jueves, 25 de noviembre de 2010
Sergio de Matteo
En la mirada toda la luz posible
Yo, en cambio, nací en el pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre del pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi pueblo.
Evita
En el horizonte se precipita el vuelo de los pájaros.
En cielos así se suspende la mirada de los hombres libres,
entonces, alas han de tener las utopías.
Toda memoria ilumina; se recuesta en la infancia.
Las ollas renegridas consuman su ritual cotidiano
en la escuela, en el hogar; bullen vaporosas, aromáticas,
y resuenan sobre las cocinas como coro jubiloso
alimentando el alma, nutriendo la vida, los sueños.
Del mismo pueblo nació tu designio, Evita;
y bajo la urgencia de la hora fundaste una estirpe de luchadores.
Tu voz religada al amor de los obreros y de los grasitas,
enseñoreando tu figura, denostada pero inmensa.
Las manos son portadoras de la esperanza,
sin embargo, sobre las espaldas crecen las sombras
como una patrulla enloquecida;
y confabulan queriendo enceguecer la historia.
Compañera, somos tus suplicantes
en la noche oscura, en el alba luminoso.
Has transitado irreverente y sin escalas por el tiempo,
aunque fueron implacables ambas contiendas;
lo hiciste como si viajaras en largos trenes marrones
con nuevos destinos y tareas más urgentes;
pero a tu paso has ido dejando parajes sin tristeza,
a la vez que anunciabas las estaciones para la resistencia.
Te profanaron y regresaste al pueblo,
junto a tus hijos predilectos;
más santa y más amada
que la patria misma.
Somos tus suplicantes, compañera,
con el rezo y la sangre en la garganta.
Musitamos tu nombre en la calle
llevándolo como bandera a la victoria.
Eterna es tu esfinge, capitana,
en el canto furibundo de los descamisados,
en la vigorosa pincelada de Carpani.
La lluvia todavía sabe amarga.
Los humildes han quedado huérfanos
pero con la llama enhiesta para no ser vencidos;
por eso fueron tantas las flores por tu dolida ausencia.
Los jardines se quedaron vacíos y solitarios,
con las ramas caídas, con los colores compungidos;
y esa tierra casi seca se ahogó en lágrimas:
un llanto popular en la lúgubre despedida.
Te merecías todo el sol; todos los soles…
Somos tus suplicantes, Evita,
los privilegiados de tu renuncia y de tu sacrificio.
Semillas
“Sólo desnuda da sombra la flor”
Roberto Juarroz
I
Enciende el fuego
enciéndelo,
encendidos todos los fuegos
repártelo;
pero al fuego
de los fuegos,
protégelo.
II
Entrar a la noche
para desnudar a la flor:
con ambas manos
destejer los hilos de su cuerpo.
Y en el crepúsculo
renacer desde la sombra
ante la flor desnuda.
III
A cada paso que das en el mundo
arriesgas tu luz, pero no toda tu luz.
Aunque a veces cruzas los puentes
y haces equilibrio en los andamios,
sabes que acechan siempre las sombras.
A pesar de todo, das pasos en el mundo.
IV
Un hombre sostiene en sus manos
dos corazones
como si fueran pájaros
desafiando al viento;
ese hombre rastrea pulsaciones de luz,
tiembla sobre sus piernas,
se socava y nombra.
Canciona.
V
Una mujer cautiva a un hombre
y lo sostiene como si fuera una rama
lidiando contra el tiempo.
Esa mujer apaga incendios,
su beso es el paraíso.
VI
La distancia
entre ambos resplandece,
se cierra
para ocultar la sombra,
quiebran la luz:
una noche de amor puede ser infinita.
ILYNX
“Solamente en el curso de una vida preñada de destino
se diferencian entre sí los hombres y adquieren carácter propio…”
Erich Auerbach
Sobre railes de dolor
(sobre railes de dolor y sufrimiento)
ahí llega un tren
(ahí llega un tren de largo sufrimiento)
sobre railes de dolor
(sobre railes de dolor y sufrimiento)
oh muchacha sopla su silbato bajo la lluvia
¿Quién es el conductor de la máquina?
