domingo, 31 de enero de 2010

Selva Dipasquale



Mi esqueleto fluorescente medita y se ríe (Del libro "Camaleón")


La pregunta
se graba
finalmente
en la Roca.
Nieva
sobre el mar.
La pregunta
se vuelve
Blanca.
Una voz
finalmente
me ha dicho:
-Explica el sexo.
Una mujer muere,
un bebé nace,
una y otra
vez.
De repente
una historia:
De una mujer que grita
De una mujer que se casa;
"Madre
que estás
vestida de blanco
pronunciando un sí
bajo la Luna-Macho Cabrío".
"Tu esposo muere
en ese país desconocido".
"Tu bebé
ensangrentado
ahora crece".
. . .



LLoro,
me amamantan,
me río.
. . .



Ahora
camino
en contra de las agujas del reloj.
Y las Bestias
que aparecieron
en mi oscuridad
se encuentran con
la Serpiente Pura.



Reptiles,
Rana,
Tortuga,
Víboras,
Leopardo,
Gato.



Escamas de una mujer gris.



Vuelvo al mar.
Una tormenta de arena
sobre la Roca:



¿Quién soy yo antes de ser yo?



Un alga
se pega y se despega
de la Roca.
Un alga.
Un Triángulo.
Una Pirámide.



Las puertas
de la Pirámide
se abren
y encuentro
a mi madre
momificada.
Un monje y
un bebé
se sacan
una máscara
y luego la cabeza:



El hueco vacio
de la Razón.



Desde ese hueco
una mano
me alcanza
una llave.
Las cerraduras
pasaron hace
un rato
velozmente.



Camino
en contra de las agujas del reloj.



En el camino
me encuentro
con mi padre
que también medita.
Su nuca
es transparente,
luego
todo su cuerpo
es transparente.



Mujer-Camaleón



Violeta.
Amarillo.
Verde,
Verde,
Verde.



¡Oh, Esqueleto mío!
Meditemos.
Meditemos
Seamos felices
y fluorescentes.



Ballyhoo (Fragmento)
Libro inédito



Una traquea abierta conduce mi escritura







Sobre la misma línea, 4 asientos a la izquierda un hombre se concentra y vuelve a escribir sobre un bloc de hojas amarillas. Los anteojos reposan sobre el bloc. Las manos entrecruzadas sostienen su boca y su mentón. Es canoso y está muy concentrado
Más cerca, a mí alrededor, todos duermen
Mi compañero también, con la boca un poco contraída
Veo pequeños círculos en el aire y 2 espinas filosas que salen de su nariz junto con un aro plateado asomando entre los 2 agujeritos



El hombre canoso

4 asientos más adelante

abandonó

el bloc amarillo y duerme con una mano tensa y abierta sobre la

mesita replegable

El pulgar tan curvo y la luz tenue sobre su mano



como dulces personitas
que se dispusieran a cantar



El hombre canoso ahora lee

Sus manos son tan grandes

que puede

sostener



el libro

con

una

sola





No es la hora de las moscas

pero vuelan

lentas

sin conexión

rumbo

al entierro





No es la hora de las moscas

pero vuelan

en tránsito

trato

de concentrarme

en algo

en tránsito

unos hombres apilan cajas, dos negros conversan

LOS CARRITOS HACEN MUCHO RUIDO

autos desconocidos

en tránsito





El hombre que pasa con un pez globoso sobre su cabeza





esto es la vida

y las manos como tema

las manos
las manos de 4 personas
4 manos
4 personas como
4 dedos
como los dedos de 4 personas
como manos







las manos de 4 personas reunidas en una mesa de CINNABON







El hombre que pasa con un pez globoso sobre su cabeza





Placenta
Tímidamente
nos acercamos
a la orilla

El canto
del pájaro negros
es

el de la madera que cruje





El sol
desaparece lentamente
pero el colibrí
vuelve al coco
de noche





Una larga barba, dentada y húmeda en la oscuridad.
Las palmeras
protegen, curan
se hamacan débilmente
como huesos blancos
El viento pasa entre sus bracitos que golpean
acompasadamente



"The swish of the palm trees
Fingers in the sky, waving good-bye"



¿No vieron al anciano
en la corteza?



Algunos rasgos secos
lo delatan:



de día duerme
y por la noche en su espalda
crecen





unas crestas verdes


Nota: Selva Dipasquale nació en 1968 en Buenos Aires. Publicó Teoría de la ubicación en el espacio (1994), Camaleón (1998), Paraselene (2005) y Meditaciones en el bosque (2007). Integra diversas antologías de poesía argentina. Es la responsable de los blogs "La infancia del procedimiento" y "Una vertiente".

viernes, 29 de enero de 2010

Silvia Camerotto



Tren a Lübeck

Más de 1000 kilómetros buscando el invierno.
El ciclo del frío en un mundo de miniaturas.
Camiones que levantan la nieve de las calles.
Los hombres bebiendo hasta el amanecer
y mujeres caminando al trabajo en zapatillas,
cada cual con su bolsa de papel.
Quién sabe lo que guardan,
la simetría de las casas,
ornamentos,
el ensayo del hotel en que te amé.

