jueves, 24 de diciembre de 2009

Elena Annibali


lalo, el uno

lo que cupo en la pieza de lalo el uno
fue todo
no hubo esposa
cacerola de bronce
gato
niño amaestrado
hubo, sí, catre
puro catre hecho
de sudores rancios
del sueño amargo de las heladas
hueso perfilado
en la desbaratada colcha
hizo cosas en los galpones de solazzo
amagó un amor de domingo
con juana, la rubia,
y se dejó ir hacia la muerte
sin ruido
bajo el maíz y el maíz
de los silos

una noche
su fantasma nos hizo
una seña lenta y delicada
como deben ser las que uno hace
en los sueños
éste es
el cielo, dijo
un camino turbio en el que andamos
perdidos sin fin
unos
solitos


la sospecha

hace un tiempo aquí hubo caballos,
los mensuales cruzaban, por la ruta,
cargando la carne dorada
de las perdices,
las adolescentes escribíamos, con trozos de velas,
mensajes pornográficos en los vidrios de la gruta
de santa rosa de lima
ahora manejo por la 36 y sólo se escucha
el frufrú de la soja
los aviones cargados de roundup
que se desplazan con un sonido antiguo de dirigible
emanando una neblina tornasol que arrastra
el mismo viento que silba en las taperas
no sé si esto sea el estrago
la podredumbre
sé que cuando miro, algo sospechoso y sombrío
ingresa a la zona de mis huesos
como la verde mosca
que corrompe la pulpa de los potros


en el pavimento

en el pavimento queda
por la tarde
la sangre seca
de las perras en celo
algunos
las agarran del cuello y las hacen morir:
no soportan la libido gloriosa
que alborota los machos
los mechones de pelo en las puertas de alambre
el olor rijoso del orín
en los carteles de las tiendas
las perras son dóciles al entrar
en las bolsas de nylon
obedecen y se pliegan al tamaño
enarcan los huesos
se acomodan a la muerte
al silencio
conozco esa mansedumbre de haberla ejercido

basta tocar la marca roja en el cuello
para evocar soga y dueño
pero yo mordí la mano
y ahora tengo esta libertad
grande
en que me asfixio

Nota:Nació en la localidad de Oncativo, Córdoba, el 19 de Abril de 1978.
Ingresó a la carrera de Letras Modernas, en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Participó en el grupo de arte 'El ojo del Martes', donde se incorporó a la revista "Literaturra". Trabajó como docente de nivel medio, enseñando Literatura en escuelas de la zona, y tradujo obras literarias y ensayos.
Este año ganó el segundo premio del concurso organizado por la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNC, y el primer premio "Letras 2005". En el género Narrativa, fue premiada en el concurso literario organizado por la SADE, Córdoba. Participó en varias antologías.Publicó "Tabaco Mariposa"-Editotial Caballo Negro (2009)

lunes, 14 de diciembre de 2009

Jorge Spíndola


Sentada arriba de mis chapas (refugio de Eufemia)

tres días y tres noches arrastramos las chapas de un pozo de
petróleo abandonado.
no las robamos, se las pedimos al gobierno para hacer este
rancho y los corrales.

tres días y tres noches arrastramos esas chapas viejas
arañando el lomo pelado de los cerros
el viento iba bailando encima de nosotros.

juan bautista que en paz descanse me dijo que en la noche
era mejor que durmiéramos encima de las chapas
- así no las vuela el infeliz.

esa noche en los cerros soñé que me rajaba volando
y entresueños no me soltaba de mi chapa
andábamos arriba en lo oscuro como esos brujos

juan bautista pasaba volando y yo le gritaba
aterricemos en el mar
sigamos nuestra marcha navegando.

¡las cosas que una sueña!
cuando desperté tenía la garganta seca y todavía estábamos
de noche

el viento bailaba su malaquín en el faldeo de los cerros
tu abuelo era un bulto tapado de arena/
parecíamos esas momias.

me quedé callada y lo dejé dormir,
el hombre estaría reventado,
respiraba con un resuello grueso de animal.

me quedé ahí sentada oyendo el viento
como triste

estábamos en ese borde que ahora le dicen el balcón del
paraíso
donde una ve el mar mezclado con el cielo

al rato empezó a clarear
yo veía el mar sentada arriba de mis chapas.



I love you luisa


La luisa que yo conozco

no ni por asomo

la luisa que ella dice

que fue bella que bailaba

la luisa lisa y llanamente

es este montón de huesos que apenas anda

la loca esa que anda en enaguas

vendiendo lotería en la puerta del mercado

la luisa que ella dice

que ella nombra con babas en el labio

es la pura memoria que le baila la cabeza

sólo su memoria detenida

en los tiempos de frondizi

y aquel auge del petróleo

la memo luisa mareada de manos

la más hembra del maracaibo

bailando can-can en los piringundines

con dólares en el corpiño

cuando la saipen oil y el plan con.int.es

la más cara enredada de giles

bañada de whisky en cada orgasmo

y love you luisa – arañando en un bolero
la sola memoria del sexo fermentado en cocaína

i love you luisa anda patagonian
i love you baby aún cuando las huelgas.
nada queda de aquel auge de esos días

sino la memoria fornicada

que puso a estos huesos de patitas en la calle

donde el tiempo pasa y nada queda de la saipen

de la standard oil que arrojó

las máquinas al mar por no dejarlas

nada queda solo la luisa

con las enaguas al viento

los labios rojos silbando frank sinatra

che vos comprame lotería

por san cayetano pibe comprame lotería.







Ya lo sé
yo ya sé
lo que es el amor.

yo aprendí a beber vino
cuando trabajaba
en la pampa de salamanca
al borde de la ruta 3.

aprendí a beber callado
mirando las martinetas
que se iban siguiendo la alambrada.

de vez en cuando un camión
como un incendio perforaba la tarde
y pasaba
un suspiro en las retinas
de los perros.

a lo lejos había
un molino negro
el viento agitaba sus pedazos

molino deshecho
sin aspas para el vuelo
chaperío sin alas
llorando en pozo de la noche.

yo bebí borracho en las alturas
a mi no me digan nada.

perdí una camisa
buscando ovejas en la nieve
perdí los sentidos
mareado en una torre
que se alzaba como un sueño
en la chatura de la estepa/
un mirador creo que era.

y ya sé lo que es el amor
(por las noches yo dormía
en un catre adentro de una casilla)

después de apagar el alumbrado
(un lister a todo culo)
desaté los perros
y me quedé bebiendo
con los ojos mezclados con la noche

con la piel hecha un silencio
como un solo cuerpo enmudecido por la pampa.

en la pieza brillaban
por la luna
las latas de aceite supermóvil multigrado/
el viento ladraba a la ventana.

el viento es un perro desgraciado
aullando en las orejas del insomnio.

los vehículos pasaban en la ruta
con ráfagas de luz en esa pieza.

y por eso
yo ya sé lo que es el amor

yo recé borracho el padrenuestro
para que
un auto con dardos veloces pasara iluminando
el cuerpo de thelma tixou
que brillaba en el almanaque
de aquella noche de aquel invierno
de esos años.

thelma estaba espléndida en esas soledades
tenía un vestido rojo
que ardía ante mi boca
cuando las luces
la encendían como llama en pleno vuelo.

yo ya sé lo que es la sangre
cuando arde como aceite en la penumbra.

el cuerpo de ella era un planeta
girando en el abismo

y yo su único habitante/
me ataca como una sed cada vez que me acuerdo de esa diosa.
el amor es como apretar una foto de thelma tixou
en la garganta de la noche/
o el amor es otra cosa
animal que se espanta
que vuela lejos
y uno
no ha tenido el gusto.

Nota: Nació en Comodoro Rivadavia, provincia del Chubut.En 1994 se adjudicó el XI Encuentro de Escritores Patagónicos de Puerto Madryn con su libro Matame si no te sirvo, editado en 1995 por Ediciones Último Reino.
Ha colaborado, dirigido y editado distintas publicaciones literarias en Capital Federal, Comodoro Rivadavia y Trelew, donde reside actualmente.
Considerado por sus pares y la crítica nacional como una de las mejores expresiones de la poesía patagónica actual, su libro Calles laterales obtuvo en 2001 un premio en el Concurso Nacional de Escritores que organiza el Fondo Nacional de las Artes. Lo editó Culturas del Sur del Mundo, en Trelew, en octubre de 2002.La falta de continuidad en la publicación de sus libros es la contracara de la amplia divulgación que tiene su obra a través de una oralidad a modo de juglaría, y otros soportes gráficos que lo han llevado a convertirse en una de las voces más difundidas pero menos editadas.
En 2009 editó Jerez Volcado (El Suri porfiado)

viernes, 11 de diciembre de 2009

Carlos Battilana


El cielo

Mi hijo está allí.
El cuarto le pertenece
y yo
no hago
más que atrasar
el temor. En este lugar
donde los hechos avanzan
donde la casa
parece
una tundra llena de voces
¿dónde reposa el ruiseñor?
¿en qué modelo
basa su canto
el triste? Con los dedos fijos
escribo esta letra
aquella otra, esta
de más acá. A través de un agua sin sabor
el hilo de la costumbre abrasa
y me recibe
en su cielo.


Los días antiguos

Sentado
como una cosa,
estático, sin énfasis,
lo que resulta cierto
son los días. Miro
hacia atrás,
hacia los días antiguos. Ayer
he visto
una muerta. Pero no
una muerta más.
Una muerta
posible.
De chico
seguramente
me ha acariciado
con vaga ternura
y en esa lógica
precaria
ha consistido su vida. Es eso
lo que sé.

Recojo mis papeles, junto
mi ropa; con el tiempo
todo lo inútil
se vuelve
objetivo. Está bien el equilibrio.
Otros creen
mucho. Yo poco.
Antítesis. Metáforas…


Viajantes
El aire de invierno


Vuelve el invierno.
El sol
deshace su fuerza.
Sé que no puedo esperar. Vuelve
la mayoría del invierno. Nos protegeremos
en la TV, en la pequeña
escena
de lo cotidiano. Sin poder
administraremos la energía.
En lenta procesión
la voz del teléfono
se demora
y sangra
por su herida. Adiós,
estrecha hierba
de la invención. El verano
fue
esa aguja sutil
que la lentitud
destroza. Parte
de tu espera
se acumula
en el pecho. Aire
que el mar
no ha concebido
suficientemente. Espacios. Refugio.
Movimiento.


