viernes, 19 de noviembre de 2010
Laura Forchetti
la música
bahía blanca
el baño está pintado de rosa
cuando veo mi rostro
en el espejo
pienso
en el libro
de marguerite duras
que leíamos ayer
junto al mar
sabemos que cierto final
es inevitable
en algún momento
del encuentro
en el hall del hotel
ella podría ir al baño
mirarse al espejo
entonces
vería los rasgos
como los vi
la pequeña brasa
con su luciérnaga
sobre todo la mirada
me parece
una línea de noche
descorre
la banalidad
de lo que se dice
después del amor
y del infierno
las cosas suceden
en la corriente del agua
la intermitencia
de abrir y cerrar los ojos
el relato requiere
una primera mentira
afuera
son actos ordinarios
cruces del azar
deseo
la alegría
y el miedo
manos
lengua
que no se conocen
el filo
de volver a desnudarse
temblando
¿me pide que le cuente
la felicidad?
vuelvo a la mesa
las cabezas inclinadas
sobre los platos
las suaves
sonrisas
el diálogo
hecho de palabras
materiales
quisiera preguntarle
si me ha sido infiel
alguna vez
al sentarme
veo a la mujer
en el delicado gesto
de cerrar persianas
antes de dejar la casa
sus ojos
a través de ese movimiento
una vez más ahí
después
ya no
soy la única
que te está
prohibida
recreo
qué vino a buscar
el vuelo
del cabecita negra
esta tarde
después de la lluvia
en el patio
de la escuela
sobre las pequeñas
flores
del campo
sus patas livianas
el amarillo
del corazón
qué vino a buscar
pienso
a través de la ventana
en la rueda de las maestras
mis ojos
ocupados
en el inquieto
movimiento
de su pico
cuando cuelga
de los tallos altos
y arranca con destreza
las semillas
deja en el aire
una nube de pelusa
y briznas
cómo vive el día
sin la belleza
devora vuelo y notas
con la avidez
del desierto
queda esa nubecita
tras la fila de dientes
ya no sigo
mi pensamiento
lo pierdo de vista
entre los eucaliptos
la capucha
y la garganta
de terciopelo
olvido el secreto
y vuelve
ondulando
entre las hojas
se detiene
canta
sotto voce
para mí
latido oculto
bajo los párpados
pero alguien más
lo ha visto
señala
y nombra
entonces
el cabecita
se posa
en los hilos
de la conversación
un insecto dorado
prendido
a nuestra pelo
como una joya
o pequeña
señal
al volver a clase
serán los chicos
quienes pregunten
por el nido
aguas de marzo
son las aguas de marzo
cerrando el verano
bon jobin
sobre el final
del verano
que duerme
adormece
los días tendidos
a nuestros pies
densidad
de la luz
que no agita
la sed
pero si viene
la lluvia
la esperanza
suave
del agua
hunde piedras
descubre raíces
vuelve la vida
húmeda
los dolores abiertos
el frío
en las astillas
del aire
¿cuánto dura el otoño?
¿cuánto tarda
en disolver
el rojo?
una espina
delgadísima
en el párpado
el mundo recupera
sus detalles
cenizas
quiero escribir
eso
fasto
me regalaron
un repasador
con almanaque
no sé dónde ponerlo
-dije un almanaque en un repasador
ustedes también tienen uno
hermanas-
puedo colgarlo
como un cuadro kitch
en la cocina
o comprar
lápices indelebles
uno rojo
y uno negro
hacer círculos
entorno a los días
con el lápiz rojo
los días felices
pero es más fácil
aceptar
la condición utilitaria
de los objetos
entonces
seco los platos
como si creyera
que hoy es domingo
seis de enero
Nota:Nací casi en la primavera de 1964 en Coronel Dorrego, Pcia. de Buenos Aires, donde todavía resido.
Publiqué los libros: Cartas a la mosca, Edit. El suri porfiado, 2010; Un objeto pequeño, Vacasagrada Ediciones, 2010 y Cerca de la acacia, Edit. Vox, 2007.
Participé con mis poemas de las antologías Poetas Argentinas 1961-1980 (selección de Andi Nachon) de Editorial del Dock, año 2007 y 23 chichos bahienses, de Editorial Vox, año 2005.
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