viernes, 22 de octubre de 2010

Alejandro Carrizo


el vendedor de muertes vino a buscarme. le
dije que había llegado en mal momento (que
estaba acostado con la poesía pero insistió
y desplegó el muestrario: las había heroicas
soledosas inesperadas las de amor las de guerra
las diarias aquellas por autodeterminación
y la que me dejó (la de los otros. esa que
cuelga de mis sueños brota por mis ojos (ésa
por la que daré la vida



***


nunca hablamos del renacimiento. ella
era alcohólica y le faltaba un pecho
pero era hermoso verla llegar en la
madrugada con dos botellas de ginebra
bajo la lluvia diciéndome leeme algo
con una sonrisa quebrada / dejar su
prótesis gelatinosa sobre la mesa de luz
y cerrar fuerte los ojos al mundo



***


todos empezamos con la misma puta (era boliviana
creo y le faltaban algunos dientes. llamamos desde
la puerta al dueño de La Copa y le pedimos fiado.
ella sólo se bajó la bombacha hasta las rodillas
y a los cinco nos pidió premura pues esperaban
otros clientes (entonces fuimos hombres
a dos de ellos les perdí el rastro. yo me quedé
en escribidor uno es médico y el otro diputado (o
sea respetables hombres del sistema





agujeros

en el alar de la casa de mi hermano lelo
hicieron un agujero para que algún día
crezca un pino y nada lo detenga. la tortuga
apareció en el fondo (después de
ocho inviernos de agujeros. en el techo de
mi cuarto hay un agujero y entra la lluvia
a veces. en famaillá (tucumán hicieron
agujeros en la tierra para desaparecidos y
asesinados. un niño hizo un agujero en una
tabla y mira pasar la gente. los huesos de
paco urondo están en un agujero en buenos
aires ninguna placa dice “el poeta” (pero
el pino está creciendo


Nota:poeta nacido en Ledesma, Jujuy (1959), publicó ocho libros de poemas, ganó el Premio Fondo Nacional de las Artes (1986.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Marina Yuszczuk


Crac, crac, cascar


Me gusta la cáscara de los huevos cuando se rompe, no conozco otra cosa que haya nacido para romperse tanto como la cáscara del huevo. Me gustan las botellas cuando se rompen, el ruido que hacen, pero me da miedo. Algunas cosas se rompen de maneras que no sirven para imaginarse nada, como los sobres. Los huesos se rompen, sanan con dificultad. Cualquier ilusión puede romperse; de hecho, todas se rompen y algunas veces se vuelven a armar, pero no exactamente como una película de un vidrio que estalla en mil pedazos y que se pasara marcha atrás, vuelan los pedacitos a reunirse y otra vez es uno, espejeante. Las ideas se rompen, pero no de maneras tan simples como la cáscara de los huevos, ¡crac!, por la mitad, sino como las células que rompen su pared cuando viene un organismo de afuera, y lo incorporan, y se convierten de pronto en otra cosa; como cadenas de átomos que se unen con otras cadenas para formar otros compuestos. Lo que pensamos de los otros puede romperse como un huevo, ¡crac!, y de repente cae yema babosa. Me gustan los huevos revueltos, los huevos fritos, no me gusta mucho tocar la clara, me gusta la yema cuando está más o menos cocida, me gusta batir claras a nieve que es otra manera mucho más invisible de romper proteínas, violentamente, y convertirlas en espuma suavísima.









Una de zombies


Hoy me levanto medio temprano para ir a buscar al tío muerto. Llegué, puf, el olor de las flores, lo de siempre, esa vulgaridad del cementerio en domingo. Los baldes de plástico, las tumbas nuevas forradas de azulejos, los claveles. No se busque acá la sobriedad anglicana de una pradera verde sembrada de lápidas prolijas. El amontonamiento: flores de plástico con fotos en portarretratos, las canchitas de fútbol con los colores del equipo preferido sobre las tumbas de los chicos, las plaquitas de bronce, muchas, las muñecas, juguetes, cositas, los souvenires que se apilan detrás de un vidrio, los azulejos marmolados. Lo busco entre las tumbas todas parecidas, entre pasillos parecidos, gente domingueando. ¡Es la de azulejos beige! Me está esperando. No con una sonrisa sino con esa cara de modorra, algo desorientada, de uno que recién se levanta. Lo agarro de la mano, vamos a tomar el colectivo, le cuento "Nos están esperando, con la comida". El no habla mucho por ahora. Tomamos el 178, ocupamos dos asientos por el medio. ¿Me parece, o corre un movimiento muy callado de desconcierto entre la gente que está en el colectivo, cuando nos sentamos? Algo sutil, un poco de respeto. Mi tío es: un cadáver verdoso con partes de la piel amarillentas, difíciles de describir (no creo que haya nombres para eso, como "cetrino", "oliváceo"), con venitas azules que le pasan por abajo de la piel, tirante y fina. Es cierto que está un poco desprolijo, un poco despeinado. El se sienta derecho y va mirando fijo hacia adelante. Vamos a casa.





Tormenta de Santa Rosa


Que siempre viene por esta época, parece. Eso me dijeron. ¿Nunca la habías sentido nombrar? ¿Al sur no llega? Y yo digo que no, pero es cierto que hacía mucho calor y de repente hacía mucho frío, las hojas de los árboles empezaron a correr por la calle como si todo hubiera "cobrado vida", envolvieron el taxi como una lluvia que fuera de agua. Dos días después, estoy leyendo con la luz prendida, aunque todavía es la mañana. Y el ruido afuera me hace pensar: que esta tormenta no es santa ni es rosa -o es a lo sumo, santa como esas cosas que dan miedo, por demasiado grandes. Que si yo abriera la ventana y el horizonte fuera rosa fuerte, como esos fondos de La pantera rosa, trastornados, no me extrañaría. Que no puede ninguno extrañarse de que de repente no sepa adónde estamos, ¿este es el fin de agosto? ¿El principio de septiembre, ese que viene con la primavera? ¿Están seguros? Basándose estrictamente en lo que pasa afuera, todo fue marcha atrás, volvieron los calefactores, llegó el frío -acaba de llegar el frío-, y yo le creo más al mundo ése que a los almanaques, porque es, en todos los sentidos posibles, más contundente: moja. Y truena. Con el miedo que daba, de estar en una de esas espiando cosas que no deben ser vistas, y por eso el velo negro, la oscuridad en la que la mañana se envolvía, abrí la ventana para mirar, miré un poquito, vi las siguientes cosas: una tormenta santa enfurecida, que venía para romperlo todo y no sabemos todavía si volverlo a hacer, miles de gotas fuertes estrellándose contra los techos -un ataque. Un cielo rosa viejo, rosa chicle, rosa fuerte, del que caía el agua que era color de
agua. Una pantera humedecida.








Los días frágiles

Los días
En los días de la fragilidad, soy una nena. Pero este desamparo, ¿ya lo tenía yo, cuando era chica? Me parece que sí, a veces me parece recordarlo. Otras veces parece que no importa, lo mando desde el presente para allá, existe. No tengo nada del pasado como no sea lo que inventé después, queda muy poco. Está bien. Como mis abuelas siempre contaban sus historias y alguien las corregía, esto no fue así, no es exactamente así, te lo estás inventando. No hay que corregir nada sin embargo, se escribe como se puede, siempre por razones importantes. Pero me desvío, ¿ves? Ya me desvío. Me quiero bajar en esta vuelta. En los días de la fragilidad soy esa nena que recuerdo, debe haber sido por el ochenta y dos, ochenta y tres, que me anotaron en la colonia de verano del Club Sudamérica. ¡Cómo me daba miedo ir! En un colectivo naranja, que nos venía a buscar a mis hermanos y a mí, a la casa de Wilde. Yo era la que menos se quería separar de mamá, eso me acuerdo. Y que llevábamos un jugo anaranjado en botellas de plástico. Un día fuimos a jugar a una parte de plaza que había en el club, con la profesora de gimnasia y otros chicos. Yo estaba distraída, me distraje, no me acuerdo qué hice o qué miré, pero cuando levanté la vista no había nadie. Todos se habían ido. Era muy grande el club, hasta donde alcanzaba a ver era pasto y más pasto, bajo el sol de las doce, todo vacío. Entonces empecé a buscarlos pero no aparecían. Estuve un buen rato perdida. Igual, si me pongo a pensar, siempre estoy más o menos perdida. Alguien me encuentra un rato y me pierde de vista, me voy o nos vamos, en una vuelta inesperadamente nos volvemos a cruzar, nos saludamos mientras el otro pasa, como una calesita, triste, triste, de caballos que suben y bajan sin parar, mordiendo el freno.


Nota:Nací en Quilmes en 1978 pero soy de Bahía Blanca, adonde fui a la escuela, viví, estudié Letras y aprendí a escribir poesía al lado de amigos como Marcelo Díaz, Mario Ortiz, Eva Murari, Lucía Bianco, Sergio Raimondi, Ana Miravalles, Nicolás Testoni, y todos los chicos que participaron en la Cooperativa Editora El Calamar. Con la cooperativa publiqué un librito que se llama Guía práctica de las mariposas. Ahora vivo en Buenos Aires, hace poco, y todavía no sé si me gusta, pero escribo mucho. Sobre todo en mi blog: www.museomarino.blogspot.com

martes, 19 de octubre de 2010

Gerardo Burton


POEMAS DE “LUZ MALA”


sus nalgas eran la literatura
francisco urondo, “luz mala”






1

tanguito

yo no quiero
que
nadie
a mí me
diga
que ella no
vuelve
que no hay
nadie
que todo
es soledad





2

ella mira
descubre sus piernas
en un oasis, sus amados
pies tan seguros, ese
andar que llegó
entre un beso
y los labios
sedientos sobre la
añorada carne

es la
noche, y no cesa
en su deseo
que lo ignora
y deja ir el río, la turbia
marea
las naves hacia el fin
donde nada es dado





3

la grupa sedienta
relumbra
en la noche

luna de luz
multiplicada
en el río inmóvil
del espejo





4

sonrisas y luz
atravesada por la miel
que en los ojos
habitaba

un suspiro del azar
devolvió al tacto
vientre, pezones
oscuros senderos salobres
y la marea
sin margen posible





