EN UN SUBTE ALGUIEN LEE A
VIRGINIA WOOLF
Una chica alza el mentón
hacia la luz quebradiza del metro,
despega la lectura y
sonríe bajo el movimiento de los vagones.
Su cara va tomando la
forma más bella de la energía
y yo veo cómo sus labios
corren con Virginia
a lo largo de una costa
paralela al mundo que habitamos.
Entre las nubes van las
dos dejando huellas
sobre la arena rumbo al
faro que domina la marea.
Pero al llegar, alguien
las detiene:
"No tenemos aquí nada para darles,
ustedes no necesitan recompensa.
Han amado la lectura."
ROSARIO
Seguí riendo así, mi
sol,
mi ángel rubio en tu
materia de alegría,
todo un cúmulo vital
agitándose en el aire
como el chorro más
festivo de la fuente,
hablándole a la luna
cuando te llama
a través de la
ventanilla de los autos.
Con los nombres tocá la
piedra de este mundo,
bendecilo a cada sílaba,
cada tanteo que hagas con la voz.
Quizás todo se apague,
mi sol,
la noche nunca está
lejana y a veces nos sacude a mediodía.
Quizá la muerte
descargue su mejilla helada contra la nuestra,
pero vos y tu risa van a
ser las velas, las estrellas
que soporten el peso de
la barca oscura.
Seguí riendo así, sol
nuestro,
echada sobre el césped
en la sustancia primitiva,
y gritá mamai, gritá
papai.
Corré, corré hacia el
fondo, mi sol,
hacia lo hondo de aquel
pino
y fundite con su aura de
resina intacta
hasta que nos incendies
y nos cures,
vibrante
criatura luminosa.
EN UN TRANVÍA ATRAVIESO LISBOA AL ATARDECER
En el fondo, nadie habla
mi lengua.
Veo caras y labios que
se mueven,
oigo palabras cubiertas
por la niebla.
Cuando la forma de las
voces ya se fuga,
como se disuelven los
contornos de las colinas
sobre el magma del
estuario,
el sol es una ostra
rosada que se esconde
y nacen en mí
pensamientos contra el vidrio.
Ahora estoy afuera.
Escribo.
KARL BLOSSFELDT
Todos los días recorto
flores en los barrios y las dejo morir.
Algunas adquieren anonimato, otras fiereza,
Algunas adquieren anonimato, otras fiereza,
ninguna deja de extrañar
con locura
el curso frenético de la
vida.
Esta, por ejemplo, tiene
la potencia de una cobra.
Su capucha se extiende
como aletas por los costados
y el pico empuña un
veneno de fuego sin deseo.
Capturo los restos con
una máquina.
El cuerpo se convierte
en una forma sagrada y monocroma
cuya fragilidad toma la
forma de la heráldica,
y ante sus figuras
metálicas y óseas,
me pregunto si no estaré
pagando mis pecados
como
un rey Midas.
NORTH EALING
No te satures.
No dejes que tu piel se
vuelva una capa inerte.
El mundo se desmorona,
es cierto.
Se expanden las
partículas en el vacío y nos expulsan.
Pero a esta hora en la
estación de trenes
la noche naciente y fría
te hace saber
que detrás del cielo hay
un más allá del sueño.
Los árboles a los
costados de las vías
y el canto de los mirlos
que alza
la poca luz dormida
sobre tu cuerpo
te trascienden cuando
penetra la llama
del ocaso entre las
pequeñas casas. Así,
tus poros húmedos,
eternos, se abren
a la
construcción de la muerte.
Bio: (Rosario,
1983) publicó los libros Disonancia
del jardín (EMR, 2009), Horas
menores (Huesos de jibia, 2013), A los pibes crudos (VOX, 2015) y Maratón (Ediciones 27 Pulqui, 2016), y el trabajo La lengua en soledad dentro de la obra colectiva Prueba de soledad en el paisaje (Mansalva 2011). Recibió menciones del
Fondo Nacional de las Artes en el año 2008 y 2012, el premio municipal Felipe
Aldana 2009 y el premio del Fondo Nacional de las Artes 2013, y las becas de
poesía de
Estación Pringles (2010) y del Fondo Nacional de las Artes (2011).
Excelentes poemas, Leandro Llull
ResponderEliminar¡Gracias, Ana!
EliminarEs un viaje hacia el sitio tiempo y forma del lector al texto en su lectura . genial. Me encantó
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