El Estado

Leo a Pasolini, ordeno.
Autos, colectivos en derredor. Todo
permanece quieto. También
mi cuerpo. Años atrás
por esta calle del frente
mi hermano y yo
viajábamos,
entendíamos el mecanismo
del país. Hoy
todos sonríen. Asumió
el nuevo gobierno,
las cosas están
en paz.
La poesía
no es
epifanía
ni un recuento
de revelaciones. Eso
es falso. Calibrar
con precisión
aquello
que como un gusano
roe
lo más preciado
del dolor, ésa
parece una forma
de decirme
puntillosamente
que no todo
está en paz.

Nota:
Carlos Battilana nació en Paso de los Libres (Corrientes) el 19 de septiembre de 1964. Reside en Buenos Aires. Publicó Unos días (1992), El fin del verano (Siesta, 1999), La demora (Siesta, 2003) y El lado ciego (Siesta, 2005). También una selección de sus poemas se publicaron en Una historia oscura (Ediciones Deldiego, 1999). Poemas suyos aparecieron publicados en diversas antologías (Poesía en la fisura; La voz del erizo; Poesía argentina año 2000; Poesía en el subte; Antología Zapatos Rojos; Hotel Quequén Poesía), revistas (Diario de Poesía, Vox, Hablar de poesía, Tsé Tsé, La Mineta, Crisis, Paredón, Blanco Móvil, El perseguidor, Carpetas de poesía argentina, La Carta de Oliver, entre otras) y suplementos culturales (Clarín, La Nación, entre otros). Es docente de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires

lunes, 7 de diciembre de 2009

Santiago Sylvester


Las casas
Las casas se pusieron inhóspitas
y tuvimos que abandonarlas a su suerte.
Primero fue la casa de los patios
donde la infancia ponía expectativa en ciertas plantas
que todavía ofrecían protección.
y en una muy querida forma de llamarnos a la mesa.
en otra casa las chirimoyas ordenaban una majestad
y el juego de los hermanos se escuchaba
como una premonición que sería demasiado dolorosa
si alguien insistiera ahora en recordar.
Después fue la casa donde la humedad del río
se nos pegaba al cuerpo como la piernas
de una mujer que nos enloquecía,
y hasta la sombra crujía de deseo, y una lengua
nos buscaba la lengua
con la voluntad desesperada.
Y las otras casas, con amigos hasta el amanecer,
con hijos, con poemas,
con pequeños olvidos (apenas distracciones
que sin embargo después venían a buscarnos desmesuradamente)
De todas las casas nos hemos ido.
y cuando creíamos que ya nada quedaba de ellas
apareció una hoja en el suelo, un grito subrepticio
en un cajón, el cuaderno de la escuela
con los cuidados de la madre, un botón, el canto del gallo.
Qué hacer entonces,
si no queremos coleccionar fracasos
ni objetos distraídos que se olvidaron de morir,
sino juntar los pedazos que sobreviven dolorosamente
y dejarlos caer por la ventana de este cuarto piso
como quien tira una corona de novia al mar,
como un globo lamentable que aligera su carga.
Restos queridos a los que decimos adiós con memoria trastornada.


Perseverancia del halcón


Tiene nombre ilustre
y lo protege la serenidad: vuela sin inmutarse por el espanto
de esos pequeños alborotadores que resguardan huevos y
.....pichones:
................él
con alzada majestuosa
y ojo directo
busca comida.

...........Por estas quebradas
pasó la historia: él
vio todo: gente a manotazos, escapando o persiguiendo:
.....huestes perdidas, el murmullo de muertos que se
.....escucha promediando enero: una partida de gauchos al
.....acecho, la cabalgata heroica de pobre gente
obligada al heroísmo:
y vio también el merodeo, el desplazamiento: los restos de
.....una civilización que ha prescrito: piedras y cantos con
.....alguna ceremonia:
.............................él
vio todo desde su vuelo impertérrito: no juzga, no invoca,
.....no confía: tiene
hambre.

Vuela, aterra, y todas las tardes
organiza ese escándalo; desde aquí
lo veo: sabio, sin prisas, esperando
que todos nos volvamos comida: historia, huesos, animales,
persona.

Nota:Santiago Sylvester nació en Salta en 1942. Es autor de doce libros de poesía, de un libro de cuentos y uno de ensayos, publicados en Argentina y España. Ha recibido los premios Sixto Pondal Ríos, Fondo Nacional de las Artes, Nacional de Poesía y Gran Premio Internacional Jorge Luis Borges. En España recibió el premio Ignacio Aldecoa, de cuentos, y el Jaime Gil de Biedma, de poesía. Es autor de la antología Poesía del Noroeste Argentino. Siglo XX. Dirige la colección Pez Náufrago, de poesía, en Ediciones del Dock.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Alberto Cisnero (poemas del libro "La sustancia en infracción")


Alegría

Anhelo la noche y pido la muerte
que reviente todo (a que otra digresión,
su búsqueda jadeante de lo improbable)
y prospere en estas fosas, supliendo
la inocente alegría de estar
vivo, pobre de verdad, libre de bienes,
hasta el paroxismo mi osamenta.

Remingtons

Admitan como suyo este país quienes
posean terruño preámbulos la completa
igualdad cruzarse el pecho grinpis
su joven literas progenie guardias;
perdonen la queresa, me queda un chumbo
y acuatros, el combo a repetición;
que otros se coman se eduquen se curen.

El cordón

(22 de junio de 1934.J.D.
comprendeque una vereda de
Chicago alcanza ya su rostro).
Estimulado por qué equívoca sed,
yo, mi sobredosis, mi guardián, hermano
mío semivivo, rubrico: supe el terror
de la huida y la lobreguez del sepulcro
engreír, odre y expropio, Juan Dillinger,
quien (y no dios) es tu prójimo latente,
hospedaje común de los gusanos.

Torres


Nuestra patria es esdrújula, flórida;
los tristeos de mi generación uno
a uno ya no obseden; güelcom,
dieron los noventa y nadie quiere
contarse ese vértigo toda vez
que mirás el río de la plata junto
al sonido ocluido del monitor.
Ante la grey somos todos iguales.

La brisa


“Escuche otro secreto: ningún bien
me avendrá, no fui lo que se dice
caballero, a eso equivale un cuervo;
muchos tristes de los campos afuera,
ya atestiguaron qué grano de tierra
calificó su pan; con un puñado
de clavos ha sido ideado el destino”;
y en el dudoso mediodía, todo
silencio, padre, tu epitafio soy.

Nota:Alberto Cisnero. Poeta argentino (La Matanza,Buenos Aires,1975). Ha escrito los siguientes libros: La sustancia en infracción (2002), Los dados de la muerte (2004), Mil brillos apagados (2007), Akullico (2009) y El precursor químico (2009). Todos inéditos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Fabián Benassi

Plegaria


¡Noche! Movimiento lunar.

Estrella: blanca, azul y roja.
Constelación, infinita sombra.

¡Divina Perla Nocturna!
Sonda al alma echada.

Flor de todos los cielos,
enquistada corola persistiendo
en tu dàdiva luminosa.

A pesar del veneno certero,
los innúmeros ahogados,
la muerte y el quebranto.

¡Divina Perla Nocturna!
Hoy comprendo tu enseñanza;
la prédica de tu Albo rayo:

"No existe mayor desamparo,
ni más insana soledad
que la Fe perdida..."

¡Divina Perla Nocturna!
Esperando, ni muerto, ni vivo,
clamo por tu luz diamantizada
pulverizando mis cadenas.



La Cofradía de la Luna


Esos raros y melancólicos muchachos,
con el seso trastornado y sueños de Artistas.
Antiguos muchachos los Amantes de Cinthia.

Nada mas que un puñado de vagos
que llenan sus horas de ostracismo
ensalzando a su enigmática Amada...

"Cinthia hermosa e imponente
en aquel páramo llamado "El Gualicho",
cautivando de una vez y para siempre
con su dorada cabellera a aquellos Amigos...

¡Cinthia meciendo una estrellita
o vigilando las cenas de septiembre!

Cinthia mil y una noche en el mar;
en el río jugando un juego de espejos.

Cinthia en otro río apareciendo
al Este y al Oeste a un asombrado pescador...

Ausente clausurando el delicado ojo
de la Noche. Cinthia enamorada...

¡Cinthia en las leyendas y en los libros ..!
Con filo de témpano o rojo iracundo.

Ultima visión del naufragio, haz de luz mala.
En la Aurora partiendo hacia otras tierras.
¡Cinthia enigmática, irascible, Cinthia..! "

Y pensar que por esta ambigua y caprichosa hembra
soportaron la ignominia y el destierro.

Esos tontos muchachos a los que se les desborda
la Copa y se ríen de las habladurías que dicen
que a su Reina virginal la han hollado los hombres.





Tres árboles


Este perdido corazón mío,
(atormentado corazón),
por una magra ventana
en destemplada hora otoñal,
invocaba un latido de luz...

Asido al aire resignado,
a la escorzada plaza,
algunas casas y el transito;
a una multitud de ramas
cercando la vieja escuela.

En la mesa una hoja en blanco
tenia ansiedad de milagro,
y escribí: "Esta caída luz
por sobre los árboles...

¡¡Y al levantar la mirada
iluminando un árbol
dorada e inefable la vi!!

...es un Angel bendiciendo
esta hora tardía, para luego,
perderse súbitamente tras la noche".

¡¡Y al remirar ya no estaba !!

Aureo árbol de este día,
ligado a mi vida estarás,
como aquel Eucalipto
de una mañana de triste
nube y horizonte febril.

O como aquel sauce
que generosa sombra daba
a nuestros párvulos juegos,
y a la siesta de ese querido Tío
dueño de aquélla chacra
a la que jamás pude regresar.



Al lector

Al haber ojeado concentrada
o superficial, estas páginas,
que nadie piense que yo sufro.
¡No es cierto! ¡Pues solo espero!


Al haber leído las líneas
anteriores, que nadie diga:
-¡Alegre vive!- ¡No es cierto!
¡Porque me entristece la espera!