(el conductor de la máquina está más allá)
su nombre es Memoria
(Memoria es su nombre)
oh Memoria es su nombre…
Nick Cave
Horse power
Tras el linde de la ventana
—ante mis ojos
ante esta imaginación
todavía retenida
en los reductos del sueño—
el crepúsculo diseña
la intensa lumbre del día
vide pasar los pájaros
altos altaneros ruidosos
por el cielo de otoño
y todo estaba tan triste
en el mes más cruel del año
donde se licuan las raíces
las flores renuncian a sus encantos
vide pasar esos pájaros
y estaban muy lejanos
para tomarlos en la mano
así ha de ser cada una de estas palabras
sopesadas en el habla
de mi madre de mi padre
en la historia diaria y pasada
y en la que está por venir
a sucederme
a mí
el iluso que escribe sin cesar
queriendo trascenderse en el discurso
en signos inequívocos rotulados
metaforeando pareceres y padeceres
de la carne del cuerpo del objeto
sudando instantes
ante el papel en blanco y el canon
y el corpus
tañendo un lenguaje que enciende la lengua
al convocar el único nombre posible:
poesía
fragmento de mis ansias
totalidad de mi esperanza
gangrena de mis penas y alegrías
irreductibles e irrenunciables
a pesar de que el silencio
es un templo de dignos y vivos pilares
el ego no se permite solaz
prefiere la batalla desgastante
de los símbolos propios y ajenos
circunstancias del ir y del venir
pero siempre resulta más artera
la palabra del otro
visión completa
que quema y religa las entrañas
dándonos vueltas y giros y retruécanos
en la lengua natal de nosotros
y los venidos de más distanciados lugares
recreados en versiones traducidas
se incorporan y estallan como cohetes de fiesta
en la rótula de la memoria
dependencia estimulante de las influencias
¿cómo no gozar hasta el hartazgo
un rimbaud un rilke una dickinson un kerouac
un blake un poe un eliot un dante una woolf
y tanto tantísimos/mas más?
—oh, placer del texto, dadá barthes—
Free on rail
El mojón, la estatua y el nombre
fundamentan los límites de un sueño,
ahí el instante en que se abandona el aura
para fundar percepciones de objetos reales.
La hora impone su dominio, su orden. Y de pronto
las mercancías cobran nuevo valor,
preciado valor en la lucha diaria
del hormiguero de gentes.
Feliz, entonces, el alejado de los negocios
que no cede a la usura del vasallaje.
Ha pasado la época de los césares
y de sus tropas que caían como aves de rapiña
arrasando con posesiones y mujeres,
o acaso ahora es tan sutil la conquista
que somos estafados sin darnos cuenta?
Mucho más peligroso es el veneno interno
la víscera comida por el propio hermano;
allende los salvajes el matadero la mazorca
más acá la dolida llaga de la vida puerca,
la ciudad abstraída corrupta cosmopolita,
la sangre del ojo flagelado al intentar mirar…
[Mirada extasiada con la novedad,
pensador interpretando las costumbres
de un territorio desconocido,
monóculo dorado tras el humo de la pipa
de un observador sentado en una silla de madera,
una copa de licor lugareño, y
los aromas cautivantes, hechiceros,
dándole vida al griterío anónimo.
Croquis y notas en silencio.]
Casi noche, la estación del pueblo
está desbordada como es costumbre,
y los parientes y los trabajadores
apuran su paso por el andén.
La locomotora ha pitado tres veces
anunciando su pronta partida,
manos y pañuelos alzados en aleluya
con algunas lágrimas y sonrisas
enmarcan la postal del viaje.
Los rieles se tensan y vibran
al unísono de la carrera del bólido,
la luz abre las sombras ahuyentando
a todos los animales del vecindario.
Se alejan las mercancías, las montas,
las insistentes voces de los intermediarios;
las instantáneas del flâneur hacia la metrópolis.
La soledad de todo viajero
es el alto precio de la aventura.
