jueves, 4 de abril de 2013

Natalia Rozenblum

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Si te vas, 
llevate tu ropa, 
esos platos de tu abuela
de reborde dorado
-que no sirven ni para el microondas- 
el parlante enorme 
que ocupa un tercio de pared
-y nunca encendés-;
si te vas, 
llevate tus mañas de obsesivo, 
tu orden superficial
-tu ficción-
el olor que arrastrás 
al moverte, ese libro dedicado 
por tu ex 
-que encontré y nunca te dije-; 
si te vas, 
llevate el sillón, 
aunque me guste
-aunque esté hundido en la mitad
como dos pendientes
igual que nosotros-
el destornillador de los domingos 
el martillo de los domingos
el taladro de los domingos
y mis ganas 
de que no te vayas.





Hagamos el amor en una playa
de estacionamiento
de un shopping
conocido.
pongamos el parasol
que nos dieron el verano pasado
en el balneario de santa teresita
o mar del tuyú.
hagámoslo en tu asiento
así mi cola rebota
contra el volante;
hagámoslo atrás
así nos caemos
sobre la alfombra
y nos reímos
hasta que llegue el guardia
golpee la ventanilla
y vos le digas
Sí, señor, qué desea
con tu cara sinvergüenza 
con tu cuerpo
sin ropa.





La lluvia te resbala
igual que yo.
y a mí me pesa tanto
la ropa
mojada.





Hagamos una ola
y después 
un mar.





Busco pájaros en tu sweater
para poder tocarte
mucho.
los cuento
y te digo
mirá, un mirlo
aunque no tenga idea
si es un mirlo
una paloma
una ratita con alas.






Creo que me levanté una mina
en un bar,
era pecosa
y estaba bastante buena.
blanca,
por supuesto,
co
n el pelo lacio
bien cortado.
tenía el culo contenido
en el pantalón
y yo pensaba lo que haría
con ese culo
cualquier tipo,
o yo,
quizás.
dejó un papel abollado
en su mesa
justo detrás de mí.
esperé
que los mozos se ocuparan
en la televisión
para agarrarlo y leer
lo que me había escrito.
nada que ver.



Bio: Nació en 1984 en la ciudad de Buenos Aires. Estudió filosofía. Hace casi 5 años que dicta  talleres de escritura creativa y es muy feliz, también es fana del ping pong.