Quien al leer estas páginas
las aceptase tal cuál son,
porque las comprende
como un ojo comprendería
su lágrima en el espejo ....

El polvo de sus zapatos
sacudirá, y se marchará
en paz, cuando por su causa
suene en alguna reunión
mi nombre, y mordaz sea
atacada mi persona...

Si a alguno escuchasen
ensalzarme, alegando
que me conoce, ¡Miente!
Solo Dios puede hacerlo.
Y su preocupación
quizá no sea esta.

Y si alguien dedujese
por lo leído, que he muerto.
¡Se engaña! Es de Fe un acto
que este entre sus manos
hoy mi libro...

Quién al leer las líneas
anteriores, afirmase
así, que yo vivo,
¿Cómo podría saberlo?

¿Acaso aquel que ha
conocido la vida de verdad,
necesita hurgar en lo
que he escrito..?


Nota: Poeta nacido en Rìo Colorado (Pcia.de Río Negro).En el año 2001 publicó "La Lampara Otorgada".También es actor.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Beatriz Vignoli


Función de la lírica

Mi padre agonizaba
en un sanatorio con TV por cable.
Puse el canal de ópera
para amortiguar sus alaridos constantes.
Justo cuando Rigoletto abraza el cadáver
de su hija, debí tenerlo al viejo
para que no se cayera de la cama:
la doble simetría de la escena
me la volvió soportable.

Canción negra de sangre


—Aquí no se llora.
Aquí, donde estamos.
—Siempre estamos
donde estamos.
¿Entonces nunca
se llora?

En el sueño componíamos una canción.
Se ponía difícil, yo me impacientaba,
sacaba mi revólver y lo ponía
entre las dos, sobre la mesa.

—¿En el cielo, se llora?
¿Vamos a poder llorar
cuando estemos muertas?

En el sueño, yo recién llegaba a tu ciudad.
Vos me dabas trabajo: convertir un mapa
en un árbol.
Se ponía difícil, no me salía,
el árbol no me salía ni pegándole
hojas de verdad.

—Las muertas, ¿son felices?
¿Me diste el nombre de la felicidad
porque querés que muera?

No soporto tu letra; me enfurece
recordar la forma de tus trazos.
Odio tu forma de curvar las efes
como patas chuecas que se sienten simpáticas.
Odio tu be larga, muy especialmente.
Odio la esperanza, la esperanza,
odio, odio la estúpida esperanza
que anima tu escritura.

Si no querés que muera,
¿por qué decís entonces que me vas a matar?
—Creés demasiado en las palabras.

Hace falta un metal más espeso que el odio
para contar, para cantar esto.
Hace falta un metal, un metal más que asesino,
un metal resucitante.

—Sí, creo
en las palabras.
¿Acaso poseemos otra cosa?

Si nos dejaran llorar
poseeríamos lágrimas,
gotas de mercurio
en nuestras bellas caras
rodando dulcemente, dulcemente.
Me gustaría tener esperanzas
pero no en el pasado:
maldigo tu lealtad.
Odio tu modo de tocar el timbre,
tus piernas flacas vistas a lo lejos
y yo avanzaba sin reconocerte
y vos pensando que me alegraría
de verte; digo,
por tu sonrisa.

—Te traje estos papeles.
"El trabajo libera".
—¿De qué?

En el sueño, no éramos de metal.
En el sueño, no había
porqué mostrarnos fuertes.
En el sueño, no me pateaban en el piso.
En el sueño, yo no era para siempre
alguien a quien habían pateado en el piso.

Odio tus piernas, odio
que puedas caminar.

—¿Y la canción?

He guardado los papeles que trajiste.
No los puedo leer; me los trajiste
a tiempo para el trabajo, pero tarde:
ya no podría soportar leer
los papeles que trajiste. Y en el sueño
la canción
se cantaba.
La canción era una voluntad de inocencia
que conseguía atravesar la noche
de esto que he dado en llamar traición
y no es más que cansancio,
indiferencia,
olvido,
desaparición.

Viernes santo
Ha muerto la
Gracia. No hay de qué.
El sol brilla sin dioses.

No tenemos esperanza;
tenemos, sí, la esperanza de la esperanza,
esperamos que la esperanza
suceda.
Hemos tenido fe
y voluntad; hemos luchado,
con una fe sin esperanza hemos luchado.
Para perder mejor hemos luchado,
para que no nos ganen así como así,
para que les cueste
aplastarnos, para eso
hemos luchado sin esperanza,
sólo con voluntad hemos luchado.
Ha muerto la
Gracia. ¿Resucitará? (¿Estás
llorando?) ¿Resucitará?
Hemos amado sin esperanza,
con deseo hemos amado,
sin esperanza hemos amado.
Con una piedad sin esperanza hemos amado,
con una piedad funeraria.

El sol brilla sin dioses.
En tu cara.
Estoy forjando el día
como si fuera de hierro el vivir.
Estoy sosteniendo el tiempo.
Estoy mirando cómo el cielo lentamente cae,
una vez más
cae.
Sin esperanza alguna recuerdo tu belleza,
con una piedad funeraria.
Pero estoy tallando la espera
como si fuera de mármol el día de mañana.
En el declive de lo que cae derrotado,
en el de lo que cae derrotado para siempre
sostengo la nada,
sostengo la nada,
como si de dioses se tratara.
En retirada, enarbolo todavía
con una mano herida, la forma del cielo.

No te vayas. Yo sé los nombres del mundo.
Sé pronunciarlos. No te vayas.
Podrías, todavía, hacer algo
con la distancia entre tu amor y mi muerte.
Podría, esa distancia,
no ser del todo una cosa desesperada.
Podría yo no perderte así como así.
Pero la Gracia ha muerto,
el sol brilla sin dioses,
la tierra es dura.
Ha muerto la
Gracia. No hay de qué.
No hay dónde fundar
ningún futuro: las casas son pequeñas
o ajenas, y sus estantes están atestados
de ciervitos de vidrio fumé,
sus estantes atestados,
melancólicos, ebriamente lluviosos bajo este sol.
Este es el país donde nadie fundó nada.
Pero yo (no te vayas)
sé pronunciar el nombre de tu carne.
Podrías ayudarme, por ejemplo
a limpiar.
En cambio estás ahí, tan art decó
en tu quietud de cadáver en pie,
tan neoplatónica tu pose que
no pueden con eso los plumeros comunes;
es terrible, con tu belleza no puede nadie,
es más terrible que la misma piedad
funeraria.
Escuchame, yo sé,
yo sé pronunciar los nombres del mundo.
No te vayas.

Nota:Beatriz Elvira Vignoli es una novelista, poetisa, periodista, traductora y crítica de arte argentina.
Nació en Rosario (provincia de Santa Fe), el 29 de enero de 1965.
Es nieta del escultor rosarino Erminio Blotta (1892-1976).

En los años ochenta colaboró en revistas «subterráneas» (como Umbral Cultural, de Buenos Aires, dirigida por Gerardo Diego Sofía) de Rosario y Buenos Aires.
Entre 1992 y 1997 impulsó una serie de lecturas de poesía y narrativa de un grupo de escritores jóvenes de Rosario, núcleo de lo que luego serían las revistas Ciudad Gótica y Viajeros de la Underwood.
Entre 1993 y 1995 fue crítica de arte y espectáculos del diario Buenos Aires Herald (en idioma inglés).
Entre 1991 y 1998 colaboró en las secciones «Cultura» y «Contratapa» del suplemento Rosario/12 del diario Página/12.
En 1998 estuvo brevemente a cargo de la sección «Cultura» de este diario.
Entre 1998 y 2000 colabroró regularmente en el suplemento cultural «Grandes líneas» del diario El Ciudadano y la Región

jueves, 19 de noviembre de 2009

Roberto Mariani


10 CTS. DE IRA

hay una fiera, grávido de alcohol el ojo
es rabia agazapada en esta casa
la silueta palpitante que se arrastra
visceral, en algún lugar de la estructura
ávida, acechante, por las penumbras del orden
o se mantiene, letal como un cuchillo
ante el brillo helado
de un próximo estallido
tensa
su hondo animal proclama entonces su amenaza
se proyecta baba bestia, crece sombras a través
del vasto decorado de 1000 sueños extranjeros
vomitando una secuencia de adjetivos nacionalsocialistas
ácidos, impublicables
la masa irada (las garras activadas
de odio), en salto instrumentado por la comedia
del deseo
trazará un demorado surco mutilante
exactamente
en el cementerio central de las defensas dormitorios intestinos
el grito que degrada un es privilegio
feroz final dilacerante, hiende el espacio
i rasga, es ciego
inaugurando así un nuevo ciclo, feliz?
de calores resplandores metalúrgicos
asesinos
de horror, su hedor se expande

<em>LA BELLEZA?ook

-a ezra pound-
eya se interesaba, decía interesarse
por nuestras así yamadas ilusiones
i pedía comprensión para su estado de viudez poética (solía gritarlo)
un poco de calor a secas, alguna vez también pidió; pero a nos solo nos el
estado de nuestras finanzas, la copa de vino, alguna rajadura, i todo
aqueyo que poco nos importaba, qué poco nos importaba por aquel entonces
pero como es relativamente barato -o lo parece- i a veces de nada más se trata
que de beber muy lentamente
i como al descuido
de la copa del dolor
i del hastío
yo la sentaba en mis rodiyas
i arturo erraba, como era su costumbre, a. rimbaud por los corredores
del herror que se escribe sin hache, i nos vendía de la canasta de sus rosquitas
esa su mercadería peligrosa pero nada Bella, imbéciles!
i eya que se disculpaba balbuciente era, de alguna manera, qué o quién era?
i luego descubriera su valor de plus valía i pasara a ser eya la perseguidora
i a exigir una suelta de palomas (blancas) por su par de senos en pleno
i solicitudes, ruegos, filosofía de medianoche
una sesión de análisis
por una sola sesión de manoseos
nunca un orgasmo verdadero de luces de locura de cristales pisoteados
nunca
i hoy la perseguida yace en este catre
maltrecha, desgreñada
mostrando una peluca mal calzada
lanzando una risotada que rebota por el cuarto
i un olor que no proviene de su sexo precisamente
algo que no huele: tufa
ah, demonios, qué arrastrada inmunda es LA BELLEZA
con sus presidios, con su sonrisa de papel carbónico o presidente
en la sonrisa pónte de pie maldita!, cúbrete las varices…, no te hagas
pis encima, sirve la comida i fuera!, vuelve a tu perrera
déjame morir la pipa fabulosa
‘67/’70.


