar absuelve:
el pájaro ya no sostiene
al árbol
torcido por el cielo.
El rincón
Se acuesta en el hueco del trinchante oscuro.
Visto desde ahí
el mueble parece un ataúd. El niño juega
a que ya se ha muerto.
O va a la cocina, a un rinconcito
y mira a las mujeres pelando choclos
mientras cuentan historias de mayores
(esas bandadas de sentidos no lo alcanzan
pues él todavía no llegó al presente).
Mira a su madre. Si ella está allí, debe ser de este mundo.
Él, que viene de tan lejos, no tiene donde ir.
Juega a que está vivo
mientras arde, indefenso, el rincón
y más allá toda la tierra,
de vida
arde,
inocente,
alrededor de ese leve meteorito.
Aniversario
Bebamos con el desterrado,
el que al morir se hizo
un día intacto
un día que dura dentro del tiempo
como una columna de vapor en el aire,
que venga a la sombra
de su árbol invisible y ocupe su lugar,
dueño y señor
de una pálida geometría,
que su mujer se encienda
besando el precipicio,
que se siente a la mesa
y dé unas infinitas buenas noches
hasta que encanezcan los niños
hasta que sonrían los huesos de los viejos
que amortiguan la casa
y nos reúna
en su desaparición
como quien vacía el agua
y se beba
en nuestra luz
su luz.
El desierto
A Arturo y Clara Botella
En el desierto
uno es la sombra
la hendidura
por donde pasa la muerte
o el día siguiente
uno vive su tumba
a oscuras
dentro de su carne,
oyendo cómo el viento se lleva el día
y el polvoriento mar,
que golpea sin aire
contra el aire
su mariposa negra.
Aquí
las constelaciones cargan
al escorpión
y el hombre se envenena
si pronuncia, a solas, su propio nombre en la noche.
Sólo cuando el médano rojo
espanta a la luna,
después que el espacio se ha devorado,
recién entonces
lo que queda de uno
cicatriza.
Nota:Leopoldo Teuco Castilla nació en Salta, Argentina en 1947. Ha publicado los siguientes libros de poemas: El espejo de fuego, 1968; La lámpara en la lluvia, 1971; Generación terrestre, 1974; Versión de la materia, 1982; Campo de prueba, 1985; Teorema Natural, 1991; Baniano, 1995; Nunca, 2001 (Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes); Libro de Egipto, 2002; Línea de Fuga, 2004; Bambú, 2004; y El Amanecido, 2005. En el año 2001 fue publicada una Antología del autor por el Fondo Nacional de las Artes. En 1999 publicó El árbol de la copla. Como narrador ha publicado: Odilón, 1975 y La luz naranja, 1984. Fue invitado por la Unión Soviética para escribir un libro que la Editorial Progreso de Moscú publicó en 1990, Diario en la Perestroika. También es autor de Nueva poesía argentina, 1987; Poesía argentina actual, 1988; La canción del Ausente, cuentos, 2006 y la novela El Arcángel, 2007. Recibió premios nacionales e internacionales. En el año 1976 fue perseguido por la Dictadura Militar y debió exiliarse en España. Poesía suya ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco, portugués y ruso. Sobre su cuento La redada se filmó el largometraje homónimo dirigido por Rolando Pardo. Por su libro Nunca recibió el Primer Recibió el Premio Municipal de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires 1998-1999. Nos dice el autor: “Rara esta tarea de escribir poemas. Hacer una casa real con materiales desconocidos. Hace siglos que nadie sabe lo que es la poesía. Sólo sabemos que sucede y que oculta la naturaleza más profunda de lo visible y de lo invisible. Nos toca obecedecer asombrados sus apariciones. Puede que sea una especial dimensión que nos hace escribir lo que la poesía quiere cuando ella quiere y como quiere. Por mi parte, en el camino se fueron juntando poemas a la física oculta de lo que llamamos realidad; poemas a este planeta que llevo años recorriendo para tratar de contar - dentro de las pequeñas posibilidades de uno - sus maravillas. Una manera de agradecer. Y otros más los empozamientos de uno, las injusticias y, también, la muerte. Y todo para seguir aprendiendo. Y la poesía por ahí cerca, mirándonos, sabiendo todo, sin decir nada.”
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terrible poeta! Con mis amigos carlitos y david pasamos noches y noches leyendo una y otra vez sus poemas. El libro iba de mano en mano y uno leía sus poemas en voz alta para los otros. Re-fanaticos. Gracias german
ResponderEliminarQue placer Teuco, qué placer, haberte conocido personalmente, saber de tu humildad, de tu humor y de tu entrega me hace valorar mucho más al poeta, al tremendo poeta que sos.
ResponderEliminarLily Chavez