la horadamos y en
su hueco no hay nada
un límpido silencio.
bajel de los idiotas.
escarlata, la nave de los locos,
de los ebrios
de los sueños remendados
a estribor de la tierra madre se pierden
los anhelos, el ansia corroída hecha jirones, despoblamiento de imágenes,
griterío, goce inútil de los perdedores. Aquí yacemos, escuchad como laten los
corazones, atormentaos. El grito nuestro fenecerá trémulo, sin capitulaciones,
sin memorias que nos habiten porque somos los atrevidos, somos Goliat y
embestimos contra cegadora razón y morimos y no dejaremos de morir. Escuchad
como laten los corazones, la penumbra y el olvido son nuestro refugio, aquí
morimos.
la palabra es como una piedra
y en su hueco no hay nada.
un límpido silencio.
(Inédito)
A veces gritas y
tu grito es un odio en la noche, tu voz un hilo tenso, crudo, desprovisto de
refugios. Las mañanas de invierno tienden a ser heladas, una marea invisible
que cala los huesos, hay días en que uno llega a sentir el frío como esquirlas
entrando y rajando la carne, pero vos tenés la voz de las acacias, la
sempiterna hondura del grito y tu grito es un odio en la noche, cierras los
párpados, te veo y te despierto y gritas con tus ojos cerrados, entonces mi
carne se hiela y el frío níveo de tu rostro, astillas, puñales, y no me alcanza
con abrazarte y decirte que estoy acá y tiemblas. Tiemblo con un frío miedo que
desconozco, y me callo esperando que hables y no hablas, haces silencio, un
silencio sepulcral y nos dormimos como una marea de brazos y piernas.
(La carta, Ediciones Mandala, Trelew,
Agosto - 2013)
Dos veces intentamos cruzar el río. Por aquí decías y señalabas un borde de piedras y musgos. Los pies en el agua formaban círculos, pequeñas ondas que se pierden en el oleaje. El agua a la cintura, entonces extendiste tu mano. Vamos, sólo nos queda la otra orilla.
(La carta, Ediciones Mandala, Trelew,
Agosto - 2013)
Cazar vampiros a las tres de la
tarde es una tarea descomunal.
Subyugadas, famélicas, erguidas
Entibian el paño de la muerte.
Mordaz, risibles, enhiestas
Entibian la piel de los asesinos.
Dactilares marcas en el seno del
seño.
Enfriar el deshuesar,
Desparpajar los pedazos de mí,
Orillar en mi boca la calentura de tu cuerpo,
Calentura caléndula.
Mordaz,
famélicas, enhiestas
Los pedazos de carne,
Sangran.
Sangrante
Entre blancos paños.
Desparpajarnos
rompedera
orillarnos
los cuerpos
Calentura caléndula
Aureolas, globos, soplos
Monzones, monzones,
Tibio fuego
Agua
Leticia de dioses eternos
(Inédito)
la tristeza es sólo un juego de lágrimas.
un lienzo en el cual
alguien ha esbozado
los colores de una
ida.
la demora como la partida
se ciñe entre mis dedos,
un tibio aire
a modo de último
aliento y dibujos
se despereza fugaz entre mis dedos.
yo colorado.
soy como el cristo
con pelo rojo que pinto
paul.
en mí no hay tristeza,
hay locura, lo sé porque
los médicos me lo han
dicho. Por la tarde
me dejan sentar en el banco
que mira hacia el prado,
y me dejan dibujarla.
un golpe en la mejilla
podría despertarme
pero ya nadie hace
de padre.
(Pseudo
análisis de la obra de Berni, Editorial Bajo Los Huesos, 2007, Pto Madryn)
Bio: nació y vive en Puerto Madryn. Participa
del Colectivo Artístico Bajo los Huesos.
Publicó
Pseudo análisis de la obra de Berni, 2007
(Bajo los Huesos, Ediciones). En colaboración con F. Maciorowski y N. González
compiló La
cuerda de los relojes limando el tiempo. Antología de poetas de Puerto Madryn,
2012 (Fondo Editorial de la Provincia
del Chubut). Apareció en Antología
de poesía. Desorbitados: poetas novísimos del sur de la Argentina, 2009,
compilado por Cristian Aliaga para Fondo Nacional de las Artes y en Plaqueta de Poesía publicado por Peces
del desierto.