EL PIOJO (I YO)
(letrilla)
-a miguel de molina-
miro ese piojo
allí, i le veo
él no me ve
ni sabe, creo
de asuntos de ver
mirar…, ser visto
i para qué
yo me pregunto
precisaría él
(un piojo)
de saber de ver
de ser visto
-o de a mí verme?…
"helos ahí", se mofan
"unidos por el destino"
señoras: qué necedad!
señores: qué desatino!
él está allí
El Chupador!
yo… aquí
el chupao…
unidos?; juntos?
qué va!; qué nada!
así de solos estamos
su vida huera
e ingloria muerte
(como las mías, igual)
apenas en el papel
se entrelazan
-i no tan fuerte
siga él de ese
modo, silente
irreverente
(i ‘picante’)
con la rutina
de las sangrías
a que su piojidad
le inclina
de bien chuparse
al mariscal, o a la dama
al figurón de la corte
o al magnate; al cardenal
a la alcahueta, o al/la vate!
que siga entonces el curso
que desde siempre transita
de ese sistema-destino
que es su sino, i es su meta
que yo, de igual modo
mas "por las mías"
inciertos caminos persigo
alfombra de espinos mis días
vacías estepas mis horas
sin vino
‘98

Nota:Nació en Buenos Aires, el martes 13 de enero de 1936, vivió 23 años en distintas ciudades de Brasil -donde se "graduó" en el conocimiento de instituciones psiquiátricas-, regresó por un breve lapso a la Argentina, viajó a España, mendigó en las calles de Madrid y, finalmente, fue repatriado. "Gracias a mi hermano sobreviví", contó alguna vez.
Amigo personal de Enrique Molina, Roger Pla y Rómulo Macció, y socio en varios "emprendimientos fracasados" del dibujante y pintor "Freddy" Martínez Howard, Mariani fue uno de los actores del panorama literario de Buenos Aires entre 1963 y fines de los '70: fundó y co-editó la revista "Opium", publicó, en 1973, "7 poemas grassificantes" (Ediciones de la flor alta) y en 1968, editorial Sudamericana editó sus "7 historias bochornosas" (reeditado en Zapala el año pasado).
En Brasil, ya en 1976, la editorial Da Maconha, de Sao Paulo, publicó sus "7 Pue-más" (bilingüe). Otros poemas suyos fueron publicados en Zapala en los libros: "Poemas de oreja", "Mamotretos y ladrillo... de oreja", "Mejunje de nuevos" y 'nuevos' poemas de oreja", "Entremeces eróticos (sazonar a gusto)", con ilustraciones de Inés Finando, y "Mamotreto Nº 13". Allí fue el impulsor de la revista "De culo al barro", como en España, mientras dormía en las calles, de la publicación "La Damajuana".
Dueño de un admirable rigor crítico, lector voraz, provocador por convicción, "libertario y ácrata", Mariani es dueño de una de las voces más auténticas de la poesía del país. Su obra no conoce los límites. De gran intensidad, sus poemas se escriben en registros y estéticas diversas donde Góngora se abraza con Marosa Di Giorgio y Ezra Pound, se topa con Raúl Gustavo Aguirre, Francisco Madariaga, Leroi Jones y César Vallejo. "Busco que las frases sean duras, pero que tengan swing. Si no tiene swing, no valen nada. A veces estoy leyendo a Góngora y meto cosas de él en lo que estoy escribiendo. ¡Lo mal hecho con frases geniales de Góngora! Pero primero de todo hay un proceso inconsciente en el que vuelco todo lo que se me ocurre. El ritmo y el sonido. Escucho el ritmo adentro mío. Depende del sonido que esté escuchando y cómo lo esté escuchando. Puede ser el ruido más sutil, como el de un ‘zippo’ al cerrarse. Y, a veces, tiene que ser la furia. Y si viene con furia ya nunca voy a poder escribir sobre la gota. Y si además estoy escuchando algo ‘en vivo’, la música no viene solo de adentro -contó una tarde de calor en su refugio patagónico-. Cada poema para mí es una cosa nueva. No tengo una línea definida. Algunos son contenidos, otros son exabruptos. Los mamotretos, generalmente, son hacia afuera, con momentos groseros inclusive. Depende de la intensidad que tengan las cosas que me pasan". Y citó entre sus autores preferidos a Góngora, Ezra Pound, Gregory Corso, Dylan Thomas, Jorge Luis Borges, Leroi Jones, William Faulkner, Raymond Chandler, Edgar Alan Poe y Kafka.
Modelo publicitario, actor de fotonovelas, amigo de la nocturnidad, de los bares, lector voraz, amante del jazz, del fernet y los cigarrillos, provocador por convicción, obsesivo de las correcciones, coherente hasta la médula. De nada valen estos adjetivos que podrían, de alguna manera, representar su nombre porque como el mismo Mariani dijo: "no digo mi nombre, no lo uso, porque no soy el que dicen los papeles. O soy, pero ¿qué importancia tiene? Los nombres no definen a la persona".(Extraído de una nota que realizara el poeta Andrés Cursaro)

martes, 17 de noviembre de 2009

Julio Migno


¿Qué tendrás pago?

Chiflando una tonada en las totoras
y peinando el sauzal, retoza el viento
rempujando las crespas marejadas
que entre esquilas de espumas van muriendo.

Como pa' hacer brillantes ñanduceras
están las tres Marías en el cielo.
Se ha fundido una estrella y cae su chorro
como lágrima en arco entre el estero.

No pica; con plomada o sin plomada,
de espinel o pateja, da los mismo.
Van hablando en temblor las correntadas
y se duerme la liña entre los dedos.

Hay plata en el zanjón, en las escamas,
en la ristra brillosa 'e los anzuelos,
en el cuchillo de cortar carnadas,
y en esa "bola de uno" del lucero
que se ha ceñido al corazón arisco
pa' que levante luces en el pecho.

¡Qué tendrás pago, que te quiero tanto
con tus chajás, tus brujas y tus esteros,
con los vellones de tus garzas blancas,
con el pico plateao de tus boyeros,
con tus garcitas moras que se visten
en tus jacarandases y tus cielos,
con tus torcazas llenas de ceniza,
con Juan Soldao, el de la brasa al pecho;
¡qué tendrán tus calandrias que me llaman,
tus chororoses y tu tordo islero,
y tus viuditas tristes y esa chispa
que dió el fogón pa' la brasita 'e fuego,
y qué tendrás, que entre mis noches pasa
siempre un arisco cardenal ardiendo!
¡Esos son tus gualichos en mi amargo,
ésa es la brujería que me has hecho,
ése es el espinel que le has tendido
pa' prender en sus ganchos al Mielero!

Soy de tus islas un timbó cualquiera,
y en tus zanjones, curupí a los vientos;
sauce embrujado de cualquier barranca,
y un llanto colorado entre tus ceibos,
y soy, por una herencia de la suerte,
con mi lanza en la voz, sanjavielero.

¡Muchas gracias, patrona doña vida,
que me has hecho zorzal. Estoy contento!



Mi tierra


Timbó, laurel, curupí,
lindos ceibales en flor,
pago de indio mocobí;
San Javier donde nací;
no hay otra tierra mejor.

Timbó, laurel, curupí...

Sanjavielito y Verón
en mi sangre van marchando,
desato mi corazón,
lo pongo de embarcación
y lo cruzo navegando.

Sanjavielito y Verón...

Ronquidos de marejadas,
corridas de surubises,
y abriendo las madrugadas
nubarrón de crestonadas
y un silbar de siririses.

A pala corta la proa
dolorida correntada
y descansa la canoa
mientras se hace la ranchada.

Relatos de aparecidos,
política lugareña,
la crónica de un silbido
y el llegar como perdido
del que salió a buscar leña.

Cielo abierto, mosquitada,
chanzas, postas de pescao,
y al revolear la liñada
la preferencia anotada:
"pa' la boca de una dorao!".

Corre plomo derretido
en la vena del zanjón,
y un camalote perdido
va cabeceando dormido
a dar contra un albardón.

Juega su plata la luna
sobre carpeta de estero
y se la copan los teros
a orillas de la laguna...
Por la lomada cebruna
relincha en arco un bagual,
pasa lerdo un pato real
al sesgo y a lo matrero,
y lo encandila el lucero
que asoma entre el totoral.

Silencio de narradores,
quejumbres de gallinetas,
relevo de cebadores
y un rodear los asadores
de cuchillo y de galleta.

Como anticipo de soles
en las mañanas triunfales,
cuajarones arreboles
van flamenado tomasoles
los isleros cardenales.


"Color de guitarra vieja"
salta un zorzal andariego.
La ocurrencia en la madeja
la tejió don Goyo... Cejas
mientras atizaba el fuego.

Calandria en cristalería,
boyero meciendo acentos,
pasan en la tierra mía
con sus gauchas juglarías
de emplumados instrumentos.

Amigo de mis ausencias,
de lo mejor que me queda,
aquí vengo a la querencia
y haciendo acto de presencia
pido mi trago en la rueda.

Paisanas: "sanjavielero
pa' lo que gusten mandar",
de aquellos que al saludar
como queriendo sembrar
van empujando el sombrero.
Paisanas, sanjavielero.

Todo del indio Mariano
y del flautista Paikí
donde es chuza de baqueano
el alarido temprano
de Miguel Lavanderí.

Timbó, laurel, curupí,
lindos ceibales en flor,
pago de todo mi amor
San Javier donde nací
tierra de indio mocobí
borracho al atardecer,
timbó, laurel, curupí
no he de morir sin volver
y he de volver a morir
en tus costas, San Javier.

Cúmplase así mi destino
después de cruzar errante
loco caballero andante
los más inciertos caminos,
sintiendo todos los trinos

con mi tumba en la barranca,
cajón de madera blanca
de timbó sanjavierino
y en tardes ensangrentadas
Sanjavielito y Verón
rezándome una oración
en sus blandas marejadas.

