miércoles, 27 de enero de 2010

Alejandra Correa



Doscientos treinta y seis

En mí viven inmortales:
pocos y precisos inmortales

Pilares fundamentales de un puente sobre un río turbulento

Ellos me acunan cuando me hago niña o cuando la vejez me sorprende en extremo

Son estoicos y están siempre a mano cuando los necesito
Y no se quejan: esa es la mayor virtud de la que hacen gala

En líneas generales, nos llevamos bien en esta convivencia que impongo y solo en escasas oportunidades adherimos a la guerra del otro

No es la mía vocación de taxidermista,
mis inmortales no son seres embalsamados a quienes reúno para besar en las Navidades

Nada de eso. Son para mí tan necesarios como el aire entre las palabras
o como decir esto o decir aquello

Cada tanto debo atender a sus exigencias.
Uno me pide que cuide su huerta en el pueblo blanco
y aunque sé que ha sido ganada por el dominio exterminador de las hormigas,
callo (no quiero perturbar su ensoñación con esta bofetada de inútil realidad)

Otro insiste con que encontraré el secreto de lo perdurable
escuchando el lenguaje acuoso de los peces
y aunque me detengo al borde de la pecera y finjo oir una canción
no logro entender de qué me habla

No me engaño:
sin mi voz, mis modestos inmortales estarían muertos
Por eso sospecho que se aprovechan de mi vocación de médium
y que los días de nuestra relación están contados

pero para qué preocuparlos desde ahora, me digo...

Y juntos vemos este nuevo atardecer al borde del mundo



Doscientos veinte


… la forma en que llevaba mi bata de baño
que libros prefería leer
como tomaba vino --antes o después de las comidas--
si me gustaban los gatos
si usé alguna vez la palabra “saltimbanqui”
si olía a pez o a metal
si roncaba o el sonido del aire de mis pulmones era un murmullo
si mis pies tenían tus dedos
si comía carne con fruición o simplemente comía
si me gustaba o temía a la lluvia

una infinidad de hechos
en la vida de un hombre común

lo que no entendés ahora
aquí mismo
es por qué me dedicaba
a la práctica de la caligrafìa
al regresar de mi monótono trabajo
como limpiador de tanques de agua

te preguntás
si en verdad mi intención era
ejercitar algo en el orden de la belleza
de la concentración
o del silencio

Debo decirte que la tuya
es una tarea destinada al fracaso:

no traducís una lengua ajena
sino el dibujo de tu propio idioma
escrito en cuadernos de caligrafía
y por un muerto



doscientos diez


Largos pasillos de la noche
me fui

dejé una niña
que gime y se deshace
del otro lado de ese abismo

no hay noche
ni el último de los relojes

las palabras son apariencias

escaleras en las que nadie
silba a las ocho

Largos pasillos de la noche
mi augurio se cierra
y me deja sin aire

mi cuerpo crece escondido
en el certero hueco
del plexo

y este silencio se pudre
se pudre
ahí donde mañana
-tal vez mañana-
se derramen salmos y girasoles
y un río de lava

donde la soledad reviva
intacta
danzando

en largos pasillos de la noche


Nota extraída de "La Infancia del procedimiento":Nació en 1965 en Minas, Uruguay. Vive en Buenos Aires desde los 3 años de edad y adoptó la nacionalidad argentina.

Ha publicado los libros de poesía: Río partido (1998, El otro cielo, Buenos Aires); El grito (2002, Alción Editora, Córdoba); y Donde olvido mi nombre (2005, Alción Editora, Córdoba), Cuadernos de Caligrafía (2009, El Suri Porfiado). Su último libro, Los niños de japón está inédito.

Su ensayo Parir es morir un poco, fue publicado en Historia de la Mujeres en Argentina, Editorial Taurus (2000, Buenos Aires), tomo I.

Ha participado en presentaciones de libros, lecturas, charlas y encuentros como panelista.

Trabaja desde hace 20 años en ámbitos relacionados a la comunicación social. Ha sido periodista y editora gráfica en Clarín, Viva, Trespuntos, Puentes, Ciudad Abierta. Actualmente forma parte de la redacción de la revista independiente “Funámbulos, cultura desde el teatro” (Buenos Aires).

Se desempeña en el ámbito de la gestión cultural desde hace 7 años, organizando diversidad de eventos para diferentes instituciones.

Es una de las fundadoras y directoras de la Audiovideoteca de Escritores de Buenos Aires, dentro del Gobierno de la Ciudad, que reúne sus pasiones: la memoria, la escritura y la comunicación. En este programa –que incluye un archivo audiovisual único en su tipo, programas documentales para TV (Obra en Construcción, Canal Ciudad Abierta), micros radiales y un sitio web (http://www.audiovideotecaba.gov.ar/), - trabaja desde hace 3 años.

2 comentarios:

  1. Germán: el blog empieza a toda orquesta. Muy bueno, lo de Alejandra.

    Pedro Donangelo

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  2. Gracias Pedro.Es una gran poeta Alejandra.

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