jueves, 31 de marzo de 2016

Diego Brando



1

Escucho llover
aunque lo más probable
es que afuera, el cielo
sea un campo celeste.
Me confunde quizá
el sonido del ventilador de pie
que sin embargo
no alcanza el sumun
de sus primeros años.
¿Me conviene dormir
en el comienzo de la primavera
y del inminente equinoccio?
¿O habrá que ir
a los espacios verdes
a contemplarlo?
Entre el adentro y el afuera
hay una frontera, que sin dudas
pide ser traspasada.


2


El aromo deja
una hoja más
en la oscuridad
de la mañana.
¿Puede discernir
quien contempla,
entre el cielo
y el suelo
correctamente?
Mis ojos recorren
la posible línea
de separación,
tratan de percibirla
y de trazarla.
La madrugada
puede ser eso,
una hoja que cae,
alguien
que intenta comprenderla.


3


Durante el día, el cielo
cambió de colores.
Parado en el medio del patio
observé cómo el celeste
se convirtió en negro
y de qué manera los truenos
y los relámpagos
amenazaron la tarde.
Soy un centinela que vela
por su tierra y por sus plantas.
Cuando cae granizo
corro hacia lo salvable,
las plantas en macetas.
Cuando la furia pasa
presto atención a la estrelicia
y al aromo, los sobrevivientes.
Entro y salgo de casa, nunca descanso.
Aunque debo reconocer que a veces
me imagino flameando al cielo
un banderín blanco.



4


Me doy vuelta y veo detrás de mí
la sombra enorme de un atrapasueños
proyectada por una luz portátil
que tiende sobre una soga al ritmo
de un viento leve pero preciso.
Es primavera, estoy en el patio
y trabajo noche a noche la madera.
Con una gubia tallo cuidadosamente
busco formas como un escritor ansía
la palabra o un músico un nuevo sonido.
¿Será en vano tanto sacrificio,
dará frutos la búsqueda?
La duda me carcome durante el día
trato de creer, de tener fe.
Cuando me acuesto a dormir en el césped
-soy un hombre de la naturaleza-
confío en que el adminículo
de madera de sauce, piedra y plumas
filtre los malos sueños, para después
quemarse con el primer rayo del amanecer.
A la noche siguiente tomo mi herramienta
vuelvo liviano al trabajo, busco
la paz y una obra que hable por mí.



5


Un compañero vio desde el espejo retrovisor
de su camión modelo setenta recién comprado
el arcoíris que se formó luego
de la lluvia y el granizo.
Mientras nosotros festejábamos el inicio
de la primavera en la tranquilidad de un campo
él conducía solitario por una ruta desconocida.
Tiene deudas que pagar, hijos que mantener,
su vida es un viaje continuo y sacrificado.
Hoy, en su día libre, le contamos lo que vimos,
la golondrina surcando el cielo de un punto cardinal a otro.
Él, para no ser menos, nos cuenta del arcoíris,
nos dice que lo acompañó durante cien kilómetros,
sin dudas exagera, pero no lo contradecimos.
Hablamos del granizo, -seguro que te escondiste
con el camión en alguna parte- pero él lo desmiente
dice esta vez en serio: -cuando viene tormenta
yo apunto con mi camión hacia ella-.
Taciturno, le da una pitada al cigarrillo y calla
nosotros por respeto, también.


Bio: Nació en Leones, Provincia de Córdoba, el 29 de diciembre de 1987.
Es profesor de Lengua y Literatura desde 2014 y empezó a escribir poesía en el 2012
en un taller a distancia con Clara Muschietti durante cuatro meses.
Luego escribió solamente algunos poemas hasta septiembre de 2015 donde retomó
su producción de manera febril. Aún no ejerce como profesor,
así que dedica su tiempo a colaborar en el laboratorio bioquímico
de su padre y a escribir poesía por la noche. Escribió su primer poemario que aún
no ha sido publicado.


domingo, 20 de marzo de 2016

Gonzalo R. Vega




Tratando de ver por el pico de la botella
(ars poética) 

El gringo destripó un caballo
y se escondió dentro de él. 
Por aquellos días los alemanes 
no eran piadosos 
me decía mi abuela.

Todo en el mundo se compone de moléculas
que vibran en un determinado tono. 
Los más atrevidos dicen que en Mi,
otros en DO. Desde lo individual
a lo general, por ende, todo se mueve.

Existen distintas convenciones
para plasmar el movimiento.
Más allá de todas, 
muchos se desvelan
entre el ruido de serruchos,
martillazos y un grabador al mango.

En este otoño caluroso,
destripo y me escondo dentro de las palabras.
La poesía por estos días no es piadosa.


