jueves, 27 de mayo de 2010
Silvia Castro
Textos del río
I
en el filo del hacha asoman
las patas cortas de la profundidad
una red de madera flota
y se sumerge
para tomar del agua
su respiración
de un cabello del río
penden los palafitos
peces de madera
con su ropa tendida
techos del río
donde se apoyan
los humos del hombre
II
no nacemos con el mismo agua que morimos
las hachas comen con sal
la confianza del árbol
ahora que perdimos la inocencia
sus valvas abiertas nos cubren
es preciso remontar
río arriba
el brillo del metal
el filo es nuestra carta de navegación
sólo la lluvia devuelve al agua
lo que es del agua
III
el río no crece con agua limpia
la noche
borra toda diferencia
estoy pensando en los cardos
de noche
todos los gatos son cardos
el cardo no hace sombra
rueda como un río
delante del hogar
pero el hogar es transitorio
somos del agua
nuestros afluentes van a dar
a la cuenca del ojo
un felino que se estira
entre el pasado y el sueño
ahora mismo
miro tu mano tirando cardos al fuego
todavía falta una eternidad
o varias
para llegar al delta
la tierra se ovilla en las manos del agua
los náufragos evitan los botes de la despedida
un río se devuelve como se encontró
lleno de gatos mojados
Nota:Silvia Castro nació en Gral. Roca, Río Negro, en 1968. Es poeta y fotógrafa. Fue maestra rural en Río Negro hasta 1993, trabajó luego en escuelas de Ciudad Oculta, Soldati, Villa 2124, y Villa Zavaleta. Desde 2000 es bibliotecaria en La Boca y Constitución. Coordinó un proyecto de periodismo virtual para niños en colaboración con la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. También organizó el ciclo Mate Cocido Literario, donde se difunden producciones literarias infantiles. Como docente editó Léale sus derechos, la fotonovela Amor en Lezama, y el CD Poemas y Canciones de Federico García Lorca. Como fotógrafa, los libros Anagramas, Sphera, Pehuén, Abra, Sin párpados, La soga de la ropa, y Dulce Aldea/Copahue. Su serie Instrumentos de viento ilustra el libro Trenes de Alberto Muñoz, su maestro. Integró en los '90 el grupo Tura de Tex en el C.C.R.Rojas con el que publicó Tura y Nos. En 2006 publicó el libro de poesía La Selva Fría. Integra el consejo de redacción de la revista El Camarote. Coordina el Ciclo de Ciclos en el Centro Cultural de la Cooperación.
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los poemas de Silvia tienen la precisión de una instantánea y una belleza sensible y conceptual fuera de lo común
ResponderEliminarGracias por compartirlos Germán!
Muy interesante la selección de poemas y poetas de los últimos días. ¡Gracias! Saludos.
ResponderEliminarLos textos del Río en 3D: http://www.youtube.com/watch?v=AG9devYNIvY
ResponderEliminarGracias, Germán! ...y Marisa
bella poesía y bella poeta, un placer leerte y escucharte, siempre.
ResponderEliminarEstilo del hombre solo
ResponderEliminarpor silvio tejada
Yacía el poeta muerto desde la obscuridad sin vela, solo. Fue una noche alargada por las sombras de piedras negras y azules. La noticia del fallecimiento de Bustriazo Ortiz enlutó la ciudad lagunera que una vez más en torno al “penca” debe esperar, como si el universo del vate fuera siempre intrincado, primero su obra que se desentierra a cuenta gotas, una vasta obra inédita que se espera, y luego este estilo de despedida con sabor amargo.
Poco menos que un centenar de personas (familiares, amigos, escritores, músicos, artistas plásticos y políticos, periodistas entre otros) aguardaba la llegada del cortejo silenciado en la mañana tan fría. La carroza fúnebre se detuvo frente a la entrada del viejo cementerio y del único carro acompañante bajó la enfermera y esposa de Bustriazo, Lidia Hernández, quien no pudo esquivar las miradas de todos los presentes, y fue la grandeza del poeta Edgar Morisoli quien ofreció no sólo su saludo respetuoso a la viuda sino que también tendió y selló sus manos al levantar una de las manijas del ataúd que transportaba los restos del poeta nochernícola. ¡Hay que aplaudirlo! sugirió alguno de los presentes y un tibio aplauso cortaba el aire rancio del momento incómodo acompañando la caminata lenta y pausada hacia la despedida postergada.
Las callejuelas que crujían amarillas en la arquitectura funeraria del camposanto, entre bóvedas y panteones, surcaban el drama del adiós a Bustriazo. La congoja se advertía aferrada a la poesía que intentaba adivinar el aura que se irradia, un saludo atragantado se disparó al aire con lágrimas de salpicaduras y los abrazos se cruzaban sinceros mientras una cripta tan alta como el cielo escondía al poeta que se transmutó junto a un ramillete pampa de flores diminutas que depositaron como ofrenda lírica.
“Oh apartad sus huesos de ese carro común,
está volando la mañana sobre las alas de su edad
y hay cien cigüeñas que se posan sobre la mano derecha del sol” (Dylan Thomas)
Tal vez deberíamos pensar que no fue una despedida y esperar en sigilo la catalepsia de la poesía pretérita que se desentierra de Bustriazo que espera vivir, más allá de todo.
“Cuando la arena violeta
entierre todos mis huesos,
una calandria bardina
vendrá a llevarse mis sueños”. (Estilo 9 Del Hombre Solo de Aura del Estilo J.C. Bustriazo Ortiz)
silvia, te leí por un viejo amigo que te posó en el muro del face (Miguel martínez naón)no hay letra en tu poema que no me toque el corazón. que la profundidad te siga guiando... Marcela Rúgolo
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