viernes, 12 de noviembre de 2010

Cecilia Olguín


Destiempo

destiempo
en el dibujo quieto
la línea de llegada siempre tarde
como una espina de mi ritmo




La palabra exacta

La noche desgarra su espalda
quieta en el silencio
y empapa la puerta
inunda las valijas hechas.

Afuera
sobre el pasto y las lilas
espera el brillante abrazo del mediodía
la medida,
la palabra exacta.





Belleza

Todas mis esquirlas están latiendo demasiado
¿recordarán tus manos la curva exacta de mi nombre?
Lo importante: poetizar hasta las ventanas rotas.




Verdad

Fue una verdad a la tarde.
Abrazada a una taza de té amargo
como si estuviera mi madre
con una pizca de sus dolores.

Es otra verdad ahora.
El deseo gritado en silencio
no marca al hombre deseado.

¿Será la misma verdad mañana
de quién limita el futuro
con verdades perennes?

La verdad fotografiada en un poema
-del límite, de la marca, del té oscuro-
puede aspirarse en ritmos de frutillas y cenizas.
Quizás alguna mano la acaricie
como a un sabor azul entre los versos
golpeandose contra la piedra ácida del punto.

Pero el cuerpo del poema
mantendrá su agua límpida
ajeno como el poeta en la torre de marfil
a cualquier incendio del oído.




Huida

sobre las lunas de júpiter o marte
armaré mi viaje
no te puedo amanecer de este lado del río.
no hagas el fernet en su punto justo.
no me sugieras siquiera
el mate y las tortas fritas para el domingo lluvioso
no pienses en degustar mi carne lacerada.
no me esperes en el grito,
ni atiendas al crujir de la moneda
que con su canto nos resuelva aquel instante.
no generes la brillante lata de celofán,
ni me pidas esa panera hermosa.
no me expliques la piedra lanzada hacia el techo de vidrio.
no des la frente contra los fragmentos del espejo arrugado
no me muestres la provocación para el paso adelante.
no lo hagas.

apenas soy esto que nunca terminará de caer.




Tribunal Diario

Buscás moldear lo humano
de quien morirá contento en un barranco
con dos tiros azules en el pecho
y en el segundo antes de morir
si pudiera elegir de nuevo
optaría por lo que enmudecerá su canto.

En tu libertad para usar etiquetas,
rótulos y marcadores
movés la lengua sin acercarte al barro.

Tus anteojos para juzgar de cerca
son tan de cerca tan de cerca
que solo ves arena distorsionada por tu propio aliento.

Si las comidas con hormonas produjeran mutaciones
quizás Macdonalds o el whisky adulterado
anulara de rebote
tu dedo índice de eclipses ajenos.

Creo más probable que bajemos a patadas
esa imagen de intachable y tu tribunal del mundo.

No cierra el ascensor con vos adentro.


Nota:Nací en 1976 en Neuquén. Pasé mi infancia en Madrid. Córdoba me otorgó, universidad mediante, una licenciatura en Comunicación Social. Escribi, jugué al basquet, escribía, participé en organizaciones politico-sociales, escribí, trabajé en radio y revistas, mas ad-honorem que pago, escribí, organicé eventos culturales, escribo, doy clases, escribo. Publiqué autogestionadamente tres plaquetas. La primera, Armas de Fuga (2008). Luego me encontré con el arte de Hernán Ganuza, profesional y artista, quien embellecio desde el diseño y la gráfica tanto “En nuevo barro, vieja lucha” (2009) como “Ella dice que escribe” (Abril 2010). Resido en la actualidad en Córdoba Capital. Escribo habitualmente en el blog "Ella dice que escribe" (www.elladicequeescribe.blogspot.com)

Cecilia A. Olguin
www.elladicequeescribe.blogspot.com

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