Dichosos
Nos detenemos. Aún así
la tierra se traslada y gira sobre su mismo eje.
Nunca para, ni siquiera a respirar.
Es tarde. La ciudad está desvelada,
parpadea y a veces amaga
con algún que otro bostezo.
Autos polarizados juegan a meteoro
por nuestra avenida secundaria.
El tiempo no es amigo de nadie,
continúa y nunca nos mira.
Todo se contrae y se expande,
movimientos que dan forma a nuestro espacio
como un cubo mágico en busca de un mismo color.
Estamos a un costado, pero a la vez,
en el centro de todo el paisaje nocturno.
Nos tenemos uno al otro,
sin palabras, sin miradas, sin risas.
No hay motivo para distraernos
y más allá del soplo de la noche
ninguno se anima a decidir su jugada.
Estamos donde otros han estado,
como otros estarán después de nosotros.
Esperando el momento


Saladero Cabal 
(Blues de la Chevrolet blanca)
Existíamos. El sol jineteando
encima nuestro como un padrillo
como un caballo del diablo.
Por debajo la carretera a un ritmo
de 95 km/hr. Teníamos la garganta desenfrenada
e íbamos por todo.
Frondosos árboles a la vera de la ruta
danzaban rompiendo su eje vertical,
nos saludaban y seducían para que nos tiremos
a descansar bajo su sombra. Nunca lo hicimos,
la ambición lo es todo en verano.
A mi espalda las risas, la cumbia
y principalmente un descartable cortado
rebalzando el mejunje de vino, limón y azúcar.
El tiempo no se detenía.
El sol en un movimiento elíptico
buscaba descansar
trazando una horizontal hasta nosotros
señalando el final del recorrido.

Camalotes, mosquitos, y las melodías del río.
El camino tenía su fin para darle principio
a nuestras ceremonias
los sillones, el fuego, la parrilla, el sol de noche
nuestra hermandad en plena acción
a la espera del pique.

Jazz
Una vez leí: “el rock es una pileta,
El jazz es todo un océano”.
Pienso eso mientras
finjo escuchar un amigo.
La banda navega sobre un escenario
saltando nota tras nota
como si fueran troncos
para no hundirse en aquel océano.
Todo se desenvuelve a mi alrededor
y también en mi interior. Todo
sucede en una sincronía perfecta
mientras veo que te acomodas
en la punta del banco, posando
click.
Jazz
Una palabra que no puede
llevarse al castellano. Una palabra
que rebota por todo este lugar,
se rompe contra sus superficies
envuelta por la luz de los reflectores.
Hace rato me hablaste, pero no me podía concentrar
más que en tus labios morados,
culpa de algún vino.
Durante un tiempo fingí
que estaba tras tus palabras
y solo dije aprovecha en algún momento.
Más allá que éramos un recorte
de aquel instante, de aquel paisaje
fuimos uno
luego dos
yo fingiendo escuchar a mi amigo
vos acomodándote para la cámara.
Después no tenía nada más
y me fui
sin hablar
y aún así el lenguaje
circulaba por boulevard
como si todo fuera un océano
así, el jazz.




La resaca se presenta de formas extrañas

Hoy el calor ceso
respirando mi cuerpo.
Cambio de táctica:
improviso y salgo a caminar.
Veo la plaza
los padres le dan un billete
a los chicos para que vayan
tras la felicidad.
La postal de desdibuja
Al ver un chico cabizbajo y quieto.
Dos puchos y lo encaro
me mira y dice
al fin llegaste.


Santo Tomé, 1984. Licenciado en Diseño de la comunicación visual y estudiante de licenciatura en Letras. Fundador y co editor de Yerba fanzine y Corteza ediciones. Forma parte del clan poético La Chochan y del staff del programa radial Fantásticas Mentiras Bailables. Ganó el premio otorgado por el público en la disciplina Letras de la Bienal de arte joven de la UNL en 2012 y en Mención en la misma disciplina en la edición 2014. Publica sus poemas en fanzines, blogs y formo parte de la antología Pay zumé de Corteza ediciones (2014). Tatengue y guitarrista ocasional.


sábado, 19 de marzo de 2016

Emiliano Baigorri




Futanari
¡Hija de mis noches!
Yo también me violaría un anime
dijiste
a la salida de la telefónica
mientras le dabas vueltas
a tu mechón
azul fosforescente.
Yo aplasté la latita de coca cola
pero vos fuiste
la que dio el puntinazo
al disco arrugado.
Sos muy grosa.
Entró seco
en el tacho de basura.


Videojuegos
Las frutas se chocan
en la pantalla.
Buscás reunirlas
para limpiar las hileras
de tu confusión mental.
Necesitás avanzar en el mapa
de tus contactos
pero estás en el territorio tenue
de tu cocina comedor
dibujada a medias
por una lamparita de sesenta.


Recuerdos GIF
Tengo recuerdos
que podrían ser GIF
como aquel en el que vas y volvés
te volvés a ir
y volvés a volver.
No querías ir a trabajar
para no despegarte
de mi lado esa mañana.
Debería haber sido
el tipo más feliz del mundo
pero andaba sin saberlo
porque la repetición
no me permitía pensar
en nada que no fuera
otra cosa que ahí no estaba
agotado de ver tu sonrisa
dibujándose atrevida
mientras ocultabas tu mirada
con un movimiento
que hacía a tus tetas
saltar en el corpiñito
de bandera yanki.
También está aquel otro
de una tarde
o tal vez de esa misma mañana
en la que me dijiste
ojalá que puedas detenerte
en lo que sea.
Y algo
ahora en la hora
en que ya todo lo importante
se me ha pasado por alto
la tragedia de tener que ver
lo que está siempre por venir
me persigue.


