sábado, 12 de diciembre de 2015

Diego Bentivegna





Rebaño místico

I

Levanto la memoria,
la alzo como un muro.


(Doménico)




Camino por la nieve como un ciego,
un molusco que se asoma del agua en la luz blanca:

deambulo por los caminos que siguen el Isonzo,
el Piave, el Tagliamento
(¿son ahora éstos mis ríos?),
senderos que bordean                    
tranquilos la corriente, se internan
entre manchas de casas que podrían
dormitar ahora mismo en un suburbio quieto:

en silencio, en apagadas manzanas donde nacen
patios con albahaca, macetas de cemento
con pasto mitigado, menta
que crece en las hendiduras de los techos,
hierba que se duerme con luz en las terrazas;

parras donde las uvas se enternecen,
se hacen moradas, negras, con el calor de marzo.




 ***



Donde hay un puentecito o una hilera de piedras para facilitar el cruce, es obra de los vecinos.
R. Walsh, Operación masacre.

(Vittorio)
No es el Isonzo, no, eso que guardi,
Es sólo un arroyo donde vierten
las fábricas su líquido,
                                     detrito,
agua moribunda por sobre la que pasa
un puente de fierro
que por la tarde cruzan las ovejas de la Gránix,
el rebaño sumergido en su silencio luterano:


es agua que se escurre en los canales
en un humano barrio de extranjeros,
con sus rusos, gallegos, italianos,

sus pequeñas venecias o salónicas:

poblaciones traídas en carcasas
por el Paraná o el Plata, con su austera
aspereza, sus hablas de una plácida tierra
románica, de una llanura mística y eslava;

sus carbonerías,

su madera en capillas palotinas
de apóstoles lustrosos con  manos carpinteras:

dispersos oratorios de suburbio donde Cristo
se retuerce en la noche como un verme.                            





 ***





(Plegaria)

Poi s`ascose nel fuoco che li affina.
Dante, Purgatorio, 148.

Ah, tómame, Padre,
bébeme hasta el fondo, rápido:
siento que me desangro en los olivos,
que escribo sin saberlo un poema con mi sangre,
con el agua de vida que se abre paso por mis venas.

Ignoro desde dónde brota mi agua.
Rubrico con una  sola letra esta, mi muerte,
que no llega, que se esfuma
como, cuando atardece, se vuelven impalpables los zorzales.


Soy un cuerpo exiliado que se purga,                                    
que se afina dentro de una llama.


 Bio: Nació en 1973 en Munro, V. López, provincia de Buenos Aires. Desde chico ha vivido de manera alternada entre el suburbio norte de la capital argentina y las sierras de Córdoba. En poesía, publicó Las reliquias (2013) y La pura luz (2015). Tradujo al castellano el epistolario y La divina Mimesis de Pasolini, Dei sepolcri de Foscolo, así como poesía de Patrizia Cavali, Giovanna Bemporad, Mario Luzi, Mario Benedetti, Antonella Anedda. Como ensayista publicó, entre otros, los volúmenes Paisaje oblicuo (primer premio municipal de Bs. As.), Castellani crítico, El poder de la letra. Trabaja como docente en la Universidad de Buenos Aires y de Tres de Febrero y es investigador del CONICET.

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