jueves, 31 de enero de 2013

Carolyn Riquelme





Andamiada IV



Las mujeres conversan después de los quehaceres

preparan mate y roban galletas reservadas a los niños

Se cuentan los nacimientos

las muertes

los enfermos

El inventario es preciso:
no desmerecen detalles ni lástimas por la pobre gente
por nosotras pobres
mirá lo que nos ha tocado



Recuentan las muertes con adjetivos preciosos





Andamiada V



Y así pasan los días

Escandalosas las mujeres
van gritando de una habitación a otra
mientras friegan

Nadie las escucha pero ellas
ponen las leyes en su reino

Dolores oscuros a veces las silencian
ellas cuidan los enfermos
limpian heridas
sacan la mugre

ellas crían los hijos que nadie quiere
los hacen crecer
les vigilan la fiebre y las palabras nuevas

ellas van a los entierros

apenas se enteran planchan el vestido de luto
matan algunas gallinas corren a la huerta
y preparan la comida para los dolientes

consuelan porque de eso saben





Andamiada VI



Las mujeres que viven de negro
a veces mueren

a sus entierros va todo el pueblo

las vecinas llevan flores cortadas de sus propios jardines
¿cuidarán sus flores para cuando mueren ellas?

Los hijos de crianza las llaman tías, mi tiíta dicen
como si dijeran amparo
comida caliente
vueltos de mercado para golosinas

y los enfermos se retuercen en sus catres
perturbados
¿quién velará por nosotros ahora?

Pero los hijos de sus vientres
siempre estamos lejos

las mujeres
nos mandaron a la ciudad

para que no seamos como ellas






El maldito olvidador II



Los símbolos escriben el miedo
pero no se agitan en la oscuridad
La mano que escribe no tiembla
El escribiente no palidece
Una criatura cruje de miedo y no escribe
El símbolo impreciso relata a la criatura tangible

Nadie se limpia la tinta bajo las uñas
Ni cierra el ojo ciego






El maldito olvidador IV



En los hedores de la memoria
ahí es
donde se cuece el símbolo

con el olfato vigilante
a la embarcación que trae y lleva el olor
del grito
de madres trizadas




Bio: nació en 1973, y reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro. Es profesora de Matemáticas. Textos suyos fueron publicados en “Marcas en el Tránsito”, antología reunida por Graciela Cros (Ultimo Reino, 1995) y en “Desorbitados: poetas novísimos del Sur de la Argentina” compilación realizada por Cristian Aliaga (Fondo Nacional de las Artes, 2009). En 2001, la editorial Revuelto Magallanes publicó “Andreas y Jardines”

lunes, 14 de enero de 2013

Natalia Molina







Evita

nombre que designa
a todas las hijas que no nacieron
de una unión
asentada ante la ley
sea la religiosa o la jurídica

vos y yo nacimos así
hijas naturales
supimos de la mirada acusadora
ese estigma de ser
hijas del pecado

vos no tenías tiempo
por eso lo viviste de un tirón
chinita de piel blanca
ojos y pelo negro
que se fue de junín
con una valija de cartón
pajaritos en la cabeza

para ser inmortal
para llevarnos a la victoria
evita montonera
eva del pueblo

para ser actriz
estar en tapas de revistas
todavía no sabías que tu búsqueda
te iba a llevar al amor, a la política, a la poesía y a la historia

te escribo con tu foto cerca
gracias, compañera,
por hacerme descubrir que el pueblo siempre fue y será

hija natural, como yo
como si hubiera hijas artificiales en la tierra
nunca entendí esas dos palabras
la palabra y el silencio que nos declaró culpables
de haber nacido

eva pasión
un terremoto acortó el tiempo en que un corazón
se encuentra con su reflejo
juan domingo y maría eva para la revolución





Tierra colorada

Con mirada de niña recorro la tierra colorada. Un sapucay baila en mi sangre -la patria ancestral-.

Abuela María baila descalza un chamamé en algún rincón de Corrientes. La guaraní sonríe. Su pollera balancea sueños.

Mi madre nació en esta provincia, como mi abuela, mi bisabuela y mi tatarabuela.

Ahora nos emparejamos en edad y bailamos una ronda. El río Uruguay sabe de nosotras.