5

cerezas quiere
para su boca
ocultar, luces para
que esconda estrellas
el alma y acaso busque
algún pétalo, jazmín
o camelia
porque su piel relumbra
esta noche oscura sin fin





6

al sur, al viento
que no cesa
donde puede haber un mar


alado
puede ser el vacío inmenso
del viento y la meseta

o la guerra sin fin
de cuerpos extenuados
o el doloroso júbilo
o el latido
o la lágrima, en fin

puede ser un beso, mil
besos y mil más
y siempre algo
falta





7

mudos el aire y el fuego
en la noche del rito
cada beso extiende
el oleaje
desde las piernas a la muerte

un dolor, el desconsuelo
y el tibio destello
del agua que viaja
hacia un amor que no cesa

rastros de ardor
donde la herida de unos labios
detuvo el aire

en vano fue el navegar
un lecho a la deriva





8

que se discuta
la orografía, esos tiernos
detalles del relieve
las fallas y fracturas
que en los ojos no dejan huella

una sombra azul
en el lecho





9

todo es una piedra
sin fulgores
un translúcido
pellejo de dolor

y ella, que duerme
que aguarda
los besos olvidados
de años en un naufragio
continuo





10

un otro
que está
que es
más allá, aquí
después y antes
ese otro siempre
aunque el tiempo
concluya
aunque
él mismo
muera

Nota:Gerardo Burton nació en Buenos Aires, Argentina, en 1951.
Reside en Neuquén desde 1986. Es padre de tres hijos y abuelo de una nieta.
Publicó hasta la fecha: poemas iniciales (Botella al mar, 1971); dieciocho poemas azules para maría y con la esperanza delante (de la Unidad, 1981); los juegos ocultos (La lámpara errante, 1985); Infierno sin umbral, Aire de penumbras y radiofotos (Último reino, 1988, 1995 y 2004). En 1993 editó una plaqueta artesanal denominada 4 sonetos. Parti¬cipó en ediciones colectivas -antologías, muestras de poesía, etc.-. En 2000 publicó, también en forma artesanal, voces del cristo verde, en 2002 el poema-afiche corazón perdido, en 2007 nunca un bolero y en 2009 endecha.
También en 2007, la secretaría de Cultura de la ciudad de Neuquén recopiló en un solo volumen titulado Obra junta los libros y colecciones en antologías publicados hasta esa fecha.
Es periodista y editor de libros. Estudia pintura.
Dirección electrónica: geburt@gmail.com

lunes, 18 de octubre de 2010

Ana Arzoumanian


Debajo de la Piedra

Nada debajo de la piedra.
Nada del titubeo.
Nada debajo del abismo que aprieta,
nada debajo del desabrigo.
Eso de frágil,
de débil,
de quebradizo,
lo retendré en mí,
una línea de aire
preparando su luz.



***



Hay crepúsculos atascados
en las ventanas del deseo.
Hay un olor opaco y un sopor
en mi ropa de entrecasa.
En ningún lugar, en las calles
de ningún lugar,
mi corazón te habla.





***




La maldita desgarradura,
el abandono de la voz.
El mismo zumbido
de mezquitas viejas.
Y otra vez el vacío
como reguero de cables
en la torsión del cuello.
Sentada debajo de la mesa, espero.
Cuando tu lengua
amasa besos en otra boca
todo el cuerpo que se agacha, duele.




***




Una casa es un lugar
donde se duerme,
donde se apilan sucios los platos.
Algo que fue
en las manchas de los manteles.
Restos de carne cocida
como en las sábanas los remiendos.
Sucia se amontona la ropa en canastos.
Se suma, se junta, se aprieta
en la casa donde sueño
tu mano escribiendo palabras
sobre mi agua herida.




***




En esta latitud enemiga,
obstinadamente limpia,
extiendo el líquido desvelado
sobre sábanas que parten.
Casi acurrucada
en el vacío de tus noches,
me impregno como filtración,
dibujo máscaras
en muros extraños.
La quietud del cuerpo me lastima
cuando en mis zanjas
vos abrís mi soledad.






El Ahogadero

El ahogadero.
La desazón de no alcanzarte.
El zarandeo pedregoso
se me echa encima,
recorre el hambre.
Y sólo más tarde,
la partida escolta
lo que no se detuvo
y aprieta, en lo tupido
esa inútil persistencia.



***



Hasta el hueso
sus impecables manos.
Sin el filo la cuchilla
divide en trozos
y ya no duele.
El aplazo impúdico,
narcótico despiadado,
paciente hilvana
sobre el miedo.
Y de a ratos,
poco a poco,
adormece.
Érase que es,
la adiestrada impostura.





***




No hay manera de salir
de la síntesis del relato;
alguien cede.
Alguien contra la pared,
en el grito sordo de las cosas, se reduce
a quietud de pasillos, de zanjones,
al resudar de sábanas en la siesta.
Alguien aturdido gira, no sabe
cuánto tiempo pasa dónde
cuando cede.
Así, como interrupción del hambre
se distancian las piernas,
en un aire continuo, invariable;
tan calladamente pegajoso
como líquido espeso de arena
que se empasta en la lengua, vela
el cuerpo desnudo;
la inexorable trampa
de las uñas rasgando
la pollerita cerrada.



***




No es calladita la muerte,
hace ruido el pulsador,
ruido la placa.
Le hace ruidos la muerte
como un estropajo que frota
su rígida aspereza.
Entonces ella canta,
canta para no escuchar;
no le cuesta nada
pasearse con la orquesta,
con todo el griterío atirantado.
Pero luego se levanta, se arma,
mete ruido, cruje el vocerío,
y ella canta para no escuchar
el aliento desinhibido, el rugido
de madres plañideras,
la acumulación bulliciosa del acero.
Ella canta la tonada el tarareo
del impacto en la nuca las sienes.
Si la obligan, no le cuesta nada
no escuchar la pedrada,
por eso ella canta y canta
bajo la marea comprimida de su voz,
para ahogar en bóvedas
a la muerte.
No es un cuchillo
de lámina fría,
de perfil en ángulo
hasta el mango espeso;
la promesa del límite.
Sin ningún hasta dónde
de lo húmedo.
Si fuese un cuchillo
se quedaría de pie
sobre eso que resiste.
Si fuera,
lo limpiaría después,
y al guardarlo, no recordaría.
Porque los cuchillos no recuerdan.
Si fuera,
cada vez que pusiera mis manos
en los bolsillos,
lo sentiría me diría
‘aquí está, ahora sí, ahora no podrán’
me diría no importa la hora el lugar
‘intenten ahora, ahora si pueden’.
En plural, porque él no se cansa
y no siente olores, no ve,
entonces no le importa,
no sabe distinguir.
Y como no distingue
no se ahoga, no se marea.
No es,
porque si pongo mis manos
en los bolsillos
y no salen sangrando,
herida de muerte,
desangrada.
Si no me ven chorreada;
si no estoy.
No es un cuchillo,
una guillotina,
un hacha,
una hoz.
No es una daga,
una lanza.
Los curtidores no lo reconocerían,
ni los afiladores.
Ellos vienen dos veces al mes, me dicen
‘Señora, ¿tiene algo para afilar?’
Y qué les contestaría yo sobre esto
que no es una navaja,
un puñal,
un sable,
que si fuera
serviría también para la comida.
Lo sabe el panadero, el carnicero.
Que también sirve para curar,
lo sabe bien el médico.
Si fuera un cuchillo
hoy, a esta hora,
si fuera de mi mano lo que olvido,
si fuera de su filo espejado
me vería en él como por una hendija,
no digna, no bastante para,
no bastante.
No es.
Es de lo que no hay.
No hay.
Y no.
Y es un llanto que no alcanza,
porque no es un cuchillo y no termina más.




La Granada

Buscame en el paredón. Allí, en las murallas de la ciudad de Kaffa; allí donde los tártaros capturan cadáveres infectados; allí en el año 1346. Buscame donde se arrojaban las cabezas de los soldados cautivos; sobre los muros de las fortificaciones. En la ejecución. Cerca del fusilero de montaña; pero del otro lado. Cerca del soldado de infantería. Del otro lado. En el charco. Descruzo las piernas, la blandura abundante de la pared no te retiene. Hay un derrame como de saliva aspirada. Descruzo las piernas. Me bajo de la cama. Se evapora. El charco que limpio con un trapo. Sobre el piso. Buscame en el paredón. En el charco sobre el piso, como práctica fenicia adorando el sexo del sacerdote. Y un derrame de saliva, y la muerte de cristianos en el año 203, y los pies que se nos enfrían. ¿Acaso, ese charco, lo habremos hecho juntos?





Algo que no se ve se ve, que no está está, que no pasa pasa. Algo se retuerce en hélices, forma un cordón. Una tela a lo largo de un alambre, una varilla. Se retuerce en hélices. Algo que no pasa pasa. Duros los pezones huyen debajo de la manta. Estoy desnuda. Una lluvia torrencial, y todavía tengo más agua sucia. Espesor de cañas arrastradas por la crecida, restos; y lo que me queda de lo que se va hartándose debajo de la manta.

Si llegaras a ver sangre, diré que me he sentado sobre algún animal muerto.





Mía

Se abulta. Un fuego azul, nudoso. Un fuego azul como si el cielo se incendiara, disimulando sus rojos y se quemara así, escondiéndose, una espera de siglos. Siglos está el cielo esperando el ardor sin llamas, sin llamas la luz que se desprende, su ráfaga de tormenta sobre los mástiles y las velas. Es azul el fuego inconsolable, la hoguera o el disparo que cae voraz como leña. Es azul inconsolable la estampida, sus chorros de chispas que ascienden. Es un criminal el azul, un asesino que grita entre la muchedumbre y se pierde en círculos. Entre la multitud que lleva antorchas en sus manos, el azul inspira a matar. Y es un canto de un dios, de un cisne; y en el canto, es azul lo que inspira. El cisne canta para que me nazca de un mismo parto un espesor de vapores, un deseo de aire que abrace en fuego los huesitos.

Del blanco a un amarillo más oscuro, el fuego se come la carne. Sigue su curso el azul, simula la asfixia de la piel entre gemidos, me deja marcas.

El perito dice: cicatriz de parto. Cicatriz de parto, el pelo quemado, y el parpadeo del vientre de la estoica llama de gas. Azul pálido que se abulta en los pedacitos que ahora cambian de color.