Nota:Julio Bruno Migno Parera nació en San Javier, el 6 de octubre de 1.915.
Murió en Santa Fé el 5 de diciembre de 1.993.
Julio Migno
Hizo sus primeras letras en la escuela de su pueblo natal, para trasladarse, ya adolescente, a la capital de la provincia, donde iniciaría sus estudios secundarios en el Colegio de la Inmaculada Concepción de los Padres Jesuitas.
Poco antes de lograr su graduación como bachiller, en 1.932, publica en colaboración con su compañero Félix Villasur Gutiérrez, su primer libro de poemas titulado "A los nuestros".
En 1.943 cristaliza su primera obra de aliento, "Amargas", donde se releva un poeta profundamente conmovido por el paisaje y la gente de su tierra.
En 1.947 publica "Yerbagüena, el Mielero", libro que marca un momento clave en su carrera literaria. Su personaje, un imaginario cantor hijo del pago, mereció un elogioso comentario de la BBC de Londres.
"Chira Molina", en 1.952, presenta el testimonio desgarrado de un paisano valiente e incomprendido, víctima de la injusticia.
La obra "Miquichises" aparece en 1.972. Señala la madurez del canto en el ciclo criollo a la vez que la culminación del mismo. Se encuentran allí muchas de sus más popularizadas poesías.
- Cumplido el ciclo de lenguaje, geografía y hombre de la cantera nativa, les doy ahora esencias que llevan el aguijón nacionalista del dolor en el ocaso. Estas palabras prologan su último libro, "Summa Poética", de estilo más clásico y enfoque universalista.
A las obras mencionadas se agregan dos antologías : "Cardos y Estrellas" de 1.955, y "De palo a pique", de 1.965.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Enrique Molina


Rutina doméstica

Saboreo el café del desayuno después del diluvio.
El salmodiante Noé
está tendido desnudo entre sus hijas y la guitarra
con la tierra al alcance de la mano.
La casa apareció traída por un pájaro
colgada del pico. El café
es negro y suntuoso
como el trono de un monarca africano
con cabezas de leones labradas por el rayo.

La Desconocida ambula por los cuartos
en las constelaciones del deseo,
perfumada y demasiado próxima
a las cosas que despiertan con ella,
con el desayuno,
llena de errores, indómita.como las águilas,
enjoyada en su risa y su leyenda.
Escarbará en mi pecho con su zarpa, me bendecirá
en un idioma salino
en el que todo es orgiástico, devorador, inquietante.

Y tantos años han corrido con esta misma escena
mientras el gallo inicia el hechizo inexplicable
del día
que fosforece y pasa hacia las aguas oceánicas.

La arena

lanca, consumida por la alquimia y la sal,
tendida en su lecho virgen bajo las alas de la luna
deja caer su velo de novia
para cubrir al señor de los náufragos.
Y no olvides que también es mortaja.

Tortúrame, arena,
con el auto de fe del sol en la bahía,
arráncame frente al océano mi última confesión.
Labios sin dogma
al pie de la escollera de terribles piedras donde
el mar estalla.
Vienes de muy lejos como la sangre,
tu amor seduce ciertas almas,
giran en el viento,
asumen el temblor del cangrejo acosado en su cueva.

Tu tesoro son conchillas trizadas y tu leche es árida
como hueso. Despojos
de la sístole y la diástole del salvaje corazón marino.

Sedienta del agua que te castiga brilla como un
incendio
el oro de tus caderas de odalisca.

Tumba o promesa de grandes placeres de la
intemperie, pero tan pérfidamente
seductora
para que alguien, sobre tu superficie, reverberante y
unánime,
escriba con un dedo la palabra "adiós" y un nombre que
se borra.

Allí están

Traída de tan lejos por grandes nubes maternales
despierta a la orilla del mar la pequeña vivienda de
madera,
desde su fatigado sueño, sobre estacas,
y nada muerto sino agradecido entre las tablas y la
luz salada,
y el bote partió sobre las olas jubilosas con las redes
tendidas
en la majestad de la mañana donde con dos pesadas
trenzas negras,
mientras lava la ropa,
la mujer aletea hacia el horizonte cubierta de
espuma, atenta
al alma de un pájaro en el follaje
—cobriza mujer de grandes pies para pisadas
mortales y seguras—,
y allí están los dioses que azuzan la luz dentro del
cielo inmutable
dentro de la mosca y la serpiente nativa que conjura
sus himnos,
dentro de las telas con flores estampadas que
se visten las negras
para las encendidas alabanzas
y el prestigio de sus cuerpos llenos de mensajes,
dentro del crujiente carretón que se bambolea hacia
el horizonte,
dentro de la arena marina donde despliegan su
liturgia,
dioses instantáneos con olor a cebolla y a cerveza,
para latir con los seres del lugar y su destino,
dioses para el padre y la madre y sus hijos
remadores,
para las hojas susurrantes de los bananeros y el
helecho,
para lugares de calor con un embrujado lenguaje,
para labios que cantan y besan o beben las lágrimas
en el sollozo de las despedidas,
dioses dentro de los ojos y los oídos y en la piedra
con el perfume descarado del sol que el viento olfatea,
dioses que suplican y cantan a través de la pial,
a través del aliento, a través de las aguas,
y los tablones de la casa tornasol para hospedar el
viento a la orilla del mar.
Nota:(Buenos Aires, 1910- id, 1996). Escritor argentino. Desde la publicación de su primer libro, Las cosas y el delirio (1941), que señala la aparición de la llamada generación del cuarenta, su obra es un recorrido por el surrealismo en el que, tras inspirarse en Éluard, Supervielle o Neruda (Pasiones terrestres, 1946), ahonda en los temas de América (Costumbres errantes o la redondez de la tierra, 1951) y en el tratamiento de lo cotidiano (Amantes antípodas, 1961; Fuego libre, 1962, etc.).

domingo, 8 de noviembre de 2009

Edgar Bayley




Llego nadando

cuando alguien me escribe yo le escribo
cuando alguien me piensa yo lo pienso
cuando alguien me olvida yo lo olvido
tengo mi corazón la mano la araucaria
alianza y comunión
es mi destino

navego otra vez
este mar me lleva hacia mis bodas
brillo y oscuridad
llego nadando




Todo lo visto y vivido

todo lo visto y vivido
cabe en muy pocas palabras:
en la luz de una mañana
en un trompo saltarín
en una tarde de sol
en una silla vacía
en cada piedra y la casa

todo lo visto y vivido
fulgura
se va ocultando
tras las hojas
y entre el viento
al borde de la bahía

todo lo visto y vivido
cabe en la sal
y en la mano
de quien saluda
y me lleva
al caracol y la araña
a la verdad de este día
a mi sendero y mudanza



Certidumbre

un ladrido es un problema de garganta
de corazón más bien
es disonante en un coro de callados
concuerda con el estruendo y la violencia
¿para qué más? ¿qué otra certidumbre?

gota a gota cae el sentido
de las voces y ladridos

las cuerdas vocales han durado
en esta sonora certidumbre



Es infinita esta riqueza abandonada

Esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas
remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos
de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío

no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada


Nota:

Edgar Maldonado Bayley, quien a partir de 1945 elegiría el nombre de Edgar Bayley para firmar su obra literaria, nació en Buenos Aires en 1919. Durante la segunda mitad de los años 40 integró con otros poetas y pintores uno de los más importantes movimientos de vanguardia de la Argentina, el "invencionismo" y luego participó en la dirección de poesía Buenos Aires (1950-1960) y Zona de la Poesía Americana (1953-1954) dos revistas decisivas en la historia de la poesía de su país.-

Dramaturgo y director teatral, traductor, autor de inclasificables relatos, Bayley fue ante todo poeta y uno de los teóricos que mas profunda y lúcidamente reflexionaron sobre la poesía en América latina. Escribió ocho libros de poemas (En común, La vigilia y el viaje, Ni razón ni palabra, El dia, Celebraciones, Nuevos poemas, Alguien llama y Algunos poemas más), uno de relatos (Vida y memoria del doctor Pi) dos de ensayos (Realidad interna y función de la poesía y Estado de alerta y estado de inocencia) y tres piezas teatrales (Burla de Primavera, Farsa de Isopete, y el sastre y Dulioto), todos ellos reunidos, junto a otros textos no incluidos en libro o inéditos, en el volúmen Obras, publicado por Grijalbo Mondadori en 1999.-

Desde 1947 hasta su jubilación en1980 trabajó en la Biblioteca de la Caja de Ahorro y Seguro.-

Falleció en Buenos Aires en agosto de 1990.-

viernes, 6 de noviembre de 2009

Silvina Ocampo


La visión

Caminábamos lejos de la noche,
citando versos al azar,
no muy lejos del mar.
Cruzábamos de vez en cuando un coche.

Había un eucalipto, un pino oscuro
y las huellas de un carro
donde el cemento se volvía barro.
Cruzábamos de vez en cuando un muro.

Íbamos a ninguna parte, es cierto,
y estábamos perdidos: no importaba.
La calle nos llevaba
junto a un caballo negro casi muerto.

Era de noche -esto será mentira.
Tal vez, pero en mis versos es verdad-.
Una arcana deidad
casi siempre nocturna que nos mira

vio que nos deteníamos y el día
suspendió sus fanáticos honores,
clausuró sus colores
pues también el caballo nos veía.

No digas que no es cierto: nos miraba.
Con la atónita piedra de sus ojos,
bajo los astros rojos,
nos vio como los dioses que esperaba.


La llave maestra

La luz de su cuarto me habla de él cuando no está,
me acompaña cuando tengo miedo,
y siempre tengo miedo porque soy valiente;
oye su paso sobre los mosaicos de la entrada
va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente
cuando lo espero, y siempre lo espero;
lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol,
lo mismo para el sol que la luna o la estrella.
Un tapiz forma la luz complicada
es la vida y siempre la vida.
Si me quedara ciega la vería con mis patas
o tal vez con mi frente cuando llega.
El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido
que cambia de oscuro en claro.
El tablero de la luz tiene varias llaves
pero una gobierna el resto:
se llama la llave maestra.
Del mismo modo el tablero de mi luz
tiene una sola llave que gobierna las otras
la llave que está en sus manos.
Apagaría todas las luces si quisiera
pero yo cierro los ojos para no ver
la oscuridad que podría ser luz
para no herirlo.


