domingo, 6 de junio de 2010

Cristian de Nápoli


1

la bola de cristales rebota en los setenta
negros que bailan con sánguche en la mano,
la cara rota de reflejos
y ninguna careta para arreglarmelá :
sólo este vaso, muertito de la barra,
reloj, hijo menor, spray.
deseo de volver a ver doble
y sólo la mezcla, la suma de los de antes
relajada de medidas, jugada,
ciento cuarenta amigos
ensayando doscientos diez pasos de baile
trescientos cincuenta enemigos
bailando en quinientos sesenta embajadas suizas.
deseo de querer decir
sin que el sentido, patovica roto, me mire de reojo.
gozo y no me olvido, todo al mismo tiempo,
me hacen mierda y soy lindo, me lo tomo todo,
me rompieron la cara y ya no están
y dibujo pasos de baile como virgencitas
para arreglarmelá,
no los aprendo, los de ellos son muchos,
deseo de no volver a ver doble
mientras gozo y caigo
en el piso, que también está mezclado
con el techo del local.




Alba

Ahí llega el alba, la más alta fiera
que me acechara alguna vez –sin contar la escuela.
Es hora de irse, de poseer
cada uno sus cargosas propiedades
o de ofrecerlas al ángel de los remates
al dormirse, o a las pulgas del domingo.
Con esta luz se hace el atajo
que toman las calles
para encontrar a las casas.
Se hace el cambio: calles que antes ni se veían
ahora pasan a formar
una ciudad, y ese pasaje
es el revés de nuestro viaje –vamos
de compartir a tener pies a medias solos
y a medias vestidos y ventana
individual, atada al nudo
de su edificio cada uno.
Ahí está el sol.
Un nene vocea el diario.
El suplemento infantil ahora se vende aparte.
Al nene le quitaron su abecedario.
Ahora
tu cuerpo es eso que la mente
cuanto más viaja más retiene; las cosas,
las cosas pasan por todo
sin que los ojos den razón.
Ahí enfrente está el curso de las cosas
al alcance de mis ojos: las sillas
en los bares, los bancos en la plaza,
las almohadas en los marcos
de otras ventanas, los palcos de otros dramas.
Y ahí está mi mente, el mismo foco y enfrente
hay divanes en la terminal de ómnibus,
hay una mecedora en la farmacia,
un canapé en la confitería,
en la butaca del insomnio
hay una amazona atascada.
¡Por qué asentar
lo que se ve, si es la hora del sonido,
de esta tos con el tamaño de una bailanta!
Algunos van, compran el diario; los gorriones
con su silbido desaprueban
el suplemento literario. Algunos van
directamente al trabajo; las palomas
tienen un plan: cagarlos de arriba abajo.
Y ésos que van, igual, son inmortales
porque del cielo una frontera con rueditas
repite todo el movimiento de este mundo
paralizándolo. Lo que se llama “día”
por convención –podría llamarse “engaño”–
sólo es para el que mira que se llama
paso del día, paso de los años.
Y acá no hay paso, hay parodia
de un brillo que la luz del día
no tiene en claro.
Fue una noche redonda de pájaros largos
o, bueno, muy señalados, pero qué fugaz
es la ciudad al lado de esas palabras,
qué fijo ese bestiario de sentidos,
qué animalaje para un gato, qué gatería
esa manera de comer
pájaros grandes o, bueno, muy a mano!
Pensar que hablaste con cuevas
y ahora estás hablando con ecos además
sería fingir que el recuerdo suma.
Al mediodía
el nene se va. Una mañana promedio.
El diario vuelve a ser de ayer.
El pasado es el medio.
Un olor se va haciendo persistente
pero aún no tiene importancia.
Una manera de quedarse habrá
que empezaré a ir juzgando como pérdida.




El Estudio

…porque has puesto mi esperanza por tu habitación



El Altísimo
estudio de él
junto a un árbol,
ése que en latín se llama populus
y en castellano álamo.
Ahí arriba,
prendido a la magia de su imprenta,
respirando el perfume de los palotes,
traza sus garabatos,
sus muecas
y cuando nos ve
y se acerca a la ventana
haciéndose el ciego que busca
a tientas
la rama
te cuento:
tenía la misma cara
cuando salió de tu vientre.

Como por una hoja
con un lado
que nunca cae del árbol,
como por un pueblo que nunca
duerme la siesta
a conciencia,
el sol pasa por su piel
y la dora.

En el patio
estallamos de risa.
Desde su palco
se manda la parte,
hace que sube al álamo
sin ver.
Se sube al álamo.
Se manda toda la parte.
Se va
por las ramas
y nos lo dice con la manito
haciéndose el ciego, la mueca
altísima
en su habitación.


Nota:Nació en el año 1972, vive en Buenos Aires. Publicó Límite bailable (1999) y El ring (2005) y Los animales (2007),. Es el editor de Black & Vermelho, sello donde publica poetas de distintas partes del mundo. Organiza Salida al Mar/Festival Latinoamericano de Poesía de Buenos Aires.

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