Juana I

Ella se los tiene que decir. Yo. La tierra removida es visible desde el aire. Una interrupción en la superficie de la hierba. Un cambio de color. Si sólo rascara a mano encontraría debajo de la tierra una zanja de norte a sur, de este a oeste. Escaleras en las paredes para bajar y calcular la edad según las puntas de las costillas, las clavículas y las sínfisis púbicas. Si midiera el fémur sabría acerca de la estatura.

Decir. ¿En qué idioma hablan las cosas?

Decir del hueso ilíaco que sobresale de eso que parece un hombre. Cerdos hocicando la tierra cenagosa. Decir cuando la mano se extiende hacia la voz. Toco la voz y es mía. Cuando alguien me habla (Felipe) es como si hubiera luz y yo toco la luz con la mano. Tu garganta, tu pecho. Un volumen de rumores en el interior (como si hubiera luz).

Es simple: Ella se los tiene que decir.

Un depósito de brazos atados a la espalda, tierra lisa color marrón sólo rascada a mano, y la falange del dedo gordo del pie más rolliza. Un manantial subterráneo que, al quitar la tierra, se convierte en agua burbujeando lentamente.

Hace frío y está oscuro. (Ella se los tiene que decir). Cuando me hablo es como si hubiera luz. Mezclo un vino caliente con azúcar y clavo de olor. Hablo de vos y de mí. Una a una me quito las enaguas. Hace frío (bebo el vino caliente con azúcar y clavo de olor). Hace frío, está oscuro. Me estiro para ver si mis pies llegan a los tuyos. Si mi vello con tu vello, ahí. Es simple, es justo, como si estuviéramos en la cama (del lecho de justicia). Lo suyo de cada cual; lo mío. Que me digas, es toda tuya.

¿Felipe, de quién son los cadáveres?






Cuando todo acabe todo acabará

Se trata del cuerpo. Cierto ritmo. Cierta longitud del paso. Cierto juego de las rodillas, un contoneo. Se trata del cuerpo en una calle sin asfaltar. Cuando digo la palabra casa, en mi boca se forma una casa entera y me resulta difícil pronunciarla. No una casa entera; la puerta entreabierta de una casa por donde se ven niños respirando pegamento de zapatos. Cuando digo casa, se me enredan los pies en el muelle de Recife, ahí en el pozo que funciona como hogar, al ras del piso. Cuando digo la palabra casa me sale chicas de la calle. Y no sé por qué me sale calle, si hay alambres y puertas y paredes, y perros y rejas.

Se trata de comer el desierto para frotarme por dentro. Mamá me arroja al tren, se pregunta, cuánto dura el efecto. Hace la seña de la cruz trazada con los dedos para signar. Para hacer señas como un faro, para estampar en el troquel dando forma a chapas metálicas. Signarse un efecto que dura cuatro horas, y a la hora sexta rezar la oración que empieza con señor mío jesucristo. Porque a ella le dicen mi señora. Nuestro señor jesucristo y nuestra señora la virgen. Una oración que empieza en mi garganta, quiere decir señor, y pronuncia enfeudar.




Una gran nube de agua tibia pulverizada en el fondo de los dedos. De la boca. Limaduras de piel, escurriéndose; detritos de animales marinos. Lo que no produce. Un catálogo empapado de algo que no hace existir, no fabrica, no genera. Una especie de campamento donde los moros tenían a los cautivos, como los baños de Argel. Cerramos la puerta, abrís la canilla para que nadie escuche, o para que se precipite un agua por la rotura dulce del cauce de tus ríos.

Yo, más que de rodillas. Vos, más que de pie en la bacina de mis piernas. Una densidad de partículas disueltas de un ambarino claro. Uromancia de las mujeres de Argel que se enamoran por el filtro de tu sexo.

No sabía que esa musculatura usaba su fuerza para vaciarse. Como afilando un utensilio de corte, o echando en un molde tu materia fundida.

Estoy tomando algo.






Como la máquina de apretar el ganado. La res entra y asoma la cabeza. Entre los paneles que se acercan, se apoyan las manos y las rodillas. Un compresor de aire acciona la abertura para el cuello. La presión lateral disminuye lentamente; luego se incrementa evitando que me mueva, o que me caiga, o que me asfixie al quedar colgada. Doy vueltas y vueltas. Siento la oscilación de los ojos cuando el cuerpo recobra el equilibrio. Ahora soy esta mata de pelo entre tus manos, la tercera esposa del emperador Claudio. No por los siete años de terror, por el fuego. Por la manera de arder una ciudad entera. Por la disolución de un animal en mí que va y viene. O mejor, dos animales de frente y de perfil que parecen extrañarse en una ausencia de trama cuando no estás.

Que me aprietes.

Más.





Con el latido acelerado de atravesar el Sahara escondida en un camión para llegar hasta Argel. Una kurda perdida en el Adriático; porque todos los que se pierden en el Adriático son kurdos que vienen de Irak. Uno de los treinta y dos náufragos adosados al flotador que, por tener demasiado peso se despega del bote, y cae. Después de venir del otro lado del Cáucaso, del Magreb. Después de ser las familias enteras durmiendo en una habitación en edificios vacíos, en casas hechas con pedazos de plástico, con cartones, con celofán o elásticos de cama.

Y cuando morare algún extranjero contigo en vuestra tierra no lo engañéis.

Con este olor gomoso a basura que se te pega. Este olor del Riachuelo que explota como aire comprimido de una máquina que me da en la cara. Directo en la cara, destraba la mandíbula mientras vos te la acomodás en el pantalón. Un movimiento de tomarla con la mano inclinándote el vientre hacia adentro y dejándola ahí. Todavía húmeda. Todavía tan llena. Tirante todavía, alzado como si se remangara un puño y empujara
algo
en
él
todavía.


No te muerdo las pestañas para reconocerte. Yo te elijo porque vos pagás. Pongo el oído sobre la madera carnosa de tus vellos y escucho un ruido como una guillotina de cortar papel. Tu pene así, como los bordes de los libros. Me acerco más y más y escucho. El metro es una longitud de medida calculada para el cuadrante del meridiano terrestre que pasa por París. Es una medida de versos. Escucho cómo corta la máquina el borde de un volumen de seis caras. Un hexaedro. Yo no sabía que el litro es una capacidad equivalente a un décimo cúbico. Vos, un litro. Mientras escucho la turba de

Este

es

mi

cuerpo


que no para con nada con nada para.

Nota:Nació en Buenos Aires, en 1962. De formación, abogada.
Publicó los libros de poesía: Labios (GEL, 1993), Debajo de la piedra (GEL, 1998), El ahogadero (tsé- tsé, 2002); la novela La mujer de ellos (GEL, 2001); y los relatos La granada (tsé- tsé, 2003), Mía (Alción Editora, 2004), Juana I (Alción Editora, 2006). Su libro Cuando todo acaba todo acabará (Paradiso ediciones, 2008) obtuvo el apoyo del Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Participó del Segundo Encuentro sobre Genocidio en Buenos Aires, 2000; y del Segundo Encuentro Internacional, Análisis de Prácticas Sociales Genocidas, Universidad Nacional Tres de Febrero, 2007.
Tradujo del francés el libro Sade y la escritura de la orgía (Poder y parodia en “Historia de Juliette”) de Lucienne Frappier- Mazur (Ediciones Artes del Sur, 2006). Y del inglés Lo largo y lo corto del verso Holocausto de Susan Gubar (Alción Editora, 2007).
Ha sido becada por la Escuela Internacional para el estudio del Holocausto, Yad Vashem para realizar el seminario Memoria de la Shoá y los dilemas de su transmisión, Jerusalén, 2008.
El Instituto Nacional de Cinematografía Argentino en al año 2009 otorgó un subsidio a la realización del documental “A” sobre diáspora e identidades múltiples en Argentina, documental que se rodará en Argentina y en Armenia siguiendo los trazos de su escritura.
Acaba de publicar el ensayo El depósito humano: una geografía de la desaparición, Xavier Bóveda editora, 2010.

domingo, 17 de octubre de 2010

Mercedes Gómez de la Cruz



“Si el espacio es eterno, el árbol lo mide”
Fausto Hernández


lapso del silencio

sigilosamente se me creó
el recuerdo de alimentar gallinas y pollos,
degollar terneros.

El campo es
lo que está
entre una ciudad y otra,
a los costados de la ruta.


el verde infinito

(inédito)






Desde la tarde, el sábado era una fiesta.
El aroma del fijador era esperanza
en las manos del vate, y sus maneras
borraban los visos de tragedia del lunes
a viernes. Cada sábado renacían
las boutiques del barrio,
las promotoras de avon,
la mercería y las medias.
Intercambiábamos
camisas, algún pantalón, como
naipes para armar la jugada.
“Mama, yo quiero un novio”, gritaban
los ojitos de las permanentadas.
De todas, en realidad. Y casi ninguna
pensaba en el sexo sin amor.

(del libro Soy fiestera)







De la razón al mito va el camino
empedrado de estrellas. Y yo no bailo,
no. Danzo. Toda la música en castellano,
maravillosa lengua difícil de ritmar,
invita al culo al zarandeo. Ojos
devoradores de cadencias,
decadencias. Y yo,
sin miedo, sin cautela, incremento
el sacudón, entusiasmada en el delay.

(del libro Soy fiestera)







Aunque sabíamos que no era así,
cada día de vida
era el primero,
en un “ya mismo”
o en un “mañana”. Confiábamos
en el orden de las cosas. Teníamos fe
en las fotos,
tanto que no hay casi
imágenes
de nuestros encuentros,
como si
su falta
conjurara a la muerte
de alguno de nosotros.