Diálogo

Te hablaba del jarrón azul de loza,
de un libro que me habían regalado,
de las Islas Niponas, de un ahorcado,
te hablaba, qué sé yo, de cualquier cosa.

Me hablabas de los pampas grass con plumas,
de un pueblo donde no quedaba gente,
de las vías cruzadas por un puente,
de la crueldad de los que matan pumas.

Te hablaba de una larga cabalgata,
de los baños de mar, de las alturas,
de alguna flor, de algunas escrituras,
de un ojo en un exvoto de hojalata.

Me hablabas de una fábrica de espejos,
de las calles más íntimas de Almagro,
de muertes, de la muerte de Meleagro.
No sé por qué nos íbamos tan lejos.

Temíamos caer violentamente
en el silencio como en un abismo
y nos mirábamos con laconismo
como armados guerreros frente a frente.

Y mientras proseguían los catálogos
de largas, toscas enumeraciones,
hablábamos con muchas perfecciones
no sé en qué aviesos, simultáneos diálogos.

Nota:Poeta argentina nacida en Buenos Aires en 1903.
Desde pequeña estudió pintura y mostró inclinación por la poesía, gracias a la marcada tradición cultural
de su familia y a la trayectoria de su hermana Victoria Ocampo quien la vinculó al mundo literario.
Por conducto de Jorge Luis Borges con quien la unió una gran amistad, conoció a su marido, el escritor
Adolfo Bioy Casares.
A su primera publicación poética, «Enumeración de la patria» en 1942, le siguieron «Espacios métricos» en 1945,
«Poemas de amor desesperado» en 1949 y «Los nombres» en1953. Incursionó con mucho éxito en el cuento,
la novela y la literatura fantástica, regresando a la poesía en 1962 con «Lo amargo por dulce» y en 1972 con
«Amarillo celeste». Luego publicó «Árboles de Buenos Aires» en 1979 y su antología, «Las reglas del secreto» en 1991.
Obtuvo numerosos premios nacionales entre los que se destacan el Gran Premio Nacional de Literatura en dos ocasiones,
el Premio Nacional de Poesía, la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores y varios galardones municipales.
Murió en Buenos Aires en 1994. ©

jueves, 5 de noviembre de 2009

Alfonsina Storni


DOMINGOS

En los domingos, cuando están las calles
del centro quietas,
alguna vez camino, y las oscuras,
cerradas puertas
de los negocios, son como sepulcros
sobre veredas.

Si yo golpeara en un domingo de esos
las frías puertas,
de agrisado metal, sonido hueco
me respondiera...
Se prolongara luego por las calles
grises y rectas.

¿Qué hacen en los estantes, acostadas,
las negras piezas
de géneros? Estantes, como nichos,
guardan las muertas
cosas, de los negocios adormidos
bajo sus puertas.

Una que otra persona por las calles
solas, se encuentra:
un hombre, una mujer, manchan el aire
con su presencia,
y sus pasos se sienten uno a uno
en la vereda.

Detrás de las paredes las personas
¿mueren o sueñan?
Camino por las calles: se levantan
mudas barreras
a mis costados: dos paredes largas
y paralelas.

Vueltas y vueltas doy por esas calles,
por donde quiera,
me siguen las paredes silenciosas,
y detrás de ellas
en vano saber quiero si los hombres
mueren o sueñan.


ASPECTO

Vivo dentro de cuatro paredes matemáticas
alineadas a metro. Me rodean apáticas
almillas que no saben ni un ápice siquiera
de esta fiebre azulada que nutre mi quimera.
Uso una piel postiza que me la rayo en gris.
Cuervo que bajo el ala guarda una flor de lis.
Me causa cierta risa mi pico fiero y torvo
que yo misma me creo pura farsa y estorbo.

SUGESTIÓN DE UN SAUCE

Debe existir una ciudad de musgo
cuyo cielo de grises, al tramonto,
cruzan ángeles verdes con las alas
caídas de cristal deshilachado.

Y unos fríos espejos en la yerba
a cuyos bordes inclinadas lloran
largas viudas de viento amarilloso
que el vidrio desdibuja balanceadas.

Y un punto en el espacio de colgantes
yuyales de agua; y una niña muerta
que va pensando sobre pies de trébol.

Y una gruta que llueve dulcemente
batracios vegetales que se estrellan,
nacientes hojas, sobre el blando limo.


UNA VEZ MÁS, EL MAR

Piel azul que recubres las espaldas del mundo,
y atas pies con cabeza de la endiablada esfera,
huidiza y multiforme culebra mudadera,
puñal alguno puede clavársete profundo.

Esponja borradora tu fofa carne helada,
la proa que te corta no logra abrir el paso,
ni a hierro marca el pozo, cuando horada tu vaso,
el redondel de fuego de la estrella incendiada.

A tu influjo terrible, mi más terrible vida
llovió sobre tus brazos su lluvia estremecida,
te lloró en pleno rostro sus lágrimas y quejas.

Si te quemó las olas no abrió huella el torrente:
fofa carne esmeralda, te alisaste la frente,
destrenzaste al olvido tus azules guedejas.

Bio
:(Sala Capriasca, Suiza, 1892 - Mar del Plata, Argentina, 1938) Poetisa argentina de origen suizo. A los cuatro años se trasladó con sus padres a Argentina, y residió en Santa Fe, Rosario y Buenos Aires. Se graduó como maestra, ejerció en la ciudad de Rosario y allí publicó poemas en Mundo Rosarino y Monos y Monadas. Se trasladó luego a Buenos Aires y fue docente en el Teatro Infantil Lavardén, en la Escuela Normal de Lenguas Vivas y en 1917 se la nombró maestra directora del internado de Marcos Paz.

Alfonsina Storni comenzó a frecuentar los círculos literarios y dictó conferencias en Buenos Aires y Montevideo; colaboró en las revistas Caras y Caretas, Nosotros, Atlántida, La Nota y en el periódico La Nación. Compartió además la vida artística y cultural del grupo Anaconda con Horacio Quiroga y Enrique Amorín y obtuvo varios premios literarios.

En la década de 1930 viajó a Europa y participó de las reuniones del grupo Signos, donde asistían figuras importantes de las letras como Federico García Lorca y Ramón Gómez de la Serna. En 1938 participó en el homenaje que la Universidad de Montevideo brindó a las tres grandes poetas de América: Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y ella misma. Ese año, el 25 de octubre, víctima de una enfermedad terminal, decidió suicidarse en Mar del Plata.

Madre soltera, hecho que no era aceptable en su época, fue sin embargo la primera mujer reconocida entre los mayores escritores de aquel tiempo. Su trayectoria literaria evolucionó desde el Romanticismo hacia la vanguardia y el intimismo sintomático del Modernismo crepuscular. El rasgo más característico de su producción fue un feminismo combativo en la línea que se observa en el poema Tú me quieres blanca, el cual se halla motivado por las relaciones problemáticas con el hombre, decisivas en la vida de la poetisa.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ezequiel Martínez Estrada


Tejes

Tejes. Callamos. Yo leo,
que es mi modo de tejer.
La casa empieza a tener
frialdad de mausoleo.

—Hace frío.
—Sí; hace frío.
—Pon otro poco de leña.
En el cuadro un árbol sueña
y frente a él corre un río.

—Rafael no viene más.
—Ya no viene más Irene.
—¿Y Dora?
—¿Y Pedro?
—¿Y Tomás?
—Ya ninguno de ellos viene.

Además, ¡cuántos se han ido
por éste o aquel sendero!
Otros nacieron, pero
también los hemos perdido.

Transcurren unos minutos
en una quietud tan pura
que el tejido y la lectura
son perfectos y absolutos.

—¿Oyes? Salen de la escuela
los chicos.
—Pues, ¿qué hora es?
Hablan y cantan. Después
sólo queda una estela.

—¿Han llamado?
—Sí, han llamado.
Nadie ha llamado a la puerta.
Está la calle desierta
como un camino olvidado.

El reloj marca una hora
cualquiera en la eternidad.
Esta sí es la soledad.
Nunca la sentí hasta ahora.

—Es tarde.
—Es tarde.
Cerramos
la llave de luz. Salimos.
—Hasta luego.
Y nos dormimos.
Y después despertamos.

El mate

De ti a mí, mano a mano,
el mate viene y va.

El mate es como un diálogo
con pausas que llenar.
(Darío lo ha llamado
calumet de la paz)
Niño que se ha dormido
cansado de llorar.
Y aún suspira, la lluvia
cae sobre la ciudad.

El brasero sus brasas
aviva fraternal
y como en la charada
llena todo el hogar.
De ti a mí, mano a mano
el mate viene y va.

Nos quedamos callados
mirando sin mirar
un cuadro, un libro abierto,
un reflejo fugaz.
Tenemos una pena
como de soledad;
nos falta un hijo y algo
que no tendremos ya.
El reloj da la hora
de la serenidad
y grano a grano cuenta
arenas en el mar.
La lluvia se diría
que liquida el cristal,
El brasero calienta
el frío del hogar.

De ti a mí, mano a mano,
el mate viene y va.

Hace poco perdimos
un amigo ejemplar,
perdimos un hermano
de exquisita bondad
Se le escapó la vida
antes de comenzar
Presente en el silencio
sabemos bien que está,
pero callamos porque
no podemos hablar.

Tú principiaste un cuadro,
yo un libro; y ahí están
sin terminar las manos
la estrofa sin final
De ti a mí, mano a mano
el mate viene y va.

Llevamos siete años
de vida conyugal
y nuestro amor reclina
su frente en la amistad.
De los viejos proyectos
casi no hablamos más;
hay algo que nos dice
de un fracaso brutal.
Nos miramos con pena
durmiendo sin soñar;
nos ha engañado el sueño,
ya no soñamos más.

De ti a mí, mano a mano
el mate viene y va;
viene a mí fervoroso,
casi frío a ti va.

No hay más luz que las brasas
ni más calor quizás.
Mi cigarrillo quema
sustancia sideral
y como se ve poco
no nos vemos llorar.

