jueves, 28 de enero de 2010

Julio José Leite




Invocación
(una de tantas)


Lloro en esta noche
mirando la ampolleta
y veo pececitos de luz.

Acércate papá
pescámelos.
Vos fuiste y sos
el gran pescador.
Calzate esas botas largas
de persistencia
y pescame las lágrimas
una a una.

Soy todo un río por mis ojos
cargados de peces que me pesan.
Levantate, papá,
Levantate, Vital,
que tengo tanto sueño
como vos.

Sentate a la vera
de mi pena meandro
y encontrame el pozón
que nunca hallaste en mí,
que siempre me creí
tu mejor río,
y eso que te miraba
con estos ojos tan profundos...

De nada sirvió,
fuiste a buscar tu mejor pieza
Allí
al fondo del caño
de esa “Tala” calibre 22
que me taló
para toda la vida
la felicidad.

Acércate, papá,
de una vez y para siempre,
pescame estas lágrimas
una a una,
hoy soy todo tu río
por mis ojos.



Nocturno ebrio

Regreso a mi casa
y en la esquina de Bilbao y Don Bosco
pongo una flor en mi solapa
de apio magallánico
-calzo el olvido en mi solapa-
He recorrido
todos los bares de mi barrio,
todos
esta noche.
Por ejemplo
a las dos de la mañana
en los “Tres Barrilitos”
me atendió Gabriela,
al yo no tener dinero
ni gracia
ni conversación
ni ganas,
se fue como tantas
guardando sus masajes
y manzanas
para otros parroquianos.
Retornó a lo más profundo
de ese paraíso de humo
meneándose al tonto ritmo
de una cumbia villera.
Hoy,
fuera de mis efluvios alcohólicos
rememoro
con la boca áspera de tu recuerdo
que ella, Gabriela
por lo menos me contó
de su nacencia en Santa Fe
y yo aún no sabía
donde iba a morir
en esa noche
lejos de la patria de tus ojos.
Luego me habló
de Paso de los Libres
y de pieles vendidas
y vergüenzas,
mejillas rojas de distancias
de parientes e hijos
y caricias mentiras.
Corrientes extrañas
-me explicó-
la arrumaron
a la siempre noche
de este pueblo.
Tengo masajes –me dijo-
No tengo plata –respondí-
¿te queda memoria?
-Silencio patagónico-
Mientras ella
me acariciaba la entrepierna
me acordé de mis hijos
y con suavidad de lana
retiré su mano,
pagué la copa que bebía
y me fui…
De regreso a mi casa,
frente al bar de Tebes,
puse una flor
de apio magallánico
en mi solapa,
doblé por Don Bosco
y entre el “Sol de Mayo”
y el “Blanco y Negro”
al fondo,
me acosté sobre el lecho
de tu ausencia.


Bar Unicornio
(Crencias populares)


Diciembre.
Las putas
sobre la ventana
del burdel,
con lucecitas de colores
dibujan un árbol de navidad.
Ellas saben
que Papá Noél
no existe...
Será por eso
que cuando se abre la puerta
y entra algún
obeso hombre
oliendo a cerveza
y las abraza
y ríe gravemente
le piden un trago
y lloran
mirando más allá de la ventana,
más allá del árbol dibujado.


Nota
:
Julio J. Leite nació en la ciudad de Ushuaia, Tierra del Fuego - Argentina en el año 1957. Ha publicado: Cruda poesía fueguina (1986); Primeros fuegos (1988); Edad Sol (1990); Bichitos de luz (1994); De límites y militancias (1996); Aceite humano (1996) y Piedrapalabra (2003)y Breve Tratado sobre la lágrima (2009).

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