La tierra colorada nos vuelve a parir. La muerte no existe en este instante.

-Abrazame, abuela. Abrazanos a mami y a mí. Las tres descalzas en la tierra colorada somos invencibles. Nos limpiamos el abandono de las manos y las elevamos al sol.

Bailemos juntas, como si el tiempo fuera a nuestro favor.

Volvamos a tu rancho, abuela. Ese de abobe con tinglado de chapa en donde cocinabas locro, mientras nos hablabas del señor del sol. El tipo alto, desgarbado, con sombrero de ala ancha. Nos amenazabas con que nos iba a llevar si salíamos a la hora de la siesta a los naranjos.

Pero esta vez se va a hacer amigo, y va a recorrer los frutales con nosotras.

Hoy la vida es una fiesta. Nos volvemos a encontrar.

-Mami, no llores. Mirá cómo baila la abuela.

Celebremos.

Somos esta tierra brava, festiva y caliente





Bajo la parra

en el puerto de rosario
ella forraba volantes de camiones
y bailaba por las noches
en un cabaret
con el cuerpo pintado de dorado
y su largo pelo negro
suelto hasta la cintura
me lo contó
una noche en el patio de casa
bajo la parra
tomando champagne
sonaban en el grabador
unos valses de strauss
le brillaban los ojos al reírse
después me sacó a bailar
bajo las estrellas
mi mamá
tenía puesta una pollera blanca
hasta media pierna
y yo un vestido con flores chiquititas
la glorieta estaba llena de esas flores
que no me acuerdo el nombre y son
como campanas de color naranja
que les gustan a los colibríes
cuando se fue a dormir
quedaron copas
botellas vacías
algún plato de garrapiñada
sobre la mesa
se escuchaba ese rumor nocturno
de la sierra
algún auto que pasaba
grillos
ranas
perros ladrando
lechuzas chistando
en esa navidad de 1993





muchacha peronista

una tortuga le hace nock out a la palabra
súperman medita en un monasterio de kyoto
batman llora de tristeza
robin se fue a pinamar
la mujer maravilla frega que te refriega
y te recontra
multiplicidad de vidas
fumate un benson and hedges box
haciéndote la linda
ponete el corpiño push up
coloreá tu boca de rojo
escribite un poema mirándote las partes
cuidate querete ojito ojete
sos sola
a mucha honrael horno no está para bollos
que todos los pájaros salgan volando de tus manos
libres, como el sol cuando amanece ellos son libres
como vos
sacate el corpiño
incinéralo mientras subís al cerro
ilumínate en su fuego
hacete unos chori
cantá la marcha peronista
hacé algo por sacudir a la muerte
viví, viví, viví
subite a los tacos aguja charolados
y andá con glamour entre las piedras
y cuando pase el temblor
andá a hacer la plancha
nadá crowl
comprate una bolsa de boxeo
ponela en el bosque
y pegá, pegá, pegá
con estilo, pegá
hasta que los nudillos te digan basta
después, qué importa del después
sublimación permanente
un zorrino pasa por tus recuerdos
ricardo ricardo /ricardo rubén/vos sos una estufa/yo tu kerosén
te despellajaste
hasta cambiar la piel
has recorrido un largo camino, muchacha peronista
es hora de los brindis, la carcajada y el suspiro
ya es hora del alivio
las muchachas peronistas
todas unidas triunfaremos
y como siempre daremos
un grito de corazón!
Viva perón! Viva evita duarte!





1(*)

Abrir, cerrar, los ojos, la boca. La boca que da voz. Como el silencio. La impronta de la voz que calla. La impronta de la voz que dice. La boca del estómago arde. Sin artilugios. 12 mm de lluvia bendicen las hojas de achiras lustrosas. El cielo gris contrasta con el cerco de frutos rojos. Ramas y hojas bailan al son del viento. Un gato negro pasea por el patio. Los zorzales aprovechan la tierra mojada para comer lombrices.

Buscar sonoridad. Sin repetir y sin soplar. Reírse para no llorar de la pretensión. Leer diarios. Leer. Buscar lo que no se encuentra. Dejar de buscar. Suspenderse. Suspender el pensamiento. La fruición. Palabras que queman en la boca del estómago y enmudecen la garganta.