Nota:Estrada es sin duda el más importante de los ensayistas argentinos del siglo XX. Nació en San José de la Esquina, pequeño pueblo de Santa Fe, en el mes de setiembre de 1895; y murió en Bahía Blanca, en noviembre de 1964. Hijo de padres humildísimos, fue un verdadero autodidacto que, durante largas décadas, trabajó en un puesto burocrático del Correo Central de Buenos Aires. En 1924, cuando llevaba publicados varios libros de poemas, fue nombrado profesor de literatura en el Colegio Nacional de la Universidad de La Plata. Enseñó allí hasta 1945, en que voluntariamente dejó la enseñanza porque, en tiempos de Rosas, "un cuerpo docente, de venerables académicos, postrado ante un gángster llevado en andas por sus congéneres, que predicaba a la juventud argentina el deber presente y futuro de convertir al país en un arsenal y en un burdel"( Las 40 ).
Entre 1950 y 1955 una cruel enfermedad desconocida lo mantuvo postrado en camas de hospitales.
A fines de 1927 viajó a Europa con su mujer, Agustina, y recorrió Italia, Francia y España. Desde 1933 a 1940 una crisis íntima le impidió escribir y se dedicó al estudio del violín y el ajedrez, temas sobre los cuales compuso más tarde sendos volúmenes inéditos. En 1959 viajó a México donde enseño un año y en 1960 a Cuba; permaneció un año en la isla trabajando en su enorme obra sobre Martí.
Un discurso pronunciado en esas islas del Caribe, con motivos de los 18 años de la revista Cuadernos Americanos, hizo que cayera sobre él la calumnia de haber renunciado a su ciudadanía. Varios escritores argentinos lo atacaron duramente y él se defendió escribiendo en Marcha de Montevideo que "la libertad para el pueblo de Cuba consiste en decidir su destino y no en cambiar de amo" y que su patria no estaba determinada por el Registro Civil. Además, declaró públicamente que no aceptaba ninguna acusación de comunismo porque "no quiero mancillarme admitiendo la dictadura del proletariado ni la dictadura de ninguna otra clase". Pocos meses antes de morir se definió a sí mismo como "un cristiano fuera de la Iglesia… esto es, un partidario de la libertad y la dignidad humana".
Cuando murió, en una de esas tristes y lluviosas tardes de Bahía Blanca, acompañaron su féretro treinta personas.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Jorge Luis Borges



Arte poética

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche , que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor, y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

La rosa

La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.


Límites


De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido

a quien prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?

Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.

Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.

Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifonte, Jano.

Hay, entre todas tus memorias,
una que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.

No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.

¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.

Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son los que me ha querido y olvidado;
espacio, tiempo y Borges ya me dejan.

Nota:Poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1899.
A los siete años escribió en inglés un resumen de la mitología griega; a los ocho, «La víscera fatal», inspirado en un episodio
del Quijote, y a los nueve tradujo del inglés «El príncipe feliz» de Oscar Wilde.
Es una de las grandes voces de la poesía contemporánea, autor de numerosos ensayos, cuentos y poemas, entre los que se
destacan «Ficciones», «Historia universal de la infamia» y «Los conjurados», traducidas a más de veinticinco idiomas.
El Premio Formentor otorgado por el Congreso Internacional de Editores en 1961, compartido con Samuel Beckett, fue el punto de partida para lograr su reputación en todo el mundo occidental. Recibió luego el título de Commendatore por el gobierno italiano, el de Comandante de la Orden de las Letras y Artes por el gobierno francés, la insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico, el Premio Cervantes, el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, y el Premio Nacional
de Literatura en 1956.
Falleció en Ginebra, Suiza, en 1986. ©

jueves, 29 de octubre de 2009

Raúl Aguirre


Alguna memoria

Bella que me anuncias una extraordinaria complicación. Tantos
crímenes olvidados reaparecen por ti.

Llega el tiempo de la proeza infatigable frente a tus ojos sin sueño
que ningún diamante puede cerrar.

Ella se expone a las angustias del siglo, usinas de la realidad. Más
explícita se quiere, menos se la conoce. El sueño de los asesinos y
de los poetas es que llegue a tener un rostro.

Para llegar aquí, ella debe atravesar una región de fotógrafos
exacerbados por su asombrosa presencia.

A pesar de su aplicación, estos espectadores sólo se quedarán
con las pruebas delebles de su distancia de la verdad. Es que para
retenerla hubiera sido preciso transformarse en ella, ser ella, y no su
descripción más o menos feliz. Yo me lo repito siempre después de
mis tentativas inútiles.

Ella mantiene la frescura, la diligencia feliz de la vida, por cuya justificación
nos dejamos tentar, hierros de tristeza y de habilidad vergonzosa. Invita
a los hombres, a quienes sabe posibles no por el memorial de sus servicios
sino por la suma de su condición, a un juego de alta conciencia y de
contumancia en el extremos de los enigmas. Ha conseguido así formar una
tribu dispersa por el mundo, cuyos miembros se ignoran mutuamente y sin
embargo reparan en común los hilos rotos de una gran red de belleza.

La jurisprudencia acumulada por las heridas, la imagen del mundo
construida con la memoria de una continua decepción, la torpeza de la
saciedad en el epílogo, todas las apariencias de la consumación se
borran y se anulan en el esplendor de ese deseo que arrastra consigo,
el asombro, el origen y la felicidad del universo y que ella, continuamente,
se complace en inspirar.


Ella tampoco está exenta de las cargas fiscales, de las confusiones de la
red telefónica, de las representaciones ilícitas. Pero se aviene, sin espanto,
a ocupar con nosotros un lugar desfavorable en el mundo. A decir verdad,
sólo emplea su tiempo en maravillarse. El siglo ha mejorado con su
presencia.

En ella, la oscuridad se transforma en largo regocijo del ladrón solitario. Las
señales que no comprende no estaban dirigidas a nosotros.

Viene de ausencias maravillosas, de seres que la amaron a través de otros
seres cuyo destino era cambiarse en ella con tanta lentitud que la
eternidad les maldice. (La eternidad maldice su lentitud, no su destino.)

Ella no comprende el Oráculo, no se lleva bien con aquéllos en quienes el
Espíritu ha entrado para vociferar. ¡El lenguaje del dios resuena
miserablemente puro en esas cabezas! No comprende una sola palabra que
no haya atravesado el sufrimiento lúcido de un hombre, que no conserve
señales de la lucha… Ella ignora también qué hacen los que se torturan a sí
mismos para que los otros los vean, cuando había que ir más lejos, con los
otros, más lejos todavía en el dolor… Esos inútiles inventores de martirio, de
palidez, de revelación, a su vez, la odian misteriosamente.

Ella no sabría entretener con apariciones espectaculares nuestros ojos
ávidos de exageración. Prefiere permanecer en los resquicios de una realidad
que se proclama habitable y obligatoria. Como a las larvas de luciérnaga, la
tiniebla la abruma, pero le es imprescindible.

Hasta que el Labrador la descubra, por último, en su terreno magnífico,
seguirá siendo la víctima paciente de nuestras herramientas equivocadas.

A su lado, contemplar el abismo resulta una excelente diversión. En su
ausencia, comienzo de la angustia para el observador sensible.

Ella siega el verano, y luego todo es azul alrededor de sus ojos invisibles.

Como la cigarra, sólo puede vivir en medio del incendio que suscita.

¡Ah, pequeño milagro, vida enorme! ¡Enorme vida en una nada enorme!

Así como el placer es su reino, ella no puede detenerse en esas gradas
fáciles donde el olvido nos ofrece sus pactos sospechosos. Si sufre, es
para morir.

Por ella entramos en el mundo, pero también por ella nos es cada vez
más fácil excluirnos de él. El enigma del bello vivir.

No obstante la distancia y el diluvio, y las dificultades insalvables, y el
honor y la maldición, ella se permite la aventura de vivir con nosotros. Sabe
que el abismo terminará por recuperar, algún día, su confianza en el hombre.

Nota:Poeta, antólogo y crítico nacido en Buenos Aires en 1927. Ligado a la corriente poética llamada "invencionismo", desarrolló una intensa actividad en el esclarecimiento de los movimientos de vanguardia, como teorizador y sistematizador de las más importantes expresiones de esa escuela. Gran parte de la labor realizada en ese sentido fue llevada a cabo durante la dirección de la revista "Poesía Buenos Aires". Allí tradujo y presentó a un sinnúmero de nuevos poetas. En 1952 presentó su Antología de una poesía nueva; en 1954, en los números 13 y 14 de la revista antes citada, publicó Poetas de hoy: Buenos Aires, 1953. "La poesía óha escrito Aguirreó es una de las pocas posibilidades de comunicación humana cierta, tal vez la única. Ella hace posible que nos encontremos en una verdad de fondo. Que existamos: enteros, reales, libres. La poesía es verdad y belleza. Está allí, no es comprensible, no se deja apropiar, no se deja utilizar". Obra poética: El tiempo de la rosa, 1945; Cuerpo del horizonte, 1951; La danza nupcial, 1954; Cuaderno de notas, 1957; Redes y violencias, 1958; Alguna memoria, 1960; Señales de vida, 1962, entre otras. Pocos como él han logrado conjugar la labor crítica con la creación poética. Murió en enero de 1983.