Año tras año vuelvo a Lübeck con o sin cuerpo.
Ahora he descubierto que en las bolsas hay pañuelos,
un diario arrugado con las noticias de ayer
y anotaciones al margen
de una pregunta hecha en el momento
en que no teníamos la palabra justa y necesaria.

Entonces tomo el tren
para ver cómo los patos que olvidaron emigrar
se bañan en la fuente del municipio
e inician la ceremonia del invierno
que todo lo congela.



*

intentaste un movimiento
que te salvara del horror que se construye
cuando no hay diferencia
entre el miedo y el miedo

en medio de la destrucción
eso que aún no tiene nombre
te deja sentada a esta misma mesa
diciendo las palabras que no querés oír.




*

qué querías de mí
mujer de siete vidas
que espera tu caída boca arriba
con las piernas abiertas
no me gusta tu nombre

tu lengua arrastrando la otra lengua
el roce la partida
el sacrilegio

la nariz olisqueando
la oreja de la niña muerta
el silencio de las putas de saavedra
el convento
qué querías

no me gusta tu voz.


Nota: Silvia Camerotto nació en Lomas de Zamora en 1959. Traductora del inglés. En el año 2008 Ediciones del Dock publicó su libro “ 420 minutos de abstinencia”.

jueves, 28 de enero de 2010

Julio José Leite




Invocación
(una de tantas)


Lloro en esta noche
mirando la ampolleta
y veo pececitos de luz.

Acércate papá
pescámelos.
Vos fuiste y sos
el gran pescador.
Calzate esas botas largas
de persistencia
y pescame las lágrimas
una a una.

Soy todo un río por mis ojos
cargados de peces que me pesan.
Levantate, papá,
Levantate, Vital,
que tengo tanto sueño
como vos.

Sentate a la vera
de mi pena meandro
y encontrame el pozón
que nunca hallaste en mí,
que siempre me creí
tu mejor río,
y eso que te miraba
con estos ojos tan profundos...

De nada sirvió,
fuiste a buscar tu mejor pieza
Allí
al fondo del caño
de esa “Tala” calibre 22
que me taló
para toda la vida
la felicidad.

Acércate, papá,
de una vez y para siempre,
pescame estas lágrimas
una a una,
hoy soy todo tu río
por mis ojos.



Nocturno ebrio

Regreso a mi casa
y en la esquina de Bilbao y Don Bosco
pongo una flor en mi solapa
de apio magallánico
-calzo el olvido en mi solapa-
He recorrido
todos los bares de mi barrio,
todos
esta noche.
Por ejemplo
a las dos de la mañana
en los “Tres Barrilitos”
me atendió Gabriela,
al yo no tener dinero
ni gracia
ni conversación
ni ganas,
se fue como tantas
guardando sus masajes
y manzanas
para otros parroquianos.
Retornó a lo más profundo
de ese paraíso de humo
meneándose al tonto ritmo
de una cumbia villera.
Hoy,
fuera de mis efluvios alcohólicos
rememoro
con la boca áspera de tu recuerdo
que ella, Gabriela
por lo menos me contó
de su nacencia en Santa Fe
y yo aún no sabía
donde iba a morir
en esa noche
lejos de la patria de tus ojos.
Luego me habló
de Paso de los Libres
y de pieles vendidas
y vergüenzas,
mejillas rojas de distancias
de parientes e hijos
y caricias mentiras.
Corrientes extrañas
-me explicó-
la arrumaron
a la siempre noche
de este pueblo.
Tengo masajes –me dijo-
No tengo plata –respondí-
¿te queda memoria?
-Silencio patagónico-
Mientras ella
me acariciaba la entrepierna
me acordé de mis hijos
y con suavidad de lana
retiré su mano,
pagué la copa que bebía
y me fui…
De regreso a mi casa,
frente al bar de Tebes,
puse una flor
de apio magallánico
en mi solapa,
doblé por Don Bosco
y entre el “Sol de Mayo”
y el “Blanco y Negro”
al fondo,
me acosté sobre el lecho
de tu ausencia.


Bar Unicornio
(Crencias populares)


Diciembre.
Las putas
sobre la ventana
del burdel,
con lucecitas de colores
dibujan un árbol de navidad.
Ellas saben
que Papá Noél
no existe...
Será por eso
que cuando se abre la puerta
y entra algún
obeso hombre
oliendo a cerveza
y las abraza
y ríe gravemente
le piden un trago
y lloran
mirando más allá de la ventana,
más allá del árbol dibujado.