Por lo tanto, lo que hay detrás
Hola, ¿cómo están?
Soy una niña que baila
y hace dibujos.
¿Podrían contarme algo
de lo que late
y tiene furia?
Una vez hice un dibujo de ellos dos.
Él atando unas cuerdas
ella marcando unos planos.
Soy una niña que baila
y no tiene recuerdos.
¡Miren allá!
Es la ciudad abandonada.
Una vez hice un dibujo
de la nave en que viajamos.
El viento inflando la vela
ellos dándose la espalda
y más atrás, en la línea
del horizonte, una bomba que estalla.
Soy una niña que hace dibujos
una ignorante sin historia.
¡Mírenlo a él!
Dentro suyo vive un monstruo
hermoso y sanguinario.
Una vez hice un dibujo
de una ilusión.
Mi pelo azul flotando
por encima de la muerte.
¡Mírenla a ella!
Una aureola luminosa
atraviesa sus ojos.
Es nuestra guía.
Soy una niña que hace dibujos
una ignorante que sólo sabe
del llanto y la risa.
¡Mírenme a mí!
Estoy bailando
en el viento de las creencias.
Una vez encontré una roca
la raspé y la guardé.
¡Ella es mi amiga! 


Tomar un ácido y hablar con él
La voz de dios
debe venir, necesariamente
desde el futuro.
Será, entre otras cosas
el holograma de una mano
aferrada a una cabeza
que sacude su pelo
enredado con el pasto
en la oscuridad de un parque desierto.
Una fe construida desde el pasado
es siempre una estafa
un pedazo de yuyo
clavado en la oreja.
Necesito que alguien me diga
olvidate.
Necesito que alguien me susurre
podés soltar todo, lo más grave
ya ha tenido lugar.


Bio:  (1984). Animador a la lectura, librero y reseñista ocasional. Ha propagado cuentos, ensayos y poesías en diversas publicaciones y revistas. Una selección de  "Los veloces son los nuevos profundos" (Sello Editorial el Ojo del Mármol, 2016)  fue premiada en el concurso de poesía 20 años de la Editorial Llanto de Mudo.  El relato "En torno a los poderes de Carlos J. Kamatowa" fue premiado en el concurso de Cuento Digital 2015 organizado por la Fundación Itaú. Colabora en la edición de la revista digital Vagón de Ostras http://www.vagondeostras.com.ar/ 

domingo, 13 de marzo de 2016

Leandro Alva






El mundo se baña de sangre,
diariamente salpica al menos advertido
para que Dios conserve la higiene.
Hablo del mismo dios que creó a Pilatos
y a los jabones del Reich.
Somos menos que burbujas
globitos de carnaval
sobre un alambre de púas.




La palabra sed
contradictoriamente
parece contener cierta
secreta secreción.
Esa letra ESE del principio
succiona, sorbe, suplica
y si se estira lo suficiente
semeja el sonido
acuoso e inevitable 
de un chorro 
de soda.

Entonces, 
uno puede comprender
la liquidez
de la sequía 
y ya no sabe sudar
y solo queda un sedimento
seco en la sombra
de la inminencia
de la nube
que pasa de largo
como un pejerrey
de gas.





Los hijos del leñador

Marcar las huellas con miga de pan?
Ya vendrán las cornejas a comerse tus pasos,
a decirte la verdad. 
El sendero no existe
somos nosotros
muriendo.





Rosa, oh, pura contradicción
voluptuosidad de no ser
el sueño de nadie
bajo tantos párpados.

(Epitafio de Rainer Maria Rilke)

De incógnito,
escondida tras el barullo de los pétalos
duerme la espina
que va a matar a Rilke.
Pura contradicción
que nadie sueña,
la estatura de la muerte
fulgura en el jardín.
La más profunda voluptuosidad
en el pozo callado
de los párpados,
del silencio;
la rosa.





TETAS



Las tetas de Moria Casán
fueron una obsesión durante años
se me inflamaban los globos
oculares
cada vez que las meneaba
en cámara.
También
las de la Coca Sarli
esas películas berreta
que proyectaban en “Función Privada”,
siempre caliente la Coca
en la patagonia
en la selva misionera
la única geografía que contaba
era su cuerpo.
Tal vez por eso
muchas veces
mi sed busca la vía láctea
o alucina
con la nodriza de Willendorf
sus pezones de piedra caliza
me apretujan los labios
contra el recuerdo de Afrodita
la novia de Mazinger Z
y sus mejores armas.


Bio: Nació en Temperley en 1975, y vive allí desde entonces.
Estudió letras en la universidad Nacional de Lomas de Zamora y en la universidad Carolina de Praga.
Publicó el poemario "TUNDRA" en 2011.
Participó de festivales literarios en Argentina y otros países.
Forma parte de METANGORFOSIS, grupo de "tango kafkiano".
Tiene un libro a punto de salir, titulado "Viaje a Misiones".
Confeso y atribulado hincha de Temperley.
No mucho más.