martes, 27 de octubre de 2009

Ricardo Zelarrayán


La Gran Salina


La locomotora ilumina la sal inmensa,
los bloques de sal de los costados,
los yuyos mezclados con sal que crecen entre las vías.
Yo vacilo....
y callo....
porque estoy pensando en los trenes de carga
que pasan de noche por la Gran Salina.
La palabra misterio hay que aplastarla
como se aplasta una pulga,
entre los dos pulgares.
La palabra misterio ya no explica nada.
(El misterio es nada y la nada no se explica por sí misma.)
Habría que reemplazar la palabra misterio
(al menos por hoy, al menos por este "poema" )
por lo que yo siento cuando pienso en los trenes de carga
que pasan de noche por la Gran Salina.
La pera trepida en el plato.
La miel se desespera en el frasco cerrado,
para desesperación de las moscas que le acechan posadas al vidrio.
Pero yo no me explico
y hasta ahora nadie ha podido explicarme
por qué me sorprendo pensando
en la Gran Salina.
El hombre de chaleco del salón comedor
se ha quitado los anteojos.
Los anteojos trepidan sobre el mantel de la mesa tendida.
Todo trepida,
todo se estremece,
en el tren que pasa a mediodía por la Gran Salina.
Yo me he sorprendido mirando
la sombra del avión que pasa por la Gran Salina.
Pero eso no explica nada.
Es como una gota que se evapora enseguida.
Hay que distraerse, dicen.
Hay que distraerse mirando y recordando
para tapar el sueño
de la Gran Salina.
Un piano colgado como una araña del hilo
se ha detenido entre los pisos doce y trece...
Un camión pasa cargado de ventiladores de pie
que mueven alegremente sus hélices.
En 1948, en Salta,
fuimos de noche a cazar vizcachas y ranas,
y la conversación se apagó con el fuego del asado,
abrumados como estábamos por el cielo negro
y estrellado.
Nerviosamente encendíamos y apagábamos las linternas
hasta quedarnos sin pilas.
Tampoco puedo explicarme por qué sueño con pilas de linternas,
con pilas para radios a transistores.
Ni por qué sueño con lamparitas de luz,
delicadamente guardadas en sus cajas respectivas.
Ni por qué me sorprendo mirando el filamento roto
de una lamparita quemada.
Nunca he visto...
nunca he podido imaginarme
la lluvia cayendo sobre la Gran Salina.
Yo no tengo objetivos pero me gusta objetivar.
Desde chico intenté cortar una gota de agua en dos
(con una tijera).
Aún hoy intento,
apartando las cosas de la mesa
o ahuyentando amigos,
imitar, imaginarme, la lluvia sobre la Gran Salina.
Tomo una plancha caliente y le salpico gotas de agua.
Pero aunque pueda imaginarme todo,
nunca podré imaginarme
el olor a salina mojada.
Anoche llegué a mi casa a las tres de la mañana.
En la oscuridad, tropecé con un mueble...
y allí nomás me quedé pensando
en lo que no quería pensar...
en lo que creía bien olvidado!
Pero en realidad me estaba escapando
del sueño estremecedor de la Gran Salina.
Y ahora me interrogo a mí mismo
como si estuviera preso y declarara:
"La Gran Salina o Salina Grande
está situada al norte de Córdoba,
cerca (o dentro, no recuerdo)
del límite con Santiago del Estero."
Estoy mirando el mapa...
pero esto no explica nada.
La caja de fósforos queda vacía
a las cuatro de la mañana
y yo me palpo a mí mismo, desesperado,
con el cigarrillo en la boca...
Habría que inventar el fuego, pensarían algunos.
Yo en cambio pienso en los reflejos del tren
que pasa de noche junto al río Salado.
No puedo dormir cuando viajando de noche
sé que tengo a mi derecha
el río Salado.
Paro aún así sigo escapando del gran misterio...
del misterio de la sal inagotable de la Gran Salina.
Recuerdo cuando arrojábamos impunemente naranjas chupadas
al espejo ciejo y enceguecedor de la Gran Salina.
A la siesta, cuando la resolana enceguece más que el sol.
Esperábamos llegar a Tucumán a las siete
y a las dos de la tarde tuvimos que cambiar una rueda
junto a la Gran Salina.
Un diario volaba por el aire...
el sol calcinaba las arrugadas noticias del mundo
del diario que caía sobre la Gran Salina.
Y vi pasar varios trenes
y hasta un jet...
Los pasajeros de los Caravelle
o de los Bac One-Eleven,
no saben que esa mancha azulada,
que a lo mejor están viendo en este mismo momento,
desde ocho mil metros de altura,
esa mancha azulada que permanece durante escasos minutos,
es la Gran Salina,
la Salina Grande.
Pero el jet anda muy alto.
La Gran Salina no conoce su sombra que pasa.
Los pasajeros del jet duermen...
se sienten muy seguros.
En el jet no hay paracaídas.
Los jets no caen. Explotan.
Hace unos años,
un avión que no era un jet volaba, creo, sobre Santa Fe.
De pronto se abrió una puerta
y una camarera tuvo que obedecer calladita
a las sagradas leyes de la física,
y demostrar su inequívoco apego a la ley de la gravedad.
Una ley dura como las piedras metidas en la boca de Demóstenes
que, según dicen, hablaba mucho.
Aquí hay que hacer un minuto de silencio.
Primero, por la dócil camarera sin cama del avión.
Después, por las palabras muertas,
muertas por no decir nada...
misterio, por ejemplo,
que sirve para no explicar lo inexplicable,
lo que yo siento cuando pienso en la Gran Salina,
lo que traté de no pensar un día que caminaba por la Gran Salina
tratando de distraerme y de no pensar dónde estaba,
escuchando una canción de Leo Dan
que pasaba LV12 Radio Aconquija
y el Concierto en sol de Ravel por la filial de Radio Nacional.
¿Qué pensaría Ravel, el finado,
si caminara como yo en ese momento
por la Gran Salina.
Ravel, púdico sentimental,
te imagino tocando el piano que hoy vi colgado
entre el piso 12 y el piso 13.
Sí, pobre Ravel de 1932
con un tumor en la cabeza que ya no lo dejaba componer.
Ravel tocando solo,
de noche (pero eso sí, absolutamente solo)
los "Valses nobles y sentimentales" en medio de la Gran Salina.
Estoy seguro que se hubiera interrumpido
al escuchar el silbato lejano de la locomotora,
para ver el haz de luz a la distancia
y la penumbra sobre la Gran Salina.
Días pasados fui al Hospital.
Hace años yo andaba por allí,
despreocupado y con mi guardapolvo blanco.
Pero ahora, de simple paciente,
sentí el ruidito angustioso
!Trank!
de la máquina de sacar radiografías.
!Y que pase otro! gritó el enfermero.
Pero el otro no podrá explicarme
por qué tengo sed,
por qué voy detrás del agua cautiva de la botella
y de la sal capturada en el salero,
yo, tan luego yo,
capturado en el sueño de la Gran Salina.
Un amigo, alto funcionario estatal,
me ofreció su pase libre para viajar por todo el país.
Total, me dijo, es un pase innominado,
cualquiera lo puede usar...
si se lo presto.
El pase sin nombre me deslumbró
como la marca de la cubierta que leí y releí
cuando cambiábamos la rueda junto a la Gran Salina.
Pero después pensé en Tucumán
(mi segunda provincia)
y en las vértebras azules del Aconquija
horadando las nubes blancas.
Ahora me entero que mi amigo,
el del pase sin nombre,
se separó de la mujer.
Aquí me callo...
Pero el silencio me hace pensar ahora
en lo que no quise pensar cuando miré el pase sin nombre que me ofrecían,
en lo que dejé de pensar hace un momento...
cuando vi pasar el ascensor con una mujer silenciosa
que no me quiso llevar.
Olvidemos el ascensor perdido
y pensemos de nuevo, de frente, en la sal
(cloruro de sodio)
y en el misterio...
Pero como nada es misterio
hagamos una traducción de apuro:
miss Terio
o miss Tedio
o chica rodeada de teros asustados
o algo por el estilo.
Pero no hay distracción que valga.
El ayudante de cocina del vagón comedor
se rasca la cabeza de tanto en tanto
pero sigue pelando papas sin distraerse
en el tren que se acerca a la Gran Salina.
Y el ascensor perdido con la mujer silenciosa
sigue recorriendo kilómetros entre la planta baja
y el piso quince.
El sastre de enfrente que ya comió
se asoma a tomar aire con el metro colgado en el cuello.
Yo pienso en comer, como se ve...
Son exactamente las 14 horas, 8 minutos, 30 segundos.
Y también, no sé por qué,
pienso en el acorazado de bolsillo Graf Spee
que en los comienzos de la última guerra
se suicidó antes que su capitán
frente a Punta del Este.
El Graf Spee yace a treinta metros de profundidad.
Ya nadie se acuerda de él.
Ni siquiera los hombres-rana
que bajaron a explorar sus entrañas.
Pero hasta los hombre-rana
salen a comer a mediodía.
Y a veces, para comer,
sólo se quitan las antiparras y los tubos de oxígeno.
Todavía hay gente que se asombra viendo comer a esos hombres...
con patas de rana.
Los hombres-rana reclaman al mozo la sal que se olvidó!
Dale!... Dale!
Hoy almuerzo con amigos
(si es que no se fueron).
Miraré de costado la sal y pediré pimienta en vez,
porque tengo miedo de quedarme callado,
ya se sabe por qué.
No quiero quedarme callado
ni distraerme,
ya se sabe por qué.
En realidad no se sabe nada
del sueño de la pilas,
de la lluvia sobre la sal,
de la chica del ascensor,
del sastre asomado con el metro colgado
o del tren que pasa de noche indiferente
junto a lo que ya se sabe
y no se sabe.
....................................................
....................................................
....................................................
Hace años creía
que "después del almuerzo es otra cosa"...
es decir que las cosas son otras
después del almuerzo.
Este poema (llamémoslo así),
partido en dos por el almuerzo
y reanudado después, me contradice.
No comí postre.
!Siento la boca salada!
Pero no voy a insistir.
El domingo pasado,
en casa de un amigo poeta,
conocí a un chileno novelista e izquierdista
que se fue a Pekín y que, posiblemente,
no vuelva a ver en mi vida.
Tímidamente, entre cinco porteños y un chileno izquierdista,
metí una frase de Lautréamont
que como buen franchute es uruguayo
y si es uruguayo es entrerriano.
Una frase (salada) para terminar (o interrumpir) este poema:
"Toda el agua del mar no bastaría para lavar una mancha de sangre intelectual"

Nota:Ricardo Zelarayan nació "a mediados de la década del veinte" en Paraná. Vive desde joven en Buenos Aires, conservando intacta su condición de provinciano en eterno conflicto con el porteño. Escribió mucho, publicó poco, perdió y tiró bastante. Sus libros publicados -La obsesión del espacio (poesía, 1973, reeditado en 1997), Traveseando (cuentos, 1984), La piel de caballo (novela, 1986, reeditada en 1999), Roña criolla (poesía, 1991)y Lata Peinada (2008)- representa menos de la décima parte de su producción. Su personalísima obra en todos los géneros -ha escrito también explosivos panfletos- tiene una música inmediatamente reconocible, que se nutre del habla popular, de la calle, de ciertos giros coloquiales del interior del país.