Free along side
El pueblo ya es un punto diminuto
perdiéndose en el horizonte
—acaso en el infinito
acaso en el crepúsculo extinguido—
una lluvia oblicua de tiempo
y términos ocultan un rostro
la marchita sangre de una estirpe
heredada y malediciente
pero insiste el viento en medio de la tormenta
con sus años y jornadas de sol de polvo
trayendo retazos de memoria
fotos amarillentas descoloridas
aquellas imágenes de la fundación
historias de nunca acabarse
leyendas y fábulas de aparecidos
tergiversadas en la palabra
del que se desarraiga
el tren trepida en línea recta
por la llanura rala
huyendo de la melancólica
postal de pueblos estaqueados
en el espacio junto a esa corriente
que arrastra multitudinarias raleas
en su anagrama perenne
resuenan pasos
viniendo de más allá del pasado
los mismos pasos
que regresan en cada estación otoñal
a los andenes vacíos
caducos
porque la vida está en otra parte
en las callejuelas del sosiego
en las oportunidades del puerto grande
el viajero arroja por la ventanilla
la maleta de cartón
tan pesada como un siglo
con la prosapia de familias inclaudicables
siendo mutiladas por las feroces ruedas
del convoy rumbo hacia el muelle
que va a cierto triunfo a cierta gloria
ahora libre de sellos de títulos
rematando los últimos valores
en el agente de cambio
para comprar una habitación
alta e higienizada
en la más bella cuadra
de la ciudad
ahora es un rumor en la soledad
es toda su luz de las ascuas renacidas
Free on board
Aquestas costas has venido
pequeño Príamo
—el rescatado, el comprado
mediante rescate—
a olvidar la sangre de tus queridos
la violencia de las espadas
has llegado aquestas costas
en la noche desfondada y silenciosa
en una barca ligera
con tu bolsa casi vacía
las manos callosas de tanto pulir recuerdos
atrás muy atrás de esta jornada
permanece la figura del padre
la sonrisa dulce de la madre
el generoso ruego de la hermana
resplandecientes como el oro
entre la ingratitud de los invasores
fuertes brazos atenazan
los pulsos del corazón
arrebatado por la muerte
un hilo sujeta las heridas
los odios las maldiciones
aquestas costas menos duras
te reciben auspiciosas Príamo
pájaro sin límite en el cielo enduelado
has pagado el oneroso óbolo
al que te conduce al descanso
en la barca ligera
las estrellas se reflejan
en esa moneda sostenida por la boca
destino de mercancía Príamo
el liberado por un deseo
el descastado por la simetría
común a todos los hombres
ahora viajas tranquilo
aquestas costas sin linaje
la mano trémula
busca la avenencia de la luz final
de Estar fuera de casa (2004), inédito
Nota:Escritor y Productor cultural argentino. Nace en Santa Rosa (La Pampa) en 1969.
Durante 1992 conduce con Jorge Ferrari y Rubén Ferradás el ciclo radial de divulgación literaria “En busca del tiempo perdido” (Radio Cooperativa). En 1996 anima junto a Marcelo Aromando el programa de difusión cultural “Música de cañerías” (FM Victoria). Durante 2007 realizó la columna diaria “Somos lo que buscamos” (Radio Nacional); desde el mismo año (hasta la actualidad) conduce “El Estado de las Cosas” (FM Sonar). Con Gabriel Bardini animaron “Espacio Fahrenheit” entre 2008 y 2009.
Ha publicado las plaquetas Soles violentos (1995); Absurdo / Absoluto (1996); y los libros Ozono (1997); Criatura de mediación (2005); El prójimo: pieza maestra de mi universo (FEP, 2006); Diario de navegación (2007).
Miembro fundador del colectivo artístico “Patria de arena” y del “Grupo de la neurona poseída” para realizar trabajos de intervención cultural. Es editor de la revista Che, Artes y Culturas en Abya Yala, rebautizada Museo Salvaje (2001). Integra la editorial cooperativa El Suri Porfiado y el staff de la revista La Costurerita.
Organiza en 1999 y 2000 el 1° y 2° Encuentro Interregional de Productores Culturales, y en 2004, 2006 y 2009 las Jornadas Canto Quetral. La Poesía de Juan Carlos Bustriazo Ortiz.
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