Astillas en el aire
Ella se sentó a mi lado
En un banco de plaza, debajo de aquel
tilo
que prometía sueños.
-Y un día el mundo es de cristal, dijo su
voz remota.
Luego sacó del bolso
una esfera de vidrio: una ciudad entera
en miniatura.
Una ciudad sin hombres. Plazas, casas,
Iglesia,
cielo, nubes.
-De cristal es mi cuerpo, mi memoria, tu
pena.
De cristal estos árboles, los huesos,
este suelo,
el cielo tan azul, la rosa blanca, el
miedo.
Giró la esfera de vidrio entre sus manos
y la ciudad entera se cubrió de nieve.
¡Nieve falsa en los techos, en la
Iglesia, en la plaza!
Qué bonito, dijimos.
Pero la esfera resbaló entre sus dedos.
Rodó en el aire,
fría,
veloz,
con su iglesia y su nieve.
¡Astillas de cristal!
¡Astillas, en el aire!
Las manos de Claudine eran pequeñas
-sí, como la lluvia-
y no supíeron retener el mundo.
Conversación I
Bordeamos en silencio
la blanca costanera.
El sol rozando nuestros hombros,
el vasto cielo, el río.
-¿Cómo era ser joven?, preguntó sin
mirarme.
-¿Joven?, repetí,
demorándome en su rostro de niña.
Y me tomó del brazo,
tambaleando,
como una madre ciega.
Conversación 2
Bordeamos en silencio
la blanca costanera.
Tan sólo nuestros
pasos:
latidos negros sobre las piedras.
Hubiera querido decirte que
en el espejo de
cuando mis manos se
donde golpeaba la
mientras sangraba por
Te dije: “Qué sereno está el río, ¿no?”
Conversación III
Conversación III
Bordeamos en silencio
La blanca costanera
Cómo olvidar aquella tarde.
El cielo tan azul. El viento.
Tu mirada esa tarde.
Sólo cuatro palabras. Cuatro piedras.
Luego dijiste,
¿Quién se atreve a mirar la primera piedra?
Aquella tarde.
El cielo tan azul. El viento.
El pájaro del dolor
El
pájaro del dolor
se
ha posado en mi hombro
y
picotea el aire,
ávido
de alimento.
El pájaro
es tibio, pequeño,
engañador.
Yo
me quedo muy quieta,
rezando
por su olvido.
(Finjo
ser un sombrero, un cable,
una
columna).
Es
inminente que este señor entienda:
en
mí, no encontrará nada.
Para
él seré siempre
intemperie
y vacío.
Sin
embargo, él insiste
con
su furia de niño..
Roe
mi espalda, mi nuca,
mi
garganta.
Comenzó
a armar un nido
con
flores y con ramas.
El
pájaro del dolor,
el
muy maldito.
Publica las novelas “La música del Adiós” (Editorial Galerna) y “La maestra de canto” (Editorial Sudamericana) siendo esta última, traducida al alemán y al holandés y llevada al cine por Ariel Broitman, con Elena Roger y Adriana Aizemberg como protagonistas.
Su libro “La medianera” (una novelita haiku) -libro que combina narrativa y poesía- es premiado por el Fondo Nacional de las Artes .
Ha protagonizado teatro, cine, radio y televisión en numerosas oportunidades.
Como cantante se destaca tanto en el género lírico como en la música popular: ópera, música de cámara, jazz, canción francesa y latinoamericana.
Uniendo sus actividades de actriz y escritora, realiza presentaciones interpretando sus propios textos, así como relatos y poemas de autores consagrados.