miércoles, 1 de febrero de 2017

Fernando Ayala




Alguien, lee un poema:
Mirándose las manos,

Se entristece.




***





Nos toca vivir/
Llenando el deseo con palabras/
Que no terminan de decir/
Ojalá/ el amor no muera/
La ternura no mata/ pero puede mentir/
Si ya nada es suficiente/
No me ates a vos//





¡……! ¡……!  

Como un premonitorio 
Haiku de Kerouac: “Volveré cuando pueda, 
Desparramando el camino”.  
Junto al frasco 
con arañas de Dostoievski. 
La pipa de corazón crispado de Baudelaire. 
La mirada absorta de Lenin
en el fusil de Allende. 
Todo el vidrio de Bukowski
y la sangre de Dalton. 
Los arroyos resuenan, cantan y bailan 
El agua, la frescura y la vida los tributan. 
Ni uno más, ni uno menos. 





Bolero 

Calamos hondo, tan hondo 
Que parece una fosa 
Con tus fotos dentro, 
Llenando el umbral de mi pasado 

Apenas te veo, apenas te miro 
A penas puedo pensar: 
¿Qué hacer contigo? 
¿Qué hacer conmigo?  

Esperando una vuelta y otra;  
Giro como un trompo hasta el final. 
¿Quién nos dará el tiempo y la distancia, 
Quién se llevará nuestro mal? 





Marruecos 

Quema el frío cómplice 
La luna en marruecos 
Los músculos del arte 

El ascensor sube y baja 
Pero las cosas están ahí  
Sólidas y dulces 

Un retraso hormonal pide más 
Y todo es tan simple y fugaz 
Tanto amor plateado. 





Entero 
  
Salimos, no encontramos a nadie: 
revivimos lugares, vidas y hechos. 
Tenemos la mala suerte de caminar
veinte cuadras sin que pase nada;  
Nada más que siluetas de carne,
sudadas por el calor 
Nosotros, dos caníbales en plena calle.  
Estamos viejos: ni los ruidos nos despiertan,
ni los golpes, ni el amor, ni el dolor.  
Qué humanitos tan raros.
Dejamos huellas.





#

Somos jóvenes, juguemos un ratito más, 
estoy cerca del club.  
No te preocupes, terminamos temprano.  
Te espero, ojo, no soy tan bueno. 
Comienzo a sentirme raro esperándote. 
Algo me dice muchas cosas, 
no alcanzo a escribir,  
va a suceder algo,  
Cerca, muy cerca.

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