miércoles, 4 de mayo de 2016

Marianela Luna




Felicidad

La taquicardia nerviosa que me asalta
cuando me mirás
y entonces el mundo
es un paraíso del que
-claramente-
Macri no es presidente
porque no es fiscal,
me recuerda al mantel navideño
que uso
cuando somos tres
y no me alcanzan los dos individuales
de estudiante en monoambiente.
Somos tres: mi neurosis, vos y yo.
Con vos no hicieron falta los peajes morales
ni siquiera detector de sementales.
Vos no acabás,
vos venís y te quedás;
pasamos por fin
los mil videos de internet
que, cual recepcionista,
nos acompañan hasta la mesa
antes de comer-nos.
Juntos hicimos de esta coincidencia
el living comedor
que recorro en tanga
tan cómoda
y sin permiso
pongo la pava para merendar.
Con vos no hay libreto
y eso, para mí,
es felicidad.




La venganza de la bandera


si la respuesta a todas las preguntas
que aun te persiguen de noche
cuando desde la cama tu cabeza se pone la gorra
y bajo el manto de un mecanismo freudiano de defensa
insiste en distraerte con preguntas de mierda:
¿cuántas neuronas tiene mercedes ninci?,
¿por qué me detengo a mirar mi caca antes de tirar la cadena? ,
¿por qué pienso en que algún día
voy a mirar y no habrá nada
y seré el primer caso
de caca fantasma del país?
Si todas esas preguntas que
como la maleza
demoran el nacimiento de las flores,
son obra de mi boludez  
y un poco mi ansiedad,
entonces me alivio.
Porque no hay peor pregunta
que aquella que dilata por mala leche
y en vez de atacar el problema de raíz,
pregunta con perversión:
“realmente fueron 30 mil?”


Cuando me asombro
de mi propia pelotudez
y en mis días cartesianos de extrema inseguridad
abro el diccionario
y me fijo si resolver todavía es con V


Cuando me entero que un tanque rebosa -con s-
y no rebalsa
y que en las manos están las falanges
en vez de los,
mi cara adopta la mueca de quien acaba de pisar
una cáscara de banana
corriendo a 20 kilómetros por hora
y sabe que va a caer
pero nunca
qué tan duro será el golpe


En ese instante,
pienso que quizás,
el conocimiento
no sea un estadio que se alcanza
sino
el último sorbito de Ades o Baggio
que nunca vas poder tomar.


Si algo he aprendido
es que la ignorancia se cura
con voluntad y con libros
y que, en cambio,
la mala leche,
la hipocresía
y el más elevado cinismo
no se curan: se combaten


Y si  ellos mismos
-los perversos-
se tapan los oídos
y nos obligan a callar
ahí sí permitámonos la duda
de la magia, lo fantástico.
Porque  de ser necesario rescatarlos
la misma bandera tomará partido
y en una promesa de discurso
paradita a su lado
en complicidad con el pobre viento
que tiene que rozarlo
aunque el golpe no sea violento,
la bandera caerá sobre él
y su cabeza lo sentirá.



Herbalife

La vida es una conferencia de Herbalife
a la que fuiste
en parte por intriga,
en parte por desempleado.
Todo sigue un libreto;
hay banda sonora,
personajes,
y papelitos de colores.
No se lo contás a nadie,
es el poster de Ale Sanz
escondido bajo candado
El libro de Osho
que negás haber comprado.

En Herbalife se empieza
con un video
y se sigue con un testimonio.
A lo Laura de América:
¡Que pase la desgraciada!
Y la centroamericana
emprende camino al escenario.
Sus caderas roban la atención,
el acento intacto,
Mary Kay en el cutis,
blazer y tacos.
El sonidista, atento
cual DJ del Bailando,
apresura ese pianito melancólico.
Luces bajas;
y pensá en algo triste,
que el pico de rating no viene sólo


Cómplices ellos!
que exageran y festejan el espectáculo
la miseria de su juventud,
el abuso laboral
Cómplices nosotros!
que asistimos a la misa
porque Herbalife,
como la misa,
tiene héroes y altares,
rituales y hostias en polvo
Si escalás y cumplís objetivos
dios Hierba, Hierba-Vida
te premia con un cielo.
Y si estás completamente herbalizada,
como en la comunión,
ahí sí, querido
te ganás el crucero.


Entonces sube Raquel,
ansiosa por disertar.
Ella se metió en esto por el escenario
Raquel no es de Centroamérica,
es del centro de Rosario
Habla sin eses,
y con un grito ensayado
-llegando al final de su speech-
grita el monto mensual acumulado:
¡20.000 pesos!

Y Marc Anthony en los parlantes
va reír,
va a bailar,
vivir su vida.

La gente de pie,
porque entiende el protocolo,
conoce el repetorio.
Las manitos en el aire 
se menean side to side,
todos juntos la cantan en coro.

Y yo,
desde la butaca en el fondo,
espectadora aterrada
-como quien va a misa en hongos-
pensando en metáforas,
para suavizar la escena,
me acuerdo de vos.

Vos fuiste la promesa del crucero
mi meta, mi cielo
A mí los dioses me engañaron,
pero yo me engañé primero.
Si hace tiempo soy atea,
¿qué carajo estaba haciendo?


¡Piquetera del súper yo!
En eso me convertí
Ahora soy yo la que prende fuego,
ya no me arden las convenciones
ni tarareo las canciones;
soy mi propio cancionero.


¡50.000 pesos!
Los parlantes de Herbalife
me devuelven al encuentro.
Tengo en la mano un batido de banana
y un folleto
con muchos teléfonos.

Estoy a pasitos
del altar
y a una escalera
del crucero.

Piquetera del súper yo,
-si quiero-
hoy puedo arder como el fuego.


BIo: Marianela Luna nació hace 28 eneros en Rosario y es la directora de la revista literaria  Femme Fetal. Trabaja como profe de inglés, escritora de contenidos web, periodista freelance y, cada tanto, fotógrafa de eventos. Es parte de la organización del Slam de Poesía Oral de Rosario y este año debutó en radio conduciendo “Trompitas Ligadas” es una radio online dela ciudad. Si bien aún le cuesta llamarse escritora, se reconoce como "redactriz" y eterna bloguera. Tampoco se considera youtuber aunque sus diez videos en dicha plataforma digan lo contrario. Nunca termina de asumirse ni de cursar carreras. Prefiere seguir deambulando.

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