domingo, 5 de octubre de 2014

León Romero





Hambriento de electricidad
mordí un cable y sólo conseguí
un pequeño apagón,
ni siquiera en toda la ciudad.
Sentí que en el centro de mi vida
había siempre la misma escena con lluvia
con un mal guión.
Me sentí apenas un mentiroso
en el fondo del río
pegándome contra las rocas,
un contador de la historia,
un torpe equilibrista social.
Hice muchos viajes para tener tan solo un sueño,
al final de todo en un largo pasillo con espejos
que me inquietaron en la alta noche
hasta volverme una sombra.



CARTA PARA UN NIÑO LLAMADO AITOR

Como un charco que decrece extinguiendo las luces de la tarde,
en mi cabeza hay cada vez menos gente,
al revés de lo que pasa en las ciudades/
el viento en estos lugares dobla al medio a las señoras mayores,
les roba las polleras y el abrigo, la bolsa de las compras que cuelga en los portones; desnuda las cebollas, silba entre un manojo de acelga, despega la etiqueta de las latas de conserva/
desde los años en que se ganó el mundial, los techos de las casas se han estado venciendo, perdiendo tejas, mostrando abandono o nidos, pasto entre las grietas
los que vivían en la esquina se murieron, y llegaron otros parecidos a un cómic japonés;
sacaron uno de los cines y pusieron un templo/donde antes estaba el McDonald’s ahora hay un correo/
pero ya ves, todavía estamos acá, revisando las macetas,
tirando piedras a las señales sin sentido,
sabiendo sobre todo que ya no son los noventa
y esperando la muerte sin cigarrillos.




CREENCIAS

El pájaro que nace en una jaula
cree que volar es una enfermedad
y no sospecha de la mano
que se acerca entre los fierros
a ponerle un trozo de pan
o renovar el agua.
Amanece cubierto por una tela
que le impide cantar por las mañanas
su alegría de sol, su inconsciencia de horarios.
Percibe en la radio voces y sonidos
como si fueran algo en el aire,
y salta entre dos palos
a tomar agua o a inflarse de plumas
como cuando quiere significar
que no sabe qué sería mejor
o que está enojado y cansado de la jaula.




Si yo fuera un avezado
en la geometría del espacio,
escribiría un poema largo,
y lo haría cruzar la calle,
de pared a pared, tensado
para que se tropiecen con él los imbéciles.
Si fuera un entendido
en cuestiones de economía,
haría un poema
que constara de una sola, única palabra
y esa palabra sería la maravilla,
como en el cuento de Borges.
Si yo fuera bueno haciendo deportes,
haría un poema veloz y fuerte,
con una saludable estructura ósea
y un ritmo vital, capaz de enfrentarse
con cualquier contrincante en un concurso cualquiera.
Y si fuera un escritor, o un poeta
acaso dejaría de desear
entenderme con este o aquel oficio,
para al fin dar con el poema.




Despertarse temprano
salir a la calle
decir buenos días al llegar
leer un diario
distraerse con la radio
comer, elegir una película a la noche
o sea, irse poniendo
la rutina encima
día con día,
pero la rutina está hecha
con piezas de hierro y de vidrio
y el sentido de una pájara ciega.



Bio: León Romero nació en 1978 en la ciudad de Mar del Plata. Ha escrito y publicado cuentos, ensayos y poesía.

3 comentarios:

  1. Que excelencia, muchas gracias por compartirlo. Felicitaciones al escritor, un talentoso.

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  2. me conmovio el de la rutina.... aunque todos me encantaron... gracias Leon Romero



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