lunes, 21 de junio de 2010

Raúl Artola


LO QUE FUIMOS, LO QUE SOMOS

Y un golpe, no de mar, sino de guerra,
que destierra los ángeles mejores.
Blas de Otero


Aquéllos que alguna vez tuvimos la ilusión
de haber sido felices,
los que fuimos a misa los domingos,
los que nos manifestamos en la Plaza,
aquellos que amábamos a una sola mujer
y nos parecía bien,
éstos que somos,
éstos que cuando nos preguntan la edad
decimos treinta y cinco
como si fueran veinte
o cincuenta,
ahora escuchamos Chopin
por la mañana
y escribimos poemas
cuando Ella se deja.

Mataron a compañeros muy queridos,
sabemos que la vida enloquece noche a noche
entre insurreciones y agonías
y nos enamoramos sin pudores
aunque sea en silencio.

Somos los desterrados del caos,
el pato de la boda
que no se dejó comer,
la resaca de los viejos sueños,
nuestra única propiedad privada
sobre la que fundamos los nuevos,
más lúcidos,
más personales,
para no morir
sin haber visto
nada.



VOCES DEL BARRIO

Nuevo y precario como una maqueta
para el cine, mi barrio
tiene todos los misterios
a la vista.
Impúdicos, los gritos
de amor o de protesta
recorren cada casa
con el humor cambiante
de los vientos.
Habría que vivir en otra parte
para saber lo que dicen
esas voces.




RECUENTO

Una sola voz que me acompaña,
el rojo que abdica de su fuego,
las ciudades tapadas por un manto,
los vientres descubiertos,
una mano para usar los cinco dedos,
aquí la batalla no librada,
debajo del sombrero una cabeza sin nombre,
en el campo un cementerio de piedras,
sobre las nubes mi pájaro que vuela
y no lo sabe.




LA HABANA, 1958

Chucho Valdés le afinaba
el piano a mi madre
cuando vivíamos en el malecón
y ella regenteaba un burdel.
Mi madre le decía
negro buaié
y lo esperaba días y días
prendiéndole velas
al Santo de los Negros Afinadores.
Lo atendía con café y canela
mientras Chucho le afinaba
el instrumento.
Así aprendió a tocar
el piano.
Mi madre creyó que era
un desperdicio
que negro tan lindo y hábil
sólo usara el clavijero
como parte de su trabajo
y no por puro placer.
Entonces le permitió
que deslizara sus dedos
por todo el encordado.
Era una maravilla
cómo sonaban las cuerdas
del piano de mi madre
en las manos
de Chucho Valdés
practicando.
Yo miraba y trataba
de aprender.


Nota: nació en 1947 y se radicó en Viedma, Río Negro, Patagonia argentina, en 1975.
Es periodista, narrador, poeta, docente y editor.
Publicó en poesía: Antes que nada (Fondo Editorial Rionegrino-EUDEBA, 1987), Aguas de socorro (Último Reino, 1993) y Croquis de un tatami (Madres de Plaza de Mayo, 2002).
En narrativa, El candidato y otros cuentos, premiado en el XXIII Encuentro de Escritores Patagónicos de Puerto Madryn, apareció en 2006.
Dirige la revista-libro “El Camarote – Arte y cultura desde la Patagonia.

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