viernes, 23 de octubre de 2009

Néstor Groppa



Poeta, se ofrece (con referencias)

Hace versos sencillos.
Arregla versos deshechos, o corridos
y camperas (poesías).
También coloca adjetivos vidriados (con garantía).
Indica precisos y modestos sustantivos de uso natural.
Poeta se ofrece cama afuera
o mediodía, sin comida
Siempre a domicilio en lecciones personalizadas.
─prosistas sin ángel ni vuelo, abstenerse─

Poeta sin máster.
No confundir con otro Dr. en Literatura, ni licenciado,
ni filólogo, ni lingüista. Respeta la tecnocracia literaria
y la ornitológica (terrena o celestial),
además de la tensión semasiológica, la espacialidad
y el alma de la palabras (libro de Mallén Garzón).
Poeta solamente licenciado en “gramática de los
sentimientos”.

No enseña a leer

Pero está en contacto con “la empresa Takara
que interpreta las emociones de los perritos
usando un megáfono en el can
y una pantalla de computadora para perros japoneses”

Se respetan todas las creencias literarias. Se respetan
la ciencia literaria y demás profundos saberes.


Algo de este norte


Este es el Norte, casi ausente, de mi patria.
Esta es la provincial heredad ensimismada;
el desdibujado imperio
que es preciso rastrear por las soledades
y en la memoria.
Aquí reposa la nostalgia del oro,
el halo de su renombre.
Aquí muchas cosas también fueron la poesía.
Desde siempre
prosperó más la soledad que el hombre,
mientras su corazón
soportaba inclemencias del cielo y de la tierra.

Como una hormiga
que oye repicar las desiertas torres de la cordillera,
vive el hombre.
Y entre bosques y ramas de bosques floridos,
cual una ofrenda que muda otoños y coronas
al pie de cumbres vacantes,
al pie de fabulosos pedestales sin nadie,
el hombre transita.
Recorre límites terrenales
-solitarios y litigados límites-
por los que tropieza con su don de pasado y descendencia
y con aquella tormenta de canciones
que no calmará la secreta sed de otras cosas.

Fue tejedor de lunas y de ríos;
ordenador de años y semillas;
arriero de luceros y estrellas dobles.
Acató la tierra
y obedeció devotamente sus mandatos, esas labranzas que lo perpetúan.
Cumplió las leyes contra él.
Rastreó los esquivos enigmas de los altos
y ensayó guiar las parameras
hacia un yacente surtidor de gracias:
fue héroe, traidor, y proscripto venerable:
tuvo los dones y la culpa que su tierra sabe.

Siempre esperó -espera siempre-
y pircando fechas en su tiempo baldío,
a la par de sus labores
veló por la dignidad amenazada de terruño.
Vigiló esta bandera cuando se habló de patria,
y así, desde las primeras galas de los árboles minerales,
-arroyo del aroma que se perdió en el aire-,
hoy los hijos de los hijos
llevan el subversivo y anónimo apellido de pueblo
bajo una avalancha de constelaciones y ofrendas.
De perennes ofrendas,
enclavadas en un suelo
que puede ser cielo increíble.

La Farmacia

Esa casa, antes fue bar,
copetín al paso,
sangüichería de pringue
y whisquería dudosa.
La casa donde trabajaron,
sucesivamente,
un suboficial retirado
y sus hijos,
un hotelero
y sus hijas,
y alguien más.
Años atrás,
la casa albergaba
pimientos y cebollitas en vinagre,
anchoas - algo fuertes -,
medidas de peltre para la bebida blanca,
pickles y mayonesas sin huevo.
Anteriormente,
la casa fue unas líneas azules
en papel para planos
y un número de expediente
en Obras Sanitarias, otro en Agua y Energía,
otro en el Banco de la Provincia
y en Catastro, por sus respectivas Mesas
de Entradas.
Ahora descorre el telón de la mañana
y aparece una botica:
tiene duendes de colores
en los estantes
que plumerean
la alquimia nocturna,
los elementos y reactivos
enfrascados,
los sobresitos, los bálsamos
( el de cucumbé y el de Tolú ),
la goma de mascar y los perfumes,
los sonajeros, las gasas, los grandes
frascos
con agua coloreada,
los albarellos y morteros
en los que viborean firuletes
matutinos
con pájaros, humos y lpachos
helados. Los dependientes con sus chaquetillas
blancas
transminadas de ungüentos, suficiente
química
de esencias volátiles, moléculas, valencias
y específicos de prósperos laboratorios
de píldoras
escritas.