Nota
:
Julio J. Leite nació en la ciudad de Ushuaia, Tierra del Fuego - Argentina en el año 1957. Ha publicado: Cruda poesía fueguina (1986); Primeros fuegos (1988); Edad Sol (1990); Bichitos de luz (1994); De límites y militancias (1996); Aceite humano (1996) y Piedrapalabra (2003)y Breve Tratado sobre la lágrima (2009).

miércoles, 27 de enero de 2010

Alejandra Correa



Doscientos treinta y seis

En mí viven inmortales:
pocos y precisos inmortales

Pilares fundamentales de un puente sobre un río turbulento

Ellos me acunan cuando me hago niña o cuando la vejez me sorprende en extremo

Son estoicos y están siempre a mano cuando los necesito
Y no se quejan: esa es la mayor virtud de la que hacen gala

En líneas generales, nos llevamos bien en esta convivencia que impongo y solo en escasas oportunidades adherimos a la guerra del otro

No es la mía vocación de taxidermista,
mis inmortales no son seres embalsamados a quienes reúno para besar en las Navidades

Nada de eso. Son para mí tan necesarios como el aire entre las palabras
o como decir esto o decir aquello

Cada tanto debo atender a sus exigencias.
Uno me pide que cuide su huerta en el pueblo blanco
y aunque sé que ha sido ganada por el dominio exterminador de las hormigas,
callo (no quiero perturbar su ensoñación con esta bofetada de inútil realidad)

Otro insiste con que encontraré el secreto de lo perdurable
escuchando el lenguaje acuoso de los peces
y aunque me detengo al borde de la pecera y finjo oir una canción
no logro entender de qué me habla

No me engaño:
sin mi voz, mis modestos inmortales estarían muertos
Por eso sospecho que se aprovechan de mi vocación de médium
y que los días de nuestra relación están contados

pero para qué preocuparlos desde ahora, me digo...

Y juntos vemos este nuevo atardecer al borde del mundo



Doscientos veinte


… la forma en que llevaba mi bata de baño
que libros prefería leer
como tomaba vino --antes o después de las comidas--
si me gustaban los gatos
si usé alguna vez la palabra “saltimbanqui”
si olía a pez o a metal
si roncaba o el sonido del aire de mis pulmones era un murmullo
si mis pies tenían tus dedos
si comía carne con fruición o simplemente comía
si me gustaba o temía a la lluvia

una infinidad de hechos
en la vida de un hombre común

lo que no entendés ahora
aquí mismo
es por qué me dedicaba
a la práctica de la caligrafìa
al regresar de mi monótono trabajo
como limpiador de tanques de agua

te preguntás
si en verdad mi intención era
ejercitar algo en el orden de la belleza
de la concentración
o del silencio

Debo decirte que la tuya
es una tarea destinada al fracaso:

no traducís una lengua ajena
sino el dibujo de tu propio idioma
escrito en cuadernos de caligrafía
y por un muerto



doscientos diez


Largos pasillos de la noche
me fui

dejé una niña
que gime y se deshace
del otro lado de ese abismo

no hay noche
ni el último de los relojes

las palabras son apariencias

escaleras en las que nadie
silba a las ocho

Largos pasillos de la noche
mi augurio se cierra
y me deja sin aire

mi cuerpo crece escondido
en el certero hueco
del plexo

y este silencio se pudre
se pudre
ahí donde mañana
-tal vez mañana-
se derramen salmos y girasoles
y un río de lava

donde la soledad reviva
intacta
danzando

en largos pasillos de la noche


Nota extraída de "La Infancia del procedimiento":Nació en 1965 en Minas, Uruguay. Vive en Buenos Aires desde los 3 años de edad y adoptó la nacionalidad argentina.

Ha publicado los libros de poesía: Río partido (1998, El otro cielo, Buenos Aires); El grito (2002, Alción Editora, Córdoba); y Donde olvido mi nombre (2005, Alción Editora, Córdoba), Cuadernos de Caligrafía (2009, El Suri Porfiado). Su último libro, Los niños de japón está inédito.

Su ensayo Parir es morir un poco, fue publicado en Historia de la Mujeres en Argentina, Editorial Taurus (2000, Buenos Aires), tomo I.

Ha participado en presentaciones de libros, lecturas, charlas y encuentros como panelista.

Trabaja desde hace 20 años en ámbitos relacionados a la comunicación social. Ha sido periodista y editora gráfica en Clarín, Viva, Trespuntos, Puentes, Ciudad Abierta. Actualmente forma parte de la redacción de la revista independiente “Funámbulos, cultura desde el teatro” (Buenos Aires).

Se desempeña en el ámbito de la gestión cultural desde hace 7 años, organizando diversidad de eventos para diferentes instituciones.

Es una de las fundadoras y directoras de la Audiovideoteca de Escritores de Buenos Aires, dentro del Gobierno de la Ciudad, que reúne sus pasiones: la memoria, la escritura y la comunicación. En este programa –que incluye un archivo audiovisual único en su tipo, programas documentales para TV (Obra en Construcción, Canal Ciudad Abierta), micros radiales y un sitio web (http://www.audiovideotecaba.gov.ar/), - trabaja desde hace 3 años.

lunes, 25 de enero de 2010

Dario Rojo


Una metrópolis en miniatura

Presentación del motivo
(Fragmento)


Con demorado rencor aniquila punto a punto el esplendor
y como una anguila de sí mismo en su pie se enrolla en cada paso
repitiendo frases como: "y… después de todo…"
Para luego escuchar en su nuevo hábitat a cada alga o helecho
repetir lo mismo: la conciencia no interviene en la destrucción.

