jueves, 12 de agosto de 2010
Florencia Walfisch
no animar otra cosa, pasa la mano por las flores. seda de polen, granito por granito. en la yema hunde el volcán que puede ser y la aventura del yo. es siesta de verano y hay sólo un aire lento y tibio; el tiempo suspendido en los dedos abiertos a lo suave. cuando sea la tarde lloverá y cuando llegue la noche pondrá sus ojos
a la intemperie
sabían que jardín no era bosque, ni selva, pero aún así armaban su geografía. el pino azul era el tesoro del reino y la morera, la casa ideal para sitiar la intemperie. sospechaban cierto equilibrio secreto en el ruido que hacían las nueces al tocar el suelo. el nogal llenaba la ventana y día y noche se lo escuchaba descargar sus frutos.
piel verde que se lastimaba dejaba ver la dudosa calidad de toda protecciçon.
el duraznero, el manzano y el ciruelo: esos eran los más frágiles. el ciruelo una sola vez dio flor: todo el jardín como nevado.
en eso de florecer hay un modo de parecerse a otros. un tallo, un poblarse de hojas y la fuerza necesaria para devorarlo todo y volverse pétalos.
espacio trazado entre la resonancia y el vibrar. siempre pensó que su canto podía herir. no hay mudos absolutos, no es mudo ese rumor entre los pies y los espacios. se abren, parecen estar llenándose de cielo. negras, corcheas, redondas. en la música el sonido y el silencio son la misma cosa. se pregunta si es tan evidente eso. más, el silencio es más vasto que el sonido. el silencio es primero.
casa estallada. abierta boca, laringe, tráquea lastimada hasta el fondo. devastados: la parra, la morera, los pinos; arrancados de cuajo.
desparramados los frasquitos con sus pastos, todas las tardes de sol, mica de río, trozos de cuerdas que el martillo encendía. ciruelos, limoneros, las mariposas negras. y todas las tardes con invierno o frío.
los recovecos, los pasos que van desde esa casa hasta la otra. pasos de pies descalzos; por el centro de los dedos abierto ese torrente. aluvión lacerando. un ácido devora ese recuerdo. casa, profanación, martillo.
paladar traslada voces hasta agrietarlas. palabras tráquea, palabras consuelo.
casa. bebo de vos, lejos. corre, aprieta, conspira como una alucinación, dice su fondo de verdad callada. todos los modos posibles. gritar
a tus manos fui buscando consuelo y siempre encontré esa caricia que nos perduraba.
Nota:Florencia Walfisch nació en Buenos Aires en 1970. Escribe y hace Artes Visuales.
Su libro Sopa de Ajo y Mezcal obtuvo el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines, 2004. Reunida Materia (inédito) recibió una mención del jurado, en el VI Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín, 2007.
Ha realizado muestras individuales y participado en exposiciones colectivas, salones y trabajos interdisciplinarios. Ha participado en lecturas y encuentros de poesía. Sus textos han sido incluidos en diferentes publicaciones y antologías.
Desde el año 2006 coordina, junto con Ana Lafferranderie, el Ciclo de Lecturas de Poesía en Fedro, Librería y Espacio Cultural de San Telmo.
http://florenciawalfisch.blogspot.com/
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una joya. gracias, Germán por toda esta difusión que hacés!
ResponderEliminarFelicitaciones a la poeta!
Ella es una de las mejores que leí en tu blog.
ResponderEliminarSaludos.