Llega la gente a la misa de la farmacia
y ofician los arcángeles
expertos en frasquitos
y taquigráficas recetas,
empíricos linimentos y aceites.

En la mesa mostrador
de madera picada
- de cuando el vuelto era con monedas -
se hace el trueque
y se oficia.
Así transcurre el sacrificio
durante 8 horas del día
y en los turnos.

Ya vienen las farolas
con sus sombras,
ya regresa la soledad nocturna
a la residencia
de los jarabes,
a las puertas de altas vitrinas
de madera barnizada,
tabernáculos de salud.
Vienen las santas y los santos
dueños del día
a pasar el tiempo - sin remedio - de la farmacia,
el tiempo como lago
donde de noche hierven
fórmulas y conjuros
de cadenas abiertas y cadenas cerradas
para el bien.
Las magistrales.
Mero estar de la química domesticada
de probeta a frasquito
más toda la exegética literatura
del bienestar
en los sagrarios vademecums
con bóricos, precipitatus,
sublimados y tártaro
y demás raíces medioevales,
transmutadas
en legendarios potes y almireces
y balancitas
puro espíritu de drogas
con algún pétalo
caído del tiempo
para pesar
las alitas del minuto
o el aroma y perfil del agua de rosas.

La casa que antes fue bar,
copetín.
de ají locoto y condimentos,
ve ahora la película
de los arcángeles en chaquetilla,
de laboratoristas y preparadores
sirviendo a toscos galanes enfermos
como en una estampa de Brueghel el Viejo
- o del Bosco en "la fuente de Juvencia" -,
o una de esas novelas por entregas
de la revista Fra Diable
que llegaba a Jujuy con las mensajerías
del siglo.

La casa del hotelero,
la que nació en una niebla
de números
y meticulosos cálculos de resistencia,
la que cobijó hornos y batidos,
licores y filtros
de café
y amor,
hoy es templo
de salud
con un mostrador picado
de cuando las urgencias
eran tecleadas con el canto de las monedas.

La farmacia amanece
con su cantoral
de salutíferas antífonas y salmos
aureolados
dentro de bienolientes envases
y vinajeras y vinagreras registradoras
de flores de genciana y flores de azufre
con malva y retama tutelar
para la buena suerte,
dando los buenos días
así como da los buenos y malos tiempos
el pico de la garza
libando en purpurina de la rubia,

bebiendo rítmicamente
en la misma gota del tiempo
que predice.

Biografía:Poeta, escritor, periodista y educador. Cursó estudió en su provincia natal, Córdoba, y en Buenos Aires. Fue maestro en Tilcara y bibliotecario en San Salvador de Jujuy, donde reside.
En 1955, fundó en Jujuy, con los poetas Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo y Mario Busignani, el novelista Héctor Tizón y el pintor Medardo Pantoja, la revista Tarja, que fue un hito en la literatura del Noroeste Argentino.Perteneces a la Academia Argentina de Letras como miembro correspondiente. Recibió, entre otros premios oficiales, el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía, del año 2007.

También fue creador de la editorial Universitaria jujeña. En 1966 se incorporó como miembro correspondiente a la Academia Argentina de Letras. En 1998 inició la publicación de los Anuarios del tiempo que registran una historia afectiva de Jujuy entre 1960 y 1996 de los cuales ya lleva compilado diez tomos.Miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras desde 1996.Creador de su sello editorial "buenamontaña" ( l966 )con 31 títulos publicados ( 1 Premio Nacional, 1 Premio Regional y 4 Fajas de Honor de SADE. Uno de los sellos del interior con más premios nacionales ).

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