(inédito)


Nota:(Rosario, Argentina, 1974)Publicó los libros de poemas Soy fiestera (2006), 100 muñecas (2004) y Lo que huye (2003) Integra, entre otras, las antologías Las 40. Poetas santafesinas 1922-1981 (Compilación de Concepción Bertone, 2008), 19 de fondo –Poéticas de la construcción (Compilación de María Paula Alzugaray, 2008) y Texturas (CDR/DVD. Producción de Federico Tinivella, Germán Roffler y Alexis Cantor, 2007) Fundó el sello junco y capulí donde se desarrolló como editora de poesía. Fue editora de la revista de narrativa y poesía “Viajeros de la Underwood”. Ha colaborado en los suplementos culturales del diario La Capital, de Rosario y El Litoral, de Santa Fe.
Ha realizado micros radiales dedicados a la literatura hispanoamericana. Fue becaria de la SubSecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe, por su investigación “Poetas mujeres que desarrollaron su obra en Rosario”, realizada bajo la dirección de Eduardo D’Anna. Ha participado en numerosos festivales de poesía, entre ellos el “Festival Internacional de Poesía de Rosario” (2010), el festival “Salida al mar” (Bs.As., 2004 y Rosario, 2008) y “Estoy afuera” (México, 2005). Colabora en revistas de poesía y crítica como “Plebella” (Bs. As.) y “Oráculo” (México, D.F.) Participa en diversos ciclos de lectura de poesía de su ciudad y otras localidades. Desde el año 2005 administra el blog www.andromedamil.blogspot.com.

jueves, 14 de octubre de 2010

Analía Giordanino


Razones para no hacer manualidades

Hay infinidad de pájaros
y plantas y árboles
de los cuales no sé bien el nombre.
De uno de ellos sí lo sé.

Sé del ceibo que había en un patio
por el que yo corría.
La maestra nos enseñaba los viernes a desbrozar.
Yo quería ir a carpintería
y no hacer puntadas macramé
o anudar con hilo sisal.

Me gustaba el olor de la madera balsa
y los mimbres en el agua
amarillos, verdes,
hinchaditos para la trenzada.

Una vez entré en la sala de carpintería
y ví las manos de los niños
y las virutas reposando en la ventana.
Ví el olor de las máquinas, del aceite
y el calor del torno y los metales.

Me pareció que en la otra punta
las labores se callaban
para poder rodear tanta belleza.

("Nocturna" - Ediciones Diatriba 2009)






Despierta


Este insomnio
es como la planta de apio
que compré hoy y se ramifica,
lo abro rama por rama,
desnudo su cabellera
y arde su cresta verde.

Otro día tendrá distinta apariencia
y lo despuntaré
como al lápiz que rompe su grafito.
Escribiré con él
con los dedos acurrucados
alrededor de la madera pretenciosa.

Pero hoy tengo este tallo jugoso y descosido.

Nunca tuve un insomnio así,
tan naturista.

("Nocturna" - Ediciones Diatriba 2009)







Ceremonia


Plegué un rezo como un juego del sapo
y convoqué murciélagos.

La luz anciana del foco en la calle
lamía la heladera y ellos
se azucaraban ahí afuera,
como perritos.

Les ordené formar filas
pero no, tenían esa necesidad
de minusvalerse en el espacio aéreo.

Infantes y esquizofrénicos
me ofrecieron su saliva.

Luego de secarme de amores chillaron,
volaron en rulos indigentes
y yo entré
y me dormí pacificada.

("Nocturna" - Ediciones Diatriba 2009)







invasiones

brotes explotan hacia fuera
rítmicos bárbaros germinales
en pulsión hacia este mediterráneo.

qué importa nada otra cosa
si el mínimo espacio
entre yema y estambre
romperá pronto envoltura
y hordas vendrán.

tal vez este pulso tal vez no
será imperio.

yo lo contemplo ahora
nada más porque sí
recayendo
en el temblor del tallo y su bullicio
que es una forma plácida de recaer
en la nervadura abierta del mundo.

(Inédito - 2010)


Nota:Analía Giordanino (1974) es Profesora en Letras (UNL) y docente en escuelas públicas en la ciudad de Santa Fe, donde reside. Premio Provincial de Narrativa “Alcides Greca 2007” Categoría Inéditos por “Fantasmas” (UNL, Colección “Los Premios” 2008). Segundo Premio Concurso de Cuentos Breves “Gastón Gori” (Antología SADE 2008). Poesía: “Nocturna” (Ediciones Diatriba, Santo Tomé-Santa Fe 2009). Poeta invitada en el XVIII Festival Internacional de Poesía de Rosario, organizado por el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe (septiembre 2010).

martes, 12 de octubre de 2010

Federico Joaquín



1

en una habitación cerrada
en compañía de las moscas


2

solo en la sombra
de los días blancos


3

la luz viene de los fosos


4

lo que fui en la noche
se oculta
en el silencio ocre de la piel


5

Frío
de las paredes
cuando se apoyan
en mí


Nota: Federico Joaquín nació en la Patagonia en 1976. Publicó La luz viene de los fosos por Alción Editorial en 2008.

lunes, 11 de octubre de 2010

Ricardo Daniel Piña


Hoy, la superficie del campo de juego
es un felpudo.
Ya no nos importa nada.
Ni las intenciones, ni el peligro.
Nada.


´ta bien, la fantasía puede ser un cáncer
que se lo lleva todo, pero dónde se oculta, entonces, la ferocidad del sentido.”



“El fútbol no es arte.” Dijo el filósofo argentino Alejandro Dolina,
en un reportaje que le hizo Luis Majul,
el domingo cuatro de junio del año 2006, en su programa de canal 2, La cornisa:
“Y nos vamos a encontrar al final del mundial, en el obelisco, festejando...”

El segundo palo
es el palo más alejado con respecto a la partida de la pelota.
El centro al segundo palo
es el pase hacia el final del arco. (O sea.)
Al extremo del arco.
Centro que viaja por el aire,
desde la derecha,
hacia la entrada de Juampi Sorín, por la izquierda.
No interesa cuántos defensores veas delante tuyo.
Bien parados. Afirmados.
Observando y controlando tu posición.
Porque cuando la pelota viene volando,
todos van calculando y te vas acomodando para que te llegue con comodidad.
De la mejor forma.
Pero cuando ese momento se va acercando,
ya no pensás en lo bien que se va a cristalizar esa combinación ofensiva,
sino que empezás a pensar en llegar...
y no importa cómo
(aunque sea con una uña)...
... y te movés con la trayectoria,
y medís la curva,
el efecto,
la parábola...
y el movimiento, que antes era acomodarte contra el defensor,
se transforma en un salto hacia adelante.
Una zambullida.
No se trata de la matemática ni de la física cuántica.
Esto es el timing.
(La percepción del tiempo y la distancia, incluyendo el movimiento y los tiempos
del rival.
Es algo básico, es como una pulsación. Lo ves o no lo ves. Te pasa o no.)
Confiás en interceptar ese esférico en el aire.
Y en el aire, el balón choca tu cabeza.
La pelota te machuca el pelo, la piel de la frente.
El agua pegada a la bocha, el barro y el pasto te golpean los ojos.
Eso no es arte, Alejandro.
Eso es amor.
¿Pero te acordás, Alejandro, cómo era...?
¿Cómo era ver la profundidad; esa superficie desde el aire?
El arquero manoteando el aire, tu marcador que no llega.
Las líneas señaladas con cal, el barro casi seco...
Los compañeros y los rivales que estaban cerca son manchas de colores caídas por el piso...
Y uno seguía siendo uno, pero transformado en una bestia sin alas
que iba hacia eso redondo que volaba.
Y después sentir que vos seguías en el aire y la pelota iba entrando...
Y no tocabas el piso y ya estabas gritando...
Caías al lado del palo.
Llegabas a la tierra.
Juampi está levantándose del piso. Con las manos húmedas de barro y con pasto.
Lo abrazan Hernán, Javier y Román... (Y llegan los demás...)
Todos miramos la tele y gritamos el gol enloquecidos.
Algunos se tiran al piso. Fatal.

Esto es algo transparente para ver el mundo.
Otra vez., distinto.
O nuevo.

Pero eso no es arte, Alejandro.
La magia no es nada, si uno lo piensa,
pero siempre es algo.

De “Pekerman Saborizado”
Epígrafe de Javier Adúriz
( Buenos Aires – 1948)







La consecuencia de permanecer
incólume, sumido en la hermosura.


El pez anaranjado, encerrado en la pecera, sigue siendo un gesto del mar. Siento tu presencia en la equivocación permanente de las noches.
La enseñanza sería:
“Las cosecuencias de perseverar en la hermosura. (?)

Las distancias se han acortado. Y el océano está copiado, dolorosamente.
El tiempo es diferente. Las cosas quieren semejarse en la pecera.
Todo pretende aliviar el sufrimiento.

Cuando el pez respira y abre sus branquias,
comprendo que no es el mismo sorbo de agua.
Todo es una copia fantasmal. (Una prisión transitada por objetos.)
Esto hace declinar mi amor.

"Después de hoy
nada volverá a ser igual. ¿Lo sabías?"
Me dijiste.
Te respondí que sí. Como diciéndote
que me da seguridad volver a
la pecera.

¿Qué estamos tratando cuando nos devolvemos las miradas?

Nunca volveré
a sentir esa emoción
salvaje
por contemplar las marcas que dejaron los anzuelos en tu piel.

De “Poemas a Mario”
22de mayo de 1999







“La lengua es producción”. H de Campos.


El uso del lenguaje en el pensamiento, en la comunicación,
en las ideas es producción.
Produce capacidad poética. Ganancia y beneficio.
Nos produce como humanos. Produce felicidad.
Producir es estar dentro del sistema.
Producir es no quedar excluido,
es estar y formar parte del sistema.

El sistema carcelario propone justamente lo contrario.
Anula la producción.
Te aparta del sistema.


El razonamiento positivista y segregador sería:
si vas contra el sistema , que es el soporte de las individualidades que forman el capitalismo, te sacamos la libertad en el cuerpo.
Te privamos del lenguaje.
Te alejamos de la capacidad de producción.

Viernes 23 de abril de 2010.
Ricardo Daniel Piña
Buenosayres Miserable
Para Alejandro y Alberto compañeros del taller en la U.23 –
rdpina@yahoo.com







Eso que nunca deja de ser asombroso entre María y Multilith.



Como escaleras negras empetroladas como cormoranes caídos en las playas patagónicas y agonizando de veneno negro, nos llevarán siempre al cielo de las palabras, y sabrán decir a tiempo que ésta es la tarea de imprimir el libro para la enseñanza de los niños argentinos, por el gran maestro y mejor poeta Ernesto Camilli. Me llevará una ráfaga de petróleo, tolueno o xileno.
Perfumes gruesos y rústicos como piedra nocturnas.
Oscuras y negras con brillos azules.
Químicos para limpiar los elementos de impresión: desengrasantes, solventes, goma arábiga, correctores. El balde de agua está asfixiándome de tanta sustancia que se disuelve y forma figuras psicodélicas que se componen en seres imaginarios recurrentes y familiares. Y ella en la luz sucia y filtrada por el color de las palabras de témpera del ventanal de la calle, sigue enchastrada de tinta negra.

Todo comenzó hace mucho tiempo.
Aprendió a operar la imprenta a fuerza de observar y preguntarle a Renzo
(el imprentero) absolutamente todo. Y desde esas escaleras negras se animó a subir y usar lo que había aprendido y rampas oscuras aceitosas de cuentos bellatinezcos, o en novelas mejicanas pachequenses supo que sería la llamada que se esperaba. Supo que la poesía lamborghinesca no es solamente poesía, si habla de historia de civismo de ideología de multitudes de fragor civil de odio terrestre. Supo que desde chile nos atraviesa el poema millanezco. Contundente y precavido de las garras del facismo.

Cada tizne en sus mejillas y su nariz es su forma de renunciar a la belleza desordenada y fácil. Disfrazada de operario con su musculosa blanca, su atracción endemoniada, y el cabello suelto en off-set.
El papel doble carta booksel llegará por un extremo. La imagen atravesará
las pupilas de los que asistimos a tremendo espectáculo de la producción de plusvalía hasta llegar al recipiente que retiene uno de los papeles más refinados
que acompañará las sensaciones increíblemente suaves y hasta celestiales que ése color despierta a la lectura y al tacto.
Sus dos bebés cariñosos debajo de su escote se moverán de lado a lado dejando túneles subterráneos en la cordillera de los Andes anegados de poesía chilena y peruana. No hay límites en Atacama.
¿Quién de todos nosotros puede embanderar la luz descompuesta en prismas que atraviesa el ventanal? ¿Quién resistirá hasta soportar el extremo del odio entre los hermanos peruanos y chilenos en la guerra del guano?

Booksel, te digo:
esos dos coquitos redonditos hermosos debajo de su remerita blanca musculosa está apenas manchada de tinta negra de operaria imprentera.
Doble carta, booksel, te repito: el silencio es la bandera de nuestros compañeros que se proyectan desde sus corazones a un poster erótico de gomería de la calle Warnes.
El silencio es la máquina impecable y perfecta que reduce los trofeos, la vanagloria, a lo que se debe hacer, y nada más.
El perfume a tolueno o a solventes que se usan para descongestionar los mecanismos repletos de tinta de la máquina reproductora de palabras fósiles,
me parte la nariz. Me lima las neuronas y me hace soñar emborrachado.
Me alucina.
Me duerme.

II-

La oscuridad de los verdes y rojos se atreve a persistir en tres rodillos de caucho. Lentitud es enmudecer al descubrir el alimento de las palabras en un extremo.
Casi con el respaldo del empuje, se provee de la corriente de 220 voltios que salen de la pared. La ventana, la puerta abierta de par en par, todos miramos, absortos.
El arrebato está en nuestras fosas nasales y el lóbulo frontal que llena el universo
de telones negros de tinta y de las letras.
Ella se refrega la manos una y otra vez entre sí, con crema limpiadora.
Se le fabrica una pasta astringente que remueve cada resto industrial.
Se enjuaga con agua.
Se seca con papeles usados.
Acomoda su pelo y sus ideas.
Vuelve a la música blanca del contraste.

III-Cuando sueño con la manía de acercarme a los rodillos hasta que me retuerza los dedos, recién me fijo en la bomba de succión. Debajo de lo aparentemente indispensable. Si es como el hígado de la multith, es la esperanza del alimento.
Succiona el aire por unos tubos de silicona hasta el otro extremo, que termina en unos delicados “chupetitos” que apoyan en el papel.
Se balancea desde arriba hacia abajo, hasta la bandeja de papel doble carta.
Baja. Apoya. Succiona. Levanta el papel. Todos miramos invadiendo con la mirada
y las opiniones el increíble cuerpo metálico de María y la máquina.
Las significadoras de los mundos.
Somos Aira, Piglia, Lamborghini. Cucurto. Caicedo. Casas. Calveyra.
El papel es soltado al subir. Se suspende la succión y los cuhupetes vuelven a bajar.
Son dos, uno en cada extremo.
Todo el transcurrir de la operación es de tres segundos...

Los engranajes y el aceite. La constante peregrinación de las palabras que salen debajo de la plancha de chapa impregnada de tinta y texto. Reproducción.
Las hojas de papel son estrujadas por el primer par de rodillos.
Se deslizan a lo largo de la máquina. Y caen a las fauces de los juegos del caucho. Juegos de giros y contragiros.
Si tu corbata terminase chupada por los rodillos, en dos segundos, tu cabezota de pepino sería un puré de huesos y ojos.
Todo sería una gran piscina de sangre.
O la alternativa de una muerte por estrangulación con la corbata.
No miramos la luz. Entrecerramos los ojos.
La calle es la habitación de un barrio obrero.
Todos pensamos en lo que debería ser.
Y los resultados se van pareciendo a eso.
La vuelta de Rocha a pocas cuadras. Los resultados se parecieron a la valentía de nuestros antepasados patriotas.

La vuelta de Rocha es un gran charco de 1000 metros de diámetro.
Parece el pozo donde Ale, Juan, Myriam o yo, vaciamos el balde de agua donde María estruja la esponja con que limpia constantemente los rodillos entintados.
La lubricación me parece que es la finalidad última.
Lubricación es amor.
La garantía máxima de satisfacción es el deslizamiento, no la fricción.
La fricción desgasta las superficies de los cuerpos.
Deslizamiento es apoyar pero no intervenir sobre las moléculas de materia
de las superficies en cuestión.

Vuelta de Rocha.
Alcanzo a ver las casas en el otro margen del “Arroyuelo”.
(El “Tano” de “Gris de ausencia” asociaba rápidamente riacho con arroyo en una mala jugada del latín.)
Cuando miro, siempre hago el mismo cálculo: podría llegar nadando hasta el otro lado, pero me ahogaría al clavarme en tremenda inmundicia putrefacta, tóxica y espesa como un guiso de porotos y mondongo.

La vuelta de Rocha.
Los patriotas del cabildo creo, ¿o había sido uno de los gobiernos de Rosas?
Deciden ponerle resistencia a la invasión y al atropello y colocan barcos
sujetados unos al lado del otro con cadenas.
Creo que fueron los ingleses que tuvieron que volverse al río abierto porque estando a tiro desde la costa, los patriotas descargaban sobre los yonis rubios todo el odio de la resistencia.
Hoy igual nos siguen robando y los dejamos seguir llegando con sus empresas, pero eso es otro tema.



Nota:Ricardo Daniel Piña. Capital Federal. 22 de agosto de 1962.
Incluído en una antología de poesía joven argentina de Ediciones Del Dock (1995) “Poesía En La Fisura” antologada por Daniel Freidemberg.
Participa de la “Historia de una editorial latinoamericana y antología de jóvenes autores.” (Bilingüe)
de Eloísa Cartonera. Editada por Akademie Schloss Solitude, Stuttgart, Alemania.
Se desempeña en calidad de trabajador del libro artesanal en el proyecto editorial solidario “Eloísa Cartonera”. (Aristóbulo del Valle 666, La Boca, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.). Desde el 2004 hasta el 2007. Y egresó de la primer escuela latinoamericana de agitadores culturales de Washington Cucurto. Se fue de Eloísa en mayo del año 2007 e ingresó nuevamente en noviembre del año 2008.Publicó en Eloísa Cartonera, Sentimiento Bielsa-2005- Ortega No Se Va-2009 y La Bicicleta-2010-

viernes, 8 de octubre de 2010

Daniel Amiano



sólo hay una cosa más bella que el ruido del hielo en el whisky

uno no sabe
uno tiene deseos
que es la suma.
jack kerouac

nunca trabajé más de la cuenta
anduve con la cabeza puesta en otras cosas
como ser
mirar
la diferencia está en el conocimiento
en la ignorancia, sí
y en las ganas también
de esconderme
eso quería contar, más bien,
pero nunca digo lo que debo
y nadie aplaude
ustedes entienden
sólo hay una cosa más bella que el ruido del hielo en el whisky
a esta altura de mi civilización
yo debería navegar entre planetas
feliz por ser un hombre del futuro
pero entendí sólo una parte
y aquí estoy
balbuceo respuestas que preguntan
entre un insomnio y otro
y de posible técnico en electrónica
astronauta y héroe universal
pasé a ser un poeta desocupado
que boicotea la posibilidad de escribir
puedo confesar lo que no fue
la verdad es esa pared empecinada
en que no exista el otro lado
ya les voy a contar de la cosa más bella
pero el viento de esta noche
se lleva todo
¿ven?
cada golpe esconde un significado
es la velocidad lo que enaltece
llevo en mis oídos la más maravillosa música
pero duermo
y acomodo lecturas incómodas
la culpa es de homero
que no pudo calcular la eternidad
y condenó a su ciudad
y a las ciudades por venir
y a los poetas
a desandar su odisea
todo pasó demasiado rápido
la cama se rompió
y no hay forma de saber si fue el placer o el egoísmo
soy el margen de eso que pienso
y de aquello que me piensa
pero miro
y la ansiedad de mi ojo
se adhiere a las sustancias del deseo
camino sobre el agua hacia el desierto
convencido de que hay una cosa más bella que el ruido del hielo en el whisky
no, no soy inocente
voy hacia el único lugar posible
la maravilla es no pensar
en la estupidez abundan los virtuosos
el error está en el gusto
huyamos pues poetas a leernos
mudos sumisos enemistados
con giros caprichosos de la lengua
que entra y no quiere salir
y se empecina en llegar más más lejos
sin exagerar
hasta donde se debe
todos tenemos esos derechos
como las mulas como el ciempiés como el tigre de bengala
que perdió hasta el paisaje que le contaron
y nos cuentan el paisaje
compramos boletos
apostamos al caucho y la energía eléctrica hecha con viento
o con lo que sea
pero que la heladera funcione
por favor
que la computadora cumpla las órdenes
que la silla nos apoye en el pensar
¡defendamos al árbol que nos da sillas!
sobre ellas vemos los partidos de fútbol



alivio

dispuesto a consumir
una nueva estrella deportiva
o algo que ocupe un lugar
en mi aburrimiento,
creo entender a esa ballena
que actúa para national geographic
y nada
sólo nada





una tarde en san cristóbal

en la mesa alguien dice que la guerra
es una inversión a futuro
algunos festejan la ocurrencia como si fuera un chiste
pero los soldados se tiran cuerpo a tierra
cavan en el parqué
en busca de la solución final
y encuentran a otros soldados asustados
un piso más abajo
que esperaban otra cosa del cielo




el poder real

de todo sexto b, la única
que tiene tetas es patricia
los chicos nos matamos al fútbol
en el recreo
con un bollo de papel
mientras las chicas hacen planes para su vida
sin nosotros
y a patricia le crecen las tetas


Nota:Caseros, 1963 .Poeta, músico y periodista cultural. Sus últimos libros son La idiotez pura (2002), Manifiesto impuro (edición artesanal de 40 ejemplares, 2003) y Memorias de un santo (2007). Poemas suyos aparecieron en algunas revistas y antologías. En 2001 grabó el trabajo poético Coro traumático: de rodillas, no, que además tuvo una puesta en escena en 2002.
En música, publicó dos álbumes (en 2005 y 2010) bajo el concepto de Vértigo Colectivo junto a Fernando Kabusacki, Fernando Salamea, Diego Mazzei, Luciano Manso y otros músicos invitados.
Estos poemas son inéditos.

jueves, 7 de octubre de 2010

Carlos Aprea






el ausente

sobre la piel tendida de la tarde,
sobre el murmullo de los indolentes y desatentos, que nada más
pasan,
sobre los párpados cerrados del ausente,
sobre el fino vello de sus manos desplegadas en las rodillas,
sobre las mejillas entibiadas por el tenue sol que las ilumina,
aire
soplo de la vida, fresco silencio en la
calma engañosa del perdido en sí,
pausa entre tormentas,
reencuentro con la propia respiración,
la identidad a partir del propio ritmo,
ceremonia silenciosa del sentido que vuelve,
el ausente respira
una pequeña paz, un breve descanso,
pausa entre tormentas,
ensimismado en su jardín incesante,
allí, en el cerebro, donde transcurre intacto
como era entonces,
escurridiza memoria del deseo más bello,
jardín mecido como nosotros
por este aire
venido de una región que creíamos muerta,
vuelve,
calma perdida, pulso incesante,
y despiértanos
promesas, entusiasmos,
certeza de la próxima mañana,
aire
déjame respirarte
bajo el cielo enrojecido del día que huye,
hacia el oeste del parque, hacia el oeste de la ciudad,
hacia el fin del mundo.

(del libro “abrigo”, Ediciones Al Margen, La Plata, 2006)




El náufrago de las letras

Anclado
en la inmensidad de las palabras,
escribía y borraba,
escribía y borraba,
como un oleaje inútil.




Bienes raíces

Con una fina serie
de puntos y rayas sobre el plano,
dividieron el mapa de los afectos
y crearon
un bonito archipiélago
infectado de tiburones.




Política liquida

Lanzados al propio océano
bucearon
para llegar al fondo de la cuestión
y darse cuenta
que era solo el principio.

(del sobreplaqueta “Teatros y otros poemas”, Libros de la talita dorada, La Plata, 2009)




Como un dolor sin fin

La caricia perdida
sigue rodando:
el viajero huye
a favor del viento
la tierra para él es infinita y plana
un devenir lineal,
no hay nada atrás para reconocer
no hay nada ni nadie
que detenga su andar.





El caballo

Con las riendas cortas
y sin embargo,
reconocía el olor de su vega,
las pasturas, su casa,
y estallaba en galopes
arrastrándote al viento.
Sentido, fidelidad del instinto,
así te hubiese gustado ser.

(inéditos)



Nota:Nacimiento: diciembre de 1955./ Localidad: Villa Elvira, La Plata. / Código postal: 1900 / E-mail: carlosaprea@gmail.com. Oficios varios: técnico químico, sobrestante de obra, vendedor callejero, librero, técnico informático, perito automotor, actor y director de teatro.

Libros:
"la intemperie", Ediciones Al Margen, La Plata, 1999.
"abrigo, poesía 1999/2006", Ediciones Al Margen, 2006.
“Política líquida y otros poemas”, Sobreplaquetas, Libros de la talita dorada, 2009.

Antologías:
"8 poetas regionales", Concurso EDELAP de poesía (2° premio), La Plata,1997
"Posía 36 autores", La Comuna Ediciones, Municipalidad de La Plata, 1998
“Pan, amor y poesía – Culturas alimentarias argentinas”, INTA, 2008

Poemas y textos diversos han aparecido en las revistas: “Talita”, “El hormiguero”, “El espiniyo”, “Pasajes”, “Revista de la F.C.A.yF.”(UNLP), “Sismo Trapisonda”, etc. y en los sitios: http://aromitorevista.blogspot.com , http://www.poesialaplata.blogspot.com , http://www.tuertorey.com.ar y http://www.el-descubrimiento.com.ar , entre otros.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Julieta Desmarás


Hombre alado

Hombre, ¿qué es lo que ves y tensa tu porte?
¿Será el tormento del don
que adivina tus pies en el suelo?
¿Qué harás, hombre? Anclando lunas con tu peso de niño.

Estás vivo y te inquieta el batir de tus alas.
Transparentes pero no invisibles
declaran y sentencian
desolación.

Hombre, fruncís tu boca.
Pero es inevitable,
con mate se hincha el cuerpo.
No hay silencio posible.
Es inevitable,
tu voz siempre será ruido de calle.

¿Qué harás, hombre? ¿Anclando lunas con tu peso de niño?





La memoria (René Magritte, 1948)

Pasará, pasará, pasará
mufa un tata.
Y volverá, volverá, volverá
como todos los días el tren.
Las nubes pasajeras,
la hoja inmadura y arrancada,
lo bello y lo feo,
un día; no cualquier otro,
se refriega en su cara.
Las cortinas abiertas,
un cielo ingenuo posa,
insiste sobre la ventana.
Sanará, sanará y pasará.

De vez en cuando, el día es perverso;
dura lo que duele una nube pasajera.






Ácaros de Invierno

Te invito a que miremos juntos el solsticio por internet
compartamos la hornalla
y tu boca se acomode en alguna grieta de la mía:
la helada viene hacia nosotros.

Y nuestros cuerpos en el revuelco
del instante
se disuelven como copos.

Te invito a que miremos juntos el solsticio por internet
Te abrigues en mi saco de lana hasta formarse pelotitas
y tu boca sea una grieta de la mía:
la helada viene hacia nosotros.

ya no tendremos más que revolcarnos
al instante
la pava desafina gemidos y quema café.

Te invito a que miremos juntos el solsticio
La helada viene hacia nosotros
Y nuestros cuerpos en el instante
revuelco
se disuelven como pocos.
Ya somos
ácaros de otros libros.





África suya

A las seis y media comienza, para mí, la tarde.
Cazadora de palabras mosqueantes
revientan a la hora del té
y esas manchas no salen.
¡Salvaje, no vuelvas!
Mi silueta, al igual que estas tierras,
duerme al costado del vacío.
Alguna vez, sí, habrán congeniado.
Es una gran selva el amor,
erosiona grietas y estrías
y suaviza al león.
¡Salvaje, no vuelvas!
de mi pollera, al igual que esas cebras,
te acordarás a la hora del té.

(De mi pollera, al igual que esas cebras,
¿te acordarás a la hora del té?)

Julieta Desmarás, 17 de Septiembre, 2010.


Nota:. Buenos Aires, Argentina, 1982 Gran parte de su infancia y adolescencia la vivió en el sur argentino. Redactora Publicitaria. Mantiene un Blog sobre poesía contemporánea y publica para diferentes revistas culturales, nacionales e internacionales. Actualmente, asiste a cursos de crítica e historia del arte y participa de talleres dictados por reconocidos poetas y escritores. Algunos de sus poemas fueron incluidos en la Antología "Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana" publicado por Lord Byron Ediciones, España. Se encuentra trabajando en la elaboración de su primer libro de poemas.


http://delashojasalhormiguero.blogspot.com/

martes, 5 de octubre de 2010

Fabián San Miguel


A otra nervazón con este mote*

Me encierro en una playa deshecha, a la deriva; y es más íntima oscuridad la del estómago. La mía, en este desliz de lengua; en este pesar de la garganta. Brújula queda y navegación en la fisura. Isla y arena: el cepo que acorrala el vuelo. Alas de animal abandonado en el salitre, espejo vano en la rugosidad de un paisaje de infancia. Pura pestaña de sangre y nervazón: la letra. Mi encierro. Es una playa deshecha, a la deriva. Un niño: sequedad más íntima, su morgue de Medea en este cuerpo. Éste que no ha recorrido su carnadura; infame, todavía y a desgano. Cordón silente. La playa deshecha. Piel de estómago que sólo acepta deformidad para las sombras. Brújula queda; vuelta atrás en la bravura. Un paisaje de infancia; nervazón: oscura y tensa. Piel de un insomnio ahondado en el salitre. Mi encierro; este estómago. Tejido; donde escucho el tintineo de monedas y algarabía en la lengua de los otros; cayendo en lo que pienso siempre, como carne de asterisco, su último peldaño.

Nota al pie.
Mote: 1. Sentencia breve que incluye un secreto o misterio que necesita explicación. // 2. Arg., Chile y Perú. Error gramatical en un escrito, o modo de hablar defectuoso.




Albergue en la deriva* de las formas

De espacios, la luz se quiebra en una música que hilvana de ciudades. Y nada nos une en la deriva salvo un desgajado de matices, una saga; sólo una forma que se espeja de cosas existentes. Construcciones. En experiencia inmediata: albergues; polvo, música que pende. Y la superficie de un alféizar; y de nuca otro. Pero otro, aliento para una sombra que atraviesa. ¿Ciudades: esta hoja perfecta tallada de persianas; marcos y divanes? Un ramalazo tenebroso de lenguaje en la deriva; en caderas geométricas de intemperie. Un nido para la piel de la mirada: imagen queda; que queda y queda se repite. ¿Y para qué recogerse donde no hay sino ventanas, balaustres; borradura de aislamientos que hacen agua? Pero agua de lagrimal, lívida de aguaceros; transparencia solapada que nos une. Y, entonces, detrás del detrás el trasver: un lenguaje. Recóndito, hasta en lo otro. Una saga: a negro, e blanco, i rojo, o azul, u verde: aberturas hacia el verbo. Música que ilumina, en la perplejidad de su huella, una geometría del vacío; del vacío que no existe.

Nota al pie.
“La deriva se presenta como una técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos.” Guy Debord, 1958.





Sistema endeble para la automarginación del autómata

Atroz detrás de esta tipografía, y suicidado del azar repetido, me muevo en una película vana e insistente. Libretos del partido, donde no hay grandes cielos en la poesía. ¿Por qué? Porque ni Rimbaud pasa, ni quema Donne a los pies sitiados de Vallejo. Ni atroz detrás de Mallarmé la fiesta de la nada llega, impasible; sino que la sangre golpea, en metal y pánico, todo lo mejor dicho. Y, sin quererlo, una frase nos hace el favor de desconocernos; de estar aquí en cintura trágica. ¿Por qué? Porque en plano medio o casi americano así como resistir es, revolución es: me muevo; en esta tipografía. Sigiloso de memoria, memoria inhábil; de tanta, rota en cenotafios. Aunque duela donde no hay grande cielos, no hay. Y recoge la poesía el labio del cangrejo, la intención de la indeleble muesca en la palabra; libretos del partido atorados en ausencia servil de lo engendrado. Porque ni; ni quema: a los pies. Ni atroz de la nada llega; ni impasible. Y la garganta de súbito liviana, perdida en la falta pero vuelta de cordura, insistente, en una película vana se atrinchera.


a Jean-Luc Godard
a Juan Gelman







Haz puesto la obra un poco tarde

Intento ser erótico. La vía, el funcionamiento. Intento y esta vena gris soporta la unidad; la boca, este silencio. Juego en racimos. Venillas, entonces. Negras, absurdas como máscaras. Como madera negra de ataúd, de laúd que se incinera: cenizas. Nada más. Nada más que eso: he vuelto de un parricidio y las cosas no parecen sostenerse. Hacen agua, marean. Intento ser la vía, el funcionamiento. Atravesado por Lacan, Sancho; señal que alguien más cabalga. Es la urgencia de la que ahora hago texto. Y del texto nada hay debajo, salvo el develamiento. Otra oscuridad, pero otra. Al fin, el follaje. Cátedra francesa, un espejo. Olivos dirán aunque es tan fácil la higuera. Intento, diré. Pero es tan fácil la higuera, al fondo, a la sombra dirán. Frutos parduscos y una mano. Se llevan distantes, tan breves máscaras a la boca. El jugo. (¿Y la mano?). Un movimiento exacto; atravesado el aire de la tarde, la sombra, el telar. Y el amor es un guijarro que se ríe con el sol, que segrega otra frase entre lamidas. Intento, digo o diré, a mi sombra, ser erótico. Venillas, entonces. El bajo vientre, abajo; las uñas enlazadas con la viscosidad, la pertenencia.


Nota:Nació en 1964 en la Provincia de Buenos Aires, Argentina. En 1996 publicó su primer poemario, "Perros de la Belleza", editorial Ultimo Reino. En el 2002 recibió el "Subsidio a la Creación Artística de la Fundación Antorchas ", para la edición de su segundo poemario "Sueño 800". En 2003/4 poemas y notas suyas aparecieron en revistas del interior del país y del exterior. Fue traducido al portugués. Formó parte de "La Casa de la Poesía de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires", y de " La Casa Nacional de la Poesía de la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina ". En ese marco organizó y coordinó los "Festivales Internacionales de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires (1999) y de la Argentina (2001)"; así como actividades relacionadas con la difusión de la poesía en varias provincias. En 2005 realizó una investigación sobre el Círculo de Aragón de Buenos Aires, titulada: "90 Años. Presencia aragonesa en Buenos Aires, 1915-2005", editado por el Gobierno de Aragón, España. Desde 1999 coordina Talleres Literarios en Centros Culturales públicos y privados de la Ciudad de Buenos Aires. Dicta cursos de “Calidad de Redacción” para Estudios de Abogados y Empresas. Durante 2010 está dictando Seminarios de lectura en la Dirección General Del libro y Promoción de la Lectura (G.C.B.A.). Organizó y coordinó, ademas, bajo el mismo ámbito del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la mesa “Música y Poesía” en la edición 36ª de la Feria del Libro.

lunes, 4 de octubre de 2010

Jorge García Sabal

Charla del viejo

Habla de aquello que no hizo,
lo que estuvo al alcance de la mano
y no pudo tocar.
Es confuso ese parloteo que sólo él entiende,
es áspero cuando dice ¨eso sí valía la pena¨.

Habla de aquello que no hizo,
como esas tortugas al revés,
expuestas al sol, la panza blanca,
las uñas arañando el aire.



Un eje en leve rotación

Y lo que llegaba, hondo, en gotas pequeñas
que eran sí, pensamientos y sentimientos,
ensanchaba la tarde, la penumbra.
Y los pensamientos corrían sin ruido
uno junto al otro por un rato, y después,
sueltos, empezaban a subir, deslizarse,
trepar.
Se agazapaban en completa calma como si
hubieran encontrado un punto y no pudieran,
desde ahora, seguir adelante. Y todo estaba
latente y apenas real y parecía un sentimiento
repentino, perceptible, un eje en leve rotación
dando cuenta del tiempo: el tiempo
como un hilo de chispas sin fin que fuera
por en medio de ese cuarto disperso, detenido,
aproximara entre sí las cosas, ahora, como
bostezo de palabras.

Y entonces, lo llegado, ya distante, casi
en ausencia, se escribía.




I

Los hombres y las mujeres de este pueblo
andan descalzos, pisan desnudo.
Ni el sol ni la lluvia ni la sombra
los hace felices o tristes; ellos
pisan desnudo, sin codicia.

Los hombres y mujeres de este pueblo
afilan piedras, engendran, festejan
con vino, tienen sueños nocturnos, mueren.
En silencio miran y pisan la tierra desnuda,
la aprietan, amontonan huesos, los tapan.

La gente de este pueblo es pobre y no
piensa más allá, no habla al futuro:
sólo apisona, ni feliz ni triste y
con huesos, piedras, sueños, cubre
y descubre lo que un día ha de nombrar:

memorias, involuntarios recuerdos, épicos
asuntos.




Sitio

Hice bien.
Esta noche tapé la jaula de los pájaros,
dejé sin luz a los peces que dormían
cautivos de un solo ojo, eché
por la escalera, justo en su última vida,
al gato.
Hice todo bien.
Ahora estoy solo y Billie Holliday me dice,
hamacándome, la voz llena de pasto y agria,
un cuento para dormir, un sueño. Ella
dice y cuenta cosas que conozco, hamacándome
suave, solos.
Ahora amanece, es el día para siempre.
Me hamaco. Estoy solo. Hice bien, todo bien.



Nota: Jorge García Sabal (Balcarce, 1948-Buenos Aires, 1996), Publicó: “El fuego de las aguas” (1979), Primer Premio Fondo Nacional de las Artes, 1978; “Figura de baile”, (1981); “Mitad de la vida”, (1983), Primer Premio Certamen de Poesía “Miguel Hernández”, 1982; “Lugares propios” (1987); “Tabla rasa” (1991), Premio “La Nación”, 1990; “Sutura” (1994) y “Antología poética” (1996).

domingo, 3 de octubre de 2010

Emiliano Bustos


Memoria de la alegría

Ruidos de patos,
pensamientos de garza,
paz de oso,
claridad de cuervo,
chasquido de pantera.
Hago fondo en el tocado de hormigas del búho.
Como si en el fondo de todos mis sueños
gritara un tiburón desde los montes,
rasgando las ovejas.
Sus dentelladas, llora por ver las palabras.
Como yo,
trocando desnudo voces para la rata.




Estrella pop

Ah, otra vez tu educación siniestra.
Tu blog en el éter. “Eva Perón estrella
pop”. Si Evita viviera sería montonera.
Para que evacue al loco doctor
regalémosle otra k.
Todos los muertos
que lleva esa mujer, y los millones
debajo del ministerio, la renuncia,
la soledad del General, los embalsamadores,
los vampiros; todos tus muertos quisieron

guerra. Para que evacue al loco doctor
regalémosle otra k.
Idus de marzo, tu misión
Casio es tapar en el árbol al alumno,
qué risa el bosque, que se incendie talado;
orgullos de hierro me acompañan,
ortivas que juegan conmigo en los pasillos
de la facultad, átomos en la madreselva.
"Evita estrella pop”, y nosotros, que olfateamos
a los imberbes dentro y fuera del bosque,
podemos, sin la derecha subiendo de los pelos
a la izquierda, aterrizar. El éter es un buen lugar,
el éter piensa, el éter invade. Escribo mi blog
para que las piernas del efebo no lleguen al río,
escribo para que el dorado palo de las sensaciones
no manche el andén. Evita capitana,
Evita compañera, todos tus muertos no alteran
mi tesis: tu pelo, tu look, tu escala mundial,
súbitamente arden de concepto y el crimen
de todo concepto es su catálogo.
Juan Duarte calavera no chilla.
Yo sé que el ritmo de mis alumnos mulato
crecerá; como nazi, como nuncio
de la marina carreteo sobre los cabecitas;
como el éter de mi blog. “Evita estrella pop”, tantos
jóvenes no me salen de la boca sino del orto,
y yo, alerta
como siempre, educando matarife,
como mi éter entrando por una oreja
y saliendo plumas de gorriones bellos,
felices, analmaltrechos.
Evita estrella nos dejaste la luz,
ni vencedores ni vencidos
¡dormidos!




Episodios colectivos

Un obrero cae de Notre Dame.
Ve Paris y su familia: la Edad
Media. Un sol magnífico. Huele
a podredumbre y a ciudad sin
química. Toda la Edad Media
y tal vez el versero Villon. Sería
poético decir que cincelaba gár-
golas. Trabajar al nivel de la épo-
ca, una escobilla, unas herramientas;
la presión de los gremios. Las gran-
des piedras atraídas por el catoli-
cismo. Todos los homenajes y el
derroche de siglos, la leyenda es-
meralda de las campanas y la ocu-
pación nazi, quedan afuera del
que cae de Notre Dame; ni siquie-
ra América. Tal vez cuando dio
el primer trompo en el aire caye-
ron sus herramientas, más rápido
que él; si las tenía. Mientras es-
cribo estas líneas obreros se caen
todo el tiempo de las torres de
Caballito que ahora, por acción
de los vecinos, tienden a menguar.
En su mayoría inmigrantes, no
construyen leyendas para el cielo,
aunque, en el aire, los retoma la
Edad Media en un hilo laboral
diabólico, idéntico a sí mismo.





poema a la intemperie

Ayer me di cuenta:
quiero desprenderme de un lugar sagrado.
Bajó de un pequeño formato la información,
embebida en la marea
de tantas noticias espirituales,
que lucran en la inmensa luz,
en el circo de la monotonía,
segundos y hasta minutos de tiraje creativo.
¡Qué extraña risa!
Hoy me río del increíble amuleto
que deja de escribir este poema.


Nota:Emiliano Bustos nació en Buenos Aires en mayo de 1972.
Publicó Trizas al cielo(Libros de Tierra Firme, 1997), Falada(Libros de Tierra Firme, 2001), 56 poemas(La Carta de Oliver, 2005), y Cheetah (El suri porfiado, 2007).

sábado, 2 de octubre de 2010

Alfonsina Brión




En casa teníamos dos ídolos: el tenor Caruso y un futbolista de Punta Alta que atajó en la selección, Marrapodi. El primero no sabíamos bien porqué era nuestro ídolo, pero el abuelo daba unos aullidos sentidos, como imitándolo. Habría de ser virtuoso, pensábamos, aunque nunca lo veíamos en la tele. El otro se llamaba Roque Saverio Marrapodi, mientras viva, no me olvido su nombre. Pareciera de esas nominaciones que están perfectamente armadas para que uno se muera aún con esa sonoridad en la memoria.
Supuestamente hubo una época en que los arqueros volaban, Marrapodi venía de ahí, papá decía que era un gato.
Un hombre con la habilidad de un felino, eso me capturaba.
Intenté decirle a los chicos que jugaban en el potrero del ferrocarril, que mi abuelo había visto atajar un tipo que volaba, que ese Navarro Montoya era un muerto. Cosas que yo escuchaba en casa. Los pibes de Juárez, mis vecinos, me dejaban quedarme en la cancha, al costado, si yo no hacía comentarios de este tipo, irreales, poco simpáticos.
Un arquero que volaba, a quién se le ocurre.
Con Marrapodi soné durante años. Venía con esas orejas en punta y bigotes agudos y me solucionaba todo, me cazaba de la cintura y me llevaba a otro lugar. Volando. Con mis hermanas jugábamos a ser Marrapodi, era el superhombre, daba sentencias. A 36 años de su debut en el seleccionado nacional, Roque Saverio, en nuestros juegos, nos salvaba las papas de lo que no podíamos hacer y de lo que nadie nos creía que pasaba.
No miento cuando digo que al tipo no lo conozco, nunca vi un video suyo, siquiera, pero bueno, ahora, cuando pienso en un poema ideal, delinear un verso y llevarlo a la forma que me parece estética y potente, imagino una pelota, que viene combada, imposible, al ángulo izquierdo. El arquero que se eleva hasta lo inadmisible, como una lince, agarra esa pelota que está en llamas y la toma, para permanecer así en posición fetal unos segundos, como que la hace parte de su mismo cuerpo animal sin dejarnos saber si el mismo arquero se ha prendido fuego o el poema, ha encontrado una forma soberbia.



*

Por qué aprendiste Rafael
las 6 especies de ese fruto
que ofrecés a la clientela
con entusiasmo, especificando
procedencia, consistencia, dimensiones.
Al final, aput, gana, piqsirpoq, qimuqsuq;
para que elijan en definitiva: "unas bananas", o:
"aquellas", o "las sin pintitas".
Qué palabras elegís cuando el tipo mayor
les dice a ustedes,
acá pelotudo el cajón /
rápido el cajón/
callate, metete/
padentro, hace un mate Rafael no jodas /
que hay poco espacio.
Peel slowly and see?
Es eso Rafael lo que le decís al viejo
que debe ser tu padre, misma
naríz, mismo pelo, peel slowly and see?
Porque bananas hay ecuatoriana brasilera colombiana salteña,
pero tu padre es uno solo?



Lejos

Noche cerrada.
La única claridad:
o humo o cirros lo que baja entre las montañas.
Después,
granos finísimos de arena tibia aún
en la trama de la ropa,
el sonido de sopapa de los labios
contra el pico de la botella
de un vino chileno,
la etiqueta con el busto
de un enólogo
parecido a Rubén,
que necesito rasgar
toscamente con la uñas
y ponerlo en el sector
transparente e irreflexivo
de mi billetera.




*

Salgo temprano porque no les gusta
que el cuerpo docente llegue tarde
y el frío abrasivo me despabila.
Los restos de la helada
trepan por el ruedo descosido de mi pantalón.
Al campito lo corta la vía y un percherón
overo, que atan ahí los de Zubiel.
Puede que más allá haya tunales
pero el cielo está cerrado.
Por la lomita me alcanza Arano,
me pide que le preste un auricular,
y se me acerca bien al lado.
Que qué es, me dice.
El Hilo de Oro de Ariadna,
le digo, una banda.
Por la izquierda de mi hombro
Y el arriba de su cuellera,
en los ojos, creíblemente vidriosos
pareciera que le agrada cortar así
la cerrazón y el silencio.
Casi llegando, uno de los dos
se puede apurar, y el otro, naturalmente,
seguirlo por el cable.


Nota:Nací en Mayor Buratovich en 1984. Estudio letras, doy clases y soy costurera amateur. Participé en el 2007 del taller Ruta 33, coordinado por Daniel García Helder. Formé parte del grupo editorial de las revistas •Mini• y •Rigoleto• y del proyecto cultural Un vagón hermoso. En febrero de este año salió a la calle mi primer poemario, "Papel cebolla", gracias a la editorial montevideana La Propia Cartonera. Escribo en el blog panquesopan.blogspot.com
[ www.flickr.com/photos/haceteuncandealramona ]

viernes, 1 de octubre de 2010

Luisa Futoransky


La Ristra

Con una ristra de ajíes en el muro se puede atravesar el invierno.
Hacer como que no existen los estragos del dinero, las arrugas ni la fatiga de vivir.
Con ella se pueden machacar derrotas. Y sentarse con aparente indiferencia en un banquito, la puerta entreabierta, desmenuzando en hebras finísimas la urdimbre de historias enrevesadas. Pieles y sudores afines con que neutralizar ejércitos hostiles.
Tarde o temprano los ángeles llegarán cargados de advertencias. O promesas. Con sus cuentas de diezmos a pagar. Que para eso están.
La rosa de los vientos, el firmamento, el ocaso en el alhajero de los chiles.
Aunque por la Sangre de Cristo, por Santa Fe y Taos falte el mar.





A Veinte Años De Auschwitz, Bergen-belsen Y Los Otros

¿Dónde guardarán el alma los algarrobos,
los pinos o los alerces?
¿Dónde sufrirán a Dios?
¿En qué lugar alguno de triste corazón
buscará el suicidio?
¿Cómo vivirán las estaciones, la enfermedad,
el amor, la locura, la muerte?
¿Con qué lenguaje expresará el silencio
la vejez de los árboles?
¡Cómo hallar vuestra lengua, me digo,
cómo saber de vosotros la verdad
-porque también habéis sido testigos y por tanto cómplices-,
cómo limpiar nuestras raíces,
cómo recibir el sol con esta alma empozada,
con el hierro, la memoria y tanta sangre olvidada
y peligrosamente muerta y viva entre las manos!




Lik, la de la foto

Un animal inquieto en su radiante madurez
un manojo de luz que se derrama con intermitencia de faro,
de estrella tan remota.
Y te duermes, nena, con tus juguetes acariciados con largueza
los nombres de ciudades ultramarinas donde pierdes leyes y ceñidores
ebria de absoluto en zoológicos y bazares donde impera desconcierto
Sobria, la foto retiene y revela la escueta timidez
en la arrogancia de algún gesto
En cambio tus lágrimas que nunca dejan presa
asoman detrás de la sombra, las perras
van así, de peñasco en peñasco, construyendo nido
en la comisura alzada de tu sonrisa
y alojándose en tu repentino desfallecimiento
Un escalofrío inextricable revelará, a deshoras
tu melancolía,
sin remedio.
Repican los grillos en los llanos del sur.
La más cálida aguarda el brazo de su abrazo y tiene dispuesto para el asombro, cree, el más secreto amor.
Desde la otra orilla el remolino parece un sistema solar.
Pajitas, troncos, serpientes de río, ahogados, bagres y viejas, bronca, esperanzas, marcos desquiciados; en el estuario, todo vale.
Hasta los hoyos negros del firmamento que no te ofrezco.
Te desgrané en las aspas de loas y blasfemias, de crónica y cantigas. Atrapando nada.




Nota: (Buenos Aires, 5 de enero de 1939) poeta y escritora argentina. Libros: Trago Fuerte. 1963. Ed. de la Casa de Moneda. Potosí, Bolivia ;El corazón de los lugares. 1964. Ed. Perrot. Bs As, Argentina.;
Babel Babel. 1968. Ed. La Loca Poesía. Bs As, Argentina. ;Lo regado por lo seco. 1972. Ed. Noé. Bs As, Argentina. ;En nombre de los vientos. 1976. Aljafería, Zaragoza, España ;Partir, digo. 1982. Ed. Prometeo, Valencia, España. ;El diván de la puerta dorada. 1984. Ed. Torremozas, Madrid, España. ;La sanguina. 1987. Ed. Taifa, Barcelona, España. ;La parca, enfrente. 1995. Libros de Tierra Firme, Bs As, Argentina. ;Cortezas y fulgores. 1997. Editorial Barcarola, Albacete, España. ;París, desvelos y quebrantos. 2000. Pen Press, Nueva York, Estados Unidos. ;Estuarios. 2001. Ediciones del mate, Bs As, Argentina. ;Antología Poética. 2002. Fondo Nacional de las Artes, Bs As, Argentina. ;Prender de gajo. 2006. Editorial Calambur, Madrid, España. ;Inclinaciones. 2006. Editorial Leviatán, Bs As, Argentina. ;Seqüana Barrosa. 2007. Editorial EH, Jerez, España.