Buenas noches amarillas y fucsias contra la ventana. Achiras rojas con flores a destiempo.

En las flores no hay estupidez. Tampoco quieren describir su entorno. Las flores son los órganos sexuales de las plantas, escuché por ahí.

La cuestión previa: sería esa recurrente sensación del mal uso, quizá del desgaste, de las propias facultades; la necesidad de readquirir algunos hábitos y horarios; luego algunas percepciones; finalmente, la aptitud para expresarlas. Desde este ángulo, nuevamente en cero, como a los veinte, a los treinta años, cuando me asombraba la distancia entre lo que era capaz de percibir y lo que alcanzaba a decir. Por supuesto, no estoy en cero. He ganado muchas cosas, he perdido unas pocas. Miento. Obscenamente. Descaradamente. El adjetivo cuando no da vida, mata. Miento al enredarme en las palabras. Miento cuando me queman en las bocas, en el pecho y en la garganta. Ninguneada. La.

Entonces aparece, demanda, reclama, camina haciendo ruido. Me molesta su respiración y su mal gusto.

Lo que nos rodea lo percibimos como un amontonamiento genial de estupidez y codicia mezcladas. Deberíamos hacer un catálogo, con la tenacidad de Huxley, de Orwell. Las flores no hacen catálogo. En el lenguaje de las flores. Idealizamos.

Caterva de estupideces. Un amontonamiento en primera, segunda y tercera persona –después vendrán los otros tiempos verbales a amontonarse con sus sujetos-. A golpear el techo y las ventanas, para que el insomnio venga.

A los 20 años buscaba el amor de mi vida, a los 30, también. Casi a los 40 reconozco que el único amor de mi vida tengo que ser yo. Las semillas de achira están por explotar. Yo. Un yo-yo. Un efecto rebote que busca guarecerse en la tierra.

Hemos perdido y ganado, he perdido y he ganado. He lustrado al tiempo, lo he negado. He puesto el cuerpo hasta exponerlo, corroerlo, destrozarlo, he jugado sin trampas, me he olvidado el juego. Ha renacido el cuerpo. Escrito y en blanco –como si fuera posible hacer borrón y cuenta nueva- Como si fuera posible poder hacer a un lado todo eso que odiamos, y sacudirnos la impotencia que nos provoca ese odio. Es como si la insignificancia, la venalidad, la traición, la crueldad formaran una montaña tan impresionante que la sola idea de desgastarla, corroerla, minarla resultara ridícula.

¿Las flores se traicionan?. ¿Existe esa práctica en el lenguaje de las flores?. ¿Existe una praxis de la traición?.

Un hombre camina por la casa con pasos enojados. Interrumpe la respiración de la casa. La idea de corroer su enojo es totalmente ridícula. Qué se le pase solo, pienso. A la vez imagino una pira de diarios y papeles en una acción:

amontonemos todos los diarios, lo que dicen los diarios desde que una se levanta-la mentira irrisoria, la calumnia pagada, la estupidez elevada a virtud, el heroísmo o el sacrificio detractado, el cambio descripto como el demonio, la usurpación defendida, el crimen ocultado, la prepotencia pasada por alto. La palabra violada. Quediceloquedice y ademásmásyotracosa. Amontonemos esas letras y mejor las tiramos al fuego. Quememos las naves. Armemos otras. Pateemos los catálogos, los lugares comunes, los manuales hacia esa pira. No serás mi héroe del güisqui, seré mi heroína on the rocks, piromaníaca que siembra jardines.

-La escritura de la herida, no. Repito, luego de convertirme en silencio.

La escritura de las flores. Lo pendiente.



(*)Intertextos en cursiva de Rodolfo Walsh y Vicente Huidobro.


Bio: Natalia Molina nació en 1973 en Bahía Blanca. Vive en Sierra de la Ventana donde se crió. Publicó: Gastronomía amorosa (edición de autora, 2006), Muñeca brava (colectivo semilla, 2007), Menjunje (Hemisferio Derecho ediciones, 2007) y Quién serás (plaqueta, Acción Creativa en Suárez, 2011).