Así, en la arquitectura más terrestre, la de múltiples torrecillas
que se desmoronan con la misma rapidez con que se reproducen
niega que el polvo se haya apoderado del lugar,
aunque cada tanto unos microscópicos parabrisas
toman forma en sus ojos para desvanecerse de inmediato
en pos del presente y todo lo que por la realidad ha sido comprado.

Ni siquiera el recuerdo del sujeto que en su casa
había instalado un mini teatro
en donde pasaba sus películas cada viernes por la noche,
y guardaba en su caja fuerte el master de "en vivo en el Copa"
hace que alivio pueda parecer una palabra
capaz de variar su mandato en diferentes estaciones
y no un gancho de hierro que cuelga el tiempo de un único riel
a una temperatura invariable.

Pero de haber interferido una célula
proveniente de una escena más banal, hubiese podido observar
en otra escena igualmente banal,
la instantánea construcción de una metrópolis en miniatura
a partir del olvido de una acción que bien podría servir
para ordenar un placard, dejar las llaves en un cajón
o arrastrar un perro muerto por glorietas o explanadas.

Y ahora que algo más que una célula
ha interferido el conducto que en su medio se había organizado
y sabiendo que el origen de los carteles sobre los edificios
y las calles de espléndido asfalto fue solo un exceso de voluntad,

dispone sus días en regias estaciones de ski sin nieve,
en donde los rigores del hastío entrenan a tiempo completo
comprobando en cada segundo el apotegma de la obviedad:
que el espacio ha de ocuparse inevitablemente.

Mientras tanto en cada uno de los mismos pasos
acoger la instantánea representación
de la miserabilísima opereta "el mundo no puede ser ofendido".

Ofuscados actores intercambiando sus papeles
con compresibles espectadores, vestuarios conocidos,
mobiliarios cotidianos
y ni una boca que se abra, ni un brazo que se agite,
solo el clásico cigarrillo acompañando el entreacto
y la imperiosa necesidad de reconocer: esto es una calle, esto una vereda.

Desgajado suficientemente el decorado,
confundidos a ultranza los monólogos o si se prefiere, terminada la obra,
retomar la involuntaria comprobación de cada una de las verdades del

folleto, un folleto de escenas fijas ubicadas en la máscara de una granada
que confirman la única oportunidad del movimiento: combustión
o la descortés manipulación de algunos átomos sin nombre
ni clara descripción.

La fragancia, el aroma y el olor en plena equivalencia con el miedo
erigen sin duda una estridencia similar en su combate
y estas son algunas de sus esquirlas:

un lloriqueo continuo frente a cada mínima emoción en la pantalla,
sea por la ciega que la calle cruza, el autista que gana en los videojuegos,
la última patada del pequeño karateca, o la estatua del perro.

Un objeto desprendido de lo que durante el día
interfiere la digestión, precipita el sueño,
o tensa los músculos equivocados;
la triste noticia que el yermo espiral de la burguesía exponer podría
los mitos de otras impresiones. La antimaqueta, la oreja en la vitrina.

Una conjetura: llegado el mismísimo punto del estado de carretel vacío,
con las marcas del mecánico torno y la aspereza y continuidad
del cilindro de madera; es decir en la intacta ausencia del observador
o más precisamente en la incorporación de esa simulación,
lo que ocurriría o debería ocurrir o podría ocurrir
¿no traería tal vez una mínima modificación acorde con esa falta de gentío?

Pero si su visión fuera tan poderosa como la de un cojo,
en vez de pensar en Giuletta Mangano, Willy Wonka o Nanin Timoiko,
podría escuchar la voz de la mujer que con su vestido a lunares
baila sobre el techo del Rambler diciendo: -Querido, de qué sirve haber
tenido todas esas maravillosas experiencias…



De tener la más absoluta seguridad

de la llegada de un par de extraterrestres,
cuál sería el problema para levantarte,
ir a trabajar y culminar la felicidad
a alguna hora de la tarde, o de la noche.
Pero si en tu cuerpo conviviera en zarzuela
el alienígena de brazos delgados,
los perfectos giros de la chica que patina,
y una forma que se abre en silencio; donde
descansarías para cuidarte del foso de cocodrilos.
Tomaste un martini en su nave mientras
los asteroides te recordaban a carteles
demasiado brillantes. Ahora sabés
con el mismo conocimiento que mecaniza
el respirar, que ellos no existen, y que nunca
los verás. Pero cada tanto te encontrás en la playa
cavando hoyos sin ninguna razón, apilando
arena mojada sobre arena húmeda.



La esfera biológica

El grupo de notables que tiempo ha deleitara a nuestros lectores
dio por terminada la investigación que sumió a nuestra ciudad
en un nuevo fracaso. El instrumento principal en tales experimentos
era un inmenso conglomerado que cubría por completo
un área de clima tropical perfectamente uniforme en todas sus direcciones,
en su centro un hilo de agua atravesado por un tronco
en el que se trasladan en fila unas hormigas de considerable tamaño,
junto a ellas una pierna
con un corte longitudinal a la altura del fémur de unos cinco centímetros,
que si bien ya no sangra tampoco cicatriza ni da muestra de iniciar su proceso.

Si pudiera abandonar mi investidura –dijo el matemático hindú–
y hablara a boca de jarro, aseguraría que el tiempo
es la burocracia del espacio, pero no fui convocado para decir esto
y por supuesto usted tampoco para oírlo, pero el presente en verdad
lejos está de ser mi problema, y ahora esto es lo único que quiero decir:

“Que rauda la torva expresión supuestamente legítima abandone
el cómodo tono en procura de una sincera oscilación del pensamiento
para acompañar así la gravedad de aquella carne
estilizada en temporadas, entretiempos o cacerías.
Aunque en verdad la causa motiva se incline en otra dirección:
la del glamour del ascetismo que resplandece y clama
en los cuartos más atestados cuando en su declarada aceptación del movimiento
exhibe con timidez su naturaleza doble. Y en específica estación
como la rosa china se abre para urgir su tolerancia a la quietud:
una imagen fija expuesta en las coordenadas mismas de un corazón humano.”


Darío Rojo por Jorge Aulicino. Rojo nació en 1964 en Eduardo Castex, La Pampa. Escritor y docente, desde hace algunos años es responsable, además, por la colección de libros y plaquettes Selecciones de Amadeo Mandarino, que edita en su casa. Entre sus libros de poemas se cuentan "Una explicación para todo", "Una civilización" e "Inmóvil en su afán". Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949) publicó, entre otros textos "La caída de los cuerpos", "Paisaje con autor", "Hombres en un restaurante", "Almas en movimiento" y "La línea del coyote". En 2000 apareció una antología de su obra. Integró el Consejo de Dirección de la revista Diario de Poesía. Es periodista y editor en este diario.

viernes, 22 de enero de 2010

Pablo Queralt


Fragmento del libro "Pueblo de agua"- Ed. Alción(2007)


esta la vida que muerdo, murmuro canturreo silbo su dialecto para que no muera
pueblo y agua que hacen la memoria
entre la humedad y las cifras que quedan atrapadas
impares en los mosquiteros

pero tiran flores y tomates para fin del relato
vamos subiendo la cuesta

en este jardín las flores son bombachas blancas, esta la de mi tía
estas diminutas las de las chicas de enfrente
cada cosa para lo que es dadoflor verde mantel rosa
y así el cementerio de los elefantes
van a morir a orillas del río porque allí las hierbas
son papillas para sus dientes gastados por los años


historia leída en las aguas del acuario
que hoy es solo un charco bajo nuestros pies

contada con los 5 dedos de una mano que acaricia el sueño
flores achicorias abejas avispas duraznos
información de esa naturaleza que comimos y cierra el círculo
código que nos reconoce en las caras mas allá de las anotaciones mutaciones transformación de una memoria puente de los arco iris
en las barrancas del lorero
una sola voz y su eco

Eolo se baña en el rio Cosquín entre las nereidas

Y yo nado con Raulito Gustavo Hilda este es nuestro juego
el que llega primero toma naranjada trinaranjus
y los tamariscos en el viento serrano cortando el calor del aire
de qué canción salió el pájaro que lleva en el pico mi pueblo de agua
escuchamos seguimos en la inocencia
música de la cajita

despierto ¿en el sueño? ¿en la película en la realidad? en esta nostalgia de un país ¿que conocí? imagino, sueño, vivo,
navego sus aguas azuladas en brazos de Morfeo
chorro del recuerdo que tomo en ese aire trama que me contuvo y hoy es aire corto que apenas alcanza
entre mentira leve y mentira grave vuelan las palomas
en ese minuto que están quietas
disparo
la pregunta la respuesta
¿adonde viajo ahora para encontrar la próxima palabra?



Coca (fragmento)

entramos en la malla
del juego
en tu frenesí

saltamos a las piernas más y
más abiertas
a lo blanco del vacío

esplendor


y entre esos pelitos


todo estaba en el museo


de lo que se comieron los pibes



Venus de Milo de almacén
paraguayo
donde cambias tus monedas


y tiras unos minutos
en una luz que depura tu vida

en la excelsa carne de
la urgencia


rosada


matriz del deseo
humedecido
en el fulgor en la furia
de tu imperio


que deshace el movimiento azul
damasco de tus caderas


más abajo navegás con la boca
el goce


el abanico de desnudez en ella
y todas
las desnudeces


ahora esbelta en gotas
colgando de sus pechos

la nube de la bicicleta


ponchito de amor ese monticulo
de rizos


marcando al sueño el paso

abajo

de la raya que divide


espalda vaporosa dueña del erotismo


en acabado movimiento


ritmo de lo violento y de lo suave

elogio de Coca, flor
de un poema inexplicable


vamos siempre en nuestra espumosa pasión
cada vez que estrena


vamos con bombos y platillos
papelitos y banderas


a ver tu película


en la butaca de la nube
entre tus piernas flotadoras



azul verdoso del cuerpo exuberante
de mujer copiosa


refregándose en la blancura
de la espaciosa noche


en el 69
que cierran con sus bocas


¿y cuál es el secreto que sella?


¿la sangre? ¿el corazón?

¿el calor en el fluir del caos?


en todas sus películas
yo ví
coca y agua
agua y coca

en la vidriera del agua
nada
el cuerpo blanco de ópalo volumen
contorneándose
azul lejos cerca del ojo

en la visión


la acróbata,


coca nadadora

y esos hombres que van a ella
los que dicen “ponemos
la música con que se baila”


- uno entra cuando le toca-
y era como imaginaba

en el sueño
en las lecturas inconscientes
de los cuerpos que vienen


por los besos
y los mimos del deseo de flor
en ese perseguir primavera


los exudados y los fluidos
juntados consumados
del cosmos de la Diosa
que insemina
la alegría del cuerpo
presente vestido en gotas
de la piscina esmeralda
a la salida del agua
y ahora su cuerpo vestido de saliva


pasea por el sol más allá de la línea


si se ve incandescente genital
fascinada dibujo del placer

casi ensueño
que vuela la gracia
de esa plenitud

y estas manos gastadas
por escribir con la gota
que ahora besás
tus tetas adoradas
tus tetas blancas, derramadas
besadas en su punto
como pupila que ama la lujuria de las formas
y bebe y besa


“mis perros llevan mis collares
que nadie olvide eso”

y en eso

potra fugaz de la lluvia
de las lluvias en las sábanas
sobre carnosas camas que alimenta
blanca lechosa rosada rabiosa


colgué un marco vacío
de la sombra


y comencé a llenarlo
de silencio,
en la pared
como una vertiente
de mí mismo
en otro
Y pensé en solo amar y amar
solo por amor a sus acuáticas frondosas
tetas
que todo lo colman en la pileta azul
del cráneo


película soñada al sol caliente

de los mamados cuerpos en las gotitas

tan flor en la imaginación
de los fantasmas

que vuelve sambayón frambuesa


sigo el gusto
el olor en la lengua del placer que besa
en una penumbra de labios chocados

montados seguimos
el cuerpo del sueño
volamos besamos
a cada instante la escena

todos están mirando
nadie puede dejar de mirar

se ponen cera en los oídos
dedos en los ojos ¿y las manos?

las manos...

todos llevamos oxígeno
pero otros quieren el aire
mujer sentada en la playa (balsa pedazo de cielo)
desnuda radiante con pechos que miran el voluminoso azul

rosada en la pérdida del corazón
del amor vuelve
a la pose del rodaje


Coca se desliza
rola sobre la arena
voluminosa voluptuosa perlada
por el océano
y llega a Africa a la costa brava
se desliza
giganta,
bailando las nuevas canciones
del frenesí,
en la silla colgada por albatros
de los marineros

en el reverbero del hambre
todos marchamos hacia ella

celebro
grandisíma mujer de la pasión
con la que curo mi herida
el sentido del cuerpo
en su punto de impacto
corazón
y pedir más
la magia
camino de los poemas


luces campanas glicinas abejas




lejos y cerca
virgen


memento vida en la configuración del melón
devuelto del corpiño fuera de los fantasmas


y en la oscuridad

el gran escote



y lo que escribo
adicto a lo que escribo esa mujer
el fetiche


Toco acaricio mi adicción
por coca


enamorado en el silencio
de puta

y la elegancia
maciza plena de sus pechos y el movimiento
del deseo
en sus caderas

y boca llena

películas de coca
vistas y revistas
deslizado en el maquillaje del desnudo
en sus labios deslizado de pagina en pagina
por su monumental corpóreo
que tuve en la pantalla del sueño
deslizado en la suave pasión
y en ese temblar de perra y de color en el rubor
eyaculado

la doncella

en la música y letra de los sexos
que una vez fueron mías

Nota:Nacido en Bs. as.Publicó cansancio de lo escrito Ed tsé- tsé 2001, un seductor mañana ed alción 2004, la flecha de Agustín ed alción 2004, reescritos infinitos ed alción 2006, primer paso ed eloísa cartonera 2006 y pueblo de agua ed alción 2007.
Poemas suyos figuran en la antología de poetas jóvenes de Bs as del año 1987, ed hombre nuevo.
También poemas suyos han sido publicados en rev literarias como el jabalí año 2002, revista los rollos del mar muerto, y en la revista la nación del suplemento del domingo.

sábado, 16 de enero de 2010

Andrés Cursaro



(Del libro “Estación/Tierra/Nada”,
Ediciones en Danza, 2006)


I
qué es el espacio sino esta necesidad de acorralar a los fantasmas a los presos deambulando en la memoria qué es este vacío enfrentando al infinito contra las manos del frío sino la piel de los huesos indicando rutas al océano los pies de aquel niño corriendo tras sus ojos con la urgencia de acorralar a los fantasmas muñecos pisados por caballos qué muestra ese espacio en los pasillos de la intemperie sino la sangre de los peones devorados por los machetes los muertos por el frío ardiendo en esta casa en este espacio limitado por paredes de carne golpeando al olvido de saberse roja hasta violeta o violenta si fuere posible.

II
ese pibe que corre y recorre toda la casa la casa que fue su espacio y que ahora se abre infinita para sus ojos también sus manos notan la ausencia de los límites del desierto hecho tumba océano moviéndose animal en plena esquila convertido en carroza de calesita muda con sus ojos colgados a la sortija qué es el espacio sino esa disposición de lugares desconocidos terribles liberados frente a la ventana de esta que fue su casa de esta casa incendiada marrón de carne seca al sol a la sal del sol también terrible desconocido o descosido si fuere posible.

III

y si ahora todos corriéramos hacia esa casa infinita tras el polvo de la escarcha si fuéramos hacia ella como van los niños si fuéramos si sólo sintiéramos ser esos chicos corriendo siempre hacia la casa guardada por una madre caeríamos entre cuatro paredes inexistentes derrumbadas arderíamos una vez más como crepitaron esos cadáveres que llevamos en memoria que nos esperan también en la fosa con otras caras otras manos que sólo tocaron después del fuego del balazo o puñalada allí bajaríamos siempre siempre con los ojos mirando arriba al espacio dibujado entre la palada de tierra que nos cae encima qué otra cosa es este espacio sino la sensación ambigua de la liberación del constante volvernos niños del eterno regreso a los brazos de una mujer también madre si fuere posible.


Nota:Nació en Neuquén el 12 de marzo de 1968. En 1990 se radicó en Rada Tilly (Chubut). Poeta y periodista. Publicó “El pecado de soñar” (Filofalsía, 1988; en colaboración con Rubén Gómez), “Jirones de un desierto que oscurece” (Ultimo Reino, 1999), “Poesía y rock en vivo” (disco compacto junto al grupo “113 Vicios” y Palo Pandolfo, distribuido por la revista “Bardo”, en 2000) y “Estación/Tierra/Nada” (Ediciones en Danza, 2006). Compiló diversas obras para la Editorial Universitaria de la Patagonia. Permanece inédita la antología “Diez centavos de ira y otros etcéteras”, del poeta mariani, que compiló y anotó en 2002. Trabaja en el diario El Patagónico, de Comodoro Rivadavia (Chubut), en el que durante diez años editó el suplemento de cultura joven “Ojos de papel”. Colaboró con distintas publicaciones de la Patagonia y del exterior.

martes, 12 de enero de 2010

Fernando Callero


Hombre a la luna

¡Oh!, ¿la Madreselva me oyó?
¿Nadie me oyó?
¿ni yo?
y eso que dije fuerte.

Mi madre, por ejemplo,
le dio
a mi Padre una versión
a la carte.

¿Es que no supo escucharme?

Él me convocó a su estudio.
Sostenía la bandeja y el bol
sobre el regazo.
Detrás de las cortinas
la Madreselva seguía oyendo.
La tele encendida y oblicua
se robaba los rabillos
con imágenes de la Guerra.
Hasta que el control remoto
blandió su mano
y el silencio se expandió
temblando.

El viento hizo chasquear las cortinas,
o quizás la Madreselva
dejó escapar una sílaba.
Y el Padre así me habló

Acabo de recibir
una noticia de ti
y aún no estoy preparado
para elevar un juicio.

El tiempo, si es justo,
dará cuenta del asunto.
Si es malo, dejará regusto,
si pasa, sólo un sinsabor.

Después de semejante dolor
abandoné la casa.

Voy con la Madreselva en su lata
y en su doble fondo mi dote.

Mi guitarra, donde va,
mi cuaderno de estribotes,
y mi pluma.

¿Soy un Nuevo Hombre a la luna?

¿Am ai a man at de mun ?



Historia del Rock
(Al poeta Daniel Durand)


Cuando era niño
un poco menos que ahora
mi madre me llevó a ver Rafaella Carrá
a la cancha del Club "lobo" Libertad
de Concordia

un rato antes, se peleaba
con papá dentro del auto

porque después de dar un rodeo
a la manzana del club vibrante
iluminado
el viejo volvió a casa
obsesionado

con que estaba lleno de negros,

y ahí nomás dejó el Renaul 6 presentado
en la entrada del garage
y fue justo antes de entrarlo
que empezaron a pelear

Mi vieja dijo: "gurises,
salgan, vamos caminando,"
y ahí nomás tiró el portazo
y se puso a caminar
por Bolivia, cuesta abajo,

mi hermano y yo detrás corriendo
cagados, pero contentos.

Mientras nos acercábamos
al "Lobo", por una calle oscura
temiendo
todo el tiempo
que mi viejo
nos siguiera
con el auto,
haciendo bardo,
el corazón me dio un vuelco
al escuchar los primeros compases
de ese gitazo que fue
Pedro, Pedro, Pedro, Pé

Los envidiosos del barrio,
vale decir, casi todos
nosotros, los del Lezca, la nuevita y compadrona
"clase media", toda hecha de pela gatos,
devenidos propietarios por beneficio del Banco
Hipotecario, decían que la mina no cantaba,
que hacía play back
por malicia lo decían, aunque yo creo que también
por la leche de curtir esa palabra nuevita

Otros mal paridos sin reparo
se iban de boca diciendo "ni siquiera
esa gurisa de las giras debe ser la Rafaella"

¡Cualquiera!

Hicimos la cola y volando
nos metimos en el campo yendo a ciegas
entre las filas de sillas, "¿dónde estarán
las nuestras?"

y el escenario, un incendio de luces
sobre el carré más volado que yo hubiera imaginado

los bailarines no sólo bailando
sino también construyendo puentes y escaleras
a la dama, saliéndole al paso
con maletas naranjadas, sin siquiera titubear
ella pisaba y se elevaba ¿todavía más?, como en el video
inexplicable de ella cantando y bailando sobre un ala
de un avión gigante de Alitalia

Ya no me acuerdo de nada
más que de haber pensado, cuando lo vi dormido
a mi hermano, en la falda de mamá
"¡qué no va a ser Rafaella!,
otra ya se habría quebrado."

................................................

p.d. ¿cómo no llevar clavada
para siempre en el costado
semejante lanza verbal
"He sabido que es peligroso
decir siempre la verdad"
más semejante Body colorado?



El vestido de tarántula

El roce de plumas
del vestido de tarántula
que once laboriosos pares
de manos de comadres
perpetuaron en un ritual nocturno
de mayor densidad quizás que la boda misma
para la que fuera dispuesto...

El contrapunto metálico de broches
el susurro deslizante de la seda del forro
el estertor opaco del bonete al caer de boca
sobre la alfombra de retazos
y el maldecir de comisuras apretadas
sobre un hazmerreír de agujas de plata
las volutas de aliento tibio
del café, del mate, del jugo de paraguas,
el bostezo, el sorbete,
el rayón del mocasín de clavos
sobre el parquet espejado
en el pasillo que va al baño,
las interferencias de la emisora
que las acompañó toda la noche con música
y los bocinazos de remises al alba
el apremio de maridos celosos
con hijitos cabeceando dormidos
peinados para catequesis

el llanto de la que recordó su propia boda
el moco de la que se contagió y le trajo agua
las explosiones de besos
y el ¡Dios me libre! de la que volcó
café en la máquina...

El roce de plumas
del vestido de tarántula
contra los bancos de la iglesia
contra la balaustrada de mármol del altar
contra las braguetas
del novio
de los tíos
y primos en la pista
un repiqueteo de púa al correr
sobre el surco del disco
un chasquido envidioso de lengua
del pretendiente aquel que se durmió
en su puesto del correo
el chapoteo nervioso del novio
al huir con ella upa
entre los charcos de sidra
el desgarrón de la tela
en la puerta del citroen
el bocinazo y el crujir de las llantas
sobre el empedrado
y el cantar verdoso de los chupados...

Viento caliente entrando
por las ventanillas, en la ruta
y el ahora sí, al cabo de horas
ahora te creo
para el motor y bajemos, ¡ese tumulto!
¡ahora te creo!

un Iguazú soñado entre la selva
un Iguazú nominado al Oscar
horadando la corteza del mundo al caer
recibe ahora esta ofrenda de plumas negras
esta tarántula por única vez sudada
y se la lleva
a un lugar
donde nadie puede imaginar
que alguien la necesita
pero ¿quién le hace entender esto
a la novia?

Nota:Nacido en Concordia, Entre Ríos, Argentina, en 1971. Desde 1990 radicado en Santa Fe y desde hace 13 años en Santo Tomé, ciudad que ama.
Publicó el libro de cuentos "El ojo de Víctor", Ediciones bajo la luna, Rosario,1999; "Ramufo di Bihorp", poesía, "Premio Provincial de poesía José Pedroni 2000", Santa Fe, 2001. Por su cuenta: "Aniversario", libro de poesía con CD de canciones del autor (escuchar en http://www.purevolume.com/yasnaia ) "El Amor", "La cotilla de la lengua" y "Romance de Mario y Rosa" y "Poesía castellana", ediciones artesanales a cargo del autor. Ediciones Bajo la luna, de Buenos Aires publicó "El espíritu del joven Borja", novela marina escrita en Ibiza entre 2001 y 2003.Editorial Chapita